Partida Rol por web

Salvo que os hayan lanzado torpedos o se vayan a acercar buceando, no parece que presten ninguna atención al barco. Probablemente ni os han visto.

Con una sacudida más brusca casi pierdes pie y tienes que agarrarte bien. El barco parece estar acelerando. Y por los improperios de Perceval no es cosa suya, acelera solo...lo que quiere decir que la corriente se está haciendo más fuerte. Momentos después tienes que parpadear varias veces.

¿Cuando ha aparecido ese remolino de varios cientos de metros delante vuestra?

Ha ocurrido en un parpadeo...y os arrastra a su centro. A la oscuridad del fondo marino.

El barco se sacude repentinamente, teniendo que agarrarme a donde puedo mientras observo alrededor confuso. A pesar del oleaje y la oscuridad que nos envuelve es fácil distinguir el inmenso remolino que acaba de abrirse a pocos metros de nosotros, más que dispuesto a tragarse todo lo que se le ponga por delante. ¿Simple coincidencia? No sé qué pensar pero una cosa está clara: acojona más que una pistola apuntándote a la cara.

-¡Joder! -vuelvo hasta la cabina a trompicones -Espero que todos llevéis el chaleco bien abrochado -les miro más pálido de lo habitual y sudoroso pero no soy el único -¿Y si...? -no termino la frase, dudo que alguien quiera oír en voz alta lo que todos estamos pensando, que podría no haber nada ahí dentro y acabaríamos todos hechos puré como idiotas.

-Chavales, lo mismo os da tiempo a echar un polvo rápido antes de que esa cosa nos chupe.- palmea los hombros de Cath y Jason, ambos se ponen algo nervioso...ella porque da cerca del blanco, él porque esas cosas lo ponen así. -Porque de aquí no nos vamos. Este motor no tiene potencia para vencer esa corriente. Espero que acertases, niña.- indica a Alex. -Pero si te pareces a tu padre, y así es...en las cosas importantes se equivocaba, como en irse, pero en estas minucias de mitología y eso...pleno, siempre.

Todos llevan el chaleco, Percy sabe lo que hace. Sin duda fue el escolta de Alexander muchos años. Probablemente lo dejó atrás para cuidar de su hija.

-Aunque confío en la niña...si alguien sabe rezar...no va a sobrar.

Tu hermano te mira.

-Vaya sitios a los que me traes hermanito...

-Hemos venido precisamente para esto, no vamos a perder la oportunidad de morir tontamente -sonrío con sorna, mirando al resto de reojo antes de resoplar -Será una buena historia para contársela a tus nietos, no te quejes tanto -sujeto a mi hermano con una mano y con la otra me agarro a a una pared mientras el barco, inevitablemente, es absorbido por el agua.

La corriente tira cada vez más rápido, pronto es difícil mantenerse de pie sin sujetarse a nada. No porque el barco reciba sacudidas, que las hay pero son pocas, sino por la inclinación cada vez mayor. Llega un momento en que debéis prácticamente escalar por el suelo, de tan inclinado que está. Por ayudar a tu hermano, a Alex...tratas de abarcar demasiado pero ¿No es tu misión? Acabas perdiendo asidero y cayendo a plomo contra la pared de la cabina, ahora el suelo.

Con el golpe se abre la puerta y te ves fuera, colgado por la punta de los dedos ante un agujero inmenso y una corriente que gira sin parar y se alza por encima vuestro. Pero estás en buena forma. Y ya que no has podido escalar por dentro, puedes intentarlo por fuera.

En el lateral del barco, casi tumbado ya, compruebas que todos han salido y están ahí, agarrándose como buenamente pueden. No hay descanso, la voz de Perceval os llega a todos. -¡Saltad!- y es que delante, como aparecido de la nada, hay un pico de piedra que sobresale de la corriente. Al cual vais directos. No hay tiempo de pensar...todos saltáis.

Claro que la solución a no estamparos contra la piedra, que destroza el barco, es caer en unas fuertes corrientes. Logras mantenerte a flote, pero poco más. El resto está como tú, o peor.

No hay rastro de Perceval. Alex parece aguantar agarrada a una tabla, aunque le cae sangre de la sien. Cath casi no puede hacer esfuerzos de media espalda hacia arriba, no durará mucho más a flote. Y tu hermano...medio ahogado medio no, parece mal. Lo ves verdoso. Está terriblemente mareado. Se limita a cerrar los ojos y tratar de no hundirse.

A pesar de ser un tío de acción no considero estar preparado para lo que viene a continuación así que no quiero ni imaginarme como deben de sentirse el resto.

En esos momentos de adrenalina y miedo máximos solo hay hueco para el instinto de supervivencia, intentando agarrarnos donde buenamente podemos hasta que finalmente hay que ceder y caer al agua, un elemento que me gusta bien poco pero en el que consigo defenderme a pesar de las circunstancias.

Alex parece haber sido la más afortunada a la caída junto conmigo pero no puedo decir lo mismo de Cath ni de mi hermano. Sabía que no estaba preparado para algo así, ¿pero qué otra cosa podría haber hecho? -¡ALEX...! -intento captar su atención para que alcance a su amiga pero dudo conseguirlo ya que el oleaje y el viento neutralizan cualquier sonido volviendo todo el caos todavía más terrorífico.

La culpabilidad me inunda incluso antes de tomar la decisión pero tengo que ir a por Jason. Él es mi hermano y nadie puede substituir ese vínculo por muy bien que me caiga así que espero que no sea tarde para Cath. Ella es una luchadora nata, si me doy prisa quizá consiga ayudarles a los dos así que nado con todas mis fuerzas, en ocasiones a contracorriente, para alcanzarle.

Abres los ojos de golpe cuando el tironeo en tu bota pasa a ser algo más molesto que en los segundos anteriores. Al hacerlo y moverte un grupo de pájaros, gaviotas, se aleja de ti. Te en encuentras en una playa, el sol de la mañana comienza a calentar. con suerte calentará mucho más, porque te sientes helado. Casi ni sientes las manos.

Puede que seas afortunado por sentir algo.  Las imágenes de lo ocurrido regresan todas de golpe. Remolino. Caída. Salto al agua. El barco destruido. Tus protegidas y tu hermano ahogándose. Sentir su peso en tu brazo, su respiración en tu oído. Nadar frenético...y el golpe en la espada. Una madera, quizá un baúl, os da y os hunde varios metros. Al salir tienes que volver a esforzarte para ir a por tu hermano, la corriente no ayuda nada, y pronto el cansancio -unido a las aguas heladas del mar del norte- pasan factura. Él ayuda, pero apenas puede hacer nada. No puedes manteneros a flote a los dos pero soltarlo no es una opción por más que te de tirones para alejarse de ti. Y todo se vuelve negro poco después.

Y ahí estás, en la playa. Ves a tu hermano sentado mirando al horizonte. A vuestro alrededor algunos restos del barco, escasos. Te mira cuando despiertas y sonríe, pero no se gira.

-Deberías descansar más. Cuando te desmayaste del esfuerzo me asustaste de verdad.

No recuerdas eso, apenas una nebulosa fugaz, pero sí que volviste a sentir aire en tus pulmones tras la negrura. En un mar calmado como un plato. Y que tiraste de Jason. Haciendo de hermano mayor, como siempre. Él, aunque estaba despierto, no ha encendido fuego ni nada. Ni hecho refugio. Entiendes el motivo al incorporarte del todo. Tiene una pierna destrozada. De hecho, tiene suerte de seguir teniendo pierna y bastante logro es que esté consciente y haya podido vendarse.

-Para el próximo viaje, mejor donde no haya tiburones.- sonríe a medias. Ahora puedes notar su palidez.

No hay rastro de los otros.

La cabeza me da tantas vueltas que me entran ganas de vomitar pero se queda solo en una náuseas terribles mientras me esfuerzo por incorporarme hasta quedarme sentado. Todo es muy confuso, me froto la frente intentando hacer memoria de lo ocurrido pero lo consigo solo parcialmente.

-Estoy hecho una puta mierda -admito sujetándome las costillas en cuanto mi hermano habla, observándole con una mezcla de preocupación y de confusión. No me siento con fuerzas para nada pero sé que tengo que moverme y conseguir encender un fuego para no acabar congelándonos. A punto estoy de decirle algo sobre lo que comentó de montar refugios pero las ganas de bromear se esfuman de golpe cuando veo el estado de su pierna.

Por primera vez en mucho tiempo me quedo inmóvil y pálido. He visto heridas como esa muchas veces, incluso peores, pero que se trate de mi hermano provoca que sea exponencialmente peor -Joder... ¡joder! -protesto con frustración, dejándome caer a su lado de rodillas para sacar el cinturón de mi pantalón y atarlo por encima de su herida todo lo fuerte que puedo, ayudándome con una rama para cortarle la circulación. No es lo más recomendable pero si la pierna ya está sentenciada prefiero que él sobreviva, aunque sea a la pata coja -La próxima vez solo habrá sushi, ¿de acuerdo? -le sostengo momentáneamente la cara con una sonrisa nerviosa pero le suelto enseguida.

-Voy a montar una hoguera y después... -miro su pierna de reojo pero sin terminar la frase -¿Sabes algo de los demás? -me gustaría intentar buscarles pero ahora no puedo, en lugar de eso compruebo si hay algunas ramas cerca de nuestra posición con la que improvisar un fuego.

No estáis demasiado lejos de la linde del bosque. Y el clima es frío, pero no demasiado húmedo. Probablemente las ramas ardan bien. El trecho que os separa de la linde es bastante ralo, pero hay matojos que ayudarán al fuego. También puedes intentar con las maderas del barco esparcidas aquí y allí. aunque no era un barco con mucha madera.

-No vendría mal un fuego no. Te ayudaría pero...- se encoge de hombros. -No se nada del resto. No...recuerdo mucho desde que el barco casi se tumbó. Aunque empiezan a verse algunas islas a lo lejos. ¿Tienes idea de donde podemos estar?

-Tranquilo, tú... No te muevas demasiado pero tampoco te duermas -monto una hoguera improvisada todo lo rápido que puedo cerca de la posición de Jason. No es demasiado grande pero le ayudará a entrar en calor y de paso servirá de señal para el resto. ¿Lo malo? Si ese pedazo de barco nos siguió también podrá localizarnos pero ahora mismo tengo otras prioridades.

-Ni idea, los listos sois tú y Alex, ya sabes que yo suspendía geografía -en realidad lo suspendía casi todo porque nunca fui muy aplicado como estudiante pero por el momento me da igual nuestra localización.

Apoyo una rodilla en la arena y suspiro hondamente, mirándole muy preocupado -Jas, es posible que tenga que cauterizarte esa pierna. Sé que la idea acojona mucho pero no se me ocurre nada mejor, acepto sugerencias -él sabe un poco más sobre estas cosas pero aquí no tenemos muchas opciones.

-Para cauterizar no vendría mal vino, o aguardiente. O miel, caliente. Dolerá mucho pero desinfectará. Creo que será lo mejor...incluso amputar.- suspira, resignado.

-Sobre lo de que donde estamos...¿Te has fijado? Esa sombra...- indica el horizonte. Cada vez se ve más por el aumento de luz conforme el sol asciende. Una gran sombra se eleva a lo lejos. Se eleva, mucho.

Podría ser un árbol. Un árbol realmente enorme.

Asiento silenciosamente a sus primeras propuestas. Me hace sentir orgulloso que sea capaz de decirlo sin que le tiemble la voz, por el momento sobrelleva lo que tendré que hacer con bastante entereza y se agradece pero cuando llegue el momento decisivo no será tan sencillo, ni siquiera para mí.

Observo la dirección que me señala con el ceño fruncido, arrugando todavía más la frente según la extraña sombra se prolonga -Algo me dice que por aquí vamos a ver algunas cosas raras -no descarto que se trate de alucinaciones, considerando nuestro estado todo podría ser -Voy a ver qué puedo encontrar, vuelvo enseguida -no creo que nos perdamos de vista mutuamente dado lo despejado y plano del terreno.

A pesar de que me gustaría investigar, explorar y buscar al resto tengo que ordenar mis prioridades por lo que empiezo buscando cualquiera de las cosas que me ha dicho Jason, alguna arma, botiquines, ropa limpia... cualquier cosa que vaya a ser útil para el proceso de amputación y cauterización de su pierna.

No tienes que alejarte demasiado para ver un pequeño desnivel, nada que os impida veros pero que sí bastaba para ocultarte algunos restos más del barco. Entre ellos encuentras uno de los machetes, en su funda, un walkie y varias raciones. Bastarán para un par de días. El walkie no reacciona para nada, puede que le haya entrado agua. Con suerte podrás secarlo.

Alcohol en cambio, no hay. Lo que sí descubres son unas huellas curiosas en la arena.

No hay rastro de Perceval, de tus protegidas o de los del otro barco.

Recojo todo lo que parece ser útil, aunque no es demasiado. Tal vez más adelante investigue los alrededores con mayor amplitud pero por el momento me conformo con lo que consigo, agachándome hasta quedarme en cuclillas al distinguir un rastro en la arena.

-Y esto qué es... -ladeo la cabeza, intentando distinguir si las huellas podrían pertenecer a alguno de nuestros conocidos y la dirección a la que se dirigen pero tampoco tengo intención de seguirlas por ahora. Debo regresar hasta Jason enseguida.

Se trata de las huellas de un oso. Desde donde estás, se internan en el bosque. Un oso, nada menos. El rastr oen la arena durará un tiempo, el agua no llega tan arriba.

Al regresar con Jason todo sigue igual, solo que el sol calienta más Quizá solo seáis tres en la isla. El guapo, el cojo y el oso.

-Siempre acabas encontrando armas.- bromea Jason...aunque dicha arma tenga muchas papeletas de ser el instrumento de su mutilación.

En cuanto reconozco al autor de las huellas me quedo mirando mi machete con serias dudas. De repente es como si pareciera un simple palillo de dientes pero entonces caigo en otro detalle, ¿qué cojones hace un oso cerca de la costa? Es un poco raro pero supongo que no imposible.

Vuelvo junto a mi hermano teniendo que sonreírle por la broma pero ahorrándome la información sobre nuestro posible compañero -Tengo que buscar más entre los restos pero lo primero es lo primero y me temo que no hay alcohol ni nada por el estilo. Te recomiendo que te quites el cinturón y lo empieces a morder -no quiero ser insensible pero la verdad es que cuanto antes acabemos con esto menos tiempo tendrá para ponerse histérico y por el momento lo lleva muy bien, mejor si nos ahorramos un ataque de pánico.

-Voy a ser muy rápido, después comeremos algo y descansarás -intento fingir que todo esto es de lo más normal y seguro mientras dejo el machete en el fuego para que su hoja se caliente. Después de eso rompo y arremango sus pantalones por encima de la zona que tengo que cortar. Una cosa es cierta y es que la pierna está tan hecha polvo que quizá con un golpe bastará para cercenarla.

Cierra los ojos y asiente. No le va a gustar. Y por rápido que seas, le va a doler. Mucho. Asiente de nuevo mientras se coloca el cinturón y lo muerde. Vas a cortarle la pierna a tu hermano. Y eso ni siquiera asegura que no lo vaya a matar. Pero si no lo haces...morirá. Es la mejor opción.

El silencio solo es roto por los pájaros marinos y las olas al romper sin prisa ni descanso. La brisa es agradable, y el sol cada vez calienta más. Sería un clima ideal para despertar en una toalla junto a Isabella. Pero no es así, estás en una situación de mierda que podría empeorar de mil maneras, y mejorar de pocas.

-Túmbate -le ordeno mientras sujeto con fuerza el machete pero descubro que el pulso me tiembla más de lo esperado. Es algo que me ha ocurrido pocas veces porque no acostumbro a vacilar cuando tengo que atacar a alguien o a algo para defenderme pero esto es muy distinto. Mutilar a mi propio hermano nunca hubiera entrado en mis planes y por eso sé que tengo que ser rápido, no solo por sus dudas si no también por las mías.

Me giro de nuevo hacia él pero sin mirarle, no todavía. Mi atención se centra en la maltrecha pierna, preparando el machete en el punto en el que debe impactar antes de levantar el brazo y asestar el primer corte con toda la fuerza que puedo, repitiendo el gesto de ser necesario.

Solo uno basta, no hay tanto que cortar. El verdadero problema viene a la hora de cauterizar. La propia sangre de tu hermano, aunque sea poca por el torniquete, dificulta el hacerlo. Sus gritos, aunque ahogados, tampoco lo hacen más sencillo por más que el trate de colaborar.

En algún momento se desmaya, demasiado dolor...cansancio...perdida de sangre...seguramente un poco de todo. Ya "Solo" estáis aislados en una playa, sin apenas comida o agua potable, con un oso relativamente cerca y un árbol extraño en el horizonte.

Una mañana cualquiera.

Pocas veces he sudado tanto haciendo tanto frío y es que los gritos de mi hermano combinados con lo que me veo obligado a hacerle resulta terrible psicológicamente. Sé que esta mierda me acompañará el resto de mi vida pero si gracias a ello consigo salvarle la vida quizá pueda darme por satisfecho.

Dejo caer el machete en cuanto consigo terminar con lo que podría considerarse una tortura, permitiéndome unos segundos para recomponerme ya que sigo temblando de pies a cabeza.

Después de eso limpio el sudor de la cara de mi hermano, le aparto el cinturón de la boca y cubro el muñón con algún trozo de tela suficientemente limpio, si es necesario mi propio pañuelo o parte de mi camiseta. Le cubro con mi chaqueta y añado más leña al fuego.

Después de echar un vistazo rápido a las provisiones vuelvo a sostener el machete. Ahora que Jason descansa decido dar un pequeño paseo por la playa en busca de más objetos o rastros de utilidad pero tampoco quiero dejarle solo durante mucho tiempo y menos con un oso rondando cerca.