Partida Rol por web

Nggg... Te la has cargado, bastardo. No voy a ser el único idiota en ir por las buenas, yo también puedo desenvainar mi arma-dijo llevándose la mano al mango de su espada corta.

No podéis cargar, porque estáis en terrero boscoso. Tenéis un +4 a la CA de cobertura contra ataques a distancia. Cuando pueda subo un tablero.

Garret había estado escuchando, realmente habían muerto Norwan y Dovahkiin? ante tal afrenta y el hecho de que un peligroso enemigo o eso parecía hubiera aparecido de nuevo. Puso los pelos de punta el hecho de que aquel bastardo lo hubiera detectado ante los arbustos, sobre todo cuando era evidente que las chicas no lo habían hecho. Dio un paso hacia su derecha encarándolas y con su espadón desenfundado cargó el brazo. Un chico bien plantado con armadura apareció. Tenía un espadón sujeto con ambas manos y tenía cara de felicidad. - Pofín podré probar mis habilidades con alguien que lo merece. - Haszaham faiamhash! - Comenzó a hablar en una voz gruntural y lanzó su espadón. El cual voló por encima de la cabeza de Eralissa sin éxito a una distancia considerable. Al poco el hombre situó sus brazos alzados y el espadón instantáneamente volvió a su mano.

Ammaranza no entendía nada, ¿qué pretendía aquel hombre? ¿asaltarlas? ¿y para eso tantas molestias? Luego estaba Leonardo, que era de desenvainado rápido, pero ella no quería luchar, sólo quería que las dejaran en paz, iban a venir las garras y matarlos a todos, ellos sólo querían irse.

No es necesario que luche...

Pero la aparición del otro hombre cambió por completo la situación, y un grito angustiado partió de su garganta cuando la espada fue lanzada hacia Eralissa, querían matarlas sin motivo aparente, y es que intentar asesinarla parecía unas las ocupaciones preferidas de los habitantes de este maldito reino.

Dio un paso atrás y echó mano a la bolsita rojiza que había en su cinturón, entonando una suave melodía destinada a los oídos del recién llegado.

Gârret queda hechizado por el conjuro y el cántico de Ammaranza, presentando una cara un tanto más bobalicona, ahora sometido al control verbal de Ammaranza.

Aunque la situación le parece completamente surrealista, consigue al fin reaccionar y desdenfunda el arma a la vez que Leonardo. No dice nada, pero mira al extraño aprendiz de seductor con gesto serio. Está cansada, le duele la cabeza y no recuerda nada de lo que ha pasado en las últimas horas. En cualquier caso, deben sobrevivir, y si para ello tiene que matar al tipo que tienen delante, no dudará en hacerlo.

De repente, los acontecimientos se precipitan, y cuando quiere darse cuenta un enorme espadón se dirige hacia su cabeza. Se agacha de manera instintiva y consigue esquivarlo. Ahora ya no hay razón para seguir hablando. Ellos han roto cualquier opción para ser diplomáticos.

No. No es necesario que luches, ricura...-dijo a la semielfa-Eso es cierto. Esto no va contigo...

La mano en la empuñadura era solo una distracción. Su brazo sigue la trayectoria hasta alcanzar una bolsa cerrada atada al cinto. Wallace C... o Vinie Psyches... o como quiera que se llame, tira con fuerza y el cordel se rompe. Al arrojar la bolsa contra Eralissa, su contenido se derrama: una blasta de pegamento informe.

Y tú, morena, quietecita. Para ser tan mona eres más seca que la mojama: no me has sonreído ni una sola vez. Te lo perdono porque tienes los ojos como dos luceros, que si no...

Casi no presta atención a la extraña sustancia que se adhiere a su cuerpo, pero enseguida comprueba su efecto. Se mueve con dificultad, pero aún así consigue acercarse al tipo que se la ha lanzado y le golpea con fuerza.

Leonardo avanza hacia Vinie con pasos firmes sobre el terreno mientras saca su espada corta para usarla posteriormente, algo que se revelaría como un acto inútil cuando lanzó su ataque sobre el peculiar hombrecillo. Lanzó una estocada potente, no con la intención de pinchar la carne del hombre, sino de atravesarle, como le hubiera enseñado su maestro en tiempos, y efectivamente así fue. La estocada atravesó el pecho de Vinie, y con él su pulmón derecho (-15 pg). Fue un golpe preciso con el que no esperaba hacer demasiado daño a alguien que era tan fanfarrón, sin embargo, el humano no fue capaz de aguantar sus heridas.

Todo transcurrió muy rápido, en a penas diez segundos el combate se había iniciado y había acabado de un plumazo. Gârret tubo un intento fallido al lanzar un conjuro que en el pasado le había funcionado muy bien, llamando la atención de Ammaranza. La trovadora entonó un cántico que hechizó al mago de Guerra, dejándole fuera de combate, por el momento.

Vinie había conseguido lanzar con éxito una bolsa de maraña, tratando de inmovilizar al que quizá era su enemigo más peligroso, pero su acción fue más bien mediocre, cuando Eralissa se lanzó a por él, blandiendo su espada con furia (-8). Por otro lado lado, el enemigo al que había despreciado y dado la espalda, le ensartó con su hoja fina élfica (-15), generando un daño que llevaría a Vinie a la inconsciencia.

Había querido decirle que se rindiera, que había conseguido hechizar a su amigo y que estaba perdido, pero no lo hizo, habían querido emboscarlas, si le hubieran pedido ayuda para algo se la habría prestado, pero el ataque del desconocido sobre Eralissa había borrado cualquier rastro de compasión que pudiera haber en la semielfa.

Aseguraos de que esté muerto

Le dijo a Eralissa y Leonardo mientras se acercaba a su nuevo amigo.

Me alegro de que al final hayas venido le dijo al tipo de la gran espada con una sonrisa, todavía podía hacerlo a pesar de lo asqueada que se encontraba estos son nuestros amigos señaló a los que quedaban en pie y me gustaría que me prestaras tu espada y si tienes algún arma más por favor le pidió amablemente al guerrero.

¿Hay alguien más contigo en los alrededores? le preguntó ¿Por qué ese hombre quería hacerme daño? señaló al caído poniendo cara de no entender nada.

Un lapsus de memoria le recorrió la quijotera, estaba en mitad de un bosque, había dos mujeres y un hombre, junto a su compañero de viaje, ese que tanto gustaba de reírse de Gârret. Entonces vio una cara, una cara que le inspiraba tranquilidad. - Buenos días mi señora. Lo lamento, no puedo entregarle mis armas, de ser así no podría protejerla, y estas tierras son peligrosas. Pero sea lo que sea lo que quiere hacer  con ellas, puedo hacerlo yo.

Ese cazarratas de mano larga y yo fuimos amenazados de muerte sin posibilidades de escoger nuestras acciones. A poca distancia de aquí hay un gran campamento de Garras Rojas, una patrulla nos hizo prisioneros y exigió las cabezas de los héroes del pueblucho ese que está más adelante. Ese quería salvar su culo, señala al hombre tirado en el suelo yo no quería ser asesinado por unos mercenarios o por el mordisco de una quimera. - Se encoge de hombros, - no hay nada más

Leonardo colocó suavemente el cuerpo de Vinie, con el cuerpo estirado mirando hacia el cielo, los brazos y las piernas pegadas al cuerpo, y los ojos cerrados. Entonces, con su estoque, tomó la mano derecha del pícaro y le seccionó las arterias y venas del brazo, dejando que éste se desangrara (-22pg). - Que en la muerte encuentres la paz que no encontraste en vida.

Espera un momento ¿Una quimera? ¿Cómo que una quimera? Las quimeras son criaturas muy innestables, solo un mago de gran poder sería capaz de dominarla.