Partida Rol por web

Ammaranza simuló que no le importaba lo de las armas, en realidad de momento no le preocupaba, pues tendría "el control" sobre el guerrero durante un tiempo considerable todavía tienes razón, en tus manos serán mucho más útiles para mi protección le sonrió calmada.

Me gustaría saber exactamente en que dirección se encuentra el campamento de los Garra Rojas le pidió con el tono amable que había estado mostrando desde que empezara la conversación y has despertado el interés de amigo al nombrar a la quimera ella sabía lo que eran de oídas, pero no tenía muchos datos sobre las mismas, o cómo podían o por quién ser controladas.

¿Sabes algo más sobre ella?

Ninguno de los dos había dudado en intentar matarlas por la promesa de que seguirían con vida, podían haber intentado decírselo, unirse a ellas e intentar escapar, pero no, no había dudado a la hora de asesinarlas, ella tampoco lo haría, ya había caído uno y el otro seguiría sus pasos muy pronto, y ni siquiera iba a tener que ser ella quien pusiera fin a su vida.

¿Has comprobado que los Garras Rojas os hayan seguido?

Eso podía ser importante, porque en su opinión ya llevaban demasiado tiempo perdido en este asunto.

Garret sonrió  a Ammaranza, - Mi señora, mi espada está a su servicio, ahora y siempre. - Hace una reverencia y emvaina el arma. - Sobre la quimera no se mucho más pues la usaron para amenazarnos, parecía estar al servicio de un mago... loco? parecía loco al principio pero no estoy seguro de que fuera así. Aún así son muchos y bien preparados. La dirección es hacia ahí - Señalo la dirección por la que habíamos venido del campamento - Y realmente no se si nos han seguido pues no teníamos preocupación de ello pues si lo hacían sería para ponernos a prueba. - Se encoge de hombros pues no tenía respuesta para ello.

Forcejea unos minutos con la pegajosa sustancia hasta que poco a poco se deshace y vuelve a dejarle libre para moverse sin problema. Acto seguido, se acerca hasta su amiga sin enfundar el arma y mira al tipo con el que está hablando.

- Creo que sería mejor olvidarnos de ese campamento por ahora. Deja que tu nuevo amigo regrese y les cuente que la misión ha sido un fracaso. Seguro que estará encantado de hacer eso por ti.

Sus prioridades han cambiado tras los últimos acontecimientos, y sólo desea sobrevivir cueste lo que cueste. No porque tenga intención de aferrarse a la vida a toda costa, sino porque desea hacer que esos garras rojas paguen por el caos y la muerte que arrastran a su paso. Nunca había sentido un deseo de venganza tan intenso. Sin duda necesiba rezar unas cuantas horas para volver a poner en orden sus prioridades.

- Busquemos aliados antes de hacer una locura, o nos aniquilarán. Tenemos que salir de aquí, y después nos organizaremos

No lo entendéis, os falta información... antes de morir Dovahkiin me dijo una cosa, una cosa que no parecía tener sentido hasta ahora. 

Me dijo que Gandalf y los Hijos del hielo estaban detrás del complot que acabó expulsando a los Rantanos, permitiendo que los Garras Rojas tomaran la ciudad tomaran la ciudad para no ser vistos como invasores. El rey murió unos días antes de que todo se viniera abajo... su hijo, ahora Rey, fue educado por Gandalf Vintur. Además ¿No murió el rey Temer envenenado?

Y ahora, un mago controla a los Garras Rojas, seguramente también esté detrás de los ataque de los Gnolls... Esto nos viene muy grande. ¿Por qué el Rey ha declarado la guerra a Nightshade? ¿Acaso es un complot para tomar el reino? Porque lo que está claro es que el Rey es una marioneta de Gandalf

La semielfa escuchó con atención, pero no lograba hilar todos los datos, a ella no le importaban las conspiraciones ni todo eso, de hecho todavía no tenía demasiado claro porque la atacaron aquellos Garras Rojas en Nightshade, aunque probablemente fuera únicamente porque iba en la naturaleza de aquellos mercenarios. También se acordó de Gandalf Vintur, lo había conocido cuando le vendió aquel libro de cuentos, y no le había parecido un conspirador, pero confiaba en lo que decía Leonardo, quizás junto a Riev y Eralissa las únicas personas en las que confiaba de todo el reino.

Si he preguntado lo del campamento ha sido para elegir la dirección opuesta dijo con una sonrisa a Eralissa dejo eso de hacerse el héroe a otros, no te preocupes después su mirada se cruzó con la del espadachín claro que todo esto nos viene grande, no tenía ninguna intención de inmiscuirme en una guerra, pero está claro que la guerra si que tiene intención de inmiscuirme a mi renegó torciendo el gesto.

Tenía que tomar una decisión con respecto al hechizado, él tenía la culpa de la muerte de Wallace, y había atacado sin piedad ninguna a Eralissa, no merecía otra cosa que la muerte a manos de los Garras Rojas. Sin embargó dudó, no por compasión ni nada por el estilo, sino porque cabía la posibilidad de que sobreviviera y quisiera vengarse, o simplemente porque odiaba más a los Garras Rojas que a este hombre.

Si le pido que vuelva al campamento lo matarán se había vuelto hacia la guerrera y le habló en voz baja es lo que se merece, pero no es lo que quiero hacer volátil como casi siempre, Ammaranza solía cambiar de opinión con facilidad, y en este caso fue su hastío de muerte la causante.

Nosotros nos vamos, recuerda que si te pido que vayas al campamento de los Garras Rojas a informar de tu fracaso, estos te matarían, y aunque eso me daría tiempo para ponerme a salvo y me prestarías un gran servicio, no quiero que mueras así le explicó, quería que lo tuviera en cuenta cuando el hechizo se rompiera así que mejor ve en otra dirección, e intenta dejar un rastro visible, y lo único que no puedes hacer será seguirnos, pues me pondrías en peligro.

Antes de decirle que se fuera miró a sus dos compañeros, había llegado el momento de largarse, y si teníamos que tomar alguna otra decisión, mejor hacerlo más cerca de nuestro destino que aquí. Así que si ninguno objetaba nada, le indicaría al guerrero que se marchara en dirección hacia el pueblo, pero a través del bosque.

Coged mi caballo e id a ver a Ríev, yo me quedaré aquí con tu amigo. Cuando vuelva en sí le daré la oportunidad de redimirse y si intenta atacar, le mataré. No os preocupéis por mí y poneos a salvo. Puso la mano en el mango de su espada ropera. 

Garret hizo una reverencia.- Si mi señora, haré un rastro claro para que el vuestro quede difuminado por él. Y si fueran a perseguiros iré al campamento si hiciera falta a matar al gigante. - Después se quedó ahí plantado esperando que su señora decidiera que camino se iba para hacer un camino en dirección opuesta.

Ammaranza aceptó la oferta del caballo, estaba tremendamente cansada, aunque lo de dejarle a solas con el guerrero no le convencía, decidió confiar en él una vez más, esperana que no sufriera ningún daño.

Como quieras le dijo a Leonardo quédate con él y lucha junto a él si fuera necesario, dadnos tiempo si fuera necesario para llegar a nuestro destino iba a volver un poco loco a aquel tipo con tanto cambio de deseos, pero este sería el último, pues ya estaba cogiendo las riendas del caballo y acercándolo hasta donde estaba Eralissa, aún cubierta con la asquerosa sustancia que le había tirado el hombre ya muerto.

A lo mejor deberías quitarte la armadura y limpiarla más tarde con más calma le propuso, independientemente de si se la quitaba o no, ella estaba ya totalmente lista, y sólo necesitaba la confirmación de Eralissa para partir hacia el monasterio.

El caballo, aún siendo de reciente adquisición, continúa con su cabalgada incansable con el doble de equipaje encima, sin molestarle el peso añadido de la armadura de Eralissa. Sus cascos machacan el suelo como un garrote y resuenan en la piedra que se queja de los golpes. Cabalga con rapidez entre los árboles hasta el acabar del bosque, y durante un instante veis a una patrulla de Garras Rojas aproximándose al camino, demasiado lejos para intentar seguiros, pero revelando que el campamento de los Garras Rojas se encuentra en esos bosques. 

Los árboles pasan por vuestro lado con velocidad, meciéndose por el viento cálido del  sur. Entonces, como de repente, el bosque se acabó y a la izquierda del camino aparece un sendero semioculto, que Ammaranza sabía que se trataba de el sendero que subía hacia el monasterio de la colina. El caballo pasa entonces a un trote cansado.

Ammaranza y Eralissa montan en el caballo y retoman la cabalgada del caballo hacia el oeste, por la calzada real, atravesando los bosques como un suspiro, un susurro entre los árboles.

La semielfa manejaba las riendas algo tensa, no se conocía bien el camino y no era una jinete consumada, pero si alguien les atacaba, Eralissa era sin duda una mejor opción como defensa, así que suspiró aliviada cuando descubrió por fin el sitio que recordaba.

Es aquí, pronto estáremos en el monasterio.

Más relajada, aunque sin descartar del todo que los Garras Rojas hubiera llegado al monasterio, se permitió unos segundos de descanso, y soltó las riendas. Tenía los dedos entumecidos de haberlas apretado con tanta fuerza.

Un hombre llamado Riev me ayudó a escapar de Nightshade, luego lo encontraron los Garras Rojas y lo envenaron antes de que matara a toda la patrulla, Leonardo lo ayudó y yo sabía que venía a este monasterio, así que avisé a los monjes y lo trajimos aquí para que se recuperara explicó a su compañera espero que esten todos bien, parece díficil que se arriesgaran a atacar un lugar tan resguardado, pero de esos putos asesinos chiflados se puede esperar cualquier cosa.

El caballo se conducía con facilidad, aunque ahora lo dejó que disminuyera la velocidad aún más, le debía un descanso a animal.

El camino discurre cuesta arriba muy al pesar del cansado caballo, que comenzaba a notar las consecuencias de su extenuante cabalgada. Entonces se apareció, oculto en las rocas más altas de la montaña, un pequeño monasterio, introducido en un recodo de la montaña. Sus puertas de madera semiabiertas le daban un aspecto de abandono, pero según os aproximabais escuchasteis sonido de combate. No era un sonido de combate convencional, no había ruidos metálicos, sino más bien el sonido de la madera chocar con la carne y discurrir por la tela de los atuendos monásticos.

Este lugar apartado de la civilización había sido elegido como lugar de retiro de una orden monástica de monjes seguidores de Ilmater.

Los últimos acontecimientos son demasiado para ella, acostumbrada a una vida dura pero mucho más tranquila. Nunca había imaginado que más allá de sus tierras podía existir un lugar donde la traición y el asesinato estaban a la orden del día. Si se trataba de una prueba de su dios, había conseguido superarla. Su fe todavía tardaría mucho en tambalearse, pero sí había comenzado a ver las cosas de otra forma.

- Ya no sé de quien fiarme, Ammaranza, pero si confías en esos monjes debemos intentar hablar con ellos - comenta sin dejar de pensar en la forma de salir de aquella región con vida. Aquella mujer era su único apoyo, y en ningún momento había dudado de ella. Hasta ese momento era la única que no le había decepcionado - Aunque temo que alguien haya podido traicionarles desde dentro. Como esos magos...

Tampoco tenemos muchas más opciones

Eralissa pudo notar el toque pesimista en su tono de voz acompañado de un encogimiento de hombros.

Habían sobrevivido de milagro al ataque a la ciudad, luego la suerte también les había sonreído en el burdel, y por último el encuentro con los dos asesinos en el camino, ¿acaso podía ir peor? La semielfa lo dudaba, aunque tampoco pondría la mano en el fuego por ser albergadas pacificamente en el monasterio.

Parece que estén entrenando o algo, o quizás peleando entre ellos traicionados por alguien como dices, en cualquier caso pronto lo averiguaremos.

Volvió a coger las riendas del caballo de Leonardo y le exigió un pequeño esfuerzo más, si todo iba bien pronto tendría comida y agua para beber, e intentó entrar en el monasterio, la última vez la detuvieron antes de hacerlo, ahora no tenía ni idea de que podía estar pasando.

Me alegro de no estar sola.

Aunque Eralissa no lo supiera, ese siempre había sido uno de los grandes temores de la joven de orejas puntiagudas, odiaba estarlo.

Alguien dentro del monasterio escuchó los cascos de caballos que se acercaban y de un momento a otro se detuvo el entrenamiento, entonces alguien abrió la puerta tras la cual apareció un rostro que a Ammaranza le era familiar... En ese momento, una conversación pasada le vino a la cabeza...

Cogió el plato y la bandeja y los puso en una mesa apartada, tanto de la puerta como de Vâster, no se fiaba de lo que el podría y no podría escuchar el tabernero; esperó a que Ammaranza se hubiera sentado y sirvió el agua, primero a Ammaranza y luego a sí mismo. 

Comió dos buenas cucharadas de potaje antes de tragar y hablar, antes de que hablara ya te habías percatado de que era de finos modales, porque no era muy usual encontrar a alguien que comiera con la boca cerrada y tragara antes de hablar.

Te contaré por qué te decía que el rey era un usurpador y un tirano, como los fue su padre y su abuelo, y así muchas generaciones hasta Tigor, el domador de los Dragones. Antes de que llegaran los cazadores de Dragones a éste reino aquí se vivía en paz, gobernaba un consejo de sabios elegidos por sus cualidades, que no gobernaban más que por vocación: no tenían jornal, ni palacios ... nada. Auspiciado bajo la mano protectora de Andaril Ril'Unter - Sacó el códice que habías visto que compraba - Antaño había muchos libros como éste circulando por el reino, con ellos se formó una generación de guerreros, porque Andaril encontró la forma de darle poder a las clases bajas, enseñándoles cómo luchar, prescindiendo de las ordenes de caballería; éste sobrevivió porque su magia es demasiado poderosa, incluso para él.

Entonces Gandalf era uno de los sabios del consejo, junto a muchos otros de los inmortales, pero su traición fue tal que fue condenado a quedarse en este mundo mientras los demás marcharon. Ayudó a los cazadores de dragones y sometió a las grandes sierpes para instaurar una monarquía de marionetas bajo su mandato. Pero su condena no solo consistía en eso, sino que además no podía intervenir directamente en el reino y ni siquiera tocar o conjurar nada sobre la familia Ril'Unter... por eso odia cualquier nombre que se refiera a su pasada gloria y Maestro de maestros era el título que tenía en la cámara de los sabios.

Ahora quiere acabar con las Garras Rojas y el nuevo rey gracias a los Hijos del Hielo para enmendar su castigo  y marcharse de éste plano que le tortura, necesita que el cáos sea tal que los Hirdrums o inmortales vean bien su intervención y por fin le absuelvan de su castigo... No seré yo quien se lo impida.

Todo eso que me cuentas es nuevo para mí, como habrás deducido no soy de aquí, y mis conocimientos sobre el lugar, su historia, y sus personajes más influyentes me son totalmente ajenos, por eso estaba en la biblioteca, intentando ilustrarme sobre ello había pedido agua para beber, no quería volver a tener problemas con el vino, así que decidió que era mejor no tentar a la suerte.

El sentido común dicta, para alguien como yo, el salir de un reino que parece avocado a una guerra que no me incumbe, pero tengo serias dudas sobre el estado de los caminos vista la situación miraba a aquel hombre con curiosidad, si el libro es tan poderoso como decía, le extrañaba que Vintur lo hubiera vendido, por mucho dinero que le hubieran dado por él. Señaló entonces el libro

¿Tú puedes leerlo? Le preguntó arrugando ligeramente la nariz.

Si, desde pequeño mi padre me educó para hablar, leer y escribir en elfico antiguo, como se hizo desde que los miembros de mi familia eran elfos... pero éste también lo podrías leer tú, es una burda falsificación en elfico mal escrito... envejecido por magia para parecer el original, pero por lo menos se dónde está el original... o por lo menos se dónde estaba.  -  Te cedió el libro para que vieras que, como él decía, era una copia fácil. - Desde que todo ocurrió se ha tenido muy oculto lo que hizo Gandalf, su leyenda no es más que una fachada, hay magos subordinados a él que tienen mucho más poder. Hay uno llamado Pterios Dranor que dejó la orden porque descubrió esto que te he dicho, ahora trabaja en una armería, no muy lejos de aquí... La hoja cantarina.

Pero la conspiración es muy extensa y quien va por ahí revelándola a los cuatro vientos muere bajo ella. Conseguí saber dónde estaba el códice porque Gandalf no estaba en la torre y el joven bibliotecario es muy pasional que se dejó engañar. Si no hubiera llegado Gandalf hubiera conseguido el códice, pero no se qué habrá sido del descuidado bibliotecario.

La semielfa se quedó unos instantes paralizada al reconocer a aquel hombre, mirándolo sin ver, recordando unas palabras suyas que se acercaban a presagio, una guerra entre los Garras Rojas y los Hijos del Hielo, por ella podían irse todos al infierno, eran otros los que estaban pagando las consencuencias.

Riev

Pronunció finalmente su nombre con cansancio y alivio, todo parecía estar bien el monasterio. Se bajó del caballo y se acercó al muchacho, esperando a Eralissa, a la que le dedicó una sonrisa de tranquilidad para que se percatara de que estaban a salvo.

Los Garras Rojas han atacado el pueblo, los han matado a casi a todos no se dio cuenta de la rabia y la desesperación que teñian su voz con acento extranjero ayer luchamos contra los gnolls, y ganamos, pero nadie esperaba lo de esta mañana, y ahora nos persiguen, quieren matarnos, pero no se porqué miró al joven que tenía delante, si no las ayudaban no sabía que iba a hacer.

Me alegro de que estes recuperado.

Le dedico una sonrisa cansada y sincera, a pesar de que ella le había ayudado la última vez, estaban en paz, pues él la sacó de Nightshade y la ayudó contra los primeros Garras Rojas.

Necesitamos descansar y refugio, ella es Eralissa.

Presentó a la otra mujer que la acompañaba.

Alguien dentro del monasterio escuchó los cascos de caballos que se acercaban y de un momento a otro se detuvo el entrenamiento, entonces alguien abrió la puerta tras la cual apareció un rostro que a Ammaranza le era familiar... En ese momento, una conversación pasada le vino a la cabeza...

Quedaros aquí esta noche, pero pronto la guerra llegará también hasta nuestras puertas, quizá sea mejor que continuéis vuestro camino hasta un lugar apartado... hasta que todo pase. - Se giró hacia Eralissa y le tendió la mano - Soy Ríev Ril'Unter, encantado.

La comida de aquí no está muy buena. Estos monjes no comen por gula, comen solo lo necesario para fortalecer el cuerpo, y casi nunca carne. Me dijiste que tenías unos conocidos en Alwin... quizá sea un buen momento para hacerles una visita. - Cuando entrasteis por la puerta, los monjes se reorganizaron y siguieron con su brutal entrenamiento de combate.

Pero, dejemos por un día la guerra de lado, aquí podréis disfrutar de la hospitalidad y la tranquilidad de un monasterio de Ilmater, mañana os guiaré por una senda por el otro lado de la ladera, que os hará llegar a una villa élfica a unos días de camino, desde donde podréis emprender camino hacia donde queráis.

El espadachín sacó sus armas de nuevo apuntando a tu cuerpo hechizado, sacándote en un momento del embrujo que te aquejaba. - Tienes dos opciones, lucha contra mí y muerte o únete a mí y vive para ganarte la vida y la fama de una forma algo más honrada. Tú decides muchacho.

Habías visto como aquel hombre  atravesaba a tu compañero quitándole la vida en un suspiro, y su oferta de unirte a el para ganar fama era, cuanto menos, tentadora.