Partida Rol por web

Nada más concluir el conjuro Hank, Amílcar se adelanta estoicamente y trata de abrir la puerta doble.

Amílcar empuja la pesada doble puerta y ésta se abre sin resistencia adicional más que la de su peso.

Esta sala es grande, casi tan grande como el salón del que venís. El suelo es de mármol pulido completamente blanco, igual que las paredes y el techo. Unas delicadas columnas de alabastro se alinean a cada lado de la sala, con intrincados grabados representando imágenes y símbolos de los dioses de la luz.

En la parte más alejada de la sala hay estrado con un bello altar de alabastro encima. El mantel de terciopelo que lo cubría se ha podrido hace tiempo. Un estanque de luz rodea el altar, casi como si estuviera bajo una ventana abierta en el techo y lo bañara la luz del sol. Tras este altar, en una cavidad de la pared, hay una enorme estatua de un hombre barbudo de aspecto amable pero rasgos serios, que mira hacia el altar con una pequeña sonrisa en los labios. La estatua de mármol va vestida con una armadura ornamentada que tienen un triángulo de platino en la coraza.

Además, ahora veis la fuente del ruido que escucharon Gnart y Amílcar: un fuerte viento huracanado sopla hacia vosotros.

Justo cuando abre la puerta, un viento huracanado derriba al explorador abanasinio, que en el esfuerzo anterior había perdido claramente el centro de gravedad de su cuerpo.

Por su parte, el caballero ergothiano resiste impertérrito el sorprendente embite con el bigote ondulándole por la fuerza del aire.

Kolthar trata de pestañear para enjuagar sus ojos mientras el viento mece su cuerpo anclado en sus potentes piernas.

¿Solo viento? he visto tormentas en el mar que se llevarían a un minotauro volando... si quieren proteger esta estancia, este vineto es poca cosa, seguro que algo más nos acecha.

Gnart abre la boca y dice algo pero es imposible escucharle con este vendaval. El semiogro sin embargo parece que aguanta con estoicidad el empuje del viento.

¡Maldito templo!, exclama Craster cuando ve caer a Alfio.

Esa estatua de Paladine parece ser el origen del viento.

Gnart se sobrepone al viento con su fuerza y entra en la habitación acercándose a la estatua de Paladine.

Mientras tanto, Craster se queda fuera con Quivalen, Hank y los demás que están fuera del alcance de la racha de viento continua.

Cuando te acercas al altar adviertes algo: en su base hay un esqueleto vestido con los restos harapientos de un atuendo sacerdotal. Una mano se aferra desesperadamente al mantel del altar, como si el individuo hubiera muerto intentando incorporarse. La parte trasera de la túnica del esqueleto tiene un desgarro en línea recta y bajo su cuerpo hay una mancha oscura.

Kolthar sigue a Gnart hasta el interior.

Tiene un par este Gnart, eso hay que reconocerlo.

Con Fragmento de Luz en la mano, ilumina la estancia.

Cuando te acercas al altar adviertes algo: en su base hay un esqueleto vestido con los restos harapientos de un atuendo sacerdotal. Una mano se aferra desesperadamente al mantel del altar, como si el individuo hubiera muerto intentando incorporarse. La parte trasera de la túnica del esqueleto tiene un desgarro en línea recta y bajo su cuerpo hay una mancha oscura.

Pobre hombre, parece que lo asesinaron por la espalda... pero ¿quién será el ejecutor? Ahora nos vendría bien una de esas ilusiones del pasado, esto ya me intriga y me estoy enganchando a la historia.

Comenta el minotauro con naturalidad mientras mira otros detalles del altar que puedan haber pasado por alto.

Poniéndose en pie de un salto, Amílcar toma carrerilla y vuelve a intentar cruzar la cortina de viento tras los pasos del semiogro y del minotauro.

Por su parte, el bueno de Alfio se esfuerza por seguir a sus compañeros al interior de la sala, pero lamentablemente el caballero termina una vez más de bruces en el suelo. Está claro que la merma física provocada por las heridas sufridas en los últimos días le obliga a quedarse junto a aquellos que no entrarán en la sala en un principio.