Partida Rol por web

Un pequeño rellano sirve de entrada al templo. El rellano no es muy grande, apenas con el espacio suficente para que quepan tres o cuatro personas a la vez. En el centro de la pared del templo, una entrada lleva a una antesala. A ambos lados de la puerta había dos estatuas, pero todo lo que queda de ellas es la parte inferior de las piernas, indicando que eran humanoides de algún tipo antes de que las redujeran a cascotes.

Kolthar permanece con el grupo aimilando la grandeza del templo y a la vez consternado por su deterioro.

Es una pena que un edidficio como este se haya abandonado de esta manera. Muy fuertes deben ser las maldiciones que hacen que la gente no venga hasta aquí. A mi me parece un templo colosal.

Con la mano izquierda se frota el hocico surcado de cicatrices mientras piensa.

Me recuerda las historias que contaban los marinos sobre los icebergs. Sobre el mar sólo se ve la punta, pero debajo son enormes. ¿Tendrá este templo las dimensiones de un iceberg bajo la tierra?

Habiendo participado los enanos en su construcción, no puede ser menos que grandioso, comenta Craster de manera casual.

- Si... ya sabemos lo de los enanos y la construcción - le reconoce Alfio a Craster, acostumbrado a sus monologos ingenieriles - Y también que no necesitan luz para ver... espero que allí adentro no esté demasiado oscuro - agrega mientras acaricia el pomo de su espada - Sino será complicado moverse... supongo que habrá que abrir esa puerta y verificar si hay luz... y sino conseguir alguna -

La entrada del templo mide unos diez pies de alto y la puerta está abierta. Cuando llegáis a la plataforma, un fuerte grito se eleva en el aire atravesando la calma que había de manera sorprendente.

¡Ogros!

De repente, el sonido de pesados pies calzados con botas, seguidos por el rugido de combatientes sedientos de sangre, ahoga el sonido de la alarma mientras una horda de ogros comienza a abrirse paso por las escaleras del templo. Un ogro corpulento, con los colmillos brillantes de sangre, lidera la manada, deteniéndose ante la entrada el tiempo suficiente para blandir su enorme clava y destrozar la estatua de la sonriente diosa de la curación -que, para vuestra sorpresa, no estaba destrozada como cuando la habéis encontrado- con único golpe poderoso. Después se agacha, coge del suelo la cabeza de mármol de la diosa y la levanta por encima de la cabeza, soltando un atronador grito de guerra al que responden el resto de los ogros, creando un rugido ensordecedor en el valle.

Para cuando queréis daros cuenta y reaccionar, no hay rastro de los ogros y la estatua está hecha añicos, como cuando llegasteis.

Kolthar permanecía en posiución defensiva, con la lanza hacia el frente elevada a la altura del pecho.

¿Qué extraña brujería es esta?

La tensión en el minotauro es palpable, casi parece a punto de cargara contra el lugar del que salieron los ogros ilusorios.

Si hay ogros aquí, mataremos hasta el último de ellos, palabra.

El caballero desenfunda su espada mientras gira sobre sus pies y se pone en guardia, sorprendido al ver que los ogros destruyen una estatua que hubiera jurada que ya estaba destruida. Sin embargo no es el momento de dudar. Dando unos pasos se afianza en su posición, al lado de las escaleras con su espada en alto y su rodela frente a su cuerpo

- Mantengan las posiciones - exclama buscando con los ojos al lider de la horda - Que no nos rodeen, la altura nos da ventaja - da sus instrucciones mientars se prepara a cortar en pedacitos al primer ogro que se le ponga a su alcance.

Por un instante, me pongo en guardia preparando un conjuro que pudiera derribar al mayor número de ogros antes de que lleguen, paro extrañamente desaparecer como llegaron.

Al ver como las imágenes desaparecen Alfio respira algo más tranquilo, pero no deja de prestar atención a las escaleras - Que se supone que fue eso... Esos ogros... Los vieron? - pregunta a sus compañeros mientras mantiene la guardia - Serían los que destruyeron este templo en el ataque de hace tantos años? - pregunta curioso - O sus imágenes? -

El inesperado grito coge totalmente por sorpresa al explorador abanasinio. Trastabillando con alguno de los cascotes, Amílcar termina con las posaderas en el suelo mientras observa horrorizado a la horda de ogros que se les viene encima. El terrible golpazo del líder de aquellas criaturas contra la estatua pasa rozando la cabeza del nómada.

-¿De dónde...?

De pronto, la súbita aparición concluye de manera tan rápida y asombrosa como ha comenzado. El arquero recoge su arco y se pone en pie mientras trata de reponerse al susto.

-¿Qué demonios ha sido eso?

Hank, que hasta ahora seguia a sus compañeros por las ruinas hacia el templo, es sorprendido por una horda de ogros pero en pocos instantes ve como desaparecen. ¿Habrá sido una ilusión? Espero que no se repita esto en el interior del templo porque nos puede precipitar al tomar alguna decisión arriesgada.

Una pequeña antesala se abre ante vosotros. Hay cuatro pilares, uno en cada esquina de la habitación, soportan el pesado techo. En el suelo a ambos lados de la sala hay más restos de estatuas, reducidas a polvo debido al paso de botas pesadas. Una escalera de piedra en la pared opuesta a la entrada baja hacia el interior del templo.

Mirando el pasillo que llega hasta las escaleras

Bajemos rápido. Lo que quiera que debamos encontrar deberá de estar en lo más profundo de este templo.

-Un momento--pide Amílcar a sus compañeros antes de que nadie entre en el complejo. 

Por último, antes de que el grupo de valientes escogidos por los dioses se interne en el templo, Amílcar examina a conciencia la plataforma exterior e interior, así como el primer tramo de escaleras.