Partida Rol por web

25 de aelmont (invierno), 422 DC

Tras el incidente con los centauros, la noche transcurre sin ningún tipo de altercado. Poco después de amanecer, proseguís vuestro camino.

Cuando el sol está en el punto más alto del cielo, veis un grupo de árboles y piedras anidados en la falda de una duna por delante de vosotros. El oasis es el lugar más agradable que habéis visto desde que os marchasteis del campamento mikku y las coloridas tiendas de los nómadas parecen igual de acogedoras que antes.

Los mikku han situado sus tiendas alrededor de una fuente de agua dulce que burbujea de entre las rocas. Unos limoneros, altos y aromáticos, con las hojas de color verde vivo y la fruta casi madura proporcionan una refrescante salpicadura de color y mucha sombra. Podéis oír las risas de los niños de la tribu mientras corren entre las tiendas y los árboles.

Sonriendo satisfecho por haber guiado con éxito al grupo hasta el campamento de los Mikku, Amílcar camina por el oasis saludando amistosamente a los beduinos con los que se cruzan mientras busca al jefe Alaskar. Por primera vez en muchos días, hoy parece que el nómada de las llanuras se encuentra por fin en perfecto estado físico, lo que sin duda redunda en su buen humor.

-A la tranquila felicidad que emana de esta gente y su impagable libertad es a lo que me refería cuando ayer hablábamos de la civilización y sus... desventajas, Quivalen.

Amigo mio, no voy a ponerme a discutir sobre las ventajas y desventajas de una civilización. Pero cuando les azoten las tormentas de arena, sean atacados por bestias salvajes y las enfermedades caigan sobre ellos ¿dónde estará todo eso que dices? poniendo una mano delante de Amil

Y no me digas que eso mismo ocurre en las civilizaciones, porque en ellas se encuentran sanadores, autoridades al decir esto último, miro al suelo bajando un poco la voz aunque ahora tampoco puedo hablar mucho de eso, la verdad luego vuelvo a alzarla allí hay cobijo para resguardarse de las inclemencias climatológicas.

No digo que los Mikkus estén ni bien ni mal. Ellos han elegido este tipo de vida, pero no me intentes convencer que es mejor que la civilización. Si eso fuera así, todos estariamos todavía trotando por Ansalon de un lado a otro.

Kolthar menea la cabeza.

Sois unos pesados. Disfrutemos de la hospitalidad de esta gente y recordemos a nuestros compañeros caídos. Tenemos que pensar que haremos a partir de ahora...

Gnart está silencioso. Posiblemente piensa en cómo será la hospitalidad de esta gente a no como él...

Sin decir gran cosa, se emboza en su capa y camina despacio junto a sus compañeros.

La gente os reconoce y se aparta para dejaros pasar hasta cerca de la gran tienda que hay en el centro.

¡Amigos! ¡Habéis regresado! ¡Loados sean los dioses! ¡Venid y sentaos a beber y comer! ¡Debéis de estar agotados! ¡Estáis todos, incluso... ¿quién es ese gigante de ahí? ¡Sangre ogra!

A su lado, la anciana Asmara permanece en silencio escrutándoos con la mirada.

Alargando una mano hasta colocarla en el codo de Gnart, con la otra intento tranquilizar a Alakar

Tranquilos amigos. A pesar de la sangre que recorre sus venas, ha puesto en juego su vida para ayudarnos a salir del maldito templo. Y ya os digo que, por experiencia, no hay que fiarse solo del aspecto o de la raza. Su corazón no esconde mal alguno. cuando digo esto miro a Kolthar mientras está limpiándose las uñas con la espada corta.

Ha sido un camino dificil el que hemos tenido que recorrer, y terribles las visiones de lo que allí aconteció y de cómo el mal se apoderó del otrora bendito templo.

Kolthar no tarda en ocupar susitio entre los Mikku probando todos los magros bocados que encuentra al lacance de sus largos brazos.

Realmente ha sido agotador las sombras, las visiones y las puertas cerradas que a veces nos atacaban... de locos, ha sido de locos.

Y respondiendo a Alakar el Silencioso, dice:

Su nombre es Gnart y hacedme caso que honrareis vuestra mesa si se sienta en ella. Como dice la Quivalen, es un buen compañero y amigo.

-Es una verdadera alegría volver a encontrarnos con tu pueblo, Alaskar--afirma Amílcar mientras estrecha el brazo del líder de los Mikku--Como puedes comprobar, lamentablemente no regresamos todos los que partimos. Aunque, eso sí, por el camino hemos encontrado un buen aliado.

Gnart queda a la espera de la reacción del humano tras los comentarios de sus compañeros.

Bueno, responderéis por él. De vosotros, me fío. De él, todavía no.

El gesto de Alakar cambia rápidamente.

En cualquier caso, debemos celebrar vuestro regreso. Tenéis que contaros qué aconteció. Podéis ir a esa tiendas de ahí que hemos estado preparando porque confiábamos en vuestro regreso. Cerca, junto a aquellos árboles, hay un estanque. Recuperaos y os mandaremos a buscar para el banquete de bienvenida.