Partida Rol por web

Una vez que Kolthar ha apresado a la criatura de los múltiples apéndices, el arquero deja caer al suelo su arma principal y se acerca a la refriega para sajar con el estoque mágico.

El estoque de Amílcar se hunde en el vientre del monstruo y acaba con su vida.

La joven se gira en redondo buscando más enemigos y sorprendida por la rapidez con que todo ha terminado, finalmente se convence de que el combate ha finalizado y mira a sus compañeros   ¿alguien está herido?

Al oir a Niguel, miro al resto de mis compañeros para ver si alguno está herido. Viendo que ninguno de ellos parece sangrar, niego con la cabeza mientras me apoyo sobre mi bastón.

Es un sitio peligroso. Avancemos pronto no vaya a ser que aparezcan nuevos gusanos al oir el ruido que hemos montado. Tras sus palabras la esfera de fuego desaparece. 

Unos minutos después, de repente, oís fuertes gritos de sorpresa en la distancia y un extraño y perturbador runruneo procedente del otro lado del edificio en ruinas que tenéis a la izquierda.

Al oir los ruidos, reacciona rápidamente y me giro hacia el lugar donde ha sonado, con el bastón entre las manos y apuntando al frente.

Casi al mismo tiempo que la elfa, el abanasinio hace lo propio girándose también hacia el extraño sonido.

Kolthar se hurga en la oreja sacando un tapón de cera pichado en la uña del meñique.

Niguel se disponía a envainar su arma cuando un nuevo sonido capta su atención...

Escucháis el silbido silbante de una vara hoopak al ser agitada en el aire. Los kénders hacen esto con sus armas tradicionales cuando hay problemas.

-¡Kénders!--alerta el arquero a sus compañeros--¿Qué os dije? ¡Je, je, je! Ya los echaba de menos, en serio. Deben habernos visto y están dando la voz de alarma por si las moscas.