Partida Rol por web

Pues "ya en faena", mientras yo me pongo a la entrada, para ver si viene alguien, que se baje el arma y después de olisquear el cadaver, que lo haga de aquella. Como ha sido tocada por mi compañero, lo identificará a él, y espero que con mucha suerte, a su legítimo dueño...
 

Te acercas a la despensa donde se halla el personal de servicio descansando, hasta que en un rato comiencen con los preparativos de la comida. Te acercas a una de las doncellas, que al verte venir te saluda.

- Hola mi señor, ¿le puedo atender en algún menester?

Pues si, señorita -le dije educadamente-. Me placería hablar con vos, que sé que sois del servicio de don Jaime. Querría hablar sobre sus quehaceres en éste, su hogar. Para concretar, me gustaría hablar de las ropas de don Txomín, el hijo de don Antón. ¿Recordáis vos qué prendas llevabas? ¿Os dió alguna de ellas para lavarla? Al parecer se derramó... mucho vino en la fiesta..., et incluso el viaje de ambos grandes invitados de don Jaime fue duro.

- Mi señor, esta mañana el señor Txomin me pidió un cuenco con agua, se lo dí, y se lo llevó a su habitación. ¿Que como iba vestido? Con una camisa blanca, y pantalones oscuros. No me pidió lavar prenda alguna, pero aquí me tienen para lo que necesiten.

¿Un cuenco? ¿Entiendo... y no vos pidió algún trapo o cepillo también? -insistí-. Vasos para beber no requirió, ¿no es así?

Estaba cada vez más claro que todo apuntaba hacia el hijo del de Tolosa.

- Ni vasos, ni trapos, ni cepillos, sólo el cuenco con agua. Me dijo que lo necesitaba para asearse.

Dejo pues al can con el resto y voy a la capilla con las redomas a rellenarlas con el agua bendita. Vuelvo con los demás y reparto a cada uno una redoma: tomen vos estas aguas y de ellas yo me quedaré una, que nunca se sabe...

Miras alrededor de la pila de agua bendita en busca de algún indicio. El suelo está seco. Pasaste la noche y la mañana en el pasillo, y no viste a nadie entrar en la capilla con la excepción de tu amigo Alfonso que hace un momento estuvo examinando el cadáver.

Tomé pues la redoma que me ofreciere el buen Crispín- Gracias- disje. Et guardela entre las mias ropas.

 Agora esperaba a ver do nos llevaba el can, mas non estaba yo familiarizado con el et desjé que el suyo dueño le diese a oler el arma et el cuerpo. Non estaba muy seguro mas non nos quedaba mas.  Confiar en las indagaciones de Uloxio entre los criados et en que el can quisiese o supiese mostrarnos algo que se nos ocultaba.

Bien, no digáis nada d'aquestas preguntas -comenté a la doncella-. Don Jaime quiere discrección sobre todo lo que pase en su casa, et vos ya lo sabréis sin duda...

En dijendo aquesto, díme la vuelta y salí de las cocinas, mi intención no era sino reunirme con mis compañeros de nuevo.

Uloxio retorna con el grupo, tras haber charlado con los criados. Acercáis a Shira al cadaver para que lo olfatee, después Roberto que había impregnado el mango de la espada con tinta, coge el arma cuidadosamente para no mancharse y se la acerca al hocico del can. Vuelve a dejar el arma en el mismo sitio.
- Busca!, busca!- le dice Roberto.

La perra husmea el suelo siguiendo un rastro, vosotros la seguís hasta el piso de arriba, entra en el salón.

- Guau ! guau !- Shira ladra a un hombre que está sentado en una silla, charlando con otros. Ese hombre es Txomin, y sus interlocutores son su padre y dos soldados, todos sentados entorno a una mesa, charlando y bebiendo vino.

- ¡Calla chucho asqueroso!- Txomin estira una pierna para empujar a Shira hacia atrás.

Tragué saliva ante el compromiso. Era una certeza que el can siguiese a Txomin, pero seguíamos sin pruebas para acusarle de manera abierta.

 Quedeme pues mirando fijamente con aire acusatorio a Txomin, mas non disje nada. Mientras,ayudaba a  sujetar al can lo mejor que podía para que no se lanzase hacia el.

No podía decirles a mis compañeros lo que había hablado con la criada. Quizá no fuera de importancia, quizá si. En estando en presencia ahora de Txomin, debido al olfateo del can, no era propicio contar aquesto. Empero que el rastro animal no miente, et que en estando en aquesta guisa no hubimos sino de apechugar con la escena.

Don Txomín -comentéle-. Querríamos hablar con Vuaced en esta noche, et agora mesmo si pudiera ser. Es por la cuestión de nuestro anfitrión común, la mala cuestión de la noche -remarqué-. Creo que PODRÁ -insistí- colaborar con nos...

Shira vuelve hasta Roberto esperando una caricia, u otra recompensa. Txomin se levanta de la silla y se acerca a vosotros con aire malhumorado.
- ¿De que se trata?-dice dirigiéndose a Uloxio.

Sabemos lo de vuestra palangana, et lo del vuestro chaleco... -referí, apelando al entendimiento y el posible remordimiento del hijo del conde invitado-. Vuaced sabéis tanto como yo que los culpables siguen agora en aquesta casa... -abrí mi mano, dispuesto a tomar el hacha en cualesquier momento-. Hablad del chaleco, vos lo pido con humildad et con justicia.

Una cosa era respetar al ajeno (et aún más siendo más noble que uno); empero que otra cosa era perder la vida por otros, fueran quienes fueran.

Txomin da un paso adelante y trata de intimidar a Uloxio, señalándole con el dedo índice y subiendo el tono:

-¡Aquí nadie va a hablar del chaleco!, tengamos la fiesta en paz.

Don Antxón se levanta de su asiento, y cogiendo a su hijo por el hombro, y haciendo lo propio con Uloxio, trata de mediar del siguiente modo:

- Bueno,... bueno. Será mejor que pasemos a nuestro aposento para que pueda hacerle una confidencia.

Aquesto me daba mala espina, Txomin había perdido el temple. A poco que lo presionásemos podía delatarse. Yo non quería hablar porque tampoco sabía nada del chaleco et non quería que se supiese. Miré a Uloxio esperando una señal para actuar o que echase luz sobre el asunto.¿ do estará el chaleco et por qué es tan importante? pensé.