Partida Rol por web

Doy un codazo a Uloxio "para" que rompa el hielo y empieze una conversación con el hombre de la túnica y de paso le digo que disculpe pues padezco de sordera crónica de un oído y debo ausentarme unos momentos para recoger un ungüento analgésico que tengo en el lugar que dejamos nuestras pertenencias. Después de todo el es noble y no profano a las jujanas y fiestas señoriales y se sabrá explicar. Despúes me acerco abiertamente a cada uno de mis compañeros y de cerca las exhorto de que se limiten a disimular haciendo que beben, pero que no prueben vocado. (allá cada uno) hasta que yo vuelva.

Si no me ponen cortapisas y en medio de la algarabía , saldré  temporalemte de  la escena.

Te levantas y sales del salón. Te encuentras en el pasillo del piso superior, a un lado hay una barandilla, desde ahí se puede ver la planta baja, donde se encuentra la cocina, la despensa, y alguna otra estancia. Arriba están el salón y los dormitorios. ¿Ha donde te diriges?

-A un sitio apartado, a poder ser que no levante sospechas , ¿encima de algún catre en los íbamos a dormir?-

Si alguien está merodeando, me voy dónde estén el perro.

Te diriges discretamente a vuestra habitación, entras y cierras la puerta detrás de ti. Tu perro, se te acerca moviendo su cola de lado a lado. Te sientas en uno de los camastros. Estás con tu perro en la habitación, se oye ligeramente la algarabía de la gente que está en el salón.

Chico- digo mientras acaricio al perrro- si sientes que alguien viene avisamé, ¿vale?-

Mete la mano en mi zurrón y palpo una cajita de madera. Dentro hay un objeto minúsculo del tamaño de media lenteja. Con sumo cuidado me la coloco debajo de la lengua y me recuesto palpando el objeto con la lengua.

Trato de concentrame centrando la visión en la imagen de la fiesta

Pronuncias las palabras adecuadas y te relajas a la espera de entrar en trance.

Te despiertas del trance, y recuerdas las siguientes visiones:

- El fuego de una chimenea.
- El Conde muy enfadado.
- Un cadáver en el suelo.
- El grito aterrador de una mujer.
- Gente bailando.
- Un grupo de hombres haciendo pulsos de fuerza.

Me incorporo y froto la mano sobre el lomo del perro. -¡BUEN CHICO!,

Me dirijo con premura hasta donde creo que está la cocina.
 

La cocina está en la planta baja. Bajas las escaleras hasta el pasillo central de la planta baja, ves la puerta abierta de la cocina. Dentro hay varias mujeres trabajando.

- Buenas tengan vuestras mercedes. Soy roberto Luis de Manecho, galeno y herborista  estoy al cargo de velar por la salud del Conde y sus anfitriones durante esta fiesta, así que rogaría que me presentaran al máximo responsable de la cocina, pues es bien sabido entre los de mi profesión que es mejor prevenir que tener que obrar despúes, y por mi experiencia sé que el dispendio de viandas sin ningún tipo de mesura podría tener a corto plazo consecuencias nefastas, por eso me veo en la obligación de cotejar lo que de aquí va a salir hasta el salón. Es una mera formalidad, ya me entienden, pero necesaria.

-¡AH , por cierto, me gustaría saber si a aparte d emí, ha visitado alguien más la cocina, alguien ajeno a la casa, me refiero- sin tocar nada, miro con detenimiento los restos de la cocina.

Una señora de mediana edad, gruesa, vestida con un delantal blanco te responde:

-Caballero, aquí Carmina, para servirle. Mis ayudantas son Luisa, y Teresa. Andamos preparando unas tortas de manteca. Señala los alimentos que están trabajando, unas tortas de trigo recién horneadas. Sobre la mesa observas una pieza de manteca, un jarro con leche, un saco de harina, y una cesta con huevos.

- En esta cocina, además de usted y de nosotras, solo han entrado los mozos que se han encargado de subir las bandejas de comida al salón.

Sorprendime mucho de la nueva suerte de mi buen amigo Uloxio, non pensaba que fabía enoblecido, mas alegreme por el.

 Durante la comida sentíme triste et fuera de lugar. Yo non estaba para fiestas et con un poco de yantar me daba por satisfecho.Non tenía echo el voto de ayuno, pero aquesta ostentación me parecía demasiado et el mio voto de pobreza veíalo peligrar por ser partícipe de tamaña fiesta.

 Oí la advertencia de Roberto et esperé para ver que tramaba, tampoco costome mucho, pues estaba acostumbrado a comidas más ligeras et todo esto me abrumaba. Así que non comí nada mientras volvía et seguí en la mesa con rostro serio et fingiendo que bebía.

 Miré intrigado a los caballeros et intenté identificar algún rasgo distintivo en sus capas et armaduras. Non sabía si estaban por el yantar o por algún motivo más sórdido. O simplemente que como la mia persona tenían votos u otros asuntos que les impedían ser felices ante tanta alegria.

Buscas algún distintivo en la ropa y armaduras de los caballeros, y efectivamente tienen un broche metálico esmaltado en rojo con una cruz gamada.

_Gracias, buena señora- sonrio con amabilidad. Sólo dos cosas más...

He notado cierta "acritud" entre los concurrentes en la fiesta, sobre todo en los hombres de armas...

- ¿podría decirme usía sí aquesta olganza se debe a alguna celebración o más bien un acercamiento entre viejos rivales? -le espeto mientras saco una redoma de mi zurrón.

Este megunje que aquí tengo es una un ungüento para sanar heridas, pero necesita estar "tibio" en el momento de ungirlo. Me lo vendió un galeno sarraceno  y me puso mucho empeño en este punto. Como la voluntad de Dios no se sabe pero la de los hombres es previsible, (no en vano me juego mi reputación,y habendo tanto hierro allí arriba sería bueno tenerlo preparado y en su punto por si llegara la ocasión) para ello,¿ podría decirme en que sitios de la casa hay una chimenea permenentemente encendida? -

-¡Eh tú muchacho!, le digo al mozo que porta una bandeja llena de tortitas, y sale hacia el comedor- Haz el favor de servirle lo que ahí llevas a mis compañeros, los distinguiras del resto por la cara de hambre que llevan y diles de mi parte que coman cuanto puedan sis resquemor alguno, de parte de Manecho-. Gracias.