Partida Rol por web

Estaba callado y meditabundo, intentando deducir inútilmente a quien demonios podría estar dedicada la capilla recordando los detalles de la escultura que hay en su interior, incluso los más nimios. Parecía ser una especie de faro o ejemplo a seguir, pudiendo darse el caso de esa escultura representase al 'dios' Egir mencionado por Ran a nuestra llegada. En un indeterminado momento, las palabras de Ayan me sacan de mi estado de obnubilación y me traen de vuelta al desagradable 'mundo real'.

Oyendo a la muchacha, en un principio no se que pensar, pues su comentario parece no venir al caso, pero, hubo un destello extraño en la mirada que indicaba que ese comentario, en apariencia tivial, quería indicar algo totalmente distinto a su significado superficial. Creo que mi hermanito también ha captado el sentido de la conversación ya que, en pocos segundos, hace gala de sus comentarios graciosos.

Sin seguir el hilo, sólo riendo de forma relajada, contemplo hasta donde la línea del horizonte demarca el límite entre el mundo de los mortales y el cielo sin fin. Suspirando de forma bucólica, comento a los dos

Espero que ese cerdo de Montego se olvide pronto de nosotros y podamos volver a zarpar pronto. Tanta inactividad me crispa los nervios...

Ya sea por la 'tirantez' de mis movimientos como la mirada con la que los miro, que los que quiero hacer ver a ambos es 'Deberíamos empezar a movernos y buscar por la isla'.

Rembrandt se despidió de los tipos cuando acabaron de enseñarles la isla, volviéndose a mirar a sus dos amigos cuando se fueron. Suspiró, poniendo una mueca de desagrado. Cualquiera diría que hasta hace dos segundos estaba luciendo la mejor de sus sonrisas.

- Válgame dios, habría muerto de haber tenido que oler más a esos imbéciles. Sobre lo que nos has dicho, Ayan, descuida, aquí hay demasiada gente... - dijo Rembrandt, confiado como él era. Miró a su alrededor antes de continuar. - Voto por separarnos, podemos hablar mejor con la gente y abarcaremos más. Sin embargo, dada la situación... -

Su mirada se dirigió a la hechicera, con una media sonrisa. - Tú no puedes ir sola, preciosa, no sabemos como andan de respeto al sexo contrario en esta isla, por mucho que Ran sea una mujer... No me haría ninguna gracia tener que rescatar a dos damas en apuros. - amplió un poco la sonrisa. - Así que el que no vaya por su cuenta irá contigo si véis buena la opción de separarnos. Si no, todos juntitos, como una familia, que tampoco está mal. -

La idea de no ir sola me parecía bastante correcta, ya que los hombres de Ran no serían precisamente hombres de esos a los que puedes sonreir sinceramente nada más verles, sino que suponía que la mayoría de lo que circulaba por esa isla serían tipos rudos, malolientes y a los que más bien alguien como yo simplemente les serviría para una cosa..

- Os agradecería que no me dejarais sola.. - Respondí con una sonrisa. - Y bueno, la idea es buena, aunque no sé qué es mejor que tú te quedes sólo o dejarle a él.. - dije señalando a Radovick - que haga " amigos "..

Sorprendido por el comentario de Ayan, comento con guasa ¿Oh? ¿Y como se supone que he de tomarme ese comentario? No se por que, pero tengo la impresión de que me han faltado al respeto, hermanito...

Cruzándome de brazos, apoyado contra un muro, agrego mi opinión a la de los dos sobre le asunto de separarnos para explorar la isla, un asunto importante pero peligroso También creo yo que separarnos en, al menos, dos grupos es una idea acertada, abarcaremos más terreno y podremos enterarnos de más cosas. Y bueno, si alguien ha de ir por libre, y que no se te suba a la cabeza que te conozco demasiado, creo que el más adecuado sería tú, hermanito. Eres el más espabilado con las palabras y, no te enojes, pero también tienes cierto aire de caradura.

- ¡Já, lo sabía! - dijo Rembrandt, dando una sonora palmada con una sonrisa de satisfacción. Miró a Radovick con cara de superioridad, como si supiera qué quería su hermano. - Me hubiera extrañado infinitamente que hubieras dicho que me dejabas a mi irme con Ayan. Pues bueno, como sé que tienes razón y que tú seguramente dirías algo que no debes decir... tendré que ser yo quien se enfrente en soledad a esta gente que tanto parece idolatrar a nuestra anfitriona. -

Entonces miró a la hechicera con su típica sonrisa. - No le dejes aprovecharse, ¿eh? -

Y el novel se dió la vuelta deshaciendo el camino que habían tomado para dirigirse a aquella capilla descubierta.

Palmeándome la frente con fuerza destacable*, veo como mi locuaz hermanito se regodea un poco antes de marcharse. Antes que se aleje demasiado No te preocupes por Ayan, Rem, que no tengo tus modales... si estoy con ella es para que ninguno de los felones de esta isla se pase con ella, no para propasarme yo. Tsss, no, si me está bien empleado por haberle dado cancha libre a su ego y a su legua mordaz... un descuido grave.

Tras ver como desaparece mi hermano, de regreso al 'fuerte' principal de la isla, pregunto a Ayan Bueno, será mejor empezar a moverse. ¿Que te parece mejor? ¿Ir a la 'cantina' del fuerte o ver si los aldeanos son fáciles de sonsacar?

Rembrandt guió sus pasos hacia la capilla. Aquellos dos hombres que rezaban se levantaron al llegar el novel y se encaminaron hacia la salida. Una mujer llegó junto a él y se acercó al a estatua. Puso un puñado de sal en su base y empezó a orar.

Puso la cara más serie y solemne que tenía (y de verdad que le costó mantenerla) y se acercó a la mujer, observando aquel 'rito' con curiosidad. Creer en un dios, menuda tontería, si los dioses existieran mandarían a la vista de todos, y no lo hacen. Nada puede ser tan perfecto como lo pintan.

- Disculpa... - dijo aparentando respeto, esperando su reacción. - Acabo de llegar junto a mis hermanos y me he quedado prendado de este lugar... ¿A quién adoráis, señora? -

La mujer miró a Rembrandt como si le hubiera dicho que había violado a su hija.

-A Egir, joven. ¿Quién eres, que estás aquí y no lo conoces? -La mujer chascó la lengua y negó con la cabeza-. Su Señoría os hará despellejar en cuanto vuelva. ¿No lo ves? ¡Es Egir, el señor del mar!

Simplemente me quedé observando a ambos, total iban a ser ellos los que decidieran como hacer las cosas y bueno, seguía pareciéndome que había momentos en los que " calladita estaba más guapa ". Tampoco se me podía considerar una mujer indefensa, pero prefería reservar mi magia para cuando de verdad fuera necesaria y no para darle una lección a un hombre con la mano un poco larga.

- Si ya os habéis decidido..vámonos.. - Dije con tono cortante sin añadir ni una palabra más. - Tú eliges, a mí me da igual.. - Respondí sin ganas diciéndole que me daba igual " so que arre ".

- Discúlpeme, señora, acabo de llegar a la isla. Debe ser un dios muy poderoso. - Rembrandt entrelazó las manos y empezó a orar, intentando imitar lo que había visto de la mujer antes de interrumpirla. - Espero que bendita nuestra estancia aquí y mantenga alejado a nuestros enemigos. Gracias, señor. -

Paparruchas. Le daban ganas de reírse, lo haría si no fuera por que la cagaría como nunca la había cagado en su vida.

- ¿Se ofician ceremonias en honor a Egir? ¿Y cuándo? Me encantaría venir a alguna, quisiera acercarme más al señor de los mares. -

La mujer, aún desconfiada, tardó en responder.

-El sacerdote Van Geert es el que oficia las ceremonias. Damos dávidas a las Olas las noches de luna llena.

Asintiendo tras escuchar la respuesta de Ayan, mientras echo a caminar con paso tranquilo y aparentemente relajado Muy bien, a la cantina entonces. Es bien sabido que un hombre, tras dos o tres jarras, le encanta 'socializar' con el prójimo. Y, por cierto, ten cuidado con las corrientes de aire que produces... si alguien se sobre pasa es mejor que le corte yo la mano. El tono es como si se acabara de reparar en ello, risueño y maliciosamente divertido.

Parecía que ese día iba a tocar ir de cantina a cantina, y si la experiencia no me había gustado demasiado en la última, sobretodo cuando empezó el jaleo a pesar de que salimos bien parados, esperaba que esta vez la cosa fuera bastante más tranquila, ya que sino, me parecía que no íbamos a hacer muchos amigos por aquí..

De todas formas, como suponía que trabajar para " Ran " ya era como tener un nombre por la zona y que en esta isla, quizás no había mucho más que gente que la " adoraba " no tendríamos demasiados problemas en cuanto a broncas al menos.

- Tranquilo, mi magia no es ilimitada y no puedo lanzar todos los conjuros que me apetezca, tengo que escoger demasiado cuándo merece la pena lanzarlos y cuando no..

Así pues, Ayan y Radovick fueron hacia la sala común que habían visto antes.

Por la proximidad de la noche el ambiente estaba ya caldeado. Había una mesa donde cuatro piratas jugaban al póker entre carcajadas y otra donde dos mujeres pirata charlaban sin dejar de vaciar dos jarras de cerveza que la moza de la cantina les rellenaba cada poco tiempo. Otros seis piratas cantaban canciones en una esquina y un chico y una chica muy jóvenes bailaban una danza tradicional alberia mientras un tercero los acompañaba con una flauta.

Su llegada fue recibida con miradas curiosas pero no amenazantes. Al fin y al cabo, estaban descansando.

Llegar a una taberna y ver que nadie te mira con cara de asco o con cara de querer hacerte una cara nueva, ya era toda una novedad, así que sonreí a Radovick al entrar como si aquello fuera por el mejor camino que podía ir desde que había empezado todo aquello. De todas formas, saber que la pirata tenía tantos seguidores le quitaba algo al asunto de emocionarse sobre los avances, pero aún quedaba mucho que hacer.

Me acerqué a la barra, como si por primera vez en mi vida no me diera miedo estar entre aquella chusma y pedí dos tragos, habría que beber ron, aunque por suerte, era algo que me gustaba.

- Un merecido descanso hermano.. - dije a Radovick con el vaso en la mano antes de bebérmelo de un trago.

-Hola -dijo el que atendía la barra-. Pareceis nuevos.

Era obvio que acababan de llegar, pero se agradecía que no empezase la conversación con un improperio.

-¿Qué habéis hecho?

Levantando la jarra un poco por encima del nivel de mis hombros, como respuesta a Ayan con un tono jovial y alegre Que razón tienes, hermana ¡A tu salud!

Tras esto vacío la jarra de un trago, dando ténues pistas de que soy experto en estas lides. La verdad es que si no fuera por que estamos en una taberna de piratas y con la vida de nuestra hermana pendiendo de un hilo quizás llegara este lugar a buscarme... el ruido de los cantos desafinados y los olores que impregnan estos lugares son más reales y francos que aquellos donde se suele mover la nobleza. Aquí los peligros te acechan con un brillo malvado e la vista y hojas de metal, no con palabras acunantes y melosas...

El tipo de la barra nos pregunta, extrañado de no habernos visto antes a lo más seguro. Sin embargo, el tono es aparentemente neutro y curioso por lo que me limito a responder Si, somos recién llegados... y en cuanto a lo de hacer, creo que mosqueamos a alguien que era demasiado 'pasional' como para atender a razones. Tsss, así que mis hermanos y yo pensamos que era más rentable retirarnos y consevar el pellejo que quedarnos para limpiar nuestro nombre. Sonrío de forma maliciosa y doy un vistazo en derredor observando la cantina. Mientras estoy en esto, pregunto al 'tabernero' Parece que esta noche está esto animado... ¿ocurre algo fuera de lo común?

Ante la pregunta del tabernero y la respuesta de Radocik, simplemente asentí, como si estuviera totalmente de acuerdo con sus palabras, mientras en mi cara se dibujaba una de esas sonrisas como las que pone un niño pequeño cuando sabe que ha hecho una trastada y lo hubieran pillado, ya que se suponía que sería la reacción más lógica si se supone que no te arrepientes de algo que hayas hecho y a alguien no le ha gustado.

Cuando mi recién estrenado " hermano " comentó lo de la taberna, con una sonrisa en los labios como si me agradase estar allí, miré a mi alrededor, estudiando los especímenes repartidos por el interior de aquel antro.

El de la barra asintió.

-Sois nuevos, así que no lo sabreis. Van Geert, el sacerdote de la isla, va a volver esta noche o mañana. Cuando ofrendamos a las Olas tenemos que estar sobrios y en ayunas, así que todo el mundo está aquí, festejando. Al menos todo el que no es abstemio.

Se ofreció a llenarles de nuevo los vasos.

-Bebed, bebed, porque será una semana de abstinencia.