Partida Rol por web

Petrus al ver el espacio se se mueve apenas un paso e intenta distraer al mago con su lanza para que Cyanne pueda efectuar uno de esos golpes que ya ha demostrado que puede realizar.

A su espaldas, el lobo gañe tristemente al ver que no puede acercarse al enemigo de quien lo convocó y, poco a poco se desvanece - Cletus, en cuanto puedas, vuelve a morder - se escucha la voz del semiorco mientras mueve su arma en una clara distracción.

Cyane recobra fuerzas gracias a la curación recibida, sus piernas dejan de temblar y su visión se hace más nítida, ahora puede ver claramente a su objetivo, que acosado por sus compañeros deja una abertura entre sus defensas, la joven se apresura aprovechar la opotunidad y descarga un potente golpe de abajo a arriba que alcanza la entrepierna de Theldric con un ruido seco.

Theldrick no tiene tiempo a reaccionar cuando de Cyane casi le parte por la mitad.

El clérigo cae al suelo, y, sorprendentemente abre los ojos de par en par y dice

Apar..ta, tú.., tú..., tu no eres Hextor..., no no me toques... Que Hextor me perdone... mi.... alma.......

Entonces el clérigo cierra los ojos y las luces parecen apagarse momentaneamente, una brisa fria os roza. Después todo vuelve a la normalidad.

- Ya lo dije... Elhonna no permite que nadie use a los animales para su propio beneficio - asegura el druida al ver como el servidor de Hextor cae malherido - Tu te lo buscastes - agrega sin ningún tipo de compasión

- E intestaste matarnos... esa fue tu perdición - completa tras respirar profundamente y mirar a sus compañeros - Tarvish está herido... pero creo que vivo. Deberíamos usar esa varita antes de avanzar -

Baedal hace molinetes con el brazo para desentumecer el hombro donde ha recibido el golpe de la maza.

¿No ha estado mal, eh?

Dice sin tener en cuenta las palabras de Theldrick. Se agacha a su lado y comienza a registrarle, al igual que a su compañera y al temido Garras.

Supongo que estos tres deben tener por aquí algun sitio para dormir, una especie de dormitorios. Deberíamos encontrarlos y usarlos nosotros mismos para dormir. Estamos bastante malheridos y especialmente el clérigo.

Sólo son humanos, si no descansan empezarán a ablandarse como la arcilla mojada.

Desde que estuvimos empujando carretillas no hemos descansado nada de nada.

El enano, con manos ágiles, comienza a desnudar y coger las cosas que parecen que podrían ser útiles, amontonándolas todas.

Acto seguido, Pruddle, tras una breves palabras arcanas, señala cuáles de todos esos objetos tienen propiedades mágicas.

Cita: 

Cyane apenas sonrie al escuchar a Baedal y con gesto dolorido se arrodilla junto al inconsciente cuerpo de Tarvish, sus manos sostienen la pesada cabeza del joven efebo  ¿podéis curarle?

Tras solicitar la ayuda curativa a sus compañeros Cyane se levanta, se apoya exhausta en la pared y espera callada a que actúen.

Los recuerdos invaden mi mente de forma avasalladora, casi me hacen daño, de vuelta en el infierno veo la tierra que se acerca a milímetros de mi cara, después se aleja, otra vez se acerca, se aleja, así una y otra vez, con cada respiración, pequeñas nubes de polvo se levantan del suelo y se meten en mis ojos, me hacen llorar, no los cierro, él podría sorprenderme…
De repente siento un peso en mi espalda, su bota empuja hacia abajo, no le oído llegar, no puedo estirar los brazos, su pie sigue empujando hacia abajo, esta vez no besaré el suelo, aguanta, aguanta, ¿cómo ha podido sorprenderme?

Su ronca voz retumba en mis oídos:
¡¡INÚTIL!!   ¿otra vez con la guardia baja?, esto empieza a ser una costumbre, y me estoy cansando.
Su pie me sigue empujando contra el suelo y mis brazos comienzan a temblar, no me doblegaré, esta vez no…
Sólo somos tres en kilómetros a la redonda y sigues sin captar mi olor.  ¿quieres que te corte la nariz? Para lo que te sirve lo mismo te daría no tenerla.

Durante un instante levanta su pie de mi espalda, se que la tortura no ha acabado, tras ese instante se deja caer con todo su peso sobre la rodilla en el mismo lugar donde antes tenía su bota, un dolor agudo me corta la respiración, pero no cedo, no cederé, esta vez no.
Me agarra del pelo y me echa la cabeza atrás, su voz se acerca a mi oído, y noto en mi nariz el frio del acero.
Dime ¿quieres que corte tu nariz?, ¿para qué te he enseñado a usarla si quieres que te la corte?
No le contesto, se que da igual, diga lo que diga él hará lo que quiera, no le daré la satisfacción de suplicarle.

Me mantengo firme, mis brazos son de fuego, el dolor me lleva más allá, ahora si puedo olerle, su fétido aliento se impone al resto de olores, pero aún así los capto, el sudor rancio que se escapa entre las junturas de su armadura, mi propio sudor, incluso un olor más leve y agradable, el de Kerenia.
Veo que ahora si mueves las aletas de tu naricilla, creo que sólo necesitas motivación, dice mientras se levanta y me libera, ahora podrás oler esto, su pie se acerca como un rayo desde un lateral y me golpea la cabeza, ruedo por el suelo, todo da vueltas y se oscurece, antes de que todo se vuelva negro puedo escuchar de nuevo a la bestia tranquila pequeña aquí estaré cuando te despiertes para segir con las lecciones.

Que el poder de Heiroenous en este depravado lugar sirva para curarte, igual que Pelor nos ayudó en los momentos difíciles del pasado.

- Si, deberíamos descansar - reconoció el semiorco - No creo que pueda solicitarle demasiados dones más a la dama del bosque... su generocidad tiene un límite. Y si no descanso y, lo más importante hago mis oraciones no creo que pueda conseguirlos -

- Deberemos usar esa varita con prudencia, pero sin escatimar, no sabemos conque más nos podemos encontrar por aquí. De hecho deberíamos hacer guardias mientras descansamos. Este sitio cada vez me gusta menos. Eso si, salgamos de este lugar y busquemos esas habitaciones, no dormitré tranquilo en un templo de Hextor - añadió sin preocuparse demasiado por el botín encontrado.