Partida Rol por web

El bardo agita su varita vigorosamente. La grasa se convoca inmediatamente y se filtra entre los dedos de adamantita del forjado. Sin embargo su presa sobre la empuñadura es fuerte y el acero no resbala de sus manos. Finn maldice. Sin embargo en la batalla no hay tiempo para lamentaciones. Extrae de su cinto otra varita...

Un aleteo coge por sorpresa al forjado. Sin verlo venir el ave de Powaqqatsi aparece por la espalda de Sable. Su pico encuentra un hueco entre las cuerdas que tensan el cuello del forjado. Con un chasquido varias de ellas se parten y quedan colgando del cuello de Sable. 

Mientras tanto Daisy, la semiorca, rodea la inmensa columna. Camina con sigilo intentando fundirse con las sombras que proyectan las rocas. Escucha los golpes y las voces de sus compañeros. Extrae su maza con cuidado de no hacer ni el más mínimo ruido. Y, asomando al otro lado de la columna, ve a su objetivo...

En lo años que llevaba activo, ningún arma había dañado mi superficie. A lo mucho la habían rasguñado, pero nada que una pulida no arreglase. El grito que surgió de mi pecho no fue de dolor sino de rabia.

El metálico apodado Sable no sólo me llamo traidor por no apoyar una causa en la que creía, también arruinó mi elegante superficie. Eso era imperdonable.

Levantando en alto la maza intenté devolver el golpe, pero de nuevo unas gotas de la grasa conjurada por el elfo jugaron en mi contra.

Ariete ruge de dolor. Despreocupado por su propia herida lanza su maza en venganza. Impacta con fuerza en el pecho de Sable, justo en el mismo punto en el que Ariete recibió la punzada de su enemigo... A un enemigo diferente le habría dejado sin aire. Por desgracia Sable también es un forjado. Y por desgracia Ariete se da cuenta que su cuerpo está también recubierto de adamantita...

- TEeeNDRÁS QUE HACEeeRLO MEeeJOR...-grita a Ariete.

- ¡TE ENSEÑARÉee!

Sable ve un hueco bajo el brazo de Ariete cuando este ha descargado el golpe. Lanza un tajo hacia arriba que impacta bajo la axila de vuestro compañero. El tejido flexible y desprotegido de esta zona queda cortado parcialmente. 

Ariete lo estaba haciendo bien. Más allá de que alejase a Sable de la emboscada que le iba a tender Demonfly, su compañero se había tratado de acercar, con sus dos cojones de acero, y estaba tratando de tú a tú a un enemigo lo suficientemente poderoso, o temerario, para enfrentarse él solo a todo un grupo de aventureros. Y ahora llegaba el turno de que Sable conociese a Maza. O a Doblasables, el pseudónimo todavía no estaba decidido del todo. Todas las armas legendarias tienen nombre propio, y la estrella de la mañana de Daisy Sue se iba a convertir en legendaria por ser la que derrotaría a Sable. Solo era cuestión de tiempo y golpes.

¡CLONK!

¿Es cosa mía, o ese golpe en la mollera sonó a hueco?

Debía reconocer que Sable hacía honor a su nombre, era certero. Pero yo también honraba el mío, lo vería caer o me destruiría en el proceso.

Tal vez los orgánicos fuesen incapaces de comprender mi dedicación a la causa, ellos aprecian la vida más por su existencia que por su razón. Yo nunca sería un orgánico.

Levanté el brazo y ataqué una vez más, a pesar de la dificultad causada por los daños mi arma impactó con fuerza.

El fulano de acero demostró su cobardía con ese espadazo a traición a la mole andante, ariete, no iba a permitir que tal falta de honor quedase impune, el enano desenfunda su escudo y su hacha y carga a por ese engendro metálico

Carga aprovechando el ataque de daisy, colocándose justo delante de ella para así flanquearle

Nota como el hacha se hunde en el pecho de aquel bellaco y sonríe para sí

Una lluvia de golpes caen sobre el forjado conocido como Sable...El grupo ha  rodeado al forjado y , hábilmente, aprovecha el ataque de un compañero para lanzar el propio. Sable no puede contener, ni esquivar ni detener este ataque combinado.

La maza de Daisy impacta contra la nuca de Sable. La adamatita queda hundida y la cabeza oscila violentamente hacia delante. Ariete batea con su maza la cabeza del forjado devolviéndola hacia atrás. Sable apenas puede averiguar la posición excata de sus contrincantes. 

Desde detrás llega a la carrera Alfrik. El paladín tiene el firme propósito de castigar el mal allí donde lo encuentre. Carga con su hacha y apunto está de abrir el abdomen acorazado del forjado. Pero su golpe ha carecido de la precisión necesaria para encontrar un hueco entre las capas de adamantita. 

Powaqqatsi respetaba la vida.  Lo más que podía.  Sabía que todo animal mata a su presa, o a su depredador cuando puede, cuando es lo mejor.  El balance entre matar, sólo lastimar o huir, es uno que ha sido jugado por todas las especies animales desde que surgieron en este mundo.  Y ahora ejercía ese privilegio.  Lo quería aturdir, neutralizar, no matar.

La cimitarra, manejada con maestría no aprendida, da un tajo justo en el lugar correcto.  Pero lo hizo de tal forma que no mataría al forjado fanático, lo desmayaría, hasta que fuera reparado.  ¿Para qué? Los goblins, halflings y elfos y otras razas tempranas que domesticaron animales los capturaban para domesticarlos, o al menos engordarlos un rato más.  Esto haría Powaqqatsi con Sable.  

¿Lo entrego a Casa Cannith y aliados para que se le saque información sobre los planes del Señor de los Filos?  ¿Lo mando con la Corte de Hadas en los bosques de Eldeen para que le saquen lo fanático y lo hagan un librepensador, como hicieron conmigo mismo?  

Ya decidiría, ahora...  ¡Cae ya hermano Sable! ¡Te cuidaré para que puedas abrir los ojos a mayor verdad, más verdad tuya, elegida por tí y no por otros!

Powaqqatsi lanza su cimitarra contra uno de los huecos descubiertos de Sable. Pero, ya sea por compasión, por curiosidad por este individuo o por puro respeto a la vida artificial, varía su golpe en el último momento. 

"¡CLANCK!"

La cimitarra varía su ángulo. Abandona una trayectoria letal y gira hacia una no letal. Al fin y al cabo la mayoría de los cuerpos de los forjados están construidos de una forma similar. La cimitarra corta allí donde al propio Powaqqatsi le podría inutilizar medio cuerpo. Las piernas de sable flaquean durante un instante...pero se recompone rápidamente.

- YO MORIÉee... PERO LA CAUSA PEeeRDURARÁ...-grita con su voz más cascada y metálica.

No morirás.   De hecho, vas a vivir para tener otra oportunidad. 

Si existía un Dios de la Forja, probablemente este era su templo y estaba guiando los golpes de Powaqqatsi para darle una oportunidad a Sable, y por lo tanto a todos los forjados.  Era imposible estar dando estos golpes sin ayuda divina.

Onatar es más grande que el Señor-de-Los-Filos, y te llama a que seas su sacerdote.  ¡Reconócelo y reconviértete a su verdadero camino, que es la colaboración, el equipo, el taller!

Finn decidió en aquel momento que Pow realmente estaba más loco que Sable y todos los forjados del señor de los filos, juntos. Lo mismo tanto musgo en su creación había trastocado algo... Se encogió de hombros, estaba loco pero estaba de su parte, y eso lo convertía en un loco de los nuestros.

En el último momento cambió de parecer y mandó otra descarga de energía de la varita de grasa al arma del forjado rodeado. Todavía había una oportunidad de reducirlo y de interrogarlo más tarde...

El hacha del paladin acabó desviada en un angulo del pecho del forjado, por poco, piensa para sí mientras vuelve el brazo del hacha hacia atras para coger impulso, entonces es cuando ve la estupidez del druida, -¿en serio, otra vez con estas tonterias?, todos los forjados que has intentado ayudar te han intentado matar, ellos no son como tu, Powaqqatsi.

Pero sabia que este tipo de individuos nunca escuchan, aunque esten recibiendo golpes de aquello que pretende ayudar, nunca escucha, sojetando con toda sus fuerzas su hacha, el paladin la hunde en el pecho de aquel ser (no llegaba mas arriba) partiendo en dos al indeseable en una lluvia de metal. -QUE LA LLAMA TE PURIFIQUE

-...

Cuando mi primer ataque falló sentí algo expandirse dentro de mí. Una especie de voluntad inundó mi sistema y confirió a mi cuerpo una velocidad desconocida.

-!!!

Esa vez mi impactó se sumó al de mis compañeros, y el sonido del metal contrayéndose fue lo único que se escuchó por un instante que pareció prolongarse en el tiempo.

Sable intenta salir de la lluvia de golpes. Por delante de él Alfrik, Ariete y Powaqqatsi cierran su espacio a vanguardia. Por detrás la semiorca y Ch'om hacen imposible una posible huida a retaguardia.

Ariete balancea su maza en un golpe a media altura. A pesar de las circunstancias Sable echa el abdomen para atrás evitando el golpe. Pero Ariete no se conforma con perder más golpes. Saca toda la rabia de su interior y sin dejar que la maza desacelere invierte el sentido del golpe de nuevo hacia el forjado. El acero golpea contra la rodilla izquierda quebrándola hacia adentro. Las chipas de la adamantita y el acero incendiado iluminan la sala como un relámpago.

-¡Grasa!- el bardo lanza de nuevo el conjuro sobre el arma del forjado.

De nuevo la grasa rezuma entre los dedos de sable. Aturdido por el último golpe apenas se da cuenta que su brazo deja de sentir el peso de su espada. ¡Clang! La espada de Sable golpea el suelo a sus pies... 

Sable mira la espada. Os mira a vosotros. No hay expresión en su rostro.

-EeeS... UN HONOR...MORIR POR ÉeeeeL...- Su lastimera voz fluctúa al mismo tiempo que sus ojos iluminados parpadean y amenazan con apagarse. Apenas consigue que sigan brillando. La vida que ha sido dada merece vivirse hasta el último segundo...Esa es la opinión de Powaqqatsi. Y si Sable no va a sobrevivir al siguiente segundo...Al menos vivirá hasta el final.

-QUE LA LLAMA TE PURIFIQUE

Las palabras de Alfrik no son una amenaza. Ni un grito. Sólo una bendición para aquel al que va a matar.

El hacha de guerra enana asciende rozando el suelo. Entra por el abdomen de sable y asciende por su interior. Placas de adamantita, cuerdas , cables , piezas y un baño de líquido amarillento salpican alrededor vuestro. El golpe llega hasta la mandíbula y continúa saliendo por el cuello del forjado muerto. Su cabeza, caída completamente contra su hombro, queda conectada al cuerpo por tan sólo algunas fibras. 

Sus ojos se apagan...y cae.

De repente algo sale disparado del pecho de Sable. Lo habéis visto anteriormente. Una esfera metálica alada de pequeño tamaño y que vuela a gran velocidad.

Powaqqatsi mira al enano con odio.  -Interrumpiste mi deseo de proteger la vida.-  Tal vez no lo lea en sus facciones por carecer de las decenas de músculos de un ser orgánico. -Cerraste una oportunidad de arrepentimiento.-  pero si lo puede leer en su expresión corporal.  -Pareces representar todo lo malo que se dice de turrreligión.-  Las palabras le salen con la fricción de placas metálicas conteniendo la presión.  ¿Cómo hacer que entienda?  Parece tan fanático como Sable.  Y si le iba a dar una oportunidad a éste, ¿porqué no al enano?  El druida forjado se quedó callado.  Tendría mucho que pensar.  Y en eso, se vuelve a abrir el pecho del forjado caído, y ver de reojo salir a esa cosa voladora en un batir de alas, salta la mano de Powaqqatsi disparada en automático -seguro de nuevo movida por Onatar y su favor divino; su tristeza de perder a un fiel, o un sacerdote, se hace presente.  Vuela la mano y atrapa al snitch volador como una mantis atraparía una abeja. 

La voltea a ver, curioso, mientras el aparato aquel revolotea inútilmente queriendo escapar de su mano.  Esto nos ha de servir para saber más de este grupo que también persigue el esquema.   Abre uno de sus propios compartimientos en el torso, coloca ahí el aún revoloteante aparato, y lo cierra con el seguro metálico que tenía, similar al de Sable.  Se agacha, le cierra los ojos a éste, que ya han perdido su brillo de dragonshards -y algo más.  

Vámonos, hay mucho camino por recorrer.  Avanza, pensativo, hacia la salida.

Al ver apagarse a Sable sentí...

Sentimientos..
Ese era uno de los motivos por los que extrañaba el estado de materia inerte del que provenía. Cuando formaba parte de la veta de adamantina no tenía emociones, todo era paz. Durante los milenios que tomó el material en formarse y bajo las incontables capas de roca y metales jamás había experimentado algo similar. Jamas había experimentado nada.

Detestaba sentir, detestaba detestar. Los orgánicos habían sido creados para eso, pero los metálicos no. El comportamiento cada vez más errático de Q era prueba de ello.
Debía encontrar la forma de liberarme de esas incomodas sensaciones para no ser arrastrado por ellas.

Tomé la espada de Sable, no por homenaje o respeto sino por simple pragmatismo. Era un arma buena y sería un desperdicio dejarla allí. Era cierto que prefería mi lucero pero las espadas habían demostrado su utilidad.

Antes de continuar sopesé un instante la posibilidad de llevarme el cuerpo pues no era fácil encontrar adamantina y yo requería reparaciones. Y mejoras..

No resultaría sencillo pero disponía de tiempo para lograrlo, así que tomando una de sus extremidades lo arrastré mientras seguía a Q.