Partida Rol por web

Cortinas de agua caen desde el cielo a medida que atravesáis las pasarelas de Sharn. Los caminos de piedra y madera serpentean alrededor de las torres y altos capiteles, o junto a ellos, formando un complejo enrejado que puede resultar muy confuso en tardes como esta. La lluvia cae con fuerza, formando arroyos desde las pasarelas y balcones más elevados, en oleadas que os dejan empapados, y haciendo difícil la visión más allá de unos pocos pies por delante de vosotros. El brillo distante de las linternas siemprebrillantes, apenas visible en la acuosa penumbra, tiene poco éxito en iluminar vuestro camino en esta tarde calurosa y húmeda.

El puente colgante que hay ante vosotros salva la distancia existente entre dos plataformas adheridas a las paredes de dos torres diferentes: la torre Dalannan y la aguja Kelsa. Un cuerpo yace sobre el suelo del puente, y podéis ver una mezcla de agua y sangre condensándose a su alrededor. Un maletín de cuero, aún agarrado con fuerza en la mano del fallecido, sobresale del charco de agua y sangre.

“Maldita sea” pienso mientras en la húmeda y cálida tarde mis ropas son azotadas por la lluvia, hace bastante que había pasado por las serpenteantes calles/puentes de Sharn y esta era la segunda vez que una tormenta me tomaba desprevenido en medio de mis negocios.
-tenía que ser hoy, ¿verdad?- Susurro mientras que inútilmente, con una mano trato de cubrir mis ojos del torrente que caía, a la vez que intentaba guiarme a través de las calles oscuras, inútilmente iluminadas a causa del velo lluvioso que obstruye mi camino.

Sintiéndome algo humillado a causa de mi situación, procedo a continuar caminando, en busca de algún lugar donde poder secarme y esperar a pasar la tormenta, intentando ver a donde pongo mis pies, no pasa mucho tiempo para encontrarme un ecenario mas típico para mí de lo que me podría gustar, no podía verlo claramente a causa del tiempo pero, en medio de un puente que me disponía cruzar, se encontraba un cuerpo y lo que parece ser sangre siendo llavada por la lluvia.
-No soy un buen samaritano, ni me siento cómodo asaltando cadáveres ni moribundos.- Murmuraba para mis adentros mientras me quedaba a una distancia prudencial.

“Alguien debe ser muy estúpido o estar muy desesperado para asesinar alguien en medio de la calle, ¿Sera reciente? ¿Estará alguien por aquí cerca?” reflexiono mientras observo a la distancia, sin poder ver a nadie más cerca, la curiosidad me vence y empiezo a acercarme al cuerpo, solo para darle un vistazo.

Avanzo a ciegas a través de la exuberante lluvia, a ciegas prácticamente, maldiciendo mi suerte, apenas acabo de llegar a la ciudad y cae semejante tromba de agua. Avanzo por las pasarelas soltando varias maldiciones, una detrás de otra, con la esperanza de no caerme y poner un final ridículo y prematuro a mi vida. 

Voy buscando un lugar en el que cobijarme. Nada elaborado, con una cornisa lo suficientemente grande como para taparme. A estas alturas, cualquier cosa que hada de barrera me vale. Sin embargo, por mucho que busco, no tengo éxito. El único punto positivo: ya no puedo empaparme más. 

Paso tras paso acabo llegando hasta lo que parece ser un puente colgante. Me detengo en el umbral, comprobando que no resbale, cuando reparo en la figura desplomada que yace en él. ¿Otro con menos suerte que se habría caído? Tal vez, pero al ver lo que pareces ser un charco de sangre y agua descarto esa idea. Veo entonces, otra figura, que parece ser de un hombre no muy lejos de mi, más bien cerca, que empieza a acercarse al cuerpo. ¿Sería el asesino? No parece haberme visto... Por lo que mejor sacar ventaja de la situación. Desenvaino mi espada lentamente, dejando que el ruido de la lluvia oculte el sonido del roce del acero con la vaina y me coloco a su espalda, presionando la punta contra sus riñones. -¿Has sido tu?- Pregunto en voz firme y elevada para que me oiga bien

Dichosa sea la vida, que lo mismo que mato al gato ahora hace que un objeto apunte a mi espalda, el sonido del las gotas chocando contra el suelo me hizo bajar la guardia tontamente, pero aun así, esta es una situación fácil de manejar, lentamente levanto mis brazos y giro levemente mi cabeza, sin llegar a ver quien se encontraba a mis espaldas, voz aguda, rustica y directa.
-Mírame, sin arma en mano y desamparado en la lluvia frente a lo desconocido, sin embargo podría hacerte la misma pregunta, lindura.- Hablo de forma algo bromista mientras esbozo un falso disgusto.

-Que halagador- Le respondo con sarcasmo. Sin bajar la guardia, evalúo al desconocido. A simple vista, parece desarmado. -Hay maneras de matar sin armas- Señalo. -Pero no provocan este resultado. Demasiado sucio para haberlo hecho con las manos. Además, las tuyas no parecen tener marcas de pelea. Mis disculpas- Con cuidado, vuelvo a envainar el acero. -Pero entiende que encontrar un cadáver bajo la lluvia y que seas la única a persona presente pueda resultar sospechoso- Doy un paso adelante, colocándome a su vera. -¿Has visto algo de lo sucedido? ¿O el destino ha decidido juntarnos aquí, este mal día de lluvia?

-No te culpo para nada, lindura.- Hablo mientras bajo mis brazos y giro la cabeza para observar a aquella persona que tuvo la amabilidad de "preocuparse" por mi, bajo la lluvia, froto mis manos y vuelvo mi atención sobre el cuerpo en el suelo, el cual aparentemente sin vida, se mantiene cercano, pero no lo suficiente para poder analizarlo.
-Solo he tenido mala suerte, como otros días de mi vida, pero aun así, no tan mala como para saber lo sucedido.- Digo cruzando los brazos, sin decidirme a avanzar o retroceder, para evitar mas malentendidos. 

No hacía mucho que había llegado a Sharn la ciudad de las torres. Buscaba trabajo como mercenaria pero por el momento sólo había encontrado broncas en las tabernas y había tenido que patear el culo de más de un parroquiano que no sabía entender lo que era una enana y menos una enana que había vivido en la tundra. Pero ese mismo origen era el que la desolaba cada vez que caminaba por la ciudad, estaba acostumbrada a caminar bajo cielo abierto y anteriormente a estar en reinos subterraneos enanos y no se sentía oprimida. Pero aquellas torres que se elevaban en el aire le hacían que el estómago se le revolviera cada vez que miraba hacia arriba.

Hoy por suerte llovía tanto que era incapaz de ver las altas torres, una suerte para ella mientras caminaba bien abrigada por la ciudad a pesar de ser por la tarde. Escupió al suelo y dio una vuelta por los niveles más bajos y de peor calaña de Sharn en busca de alguien que quisiera problemas o pudiera emplearla pero con la lluvia apenas si había gente por las calles. Maldijo en su idioma natal y aún disponía de unas monedas de oro pero si seguía así acabaría gastándoselas sin conseguir su objetivo. 

Se hallaba ante la torre Dalannan y decidió probar suerte un poco más arriba cogiendo uno de los ascensores y parando en un nivel intermedio, aunque empezó a pensar que tal vez debería buscar trabajo en las torres comerciales. Avanzó hacia el puente más cercano y pudo ver a los lejos dos figuras. Dudaba que pudiera haber rufianes por allí después de no haber encontrado nada en los niveles bajos pero por si acaso mantuvo su mano cerca del mango de su hacha.

Sus pesadas botas anunciaron su llegada y cuando estuvo lo suficientemente cerca comprobó que había una figura más, un cadaver en el suelo. - Por lo menos os darán una buena paga por el trabajo realizado. Decidme, ¿quién os ha empleado? lo dijo en un tono duro casi amenazante y su rostro no mostraba compasión ninguna pero su verdadera intención era saber quién podía haberlos contratado para conseguir unas monedas extras. Escupió al suelo y espero la respuesta.

El torrencial aguacero había sido de lo más inesperado, era tan denso que era prácticamente imposible ver más allá de unos metros. Me había visto obligada a viajar ligera de equipaje y nunca había echado tanto de menos ropa seca, o al menos una buena capa embreada de la que guarecerme de la lluvia. Sharn podía ser laberíntica y complicada de transitar para un extranjero sin la ayuda de las inclemencias del tiempo. Debía aligerar el paso y encontrar un refugio en el que guarecerme.

Los arroyos y las "cataratas" procedentes de las gárgolas y desagües, no mejoraban la situación. A ese paso, seguro que pillaba una buena pulmonía. Quizás encontrara un alojamiento decente en los niveles intermedios.

El sonido de botas pesadas al frente, me hizo aguzar los sentidos. Una voz femenina, pero ruda, se alzó por encima del sonido de la lluvia. Acercándome al puente, permanezco en la plataforma, desde la que puedo divisar a tres figuras erguidas y otra tumbada, alrededor de un gran charco de sangre diluida.

En cualquier otra situación, habría tratado de evitar al grupo de salteadores, no obstante, dudaba que pudiera escabullirme sin que me vieran, de la misma forma que yo les había visto a ellos. Alcé la vista por un instante, buscado alguna oportunidad de refugio o salvaguarda. No conseguía divisar ningún puesto de guardia o atalaya en las torres. No pensaba acercarme más, al insondable precipicio a cada lado de la pasarela. Cualquier "golpe de viento" podría arrojar a cualquiera a los brazos de la Parca.

Eché mano a mi maza, para no estar desarmada... "¡¡GUARDIA!! ¡¡A MI LA GUARDIA!!!" -grité a pleno pulmón.

Una, dos tres veces el mismo malentendido en menos 10 minutos, desafortunado se queda corto, esta situación era sin embargo, comica cuanto menos, me llevo una mano hacia mi frente y aspiro con fuerza, para luego suspirar desanimadamente, entre los gritos de ayuda lejanos y la nueva robusta e intimidante figura, conformaban una situación cuanto menos confusa, pero alguien tiene que mantener el orden, encarando primero a la gruesa enana levanto mis palmas en un gesto disuasor.
-Este acto no lo realizamos nosotros, pese a lo que pueda parecer, este hombre murió ya hace un rato y si nos registras encontraras que no tenemos manchas de sangre ni mucho tiempo en este lugar, ahora, seria bueno aclarar el tema con aquella chica, si me disculpas.- Después de una rápida explicación y algo de gestualizacion, hago una pequeña reverencia y me giro dispuesto a empezar a caminar hacia la fuente de sonido trasera, levantando mis manos en un simbolo de paz, pero atento a lo que pueda pasar, si las cosas salen mal.

Escuchó al humano, su mala suerte se iba a cebar con ella aquel día. Si encima no había encontrado a los malechores que habían cometido el asesinato además estaban llamando a la guardia en aquellos instantes. ¿Que más les podía pasar?

Volvió a escupir al suelo y metió un grito bastante enfadada. - ¡Te quieres callar de una vez loca! Mi hacha aún no está manchada de sangre pero como sigas así acabará manchada de la tuya.

Larom había sido el primero en llegar al lado del cuerpo, algo que le había hecho parecer culpable a ojos de Kyra, una vez ambos llegaron a un entendimiento y vieron que no eran una amenaza, inspeccionaron al muerto, se trataba de un anciano, un humano, no pudieron ver nada más, ya que les sorprendió la voz de una enana que preguntaba quien los había contratado, otra que pensaba que ellos eran los responsables, pero no parecía asustada, solo curiosa. No muy lejos de allí una joven comenzó a gritar llamando a la guardia.

Halin, Kyra, incluso Mercy que se encontraba más lejana, escucharon un sonido, era como si alguien trepase por el puente, antes de que pudieran averiguar de qué se trataba un forjado saltó con un hacha de batalla en la mano dando un tajo tan profundo en la mano de Larom que casi se la amputa, el chico fue el único que no escuchó nada y el ataque le pilló desprevenido, por la gran cantidad de sangre que había perdido cayó gravemente herido al suelo inconsciente, su vida pendía de un hilo.

Dubitativa entre acercarme a investigar o no, mi dilema se ve interrumpido por una voz un tanto brusca, grave, pero sin llegar a los tonos masculinos. Me giro para ver a una enana, hacha, como no, en mano, con una actitud un tanto amenazante. Mi primera reacción es llevar mi mano a la empuñadura de la espada. Pero no llego a desenvainar. Lo más hostil que llega a hacer es lanzar el escupitajo. 

El tipo moreno decide tomar la iniciativa e interceder. Dejo que hable, pues parece que se le da bastante bien. Y, en efecto, convence a la recién llegada de que no es cosa nuestras, aunque parece decepcionada ante la noticia. No he reparado en la cuarta persona allí presente hasta que oigo el grito que pega. Pero, siendo realistas, con este tiempo no va a venir nadie. Igual que antes, es el moreno el que va a hablar con ella. Yo, por mi parte, me alejo del cadáver, o lo que es lo mismo, me acerco a la enana. -Bien hecho... Si la guardia no ha oído sus gritos, sin duda lo habrán hecho con los tuyos- Le digo mientras recojo la mitad del cabello que tengo suelta y lo escurro con delicadeza. A continuación lo aparto con un movimiento con la cabeza. Desde mi nueva posición, puedo ver mejor a la recién llegada: Una escueta muchacha de cabello negro. Resulta atractiva para la vista, sin duda. 

La escena ve interrumpida por el ataque de un forjado, que ataca furtivamente al chico, casi cortándole la mano. Sin pensármelo dos veces, me coloco el escudo y desenvaino la espada, para ir corriendo dirección al herido, posicionándome entre él y el enemigo en una posición defensiva. -¿Puedes ayudarle?- Le pregunto a a joven sin volver la vista del enemigo

Es fácil pensar que tienes mala suerte cuando las cosas no van como deberían, pero lo cierto es que eso es una simple falta de calculo igualmente la gente se excusa en el infortunio de sus vidas para no ver sus propios defectos, pero, puedes declarar que tienes mala suerte cuando te atrapa la tormenta en medio de la calle, encuentras un presunto cadaver, te confunden con el asesino del mismo 3 veces y ademas, que un simple gesto para levantar la mano para saludar y calmar, se convirtiese en una situacion donde la muerte por desangramiento es plausible, no se quien o como, pero algo casi me arranca la mano y parte del brazo, recibiendo un daño atroz, no puedo concentrarme en nada mas que el intenso dolor con el que apenas tengo experiencia controlando.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHhhhhhh!!!!!!!-. Grito de manera desesperada mientras caigo al suelo de rodillas, mas que verguenza o insulto lo que siento es una profunda sensacion de miedo mientras que chorros que para mi son mas grandes que cualquiera de los desagues a mi alrededor salen a traves de mi brazo.
-Maldiciooooon!!!, Hijo de puta, AAAHhh!!- Empiezo a insultar en todos los idiomas que conozco mientras me aferro con furia a la vida, rehusandome con todo lo que representa mi ser a la muerte.

Rió socarronamente ante el comentario de la mujer. Con la tromba de agua que caía dificilmente los guardias tendrían ganas de mojarse. Como tantos otros que estarían acurrucados bajo sus confortantes techos o al calor del fuego en una taberna. No le quitó la mirada según esta se acercaba.

Un sonido extraño la puso en guardia, algo más había por allí y les estaba acechando. Como una sombra y muy veloz un forjado se atacó al hombre que se excusaba con facilidad y apunto estuvo de rebanarle la mano. Un forjado, malditas criaturas metálicas y extrañas. Que pintaba aquella cosa allí y que tenía que ver con el tipo asesinado. Le daba igual, los forjados no le gustaban, en las tríbus bárbaras con las que había crecido se mostraban como demonios raros de la tecnología y la magia. Le haría saltar las tuercas si hacia falta.

Con un grito de batalla se equipó el escudo y desafío a la criatura a que fuera por ella y se alejara del muchacho. Pero las ganas de combate la pudieron, un grito gutural salió de sus labios y una furia se apoderó de su rostro hasta el extremo de casi desencajarsele la mandibula. Cargó como un jabalí, igual de pesada y de fuerte.

Levantó el hacha y con todas sus fuerzas la estrelló contra la cabeza del forjado.

La amenaza de la enana, no iba a amedrentarme. Era francamente amenazadora, pero la instrucción me había preparado para enfrentarme a peores horrores. El agua seguía cayendo sobre nosotros torrencialmente, empapando nuestros cuerpos.

De momento no había rastro alguno de la guardia. Pero esperaba que hubieran sido suficientes para alertar también a los moradores de las torres. En otra ocasión, en la que la lluvia no hubiera estado tan presente, habría gritado Fuego. Era bien sabido que el peligro ajeno no motiva tanto como el propio y que muchos más curiosos se asomarían ante un grito de alarma, que ante uno de auxilio.

Súbitamente, la aparición de un nuevo asaltante nos sacó a todos los presentes de la tensa calma en la que nos encontrábamos. Desde mi posición tenía dificultades para distinguir a aliados de enemigos, más que nada, porque ninguno de los presentes había mostrado una clara afiliación. El asaltante furtivo, bien podría ser el que había atacado a la figura que yacía en el suelo y ahora, alertado por las llamadas a la guardia, haber salido de su escondite.

El herido, parecía contar con la simpatía humana, y de la enana. ¿Compinches quizás? Quizás la pareja si, pero dudaba que conocieran a la enana con anterioridad, por las palabras que había escuchado al llegar. Debía medir cuidadosamente la situación y emplear mis armas con astucia. La situación táctica no era la más propicia. Había dejado distancia para poder prevenir y anticiparme a cargas. El herido impedía que pudiera interceder de forma adecuada, lanzando una ola de devastación y muerte sobre el asaltante.

"Lo único que puedo hacer por él, es abatir al agresor" -respondí a la humana.

Me preparé mentalmente, para lanzar una descarga de puro odio condensado, desde lo más profundo de mi alma.

Cortinas de agua caen desde el cielo a medida que atravesáis las pasarelas de Sharn. Los caminos de piedra y madera serpentean alrededor de las torres y altos capiteles, o junto a ellos, formando un complejo enrejado que puede resultar muy confuso en tardes como esta. La lluvia cae con fuerza, formando arroyos desde las pasarelas y balcones más elevados, en oleadas que os dejan empapados, y haciendo difícil la visión más allá de unos pocos pies por delante de vosotros. El brillo distante de las linternas siemprebrillantes, apenas visible en la acuosa penumbra, tiene poco éxito en iluminar vuestro camino en esta tarde calurosa y húmeda.

Qualion había llegado hasta la altura del puente cuando un grito lo alertó, una mujer llamaba a la guardia, entonces pudo ver de donde venía el alboroto, un hombre mayor se encontraba en el suelo, aparentemente muerto, a su alrededor había varias personas, un joven que agarraba su mano y gritaba improperios en varios idiomas, otra joven que se ponía delante del muchacho intentando protegerlo con su propio cuerpo, alejados de todos ellos la chica que había gritado, y en medio, una enana que cortó por la mitad el cuerpo de un forjado que cayó al suelo muerto al instante. De repente el pecho del forjado se abrió y un pequeño mecanismo con alas salió volando.

Las luces de las casas cercanas comenzaron a iluminarse, las ventanas se abrían y la gente comenzó a gritar:

-¡Un asesinato!

-¡Que llamen a la guardia!

-¡Están asesinando a un hombre!

-¡Asesinos!

Cortinas de agua caen desde el cielo a medida que atravesáis las pasarelas de Sharn. Los caminos de piedra y madera serpentean alrededor de las torres y altos capiteles, o junto a ellos, formando un complejo enrejado que puede resultar muy confuso en tardes como esta. La lluvia cae con fuerza, formando arroyos desde las pasarelas y balcones más elevados, en oleadas que os dejan empapados, y haciendo difícil la visión más allá de unos pocos pies por delante de vosotros. El brillo distante de las linternas siemprebrillantes, apenas visible en la acuosa penumbra, tiene poco éxito en iluminar vuestro camino en esta tarde calurosa y húmeda.

Esa tarde, como tantas otras, recorría la ciudad buscando alguna biblioteca. Comenzaba a pensar que, de encontrar una en ese momento, tendría que pasar toda la noche en vela revisando estante tras estante y ni siquiera sabía si encontraría allí el manuscrito que estaba buscando.

Tal vez debería regresar a la posada y continuar mañana a primera hora...

Pero de pronto, un tumulto llamó mi atención. ¿Una pelea en medio de la calle? No, alguien gritaba algo sobre un asesinato. Había oído que que las autoridades en esa ciudad eran muy lentas para lidiar con éstas cosas.

Tal vez deba intervenir...

Decidí acercarme cautelosamente para ver qué estaba pasando.

Lista para recibir el siguiente golpe del forjado, abro los ojos perpleja ante el golpe de la enana, el cual parte en dos a la criatura. -Jo-der- Sin duda he quedado impresionada. -Ya se con quien no debo tontear en el futuro- Pero no hay tiempo que perder, el muchacho moren sigue herido, aunque, a juzgar por todas las maldiciones que no dejan de salir por su boca, se puede concluir que tras el shock inicial, se encuentra mejor. Trato de ayudarle a levantarse, agachándome junto a él para pasar su brazo sano por encima de mi hombro. -Si puedes gritar tan fuerte, puedes levantarte- Sentencio. El altercado empieza a atraer atención no deseada. Mejor poner los pies en polvorosa. -¿Sabéis de algún sitio seguro donde guarecernos?- Pregunto a todos los presentes.

La furia de la enana hizo que el metal del forjado se abriera por la mitad como si fuera la carne de cualquier ser vivo, el hacha le atravesó sin problemas y cuando el arma tocó el suelo supo que el combate había acabado. Se trató de relajar dejando que la sangre caliente de su cuerpo se enfriara y pudo ver como algo salió volando del interior de este. No sabía mucho sobre forjados pero los bárbaros hubieran dicho que esa sería su alma. Se fijó que la chica que también había encarado al forjado se acercaba al herido para ayudarle, estaban ya los tres metidos en el lío así que más valía que salieran de allí pitando.

Se enfundó el hacha y agarró con el otro brazo al herido. - Vamos a los niveles inferiores, allí pasaremos más desapercibidos. Pero hay ya demasiada gente mirando le urgió a la otra muchacha mientras veía a la chica que había dado la alarma, otro hombre que se acercaba y la turba comenzando a gritar el asesinato. - O podemos quedarnos y decir que hemos detenido al asesino. O lo que quiera que fuese eso.