Partida Rol por web

Arisa tiene que soportar bruscos empujones y esquivar a varios tripulantes aterrados antes de llegar al camarote de Tomohiro. La estancia es de las pocas que se ha librado de los saqueos de los tripulantes, pero el precio que ha pagado el noble es muchísimo más alto que cualquier cosa que hay aquí. Aunque Lyashi ha conseguido que la Ryugujou llegue sin problemas a Okayama lo ha hecho a costa de hundir la reputación y el ánimo del noble, que ahora se sienta a su mesa con la cabeza entre las manos, bloqueado por la vergüenza.

Sólo... intentaba... mantenernos... a salvo - jadea...

Casa de variedades Akabeko. Estación fortificada de Okayama.

Manos que acarician a Sakura arrancándole gemidos de pasión, brazos que la rodean como si quisieran asegurarse de que ella es real, una virilidad llenándola con una enloquecedora combinación de fuerza y ternura.

Izume siempre hace el amor con Sakura como si fuera el fin del mundo.

A primera vista no podrían ser más dispares: él es un oficial intachable cuyo único defecto es una irreductible fe en la bondad del ser humano y ella la loca que ha ido rebotando de una guarnición a otra cuando sus oficiales al mando se hartaban de su afición a los explosivos. Sakura jamás habría imaginado que alguien como Izume pudiera compartir su condición de paria.

En sus viajes Sakura había oído hablar de los llamados "guerreros grises" de Okayama. Los rumores aseguraban que su gobernante Kaibuki Tsutomu (1), un antiguo comerciante autoencumbrado a director de estación, había encontrado una forma de domesticar a los terribles kabane, los engendros muertos en vida que aterrorizan al impero (2) desde hace décadas. La realidad es muy distinta: lo que Kaibuki ofrecía eran unas capas de color gris ceniza que consiguen que los kabane ignoren al portador... la mayor parte del tiempo. Siempre que haya otros humanos vivos alrededor los kabane ignorarán a quien lleve una de esas capas.

Izume hace rodar a Sakura hasta que ella cabalga encima de él. Sus grandes manos le acarician las fuertes caderas y muslos.

El secreto de las "capas muertas" convirtió a Kaibuki en un hombre fabulosamente rico e importante de la noche a la mañana. Cuando se nombró a sí mismo gobernador de Okayama la gente pensó que por fin tendrían algo que los protegiera de los imparables kabane. No podían estar más equivocados. Kaibuki distribuyó esas capas únicamente entre los soldados y combatientes que le mostraron lealtad y rápidamente se convirtió en un tirano que gobierna la estación con mano de hierro. Sus soldados patrullan la ciudad llevando kabane atados con correas como si fueran perros de presa. Si alguien les planta cara sólo tienen que soltarlos y después eliminar a los kabane que sobran.

Sakura - la arrulla Izume mientras le limpia el sudor de la cara.

Izume era un oficial de alto rango de la guardia de Okayama antes de la llegada de Kaibuki. Su impecable historial militar y la buena reputación de su familia le han protegido de la ira de Kaibuki, quien ha hecho todo lo posible por convertir su vida en un infierno. Degradado a simple capitán, obligado a hacer patrullas con la guardia llevando una capa defectuosa que apenas sí le oculta a los ojos de los "guerreros grises" (3). Los rumores dicen que Izume quiere eliminar a Kaibuki para recuperar su antigua posición, pero la verdad es que Izume quiere recuperar Okayama para sus habitantes y librarlos de la tiranía del despótico gobernante.

Sin duda se le podría calificar como idealista cabeza hueca, pero tiene el cuerpo de un dios...

Me río por un segundo al escuchar la broma de Takeshi y soy consciente que era la primera vez que lo hacía en días. Lamentablemente la megafonía se vuelve activar siendo ésta vez Lyashi la que habla y según la voy escuchando empiezo acelerar el paso hay la sala de máquinas.

- Esa mujer quiere montar un motín o que demonios. Takeshi, tenemos que darnos prisa para que la caldera nos explote por exceso.- le digo al ingeniero pero ya era demasiado tarde y la gente estaba entrando cual horda.

Lo peor no era eso, al menos para mí. Lo peor es que habían entrado en mi zona de trabajo y estaban desordenando todo. Así que cojo una llave inglesa bastante gruesa y golpeo con ella la pared con fuerza para que el ruido llame la atención de todos mientras me dirijo al frente de toda esa gente.

- ¡MUY BIEN, YA HABÉIS CONTRIBUIDO, AHORA TODOS VAIS A SALIR DE MI SALA ANTES DE QUE CUENTE HASTA DIEZ O ÉL QUE SE QUEDE PROBARA LO MISMO QUE LA PARED!- grito haciéndome oír por encima de la muchedumbre, se me notaba enfadado y acompaso mi amenaza con el movimiento de mi herramienta.

Yûki habia subido a Sachiko encima de sus hombros para evitar que se llevara algún golpe debido a los empujones. Sus ojos se estrecharon cuando vio a Lyashi - Espero que estes contenta - sus palabras restallaron como un látigo. La joven guardaespaldas estimaba a la morena, pero aquello que le había hecho a Tomohiro... Eso le habia dolido como si hubiera sido a ella misma.

Como pudo salió de alli, viendo que Hideo le habia echado un par de huevos. Tuvo que dar alguna que otra patada, pero al final logró su objetivo. Ir en busca de Simazhu.

El aviso por megafonía se le pasa por alto a Arisa, quien empieza a pensar que oye cosas debido a la falta de sueño. No es hasta que varios tripulantes avanzan hacia la locomotora cargando sillas, mantas y todo tipo de cosas, cuando se da cuenta de su error. Tras varios empujones y gritos por los vagones, Arisa consigue llegar hasta la estancia de Tomohiro, cerrando la puerta tras de sí con un gesto de horror. Se vuelve hacia Tomohiro frunciendo el ceño, pero está claro que las preguntas estaban respondidas con aquella reacción.

- Mogami-sama... - se presenta ella, con una reverencia. No puede evitar fijarse en la biblioteca del noble y siente algo de alivio al ver que no han podido o no han querido desvalijarla de momento - La presión les ha podido, Mogami-sama... Llevan demasiado tiempo encerrados en la Ryugujou y muchos de ellos se quejaban por no poder salir. Imagino que la idea de no llegar a una estación y quedarnos parados a medio camino ha causado toda esta desesperación... 

La joven se acerca con lentitud y permanece de pie junto al sofá del noble, sin saber muy bien cómo animarle. No puedo hacer lo mismo que Ryushun... En ese momento una pequeña idea surge en su mente, producida por toda la literatura clásica que fue obligada a leer. 

- No se preocupe, Mogami-sama. Esto será recordado como un acto de valentía, cómo toda la tripulación de la Ryugujou se unió para continuar su misión. Sin importar que estuvieran encerrados varios días. Sin importar que las quejas fuesen más frecuentes estación tras estación y que muchos quisieran ya destrozar la hayajiro... Y que todos lo pasen mal por querer dejarlos encerrados... - aunque Arisa había intentado darle un aire épico a semejante historia, recitar nunca se le había dado bien y poco a poco se da cuenta de que sus palabras no están sonando como pretendía. Se queda con los labios fruncidos un momento y abre la boca un par de veces antes de decidir hablar de nuevo - De todas formas... Lo mejor sería que salieran todos en algún momento en la próxima estación. La hayajiro podría sufrir más daños, hay que reponer muebles... Y seguramente todos estén más tranquilos para la siguiente. Además... - la psíquica se queda un momento pensando en sus pesadillas - He tenido una visión... extraña. Con la Ryugujou viajando. Lo mejor sería esperar unos días en la próxima estación antes de seguir viajando... Y poder asegurarnos de que el camino es seguro.

Arisa permanece a la espera de la decisión de Tomohiro, apretando el borde del asiento, nerviosa y todavía soñolienta. Tenía que averiguar de qué se trataba esa visión... Pero no quiero usar mi visión futura...

Con un último gemido de placer Sakura se deja caer sobre el pecho del hombre con el que acaba de practicar sexo...o hacer el amor según él.A Sakura le da igual cómo lo llamen,lo único que sabe es que aquel hombre folla como los dioses y que cada vez que se lo montan ella disfruta como nunca antes lo había hecho.Probablemente y si es sincera consigo misma,ello se deba a que con Izume es con la única persona con la que se puede mostrar tal y como es,incluso en los momentos en los que ha estado vulnerable él ha sabido cobijarla en sus brazos y escucharla sin juzgar nada,tan sólo estando ahí,con ella 

Sakura sabe que si Izume no fuera un idealista sus problemas serían menores pero él era así y ella no iba a intentar cambiarlo por nada en el mundo.Jamás lo confesaría ni bajo tortura pero ese aspecto de él le producía mucha ternura,la misma que provocaba en ella su manera de susurrar su nombre y acariciarla una vez terminaban de fornicar

Con los ojos entrecerrados y aún recuperando la respiración la mujer dejó que sus pensamientos vagaran por los últimos acontecimientos de la base y los rumores que había oído y de los que no había hablado con su hombre

-"Izume...hemos de hablar"-murmura dejándose caer a su lado en la cama.Su mano se quedó acariciando el pecho del hombre perezosamente mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas.A Sakura no se la conocía precisamente por su tacto al hablar y ella era consciente de que a veces era demasiado brusca pero no conocía otro modo de averiguar las cosas que deseaba saber por lo que sin más miró a su amante a los ojos y lanzó la pregunta-"¿Qué hay de cierto en los rumores sobre tú y Kaibuki?"-trata de que su tono sea suave pues quiere mantener una conversación madura con él sobre aquel tema en concreto

La mirada de "¿Tenías que sacar ese tema AHORA?" que le lanza Izume resulta hasta cómica. Sin embargo es lo bastante listo para darse cuenta de que ella no lo va a dejar estar - Me mataría si pudiera, pero teme las represalias que tomaría mi familia. En el fondo sólo es un cobarde avaricioso que ha tenido suerte - se apoya sobre un codo para volverse hacia Sakura y mirarla a los ojos - ¿Te das cuenta de lo que podrían significar esas capas muertas? Se podría limpiar Hinomoto de kabane. La gente podría dejar de vivir hacinada tras los muros de las estaciones, recuperar la tierra, dejar de depender exclusivamente de los señores de hayajiro para desplazarse ¡Recuperaríamos nuestro mundo, Sakura! Pero ese cerdo grasiento de Kaibuki se contenta con sus asquerosas riquezas y su mezquino poder...

Con gesto de total hartazgo escucho el segundo mensaje y asiento ante las palabras del mecánico, aunque se me escapa una sonrisita con la última parte del mensaje de la muchacha. Al ver entrar a la gente de esa manera no puedo evitar llevarme una de las manos al pelo mientras con la otra intento apoyarme en la pared para no ser arrastrado. Yo no estaba para nada nervioso hasta que una turba histérica ha amenazado con pasarme por encima. De manera fugaz veo entrar a la guardaespaldas con la chiquilla en los hombros e increpo con dureza a aquellos que ni se inmutan, moviéndolas a base de empujones. Yo tampoco me corto en usar los codos cuando me golpean, intentando mantenerme más o menos estable y levemente preocupado de que se produzca un puñetero motín.

Casi sin fijarme agarro a una muchacha que acaba de entrar y la aparto de toda la marabunta mientras Hideo intenta poner un poco de orden en la pesadilla.

-Creo que tenemos un problema.- Comento en voz baja al mecánico, que está a mi lado. No sé si estar rodeado de tanta gente le gustará, pero la última vez que desordené el espacio de trabajo me montó un follón de órdago, así que no debe estar especialmente contento.- Ya habéis escuchado al mecánico.- Se me escapa una sonrisa al verlo mover la llave inglesa, supongo que se le ha pegado de Natori-san.- ¡LARGO DE AQUÍ!.

Una vez soy capaz de moverme sin tener tanta gente arremolinada intento hacer balance de daños, tanto de lo que ha hecho la gente como lo que ha hecho la muchacha morena en el cañón. No es que desconfíe de ella, pero prefiero asegurarme de que está todo bien.

Tomohiro escucha a Arisa con el rostro congestionado por el cansancio y el miedo - Tal vez tengas razón. De todos modos habrá que hacer muchas reparaciones para que la Ryugujou vuelva a ser habitable. Es sólo que... - por un momento parece que va a guardarse lo que iba a decir - ... tengo miedo, Arisa-san. No sólo por mí, sino por toda la gente que depende de mí. Se suponía que sólo debía protegerlos de los kabane, pero esta gente del Kokuryukai me aterra. Quiero decir ¿Usar la plaga kabane como un arma? ¿Cómo... cómo puedo mantenerlos a salvo? Y luego está todo ese asunto de Kotaro desapareciendo justo cuando el Kokuryukai decide dar la cara. Ahora estoy convencido de que era realmente un espía y que tras haber conseguido toda la información que necesitaba ha vuelto para informar a sus amos. Lo único que se me ocurre ahora es seguir corriendo para evitar que nos alcancen... - se derrumba en su silla - No lo entiendo ¿Qué clase de fanatismo enfermizo les lleva a hacer esas cosas?

Arisa apenas ha podido empezar a digerir la confesión de Tomohiro cuando desde fuera se escucha una serie de golpes contra la hayajiro y unos gritos...

La fuerza de Hideo hace que la llave inglesa se doble y deje un boquete en el metal de la pared. Los gritos histéricos se reducen a un tenso murmullo mientras Lyashi empieza a manipular las válvulas y controles del motor secundario. De alguna forma los tripulantes se organizan para seguir echando cosas que quemar a la caldera bajo la furiosa mirada del kabaneri. Cuando la Ryugujou atraviesa finalmente los muros de Okayama los tripulantes se marchan dejando el vagón artillado patas arriba.

El incómodo silencio que sigue al chirrido de los frenos es interrumpido por unos golpes en el exterior acompañados de gritos...

Con Sachiko a cuestas Yûki recorre el vagón en busca de Shimazu. No le cuesta mucho encontrarlo en el vagón-comedor siguiendo el ruido de sus gritos.

¡CALMAOS DE UNA VEZ, IMBÉCILES! - vocifera el gigante a los aterrados tripulantes que intentan desmontar las mesas y asientos del vagón.

¡No queremos quedarnos atascados en mitad de ninguna parte! - la voz es la de Taguchi, uno de los pinches de cocina - ¿Dónde está Mogami-sama? ¡Queremos una explicación!

¿Pero vosotros habéis notado que disminuyamos la velocidad, estúpidos? - responde Shimazu - ¡Mogami-sama se está asegurando de que Untenshu-san y Natori-san nos mantengan en marcha! ¡Así que tranquilizaos y haced lo que se os ha pedido de forma ordenada! ¡Si la caldera revienta por un exceso de presión no nos va a servir de nada!

¡Eso es mentira! - replica Taguchi. Shimazu le hace callar poniendo la punta de su gigantesca espada bajo la garganta del hombre.

¿Quieres bajarte? - escupe el gigante con furia - ¿Ahora mismo? ¿Quieres comprobar si vamos más despacio? ¿Eh? ¿EH?

Taguchi le lanza una mirada asesina pero termina por retroceder con las manos en alto en un gesto apaciguador. Descontentos y rezongando los tripulantes se organizan para formar una fila ordenada y llevar combustible a ambas calderas. Los únicos sonidos que se escuchan son los de la gente trabajando bajo la atenta mirada de Shimazu, Yûki y el resto de guardias. Cuando la hayajiro finalmente cruza los muros de la estación Yûki y Sachiko se quedan a solas con Shimazu.

Ese imbécil de Taguchi traerá problemas - refunfuña Shimazu - ¡Maldita sea! ¿En qué demonios está pensando ese Tomohiro?

Sachiko mira a Shimazu con los ojos entrecerrados por la furia. Antes de que Yûki tenga tiempo de responder alguien golpea el exterior del vagón mientras grita con desesperación...

Una mujer golpea con desesperación el costado del vagón-comedor. En sus brazos sostiene un bebé de no más de un año que llora asustado.

¡POR FAVOR, LLEVAOS A MI HIJO! - se desgañita la mujer - ¡HARÉ LO QUE SEA PERO SACADLO DE ESTE INFIERNO! ¡POR PIEDAD!

Unos fieros rugidos interrumpen las súplicas de la mujer. Cuatro kabane cruzan las vías a la carrera abriendo las hediondas bocas.

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!...

Tras el "discurso" que había dado, abandonó la sala de control para dirigirse hacia donde Tomohiro-San le había ordenado, aún con el sofoco en su cara. A medida que iba andando, se percató del alboroto creciente que se desarrollaba a su alrededor, y a duras penas consiguió tomar algo de delantera a la histeria de la gente que iba en aumento. La situación la superó rápidamente, sin llegar a entender porqué la gente se lo había tomado tan a la tremenda.

Llegó hasta la zona del cañón y lo activó, conforme había quedado con Tomohiro-San y Kagura-San, ignorando por unos momentos la algarabía que resonaba a su alrededor. Cuando devolvió su atención al tumulto general, lo primero que se encontró fue una mirada de enfado en la cara de Yûki, así como sus palabras, que a pesar de no ser del todo audibles, para Lyashi fueron bien claras. El alma se le cayó a los pies y no supo como reaccionar. Ver a Hideo golpeando la pared con la llave de ése modo tampoco ayudó a que se tranquilizara, si no todo lo contrario.

De repente no sabía dónde meterse, y la rojez de su cara ahora no era de vergüenza por hablar en público, si no de oprobio porque sentía que de algún modo que aún no comprendía había decepcionado a quienes confiaban en ella, y eso le dolía mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir. Tenía mucho que aprender aún, sobretodo en materia de diplomacia y vida dentro de la Lady Lovibond. Ella era nueva allí y aún no tenía calibradas las reacciones de la gente a las posibles situaciones dentro de la Hayajiro.

Por suerte, el lugar donde ella estaba, manejando los controles de presión del cañón, era un lugar vetado a todo el mundo excepto a los trabajadores y no tuvo que sufrir empujones ni golpes, pero eso era irrelevante. El daño que le habían hecho las miradas de Hideo, Yûki, y ahora Takeshi, era más profundo y doloroso que un codazo o un puñetazo.

Al salir la gente, y antes de que ella pudiera hacer o decir nada, más que nada porque se había quedado quieta y callada no queriendo meter la pata de nuevo, unos golpes los sacaron de su ensimismamiento.

Al escuchar los gritos, Lyashi salió rápidamente con una fuerte sensación de premonición en sus entrañas. - No...no puede ser...ahora no, por favor. - iba rezando para sus adentros. Al salir al exterior, la escena la sobrecogió.

Los Kabane habían entrado en ésta ciudad también.

Ésto sólo podía significar una cosa, que la amenaza que había hecho el miembro de la Organización Kokuryukai no había sido en balde.

- Y yo he tenido que cagarla con todo ésto precisamente ahora... - si antes tenía el ánimo bajo, ahora se sentía casi perdida.

La mujer gritaba y alzaba el niño en su dirección, mientras tanto, cuatro Kabane corrían ansiosos hacia ella y su bebé. En sus ojos destelló una luz de rabia incontrolable y pronto a su alrededor se formó de nuevo el aura negra con los tentáculos, que lanzó hacia el Kabane más cercano. - ¡¡ NO LA TOCARÉIS !! - gritó, dispuesta a darlo todo para que no les hicieran nada.

Si no era capaz de hacer las cosas bien, quizá debería plantearse el no seguir allí.

Negros tentáculos de la más oscura sombra surgen de la espalda de Lyashi, estirándose hacia uno de los kabane a la velocidad del pensamiento. El engendro cae al suelo aferrándose el pecho y aullando de dolor...

Arisa asiente lentamente, algo más alegre tras ver que sus palabras han convencido un poco a Tomohiro, aunque se queda desconcertada al oír semejantes dudas del noble. Sabe que el Kokuryukai es algo peor que los kabane y respecto a lo de Kotaro, le habría gustado demostrarle si era verdad o no... Pero no quiero. No quiero ver algo horrible el futuro y ser yo la que lo cause. No quiero acabar con la vida de alguien que me importa...

La psíquica se queda en silencio, sin saber qué responder exactamente a Tomohiro. Finalmente se decide y cuando está a punto de ponerle la mano en el hombro, cuando se escuchan los gritos. Arisa levanta la cabeza y rápidamente se dirige a la ventana, pegando la cara contra ella para poder ver la situación. Por un momento la idea de que sea un miembro del Kokuryukai se le pasa por la cabeza, pero desaparece inmediatamente al ver al bebé con ella y los kabane acercándose. Su mirada pasa por los demás que han salido y las puertas que permanecen abiertas de momento.

Hay que sacarla de ahí. Sin pararse a pensar más, Arisa fija su mirada en la mujer y comienza a levantarla en el aire junto con su bebé, transportándola hacia una de las puertas abiertas de la hayajiro, lejos de los kabane. 

Al fin se habían ido todos pero por supuesto que habían dejado todo hecho un desastre, aún contemplo la llave estropeada y el boquete que había dejado.

- No le digas a nadie que he sido yo y ya me encargo de repararlo personalmente.- le comento a Takeshi dejando implícito quien era "nadie". Iba decirle algo a Lyashi para que ayudase con el estropicio que en parte había generado ella cuando unos golpes nos llaman la atención.

Lo que veo al asomarme me pone tenso al segundo sin siquiera dudarlo me suelto el colgante y empiezo a correr en dirección de la mujer con el bebe, sin siquiera darme cuenta del grito de la psíquica y el como esos tentáculos suyos empiezan a expandirse por el lugar.

- Takeshi, hora de poner a prueba el cañón, yo me encargo de la mujer.- le digo justo antes de saltar fuera del vagón.

Ladeo la cabeza mientras observo el pedazo boquete que el arrebato pasional del mecánico ha provocado. Por un momento se me escapa una sonrisita al imaginarme las represalias que le esperan y lo mucho que me divertiría viendo cómo le da su merecido, pero se me congela la mueca al darme cuenta de que probablemente el “colaboracionista” también sería castigado. Vamos, le cargaría el carro a Hideo por hacerlo y a mí por no haberlo evitado. No, gracias. Saludo de manera distraía a Isae mientras pienso en lo que nos puede pasar si alguien se entera de lo del boquete, no va a colar que un civil de la hayajiro lo ha hecho, lleva escrito "Made in Kabaneri" con letras de colores.

-Soy una tumba.- Le digo totalmente serio.- Aquí no ha pasado absolutamente nad...

Los golpes hacen que me quede a media frase, y lo que vemos al salir provoca que me aferre con ambas manos a la barandilla mientras dejo escapar una ristra de palabrotas a gritos que van a hacer que la muchacha morena se ruborice. Asiento con fervor a las palabras de Hideo, apartándome ligeramente para dejar espacio y que la chica haga lo que demonios esté haciendo. Me aparto de la baranda y retrocedo hacia el interior del vagón.

-¡Isae, cubre a Hideo!.- Tengo un segundo de duda y miro hacia el chico que se está yendo.- ¡Lleva ojo al agarrar al bebé, mendrugo!.- Les grito antes de entrar y ponerme a los mandos del cañón. No sé si lo hemos arreglado, pero más nos vale que sí. Pongo ambas manos en los mandos.- Que Dios reparta suerte...

Yûki habia bajado de sus hombros a la pequeña Shachiko, y la tenia pegada a las piernas cuando salieron afuera a ver que sucedia. Le dió un suave empujón hacia atrás para que se quedara con Shimazu mientras salia corriendo hacia la mujer sin pensarlo mucho. Podria haber disparado su rifle a vapor, pero eran cuatro, y aunque mientras sus pies cogian velocidad vió caer a uno, no sabia si alguien más de la hayajiro podria detener a los quedaban.

En cuanto llegó a la altura de la mujer, la cogió del cintura mientras se agachaba lo justo para coger impulso y saltar hasta el techo del tren. El bebe quedaba resguardado entre ambas, llorando a pleno pulmón como si fuera consciente de la situación.

Sonríe con cierta dulzura al hombre mientras acaricia su mejilla cuando él termina de hablar.Sakura pasa una de sus largas y torneadas piernas por encima de las de él y con un movimiento de cadera le atrae hacia ella.Es cierto que no era momento de sacar el tema de Kaibuki pero necesitaba saber a qué se enfrentaba realmente y si debía estar al lado de Izume o por el contrario...alejarse de él.

Besó al hombre con pasión mientras sus manos se enredaban en el largo cabello de él,una característica que le hacía aún más atractivo si cabía.Se separó de sus labios con un suspiro y esperó unos segundos antes de seguir hablando

-"¿Y cómo lo harías?¿Cuál crees que es el mejor modo de actuar?"-poca gente veía estas muestras de cariño o dulzura en ella pero con Izume las podía tener sabedora de que él jamás se burlaría de ella sino que las tomaría como algo natural e inherente a su forma de ser,a pesar de que era algo que realmente se alejaba bastante de cómo era ella en su día a día.Sin dejar de acariciar sus cabellos esperó la respuesta de su amante

Yûki es la primera en saltar del vagón y en llegar hasta la mujer y el niño, coger a ambos y saltar hacia arriba. En pleno salto nota una fuerza invisible tirando de ella y que la impulsa hasta que aterriza sobre el techo de la Ryugujou.

Los kabane gritan de frustración al ver cómo su presa se les escapa hasta que se fijan en Hideo, que también estaba corriendo hacia ellos con una velocidad sobrehumana.

¡ASANO! - grita Shimazu. Lanza su no-dachi de forma que queda clavada en el suelo por delante de Hideo, quien ahora dispone de un arma.

Cuando Takeshi va a subir al cañón cae en la cuenta de que la caldera aún sigue conectada al motor secundario y que ahora no es posible utilizarlo...