Partida Rol por web

¿Algún día entraríamos en una ciudad en uno de estos vehículos sin que tuviéramos que pasar por hordas de kabane?

Sinceramente creo que la única vez que monte en uno y no había kabane queriendo comernos fue cuando asaltamos la base de los bandidos, fuera como fuese estaba claro que todos teníamos experiencia en ésta situación y entre nuestros disparos y la conducción de Tomohiro estábamos consiguiendo pasar a través de todo ese infierno.

Sin embargo mi pistola vuelve a fallarme en el peor momento, iba tener que darle una buena revisión cuando estuviéramos de vuelta. Por ahora tendría que conformarme con un arreglo rápido mientras dejaba la situación en manos de Takeshi y Kouzumi-san.

Llevamos un rato recorriendo la marabunta de kabane y seguimos vivos. Todavía es temprano, aún hay tiempo de la gran hecatombe. Se me escapa una sonrisa al recarga de nuevo la ametralladora, que empieza a calentarse. Entonces es cuando oigo el silbidito que anuncia problemas. Niego con la cabeza con gesto de resignación.

-¡Oe Asano!.- Tengo que gritar fuerte para que me pueda escuchar por encima de mis propios disparos.- Deberías tratar mejor tus armas, creo que con ellas eres bastante gafe.- La risa se me agolpa en la garganta y me muerdo la parte de dentro de las mejillas para no soltar la carcajada, me parece que es tensión nerviosa.- O podemos conseguirte un silbato...

Aunque la situación no es para andar haciendo bromas no he podido evitarlo: cada vez que coge un arma el mecánico la lía de la peor manera posible.

¡¿Mogami-sama?! Arisa se gira rápidamente al oír por fin algo con sentido y sigue al grupo sin dudar un momento. Al ver cómo han reconvertido todo el castillo, la psíquica no puede evitar sentir una pequeña punzada de dolor, sabiendo que de alguna forma ha dejado que esos bárbaros lleguen hasta su propia casa. Se aparta intentando pisar nada más desagradable, aparte de la sangre ajena que ya tiene adherida a sus pies, al ver cómo algunos soldados terminan vomitando ante la masacre que hay en todo el pasillo.

Al oír su nombre y ver cómo la miran, Arisa saluda dudosa con la mano y se quita la máscara de gas, dejándola apoyada aún sobre su cabeza. La psíquica da un respingo junto a los demás en el momento en el que las puertas se rompen. La palabra monstruo la obliga a apretar los dientes y siente algo de familiaridad con la persona a la que va dirigida, a la vez que un horrible escalofrío le recorre la espalda. No es posible... 

Arisa se queda totalmente inmóvil en el sitio, con la boca entreabierta, sin poder creer lo que ve. Sachiko-chan... Por un momento, la guerra de fuera deja de tener sentido... No, más bien ahora todo tiene sentido. Recuerda a la pequeña Sachiko golpeándose la cabeza, en el camarote de Tomohiro y que esté allí no es una casualidad. Esto es una visión del futuro de Sachiko. Tengo... Tengo que averiguar qué se ha torcido para llegar a esto pero... 

- ¿Qué te han hecho...? - susurra Arisa, "mirando" a Sachiko con un gesto de lástima. 

La forma en que la llama "sensei" sólo hace que frunza los labios, aún más dolida por ello. ¿Cómo he podido dejar que llegue a esta situación...? No, no hay tiempo para pensarlo. Con pasos rápidos, se acerca y posa las manos sobre los brazos de Sachiko, dándose cuenta, apenada, que ni siquiera puede llegar a sus hombros. 

- Me llaman La Inmortal, pero no estoy aquí por mí propio pie. - dice, intentando buscar la forma más fácil de explicarlo - Vengo del pasado, de una visión que tuviste de niña. Necesito parar esta guerra antes de que ocurra, Sachiko-ch...-san. Sobre lo que has dicho antes, ¿recuerdas cómo se infectó la Ryugujou? ¿Qué ocurrió para que estos soldados llegasen aquí y pudiesen hacerse con el virus kabane? ¡Necesito saberlo! - le pide de forma imperiosa, sintiendo cómo esa necesidad de saber va incluso más allá de su cuerpo. Se lleva la mano a la cabeza, confundida por esa sensación y aún murmurando - Tengo que parar todo esto, tengo que evitar que... ¿Qué ha pasado con el resto de los Furuhashi? ¿Y dónde está Mogami-sama? - vuelve a levantar la cabeza, sin saber por dónde empezar a preguntar.

La joven sentía la tensión en el abdomen y las lumbares, que eran los músculos que más trabajaban en un intento de mantenerla lo más estable posible. Respiraba ritmicamente para intentar calmar la agitación del momento. uno, dos....uno, dos...uno, dos...

Cuando sintió que tenía un objetivo a tiro disparó, pero al momento venían más y su dedo volvió a apretar el gatillo un par de veces más

Corre con él sin soltarle y le mira alzando una ceja ante sus palabras

-"¡Y ME LO DICES TÚ!¡¿CÓMO SE TE OCURRE SALIR SOLO CON ESTO LLENO DE ELLOS?"-le mira enfurecida mientras sigue corriendo para evitar a los kabane-"¿Dónde vamos?"-pregunta al hombre sin mirarle aunque supone que él quiere ir a su casa familiar pero...

Le alivia haberle encontrado pero no entiende cómo ha sido tan estúpido de salir solo a aquel lugar repleto de kabanes y si salen vivos de allí va a oírla pero bien

Isae escuchaba la voz de su otro yo con creciente horror y preocupación, menos mal que iba la última porque así Suzume no podía ver su rostro. - ¡Calla....calla ya...no dices más que sandeces! - le contestó, repeliendo las ideas oscuras que estaban intentando entrar en su mente.

Durante un momento vio a Suzume totalmente desnuda y dispuesta ante ella, atada y amordazada, con cara de terror, y sintió repulsa ante esa imagen. - ¡Ya está bien! ¡Yo no soy así! - se gritó mentalmente.

Aquello le estaba empezando a pasar factura..pero...¿cómo lidiar con ello?

La oportunidad la pintan calva, o al menos así lo había oído en varias ocasiones. La difícil situación de los que estaban huyendo le daba una oportunidad de liberar tensión.

- ¡NO, TÚ NO....YO SÍ PUEDO! ¡APARTA! - gritó a Korusu, aunque dio la impresión que se lo decía a Suzume.

Los bandazos y giros bruscos de Tomohiro impiden que Yûki y Takeshi afinen la puntería. Pese a que consiguen abatir a varios kabane hasta tres de ellos consiguen aferrarse al pequeño vehículo: uno al lado de Tomohiro, otro junto a Yûki y el último a la caja trasera del vehículo donde Hideo acaba de volver a conectar la válvula defectuosa de su pistola de vapor.

¡Están desequilibrando el coche! - grita Tomohiro...

¡NO ME TOQUES! - el empujón telequinético de Sachiko es tan fuerte que si Arisa no pudiera contrarrestarlo seguramente le habría arrancado los brazos. Las alas de la chica se agitan y tiemblan por su ira, sus bordes convertidos en crueles filos serrados - ¿ES QUE ACASO HABER ESTADO BAJO TIERRA TE HA HECHO ENLOQUECER? ¡ESTE MUNDO, ESTA REALIDAD, ESTE... FUTURO... ES TODO CULPA TUYA!

Pálidos de miedo los guerrilleros se arrodillan y pegan la frente al suelo murmurando súplicas de clemencia. Los que están más alejados salen corriendo directamente. Algo en su pavor consigue aplacar un ápice la furia de la joven psíquica.

Interpretaste mal todas las señales, sensei - escupe la palabra con desprecio - Lo único que yo quería era que alguien me consolara, que me dijera que el demonio de ojos amarillos no conseguiría ¡ESTO! - hace un gesto con la mano abarcándolo todo a su alrededor - ¿Y qué hiciste tú? ¡ME HICISTE RENEGAR DE MI PROPIO PODER! Me obligaste a negarlo, a suprimirlo, y cuando llegamos a Gunkanjima ni siquiera pude avisar a mi padre que desconfiase de esa maldita mujer - su mano acaricia la katana que lleva al cinto. La misma que Tomohiro llevaba cuando era el señor de la Ryugujou - Al final él también se equivocaba ¿sabes? No existe ningún problema en este mundo que no puedas solucionar matando a las personas adecuadas - desenfunda la katana y apunta con ella a la cara de Arisa - Le odié. Durante muchísimo tiempo. Prometió cuidarme y a la hora de la verdad me dejó sola. Ahora le odio tanto como le echo de menos. Y también a Yûki, a Hideo, a Lyashi... - más lágrimas negras le recorren el rostro - Incluso a ti cuando moriste, maldita seas.

La katana queda en el aire, temblando frente a la cara de Arisa - ¿Por qué, sensei? - pregunta con la voz rota por el llanto y el rostro arrasado en lágrimas - ¿Por qué tuvieron que morir todos? ¿Por qué me dejasteis sola en este mundo oscuro y horrible? ¡CONTÉSTAME, SENSEEEEEEEEEEEEEEEEEEEI!...

Necesito ver cómo se encuentra mi familia - se explica Izume - ¡Tengo que saberlo! He perdido mi puesto en la guardia de Okayama. Si ellos también han desaparecido no me quedará nada.

Izume conduce a Sakura por calles amplias en las que resulta fácil esquivar a los pocos kabane que se encuentran, si bien también es cierto que la mayoría de los engendros de la estación deben estar acudiendo a la llamada de la Ryugujou. En cualquier caso Izume y Sakura se las arreglan bien con sus katanas, derribando a los kabane que se acercan demasiado a ellos de forma rápida y silenciosa hasta que llegan al castillo Kiyomi, hogar ancestral de la familia de Izume.

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! - grita Izume al ver el antaño augusto edificio convertido en una ruina ardiente y humeante - ¡PADRE! ¡MADRE! ¡HERMANA! - Izume está demasiado fuera de sí como para percatarse de que sus gritos están atrayendo a más kabane. De repente Izume echa a correr hacia las ruinas llamando a gritos a su familia, ignorando la espesa niebla roja que rodea el edificio y que a Sakura no le parece que tenga nada que ver con el fuego...

Los tentáculos negros de Isae brotan de su espalda y se introducen en el kabane que acosaba al hombre haciéndole reventar en una explosión de carne y sangre. Otros dos tentáculos golpean a los otros dos engendros derribando a uno y aniquilando al otro.

¡VAMOS, POR AQUÍ! - grita Suzume

Como si tú hubieras hecho algo, zorra aprovechada - se queja Korusu

Los tres supervivientes consiguen llegar hasta los soldados que empiezan a dirigirlos hacia la Ryugujou. Suzume se vuelve hacia Isae con una sonrisa.

Bien hecho, Ly... ¡AGH! - la base de la columna de Suzume desaparece en medio de una explosión de carne, hueso y sangre. La chica cae al suelo con la pelvis destrozada y la pierna izquierda unida al resto del cuerpo por apenas unos jirones de piel y músculo...

Ante el comentario de Takeshi solté un gruñido que quedó ahogado por el ruido de la ametralladora, sin embargo el gesto que lo acompañaba era bastante claro para el ingeniero. Era el mismo gesto cuando un engranaje o alguna de las tuberías fallaba a pesar de todos los cambios realizados.- Yo me he encargado de ella, ahora es mi pequeña y voy ahcer que sea la mejor de todas las armas de la hayajiro aunque me lleve años.

Sin embargo la situación empeora cuando saltan varios kabane por lo que viéndolos tan cerca saco la guadaña dispuesto a separarlos de nosotros para que el resto se centrase en los que aún teníamos delante. Sin embargo el traqueteo es peor de lo que me imaginaba y apenas alcanzo a uno de ellos.

Por el rabillo del ojo vió pasar la guadaña de Hideo así que optó por girar 90º hacia el kabane que queria alcanzarla por su lado y colocó su arma a la espera de que se abalanzara sobre ella para clavarle la boca de su rifle en su putrido cuerpo y disparar con la tensión del esfuerzo revoloteando en sus oscuros ojos.

Sin esperar si se lo habia quitado de encima se volvió hacia atrás, apoyando la rodilla en el asiento, para realizar otra tirada al bicho que se había agarrado por detras - ¡¡Agachaos!! - bociferó

Las palabras de Sachiko le llegan como un golpe más fuerte que el telequinético, una aguja que se clava al instante en su corazón. Ignora por completo a los soldados y permanece atenta a Sachiko con la rodilla hincada en tierra, caída después del empujón. Nota cómo sus ropas se van empapando de la sangre del suelo, una mancha roja de muerte que se abre camino entre el blanco ceremonial intentando alcanzarla. 

Arisa permanece en absoluto silencio, escuchando a Sachiko atónita y comenzando a entender poco a poco los sucesos que han llevado a esa desgracia y cómo, al principio del final, ella había sido la culpable. Esa filosofía no era algo que pudiera compartir pero incluso Tomohiro se había visto obligado a matar por un bien mayor. Este es un mundo cruel... No sirve de nada esconderse de él. Arisa recuerda sus visiones a través de los cristales de esa misma casa cuando apenas era una niña, los gritos inaudibles que escuchaba algunas noches en la Ryugujou... Y levanta la cabeza, encontrándose con la punta de la katana frente a ella, sin sorpresa alguna. Casi puede oír el llanto de Sachiko mientras habla, antes incluso de que llegue a producirse. 

- Porque no somos suficientemente fuertes. - responde con decisión en su voz incorporándose lentamente, aún con la temblorosa katana apuntándola - Porque te mentimos. Porque te dijimos que te protegeríamos cuando necesitábamos que tú también nos protegieras. Porque prometí cuidarte cuando no tenía la menor idea de cómo educar a una niña y me costó veinte años educarme a mí misma. Porque son cosas que se dicen cuando se espera que todo vaya bien, porque no esperamos que todo termine tan mal. Porque no estamos preparados para esto. 

Arisa toma el filo de la katana con la mano, deteniendo su temblor y desviándola y se queda con la vista fija en Sachiko. Por mucho que haya crecido y vivido, sigue siendo una niña asustada. Una que no supimos proteger bien... Un hilillo de sangre comienza a recorrer la muñeca de Arisa.

- Sachiko-chan, no volveré a dudar de ti. Incluso el poder que tienes ahora es menor que el que podrías tener si no te hubiera contenido. Sé que estás viendo esto desde el pasado y es una forma de decirme lo que debía hacer, lo que debía haber hecho y lo que deberé hacer y te lo agradezco. En el fondo eres mucho más sabia que todos nosotros. - esboza una sonrisa dulce. Arisa se acerca más a la punta de la katana, mientras el grosor del hilillo de sangre aumenta. Su sonrisa se reduce a un suspiro resignado - Puedes matarme si eso te hará feliz. Siento que hayas tenido que vivir todo esto sola... Por eso volveré, lucharé a tu lado contra el demonio de ojos amarillos y nada de esto ocurrirá jamás. Lucharé para que estemos bien. - el tono de su voz da a entender que no le queda ninguna duda, ni siquiera están las mentiras dulces que le había dicho de niña. La determinación de Arisa es tal en ese momento que da la impresión de que podría salir sola y desprotegida al campo de batalla y aún así, ganar la guerra.

Con la mano izquierda me agarro con fuerza a la baranda cuando Mogami-sama hace un giro particularmente abrupto. Creo que nuestro fin se acerca...

De todas maneras no puedo disparar en ráfaga contra los que ya están pegados al coche así que empiezo a recargar la metralleta con una sonrisa sesgada por el gesto del mecánico.

Sonrisa sesgada que se transforma en una desquiciada carcajada cuando observo cómo él intenta camuflar con una ayuda para librar a la muchacha de un Kabane un obvio intento de asesinato contra la guardaespaldas de nuestro señor. La risa se me congela un poco cuando la guadaña pasa demasiado cerca de mí, y me aparto con precaución.

El alarido de la muchacha hace que instintivamente haga un cuerpo a tierra y me cubra la cabeza con los antebrazos. Casi me dan un guadañazo, a ver si ahora me pegan un tiro. Al cabo de un par de segundos vuelvo a levantar la cabeza y me doy cuenta de que la principal amenaza ahora mismo son los bichos que nos cortan el paso, así que apunto la metralleta justo hacia donde se dirige el coche.

-¡Hay un montón, más nos vale espabilar!.- Grito por encima del ruido antes de abrir fuego. No quiero que a la joven la muerdan, pero no puedo evitar sonreír justo después de haberle disparado a los bichos. Camino un poco más despejado.

Asiente pues ya imaginaba que aquel era el motivo por el que Izume había salido de la seguridad del convoy.Lo que ninguno de ellos espera es que su hogar esté convertido en llamas además de rodeado de aquella extraña neblina 

-"¡IZUME ESPERA,HAY ALGO ANORMAL AHÍ!"-intenta detenerle

Suilen - Shintou Shite

Sachiko le dirige una mirada cargada de dolor - No lo entiendes - dice rechinando los dientes - Ninguno de vosotros fue capaz de entenderlo nunca.

Los pensamientos de la chica resultan mucho más esclarecedores - Maruo me convirtió en un animal rabioso. No eran mis poderes lo que debía dominar sino la furia, el dolor y el odio.

¡Mogami-sama! - un guerrillero baja las escaleras interrumpiendo la conversación - ¡Ha llegado el tren de la muerte! ¡La Ryugujou!

Bien - Recuperado el control de sí misma, Sachiko envaina la katana y le hace un gesto a Arisa para que la acompañe - Ven, sensei. Te mostraré lo que esa mujer hizo con nuestro hogar.

Sachiko sube sin prisas siguiendo al soldado - ¿No lo recuerdas? La plaga roja no fue un invento del Kokuryukai - le dice de repente - Fue todo obra de esa mujer: la plaga roja para convertir a sus enemigos a los kabane y la niebla azul para hacerlos arder. Su hayajiro era demasiado conocida en Hinomoto, así que utilizó la Ryugujou para extender la plaga por el país y convertirlo en este infierno. Ahora sabrás cómo.

Desde el balcón Arisa contempla una versión casi irreconocible de la Ryugujou: de color rojo oscuro, erizada de cañones y ametralladoras como una máquina salida del mismísimo infierno.

No es pintura - aclara Sachiko - Es plaga roja pura. Han estado bombardeando Hinomoto con la plaga durante tanto tiempo que el polvo ha formado una capa sobre el blindaje - Señala hacia el símbolo del perro rampante pintado en negro sobre el costado de la hayajiro - Die Kriegshunde. Nuestros enemigos.

Mientras habla el cañón de vapor apunta hacia el balcón - Sí, estoy aquí, Airin Zweihänder - Murmura Sachiko - ¿Qué me dices, sensei? ¿Quieres enfrentarte al tren de la muerte?

Apenas ha terminado de pronunciar estas palabras cuando el cañón abre fuego...

Izume se mueve tan rápido que Sakura sólo llega a rozar su ropa con la punta de los dedos mientras él sigue corriendo hacia la casa en llamas. Sin embargo se detiene cuando llega a la niebla roja.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAARGH! - Izume cae de rodillas mientras se lleva las manos a la garganta como si se estuviera asfixiando...

El interior del pequeño coche se convierte en un caso entre los bandazos de la guadaña de Hideo, el movimiento del rifle de Yûki y el golpeteo de la ametralladora automática. Los kabane no dejan de llegar de todas partes y saltar sobre el vehículo, pero de alguna manera Tomohiro consigue esquivar a algunos y pasar por encima de otros sin perder el control del vehículo.

¡Lo hemos conseguido! - grita Tomohiro triunfante - ¡Ahí está Kinomoto-san!

La joven soldado está mirando hacia el interior de la muralla de una casa señorial que se encuentra en llamas tras haber sufrido un durísimo bombardeo...

El Chisai Ryu se detiene con un chirrido de frenos junto a Sakura. Dentro de la muralla del castillo Izume se retuerce y emite gemidos ahogados que intentan ser alaridos de dolor mientras intenta arrastrarse fuera de la nube roja que rodea el edificio.

¡ASANO-SAN! - dice Tomohiro - ¡SÁCALO DE AHÍ! ¡QUE NADIE MÁS SE MUEVA!...

Sin duda la niebla roja que flota sobre Izume es la misma que mató al padre de Takeshi en Mibu. Si la niebla azul es algo que de alguna manera quema la sangre kabane debería ser posible salvar a Izume metiéndolo en un bancal de esa niebla. Le dolerá como el infierno y es posible que las quemaduras sean más letales que la plaga... Pero al menos Izume tendrá una oportunidad de sobrevivir.