Partida Rol por web

La frustración provoca en Kotaro un leve tic, haciéndole arrugar la nariz un par de veces al ver no sólo que su disparo no ha sido suficientemente certero, sino que además acababa de descubrir que se trataba de Nami, quien se dirigía peligrosamente al castillo. – Estúpido y débil… Así fui cuando decidí perdonarte la vida. – Vuelve la mirada a los soldados que estaban bajo su cargo, y posteriormente de nuevo hacia la muralla donde había visto a Nami. – Juro que si no se me hubiese confiado a esta gente, iría yo mismo a arreglar el error que provocó mi estúpida compasión. Bastarda secuaz de la escoria que gobierna Hinomoto… El fin de vuestro tiempo comienza hoy.

El aviso de Aspar le saca repentinamente de la maldición que estaba dirigiendo hacia Nami. Su estómago se estremece al sentir el retumbar del cañón; por un segundo siente como si su corazón se encogiera al escuchar el estruendo de rocas que caen tras dejar de formar parte de lo que era una torre.

Por si fuera poco, la maldita de la kabaneri había lanzado kabanes para sembrar el caos tras sus filas.

Hijos de puta… -- Maldice primero con rabia, para dar paso a una divertida sensación llena de adrenalina, sintiendo que se encontraba ante un reto entretenido que iba a dar fruto a un buen puñado de muertes. – Je… ¿Os creéis listos? Ojalá pueda ver vuestra cara de angustia cuando asumáis que éste no es más que vuestro fin. En especial la tuya, noblecito Tomohiro.

Encaja una granada azul en la unidad de tiro de su lanzagranadas y dispara justo al epicentro del caos que estaban comenzando a formar los kabanes. – No está mal… -- Observa satisfecho el efecto casi inmediato que tiene la niebla azul sobre los muertos vivientes.

Inmediatamente después es una granada de humo rojo lo que encaja en el lanzador del lanzagranadas. Trata de concentrarse y, dentro de lo buenamente que puede apuntar en parábola dada su posición actual, dispara con la esperanza de entorpecer la visión del artillero de la Ryugujou durante un buen rato.

Aspar – llama la atención del artillero – Voy a dirigirme junto al resto de soldados y tratar de centrar la atención de la Ryugujou en mí. Aprovecha para acercarte sigilosamente al agujero que hemos abierto en el vagón artillado. Quiero que hagas explotar dentro todas las granadas explosivas que puedas. ¿Cuántas tienes?*

En cuanto empiece a hablar a gritos cuenta hasta cinco. Tras ello, haz que reviente su puta artillería desde dentro. Cuando termines vuelve hacia mí. Después de esta batalla necesitaré un buen artillero a mi lado – termina, dándole a entender un claro ascenso si tiene éxito en la batalla.

Tomando una profunda bocanada de aire, corre a toda velocidad desde tras los restos del tanque hacia la parte trasera de la línea de soldados de Die Kriegshunde. Justo al comienzo de la hilera de sacos de arena, habla con los primeros soldados y les da una nueva orden – Lanzad un par de granadas de niebla roja tras el vagón artillado; quiero que creéis una pantalla de humo en esa zona. Dad cobertura al soldado que se acercará desde el tanque hasta dicho vagón.

Tras ello, vuelve a tomar aire y, como si fuera un bestial toro embravecido, corre de nuevo a gran velocidad y embiste con una potencia casi sobrehumana al ardiente cuerpo de uno de los kabanes, ensartándolo con su tekagi-shuko.

**¡MANTENEOS FIRMES! – ordena a sus soldados, buscando aplastar cualquier duda y titubeo que pudiera haber mellado su moral tras la reciente destrucción de las torres. – LOS BARCOS DEL KOKURYUKAI ESTÁN HUNDIÉNDOSE, Y LA RYUGUJOU SÓLO ESTÁ DANDO SUS ÚLTIMOS COLETAZOS ANTES DE MORIR.

JAMÁS LO OLVIDÉIS, ¡¡SOMOS EL FUEGO QUE ARRASARÁ CON LA PODREDUMBRE QUE EMPONZOÑA HINOMOTO!! – Alza el ardiente kabane ensartado en el tekagi-shuko de su brazo izquierdo, como si se tratara de un trofeo… y de un aviso para sus enemigos. – POR NUESTROS HERMANOS CAÍDOS. POR LA GLORIA. PERO SOBRE TODO, ¡¡POR LA NUEVA HINOMOTO!!

Tras un breve segundo para retomar el aliento, vuelve a hablar “muy” en voz alta.

CADA SOLDADO DE DIE KRIEGSHUNDE VALE COMO DIEZ DE LA RYUGUJOU, LO SABEN Y JUSTO POR ELLO VAN A INTENTAR COLARSE EN EL CASTILLO SIN LUCHAR.

LOS ESCUADRONES DE NUMERACIÓN IMPAR, VOLVED AL CASTILLO Y ANIQUILIDAD A TODO INTRUSO. ¡CADA CABEZA DE KABANERI TIENE UNA RECOMPENSA DE 100 MONEDAS! PROTEGED A LA COMANDANTE Y ASEGURAOS DE QUE EL DOCTOR PERMANECE EN SU LUGAR.

¡¡LOS DEMÁS NOS QUEDAMOS AQUÍ!! ¡¡SEREMOS EL VERDUGO DE LOS ENEMIGOS DE LA NUEVA HINOMOTO!!

Se desengancha la canana que contiene tres granadas de niebla azul y tres de niebla roja, y se la da al primer capitán de escuadrón que comienza a retirarse hacia el castillo. – Van tres granadas de niebla azul y tres rojas. Repártelas con el resto de capitanes y no dudéis en usar las azules contra los kabaneris. Hay mínimo un kabaneri intruso, tiene aspecto de mujer algo aniñada, pálida y de baja estatura; es muy rápida y peligrosa. Andad con precaución, puede haber más intrusos, kabaneris incluidos.

Vuelve la mirada al resto de escuadrones, concretamente a los de numeración par, y comienza a ordenarles dónde colocarse. Con algo de imaginación el escenario actual no era tan diferente a las batallas urbanas, a las que está más acostumbrado*** -- El escuadrón dos, posicionaos ahí y cubrid ese flanco. Escuadrón cuatro, aseguraos de volarle la cabeza a cualquiera que intente asomarse por esa zona. Escuadrón seis, acabad con cualquier enemigo oculto entre los raíles; usad más granadas de ser necesario. Escuadrón ocho, dad cobertura al soldado junto al vagón artillado; lo quiero de vuelta vivo. Escuadrón diez, apoyad al resto de escuadrones y preparaos para seguirme en cuanto os lo ordene.

Tan pronto ha dado las órdenes, y para darle tiempo a los soldados a posicionarse, vuelve a alzar la voz para llamar la atención de la Ryugujou.

TOMOHIRO, ¡¡TOMOHIRO!! – grita con furia mientras sostiene intimidantemente el humeante kabane delante suya. Lo agita levemente, como si quisiera señalarlo y mostrar el destino que le espera a quien se enfrenta a él.  -- ¡SAL, DA LA CARA Y DEJA DE ESCONDERTE TRAS LA MONTAÑA DE CADÁVERES QUE HAS PROVOCADO! ¡¡EL TIEMPO DE LA ESCORIA NOBLE COMO TÚ, QUIENES UTILIZÁIS A CIVILES COMO ESCUDO, HA TERMINADO!!

¿NO OS DAIS CUENTA LOS DEMÁS? ¡¿HASTA CUÁNDO DEJARÉIS DE COMPORTAROS COMO LOS PERROS DE LA NOBLEZA?! ¡¡TODAVÍA ESTÁIS A TIEMPO DE VIVIR!!

¡TRAEDNOS LA CABEZA DE TOMOHIRO Y DEMOSTRADNOS QUE TAMBIÉN ESTÁIS EN CONTRA DEL RÉGIMEN TIRANO DE HINOMOTO!

¿Cómo no se me ocurrió antes? Provocar y desestabilizar al enemigo es bastante divertido. Definitivamente un buen regalo del abuelito al nieto… Jejeje… -- Con una imperceptible sonrisilla recuerda a Munetani, preguntándose si alguna vez tuvo de verdad la intención de enseñarle algo así.

Al fondo, tras la primera línea de sacos de arena, se puede observar una corpulenta sombra que se dirige a toda velocidad hacia el grupo de kabanes que estaba ardiendo dentro de una nube de niebla azul.

Dicha sombra, que pronto se asocia con Kotaro, embiste con una potencia casi sobrehumana al ardiente cuerpo de uno de los kabanes, ensartándolo con la tekagi-shuko de su brazo izquierdo.

¡MANTENEOS FIRMES! – ordena a sus soldados – LOS BARCOS DEL KOKURYUKAI ESTÁN HUNDIÉNDOSE, Y LA RYUGUJOU SÓLO ESTÁ DANDO SUS ÚLTIMOS COLETAZOS ANTES DE MORIR.

JAMÁS LO OLVIDÉIS, ¡¡SOMOS EL FUEGO QUE ARRASARÁ CON LA PODREDUMBRE QUE EMPONZOÑA HINOMOTO!! – Alza el ardiente kabane ensartado en el tekagi-shuko, como si se tratara de un trofeo… y de un aviso para sus enemigos. – POR NUESTROS HERMANOS CAÍDOS. POR LA GLORIA. PERO SOBRE TODO, ¡¡POR LA NUEVA HINOMOTO!!

Tras un breve segundo para retomar el aliento, vuelve a hablar “muy” en voz alta.

CADA SOLDADO DE DIE KRIEGSHUNDE VALE COMO DIEZ DE LA RYUGUJOU, LO SABEN Y JUSTO POR ELLO VAN A INTENTAR COLARSE SIN LUCHAR.

LOS ESCUADRONES DE NUMERACIÓN IMPAR, VOLVED AL CASTILLO Y ANIQUILIDAD A TODO INTRUSO. ¡CADA CABEZA DE KABANERI TIENE UNA RECOMPENSA DE 100 MONEDAS! PROTEGED A LA COMANDANTE Y ASEGURAOS DE QUE EL DOCTOR PERMANECE EN SU LUGAR.

¡¡LOS DEMÁS NOS QUEDAMOS AQUÍ!! ¡¡SEREMOS EL VERDUGO DE LOS ENEMIGOS DE LA NUEVA HINOMOTO!!

Inmediatamente después se le puede ver hablando con algunos soldados, entregando parte de su equipo y señalando lugares dentro de la zona de batalla.

Sin embargo, a no mucho tardar, vuelve a alzar su potente voz.

TOMOHIRO, ¡¡TOMOHIRO!! – grita con furia mientras sostiene intimidantemente el humeante kabane delante suya. Lo agita levemente, como si quisiera señalarlo y mostrar el destino que le espera a quien se enfrenta a él.  -- ¡SAL, DA LA CARA Y DEJA DE ESCONDERTE TRAS LA MONTAÑA DE CADÁVERES QUE HAS PROVOCADO! ¡¡EL TIEMPO DE LA ESCORIA NOBLE COMO TÚ, QUIENES UTILIZÁIS A CIVILES COMO ESCUDO, HA TERMINADO!!

¿NO OS DAIS CUENTA LOS DEMÁS? ¡¿HASTA CUÁNDO DEJARÉIS DE COMPORTAROS COMO LOS PERROS DE LA NOBLEZA?! ¡¡TODAVÍA ESTÁIS A TIEMPO DE VIVIR!!

¡TRAEDNOS LA CABEZA DE TOMOHIRO Y DEMOSTRADNOS QUE TAMBIÉN ESTÁIS EN CONTRA DEL RÉGIMEN TIRANO DE HINOMOTO!

Y nada más bajo de a la muralla veo como ésta vuela en pedazos.- Joder Takeshi, le tenías ganas... Sin embargo ahora no tenía un objetivo claro hasta que a pesar del ruido de los tiros y gritos veo a ese traidor zarandeando un kabane cual bandera y no sé si es su discursillo de tercera o la sangre kabane que avanza por todo mi cuerpo pero una furia empieza a controlarme. Sin embargo esta es fría y metódica. Así que salto de vuelta a la torre y me dirijo hacia la artillería sin hacer caso a la mujer hasta que estoy preparado.

- Ha habido un cambio de planes, ya me encargo yo de la limpieza del lugar.- le digo mientras apunto el cañón hacia Kotaro.

¿Acaso piensas que quiero quedarme aquí? - pregunta el anciano - ¿Fabricando armas para estos asesinos? ¿Creando esas... - señala a los kabane gigantes de la jaula - ...máquinas de matar? - levanta sus manos encadenadas y se las muestra a Isae - ¡Por supuesto que quiero irme! Supongo que habrán traído la llave de estos grilletes.

Ya voy yo - dice Toshiie. El mercenario se afana con sus ganzúas y en menos de un minuto ya ha abierto los grilletes.

Has tardado demasiado - le recrimina Sachiko

¿De qué hablas? - pregunta Toshiie

Ya vienen - la mano de Sachiko tira de Arisa instándola a apartarse de la puerta.

¿De qué está hablando esa cría? - pregunta Kuroda - Es más ¿Qué demonios hace ella aquí?

Del pasillo se escucha el sonido de varios pasos...

No se preocupe, señor - responde Ambros señalando su cinturón - Tengo granadas suficientes para aniquilar a esos bastardos.

Aprovechando la cobertura creada por la nube de gas roja el soldado corre hacia el vagón y empieza a introducir granadas a través del orificio...

Kotaro no tiene tiempo de ver si su discurso tiene algún efecto en los tripulantes de la Ryugujou, pues Ambros le llama desde su posición en la trasera del vagón artillado.

¡LA TORRE! - grita como un poseso - ¡LA TORREEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

Los soldados de Die Kriegshunde levantan la vista a tiempo para ver cómo la torre artillada invadida por Nami apunta hacia Kotaro y abre fuego.

En esta ocasión la kabaneri no estaba actuando en solitario...

Takeshi se baja del cañón y está saliendo del vagón artillado cuando oye una voz a sus espaldas - ¡Tomad esto, malditos!

Dos granadas de mano entran por el agujero que antes abriera el tanque...

La muchacha morena sonrió de alivio al escuchar la respuesta del Doctor, pero el tiempo se les estaba acabando...como Sachiko se encargó de recordar. - ¡Rápido! ¡Destruya a esos engendros! ¡Haga algo! - le dice Isae al doctor, tratando de impulsarlo a sobrecargar la maquinaria, a revertir el proceso...a que hiciera algo para destruir a esos monstruos. Debían de tener algún mecanismo de defensa por si los kabane se liberaban o algo...¿verdad?

Ante la advertencia de la muchacha, Isae sacó el arco de vapor y lo cargó con una flecha con una punta especial, pues había pedido a los herreros que le cubrieran sus armas con el hierro conseguido con el corazón de su amiga transformada...hasta ahora no le habían hecho falta, pero posiblemente éste fuera el momento donde tendría todo el sentido emplear el regalo que le había hecho su moribunda compañera.

- Sachiko, Arisa, moveos de ahí...alguien viene. - dijo, con la voz tensa. - Cuidado con vuestros poderes, hay algo aquí.....malo. -

Tras el disparo a aquella cosa se acercó al hombre pero sin perder de vista a aquellas dos bestias del lateral. Confiaba en las demás para saber como colocarse ahora que sabían que el enemigo humano venia. Mandaba cojones que además de tener que lidiar con monstruos tuvieran que matarse entre ellos. Como si no hubiera perdido ya demasiado la humanidad.

- ¿Hay alguna otra salida? Y no hemos traido esas maravillosas capas que tenia Sakura-san ¿verdad? - la primera pregunta era para kuroda, lo último lo bufó con rabia mientras apuntaba a la puerta a la espera de que aparecieran

Justo estoy saliendo del vagón y oigo una voz detrás de mí que me pone el pelo de la nuca de punta. No suelo correr, pero si ha habido en algún momento de mi historia una razón para hacerlo sin duda deben ser los inconfundibles golpecitos que provocan dos granadas cuando chocan contra el suelo del vagón. Creo que esa es mi marca de salida.

Agarro de manera bastante violenta al soldado por el cogote y lo arrastro conmigo hacia la seguridad del exterior del vagón. Digo seguridad porque dentro ahora mismo hay dos granadas. Me dejo caer lo más lejos que puedo del vagón y abro la boca para que no se me revienten los tímpanos con lo que sé que va a pasar ahora. Me agarro con fuerza el torso con los brazos para resistir el posible impacto. Mi último pensamiento antes de que todo se vuelva un infierno es para Chihiro...

Pestañeo, totalmente anonadado por haber sobrevivido, y me estoy sacudiendo el polvo de la ropa e intentando hacerme una idea de la situación cuando escucho la serie de bravatas e idioteces que está escupiendo el traidor número uno. Miro a mi alrededor, la gente parece estar empezando a simpatizar con él. Abro la boca, totalmente estupefacto.

-¿Pero en serio vais a hacerle caso a ese imbécil?.- En el silencio que sigue al discurso mi voz suena alta y clara, con un tono de claro asombro.- Hace unos meses estaba de vuestro lado, ahora está masacrándoos...¿y vais a confiar en él?. Por favor, si ni siquiera ha sido capaz de mantener su cochecito en marcha...

No soy un gran orador, ni un político. Lo único que soy es una persona con muy mala baba y un laxo sentido del honor. Me rasco la nuca, mirando a los soldados y tripulantes de la Ryugujou que están a mi alrededor. Todos me conocen, y yo los conozco a ellos. Luego señalo al idiota sobredimensionado de pelo blanco.

-No ha habido un sólo momento a lo largo de toda su existencia en esta hayajiro en el que alguien no haya tenido que sacarle las castañas del fuego. Siempre el mismo procedimiento: discurso super chachi y pagado de sí mismo, la cagamos de mala manera y viene alguien a ayudarme. Ese es el modus operandi de ese mestizo, porque es un jodido inútil.- Nunca jamás he hecho ningún comentario acerca de la ascendencia de nadie, pero también es cierto que el hombre en cuestión se pasó una gran parte de su tiempo libre menospreciándome a mí. Y luego insultó a mi madre en su casa. Aprieto los puños con fuerza.- Mogami-sama le dio un hogar, lo ayudó cuando lo que merecía era que le pegaran un tiro. Pero no valía ni el precio de la bala.- Termino con los dientes apretados.- Y ahora está intentando mataros, como siempre arrimándose al sol que más calienta para poder salvar su despreciable culo. Le importan poco los nobles o Hinomoto, lo que quiere es salvar su asquerosa vida.- Me estiro en toda mi altura y señalo hacia el el vagón de Mogami-sama.- Nuestro señor siempre se ha portado bien con nosotros, y nos ha dado un hogar. Y ese maldito capullo lo está destrozando, y ahora pide que matemos a una persona que le dio protección y lo salvó. Yo sé a quién debo lealtad.- Termino con tono convincente mientras busco un arma para sumarme a la reyerta. Al final me acuerdo de algo, y levanto la cabeza hacia Kotaro.- Y tú, ya te lo dije una vez.- no grito como él, pero se me escucha claramente.- Deja de graznar.

Ahí es cuando oigo a alguien chillar acerca de una torre, y abro mucho los ojos al ver hacia dónde está apuntando la torre artillada. Levanto la voz con psicótica alegría.

-¡AQUÍ ESTÁN NUESTROS REFUERZOS!

Escuchar la voz de Aspar advirtiéndole de la torre le hizo dirigir la mirada hacia arriba de muy mal humor. -- ¿Qué coño haces gritando? Mete las putas granadas y sal de ahí.

Sin embargo, fácilmente pudo ver a lo que se refería el soldado. El amenazante movimiento del cañón que debería apuntar a la Ryugujou, ahora le apuntaba directamente a él. – Je… ¿Esto es todo? ¿Se acabó? – La mirada de Kotaro es retadora, incluso amenazante. – Entonces los dioses existen. Desde mi nacimiento habéis querido acabar conmigo, y habéis hecho todo lo posible para poner todo en contra. He de admitir que sois incansables, llegando incluso hasta aquí.

Kotaro se abre de brazos hacia el cañón que le apunta, asumiendo su fatal destino con firmeza, sin mostrar un ápice de cobardía mientras sonríe con una mezcla de rabia, amargor y desafío. – Me pregunto si de verdad conocéis las consecuencias de lo que hacéis. Una vez muerto podré vengarme de vosotros. Juro que os devoraré; os arrancaré vuestra divinidad de la manera más dolorosa posible. Esto no es más que el comienzo, escoria.

¡¡TODOS LOS ESCUADRONES, VOLVED AL CASTILLO!! ¡¡PROTEGED A LA COMANDANTE CON VUESTRAS VIDAS!!

LA CARNE MUERE. LAS IDEAS SON INMORTALES.

¡ MUERTE A LOS TIRANOS DE HINOMOTO !

¡¡ MUERTE AL VIEJO RÉGIMEN !!

¡¡¡ LARGA VIDA A LA NUEVA HINOMOTO !!!*

Escuchar la voz del soldado advirtiéndole de la torre le hizo dirigir la mirada hacia arriba con muy mal humor. Sin embargo, fácilmente pudo ver a lo que se refería el soldado.

El amenazante movimiento del cañón que debería apuntar a la Ryugujou, ahora le apuntaba directamente a él. La mirada de Kotaro es retadora, incluso más amenazante todavía.

Kotaro se abre de brazos hacia el cañón que le apunta, asumiendo su fatal destino con firmeza, sin mostrar un ápice de cobardía mientras sonríe con una mezcla de rabia, amargor y desafío.

¡¡TODOS LOS ESCUADRONES, VOLVED AL CASTILLO!! ¡¡PROTEGED A LA COMANDANTE CON VUESTRAS VIDAS!!

LA CARNE MUERE. LAS IDEAS SON INMORTALES.

¡ MUERTE A LOS TIRANOS DE HINOMOTO !

¡¡ MUERTE AL VIEJO RÉGIMEN !!

¡¡¡ LARGA VIDA A LA NUEVA HINOMOTO !!!

Arisa frunce el ceño al escuchar a Sachiko y su vista se dirige hacia la puerta casi antes de que ella lo diga. Con un asentimiento, se aparta de ella y tira de Sachiko hasta quedarse cubriendo al doctor y a ella. Se gira hacia él al escuchar sus preguntas y prepara su arco. 

- Esta “cría” es la que ha conseguido encontrarle dentro de esta fortaleza, así que le agradecería que mostrase algo más de respeto. - suspira - Somos psíquicas. Pero hay algo en este lugar que nos impide usar nuestros poderes… ¿Sabe algo de ello?

Todo empezó cuando apareció uno como esos… Se gira hacia los dos enormes kabane que están en las jaulas, frunciendo los labios y al escuchar a Yûki, da un respingo. Es una locura pero si no podemos usar nuestros poderes...

- Sé que puede sonar a locura pero… ¿Tiene alguna forma de controlar a esos kabanes contra los guardias? Nos ayudaría bastante si quiere salir de aquí con vida.

¿Quién cojones es aquel gilipollas que grita tanto?¿Acaso uno de los jefes del lugar?Bien,entonces habrá que meterle una granada por el culo para que se calle de una puta vez

Hideo da media vuelta y casi sin darle tiempo a reaccionar coge el cañón dispuesto a quitarle la diversión de acabar con aquel capullo.Mascullando algo que probablemente el culo bonito prefiera no escuchar la mujer se carga su lanzagranadas al hombro y analizando la situación con rapidez se fija en que la puta niebla roja va a joderle la vida de nuevo si alcanza a Izume

-"¡Me cago en vuestro putos muertos,cabrones!"-grita disparando en dirección a los soldados que están atacando a su hombre y compañía

El disparo de Yûki no consigue perforar la carne endurecida del monstruo ni su sólida jaula cardíaca, pero al oler la sangre su compañero de celda se abalanza sobre él intentando morder el agujero de bala. Las dos criaturas acaban en el suelo forcejeando y tirándose dentelladas el uno al otro.

Es el inhibidor psíquico - responde el viejo a la pregunta de Arisa - Es algún tipo de artefacto para impedir el uso de poderes psíquicos tanto dentro de la isla como desde fuera. Nunca lo he visto y no sé cómo funciona.

Sé que puede sonar a locura pero… ¿Tiene alguna forma de controlar a esos kabanes contra los guardias? Nos ayudaría bastante si quiere salir de aquí con vida.

En cuanto a eso, lo mejor es que no los suelten. Los Überkabane - señala a los dos monstruos que siguen peleando en la celda - están entrenados para reconocer los uniformes de Die Kriegshunde y no atacarlos. No lo hacen a menos que no haya ninguna otra presa disponible, claro. En cuanto a los suministradores - señala a los kabane encadenados - están tan débiles que aunque los soltaran apenas podrían moverse. Apenas les queda sangre en su cuerpo, y la que tenían ya ha sido procesada - da unos golpecitos a la tina llena de líquido rojo.

Vamos, que no puede controlarlos - apunta Toshiie

Si pudiera ¿crees que seguiría aquí encerrado, muchacho? - le espeta Kuroda.

Si tuviera que decirlo mirándole la cara que ha puesto cuando esos dos monstruos han empezado a matarse entre sí diría que no estoy demasiado seguro...

Sachiko se esconde detrás de Arisa temblando de miedo y agarrada a su kimono. En el pasillo aparece la figura de una mujer totalmente envuelta en una armadura de hierro kabane. En su mano derecha lleva una enorme pistola sin caldera de vapor y de su cadera izquierda cuelga una extraña espada de diseño occidental. La rodean un pelotón de soldados armados con fusiles que tampoco llevan caldera pero sí un extraño segundo cañón acoplado bajo el principal.

Así que las ratas se nos han colado en el sótano - dice la mujer mirando con desprecio a los intrusos. Su voz y su forma de hablar son muy parecidas a las de Kotaro, y contienen su misma furia - Rendíos, entregad las armas y sólo os mataremos ¡Resistíos y nos suplicaréis la muerte!...

Es ella, sensei - susurra Arisa - El demonio de ojos amarillos ¿Qué hago?

Al escuchar la explicación de Kuroda Arisa se pregunta cómo es que sigue pudiendo "ver" mediante sus poderes. Quizá sea por el tiempo que lleva usándolos de forma continua. Aún así el zumbido en su cabeza resulta aquí más molesto que en el patio. A duras penas ha podido recuperarse de la brutal pérdida de energía que sufrió mientras peleaba con el Überkabane ¿Qué pasará si lo intenta ahora? ¿Y con Sachiko o Isae?...

El disparo del cañón abre un gran agujero entre las filas de Die Kriegshunde, barriendo las barreras de sacos como si fueran simples guijarros. Cuando el humo se despeja hay decenas de soldados muertos o malheridos. Apenas se despeja el humo cuando Sakura distingue al comandante enemigo que antes había arengado a la Ryugujou. Está tumbado en el suelo medio cubierto por el cuerpo del kabane que llevaba encima. Desde esta distancia no puede saber si está vivo o muerto, pero le da igual. Carga su lanzagranadas, apunta y dispara.

Lo que queda del comandante enemigo ni siquiera puede llamarse "cuerpo"...

El apoyo de la torre de artillería envalentona a los soldados de la Ryugujou, que rugen entusiasmados y empiezan a devolver el fuego. Desde los bajos de la hayajiro surge una breve pero potente ráfaga de vapor que aleja la mortífera nube carmesí, pero ya es demasiado tarde para algunos. Los estallidos de las bolsas suicidas se mezclan con los siseos de los disparos de los rifles de vapor y de las armas enemigas. El combate parece igualado.

Un súbito estampido paraliza el combate durante unos segundos.

El cañonazo, llegado desde el mar, echa abajo varios metros de muralla y hace caer una de las torres. Tras atravesar la muralla, el gigantesco proyectil se estrella contra el castillo derrumbando gran parte del ala de ese lado. Una lluvia de fragmentos de piedra y mortero sale disparada hacia el patio matando al instante a los soldados más cercanos y repiqueteando contra el blindaje de los últimos vagones de la Ryugujou. A través del hueco de la muralla puede verse el acorazado Raijin. Sobre él, aún humeando a causa del disparo, se encuentra el masivo cañón que ha causado ese destrozo.

Mientras una grúa carga un nuevo proyectil, el cañón empieza a girarse hacia la torre donde se encuentran Hideo y Sakura. Los soldados de Die Kriegshunde corren a refugiarse al interior del castillo.