Partida Rol por web

-¿Asi que encontrsteis la carreta? Eso si es una verdadera casualidad. Esta zona está muy poco transitada y realmente... pensé que nadie sería capaz de encontrarnos.

El hombre, de cierta edad pero de porte robusto y vigoroso, se pasea nervioso por la caverna, como si buscara algo y rápidamente se percata de que sus dos acompañantes están algo aturdidos y avergonzados.

-¿Y vosotros? Me dijisteis que erais grandes guerreros y conocedores de estas tierras... Maldita sea, si no llega a ser por la oportuna llegada de estos forasteros ya estaríamos muertos.

Escucho la conversación mientras termino de registrar los rincones de la cueva. No parece haber nada interesante aparte del apestoso montón de cadáveres, que observo arrugando la nariz con desagrado. Me planteo utilizar mi lanza para revisarlo, cuando caigo en la cuenta de la cantidad de cosas que desconocemos.

Me acerco al sacerdote y trato de mostrar una sonrisa beatífica.

- No os enojéis demasiado con ellos, estos broos eran enemigos terribles. No ha sido fácil acabar con ellos ¡y nosotros somos cuatro y les hemos sorprendido! -les miro con cierta condescendencia y prosigo- Decidme ¿adónde os dirigíais? Tal vez podamos compartir el camino durante un tiempo.

Y de paso, pienso, averiguar dónde demonios estamos y cómo hemos llegado hasta aquí.

Swen mira con curiosidad los lugares que mira el recién liberado prisionero. Parece alguien poderoso o importante pero... si esta zona es una zona poco transitada y, por lo que parece, peligrosa -los broos los capturaron y él se procuró guardaespaldas para atravesarla- ¿qué le impulsó a atravesarla?

Para Swen está claro que "los espíritus" les trajeron aquí para algo. Ahora tiene que descubrir qué.

- Me alegro de haberos librado de estas aberraciones. Pero creo que no llegamos a tiempo -dice indicando el montón- ¿alguno era compañero de vuestra expedición? ¿Que os traía a un lugar tan inhóspito como este?

-Oh... si. -Dice el prisionero como si saliera de un trance y recuperara de pronto la normalidad. -Disculpen mi educación, viajeros. Mi nombre es Joh Mith; Soy un simple mercader que regresaba de Pavis, de realizar algunos tratos. Para no viajar solo decidí dar un pequeño rodeo hasta Moonbroth en busca de guerreros capaces de defender una carreta, pero... Fuimos sorprendidos por los broos y si... algunos de los nuestros están en ese montón.

Joh Mith suspira y sigue hablando.

-¿Y vosotros? ¿Os dirigíais a la gran Pavis o regresabais de ella? No es algo común encontrar a un grupo de...¿Brolia habeis dicho? Esto está en Carmania si no me equivoco, en el oeste del imperio. Estais muy lejos de casa.

No puedo evitar una fugaz mirada de asombro, que domino rápidamente ¿Pavis? Mi hermano me ha hablado de una legendaria ciudad al borde del desierto. Jamás creía que llegaría tan lejos en mi viaje ¿qué demonios hacemos aquí?

- Pavis... Sí, claro -trago saliva y me recompongo rápidamente, después de las dudas de Kenvent creo que debo improvisar y no esperar a que los demás nos saquen del apuro- Mi nombre es Willam, y, como mis compañeros, éramos guardas de una caravana que cruzó el Imperio desde Carmania hasta aquí, hasta los alrededores de Pavis. Después decidimos volver al corazón del Imperio por nuestros medios y resultó ser una decisión desafortunada. Me temo que estamos casi tan perdidos como vuestros guías, amigo Joh; nosotros no conducíamos la caravana, sólo ayudábamos a protegerla.

Le sonrío y le doy la mano con gesto amigable.

- Por cierto, mi nombre es Willam. Soy cazador y me suelo ocupar de buscar provisiones frescas si el terreno y la fortuna lo permiten.

- A mí me puedes llamar Issar. Quería viajar también al centro del imperio a empezar con negocios, creo que es una suerte que el destino me haya cruzado con un mercader. Aunque bueno, ha hablaremos de eso más tarde. Ahora, están todos bien? desde cuando los tienen ahí encerrados? Han comido?

Erikand había tenido suerte. Si era un buen mercader y le habían salvado la vida, quizá le daría un empujón con su nueva dedicación. Sabía que un mercader siempre controlaba bastante información, así que podrían encontrar a la "niña" antes.

-Nos capturaron anoche, justo cuando comenzabamos las guardias. Al parecer uno de mis hombres se quedó dormido... -Mira a uno de los prisioneros que agacha la cabeza avergonzado. -... Y fuimos presa fácil de estas bestias. Su lider era un iniciado de Malia, señora de la enfermedad y buscaban algunos sacrificios humanos para su diosa. Por un momento pensé que ibamos a morir todos. Yo no soy un guerrero sino un comerciante y solo pude rezar con todas mis fuerzas para que mi dios, Issaries, mandara ayuda, pero claro... ¿Qué podría hacer un dios del comercio y los caminos en ese caso? Asi que fué una suerte que llegaseis aquí en ese preciso instante.

Joh Mith se apresura a salir de la caverna mientras os habla. Cuando llegais fuera el aire cálido os parece la cosa más refrescante del universo comparado con el hedor d ela caverna. En unos instantes llegais hasta la carreta, donde Joh Mith comprueba que todo esté en su sitio.

-Necesitaré nuevos caballos y reaprovisionarme, pero creo que no falta nada y podré continuar mi camino. ¿Y vosotros, os dirigiais a Pavis decís? En ese caso no compartimos la misma ruta. Yo vengo de allí y voy en dirección contraria.

Algo sorprendido por el aura que rodea al mercader, y poco conocedor del imperio, Swen decide pasar a un segundo plano y dejar que aquellos que mejor se desenvuelven no tengan que arreglar sus torpezas.

- ¿Que vamos en dirección contraria? No conozco los lugares de los que hablan pero juraría que Aldar dijo todo lo contrario.

Aún si siente desorientado tras su largo y extraño viaje y, aunque aún piensa en Ahrya, algo le dice que los espíritus les han traído aquí para algo. No creo que fuera simplemente salvar a este -poderoso- mercader. Debe ser algo más que seguramente tenga que ver con él.

- ¿Issaries? ¿Adora al dios de los caminos? ¿Nos trajo él aquí para ayudarlo? ¿Ese extraño paseo por las montañas fue cosa de Issaries?

Swen carraspea un poco tratando de sacarse el polvo de su reseca garganta.

- ¿Has dicho Issaries? ¿Que hace un orlanthi comerciando por el imperio?

Asiento ante las preguntas que formula Swen y luego me apresuro a unirme a la mentira de Aldar para aclarar las cosas:

-Nosotros tampoco vamos a Pavis -afirmo sin haber escuchado nunca el nombre de este lugar-, como ha dicho mi amigo, vinimos escoltando una caravana, pero ahora estamos intentando volver al Imperio -lanzo una mirada veloz a Aldar-. Tal vez podamos viajar juntos, con la ayuda de Issaries, seguro que no nos volveremos a perder -propongo con una leve e inocente sonrisa.

No puedo evitar cierta sorpresa al escuchar al mercader ¿es posible que su fe fuera lo que nos trajera aquí? He oído hablar de los poderes milagrosos de sacerdotes y hombres santos de algunos dioses pero algo así... ¡Y ni siquiera parece consciente de lo que ha hecho! ¿y por qué nosotros?

Me acaricio el mentón, observo los cuerpos de los monstruos caídos y vuelvo a sonreír. En fin, sea lo que sea, hemos cumplido.

- Sí, señor Joh Mith, nosotros no vamos a Pavis. Podemos viajar juntos al menos durante un trecho. Seguro que será beneficioso para todos.

-Me uno a la propuesta. Seguro que usted puede darme algún que otro consejo sobre diferentes mercancías y negocios. Me gustaría mucho escucharlos... Si no le importa compartir alguna que otra experiencia.

Erikand sonríe a Joh, esperaba poder aprender algo de él. Algún nombre o algo que pudiese permitirle empezar el negocio.

-Si regresais al imperio entonces podriamos compartir parte del camino. Sería un placer para mi viajar con unos guerreros tan capaces. El único problema... es que una vez encontremos la carretera que conduce a Sartar y al Paso del Dragón yo debo desviarme al norte. Llevo una mercancía para el Dagori Inkarth, la tierra de los Uz (trolls negros). Si estais dispuestos a escoltarme hasta allí os pagaré generosamente y además, puede que encontremos un atajo hasta el Imperio. ¿Que me decís?

Los lugares de los que habla el comerciante suenan muy lejanos para el novato chamán. Pero Sartar y el Paso del Dragón es algo que le es conocido. Allí hay hermanos orlanthis. Los espíritus le han traído noticias de la lucha de estos contra el impío Imperio Lunar. La idea de unirse a ellos fluye por su cabeza antes de recordar el objetivo marcado por la profecía: Arrhya. El comerciante les ofrece unirse en su caravana hasta un territorio habitado por... ¡trolls! Orlanth no ve con buenos ojos a esos engendros de la oscuridad. ¿¡Que hace este issarí* comerciando con ellos!? Pero parece que puede ser un atajo hacia su destino... Swen se queda mirando a sus compañeros con un interrogante en sus ojos. "¿Que os parece? Yo lo haría..." parece decir.

- Nos hemos encontrado con trolls en el pasado ¿recordáis? Allá en el norte, y la experiencia no fue mala -paseo los dedos por la pechera de piel de wywerna y sonrío- Además, viajar con el señor Mith ayudará a solventar nuestros problemas de ubicación y posiblemente nos facilitará encontrar agua y comida por el camino.

Arrugo un poco la nariz por el olor nausabundo de la cueva. Empiezo a desear salir de allí lo más pronto posible.

- De todas formas, me gustaría saber dónde está la guarnición imperial más cercana, aunque solo sea para valorar otras opciones ¿en Pavis, quizá? Es posible que los imperiales tengan medios de transporte más rápidos que un rodeo por tierras trolls -apunto, rascándome la nuca como hago siempre que valoro opciones.

Mientras salís de la caverna, Joh Mith no puede evitar el oír el comentario de Aldar.

-No sé si podría ayudaros, pero una de mis esposas vive en Pavis actualmente, y tiene buenas relaciones con Sor'El, gobernante de la misma. Puede que si hablais con ella encuentre la forma de enviaros hasta el corazón del imperio de forma rápida y segura. Lamentaría no tener vuestra compañía, pero aún tengo tiempo de buscar otra escolta.

Hago un gesto ostensible de desagrado. Empiezo a mirar hacia el suelo por los alrededores.

- ¡Uf! ¡Este olor es insoportable! Voy a hacer un último registro de este sitio y saldré fuera -les lanzo una significativa mirada a mis compañeros- Creo que deberíamos discutir esto con más calma ¿no os parece? No creo que nuestro amigo necesite una respuesta inmediata. Podremos hablar ahí fuera con cierta tranquilidad.

"Y a solas", pienso, "aunque el mercader sea de fiar, esos dos gorilas no parecen un dechado de virtudes". Cojo una lanza o un palo largo y remuevo los rincones de la cueva con extremo cuidado de no tocar nada directamente. No quiero tener que quemar los guantes...

Erikand asiente.

-Será mejor hablarlo entre nosotros, las dos opciones son buenas, y deberíamos decidir entre todos.

Erikand sigue caminando con Aldar hasta fuera de la cueva.

Lunares en Pavis, orlanthis en Sartar, trolls en Dagointart o algo parecido... Por todos los truenos, realmente el mundo es muy grande fuera de Brolia... -pienso para mis adentros un tanto confundido mientras salimos de la cueva-. Seguir a Joh parece seguro, pero esa tierra de trolls nos puede deparar demasiados peligros, tal vez sea mejor ir a Sartar, donde al menos adoran al Dios de las Tormentas...

Al salir de la caverna nauseabunda, corto un trozo de tela de la manga y me la anudo en torno a la pierna, para tratar de ayudar a la herida a cerrarse.

Después de parlamentar brevemente con mis compañeros descubro con cierta sorpresa que estamos todos de acuerdo ¡no solía ser tan rápido! Me acerco al mercader y le explico con una sonrisa que hemos decidido acompañarle.

- De hecho, le tomamos la palabra en cuanto a su propuesta de atajo hacia el corazón del Imperio. Espero que llegado el momento nos ayude. Por nuestra parte, haremos lo posible para no fallarle -exclamo, tendiéndole la mano con la suficiencia de un negociante.

Me giro satisfecho, hasta que de repente caigo en la cuenta de algo... ¡no hemos pactado el precio por nuestra protección!

-Celebro que podamos compartir camino- Dice Joh Mith satisfecho. -Estoy lejos de mi ruta habitual y vuestra compañía me da la confianza que necesito para poder disfrutar del viaje. Además, sereis recompensados debidamente al final del trayecto.

El mercader revisa la carreta, comprueba que no falta ningún cajón de su mercancía y concluye:

-En cuanto hayamos conseguido nuevos animales de tiro y algo de comida extra, partiremos hacia Dagori Inkarth con el beneplacito de los dioses. ¡Por el poder de Greyskull!*

Fin del capítulo