Partida Rol por web

- Serás... - digo poniendo los ojos en blanco, bajando un poco la mirada mientras el cabello cubre ligeramente mi rostro. - Mis notas son buenas... - replico y le saco la lengua en esa posición. Luego cuando me susurra aquello en el oído, abro los ojos como platos y la contemplo con cara de ahora te mato, pero se me pasa e intento centrarme lo más que puedo en la clase. 

- Pues, está en tus manos revertirlo. - agrego sonriendo y cuando habla de que ella también es un gato, asiento. - De esos que arañan y van a su bola. - río por lo bajo, me toca meterme con ella un ratito mientras el profesor se acerca para escuchar nuestra respuesta. 

Pese a que se podría pensar que Krista se esmeraba con superar a su hermana mayor en el campo de su especialidad, nada era más lejos de la realidad. Adoraba a esas criaturas y tenía ese pequeño deseo de algún día llegar a ayudarlas con sus conocimientos. Cuando llegó a clases, se sentó con sus compañeros de casa, hasta que el profesor de la asignatura los dividió en tres grupos. Juntó sus materiales escolares y se acercó a ellos, sonriéndoles amigablemente.

Siempre escuchando a sus compañeros de grupo, asentía con su cabeza suavemente cuando concordaba en lo que decían. Iba agregar algo sobre quienes podían ver a los Threstral, que solo aquellos que habían asumido dicha muerte del ser querido podían visualizarlos, pero se silenció a sí misma por su futura compañera en San Mungo. O eso esperaba.

—¿Un unicornio? No, por supuesto que no. De hecho, matar a un unicornio es muestra de que habita una gran maldad en el corazón del asesino. Y dudo que puedan ser domesticados, cuando los magos le han hecho tanto daño a los de su especie. Claro que no estoy generalizando, pero es lo que sale en los libros —aclaró, buscando en su mente más motivos por los cuales descartaban al unicornio—. Además, su hábitat abarca mucho más que las que especificó el profesor. Coincido con sus apreciaciones iniciales —asintió con una sonrisa—. Las características corresponden a un Threstal, sobre todo por el inmerecido. A veces los magos piden su ayuda como medio de transporte porque tienen un gran sentido de la orientación. Siendo que nadie más duda, ¿llamamos al profesor también?

Al ver cómo estaban de acuerdo, Ralph suspiró más tranquilo. Si cuatro mentes pensantes llegaban a la misma conclusión, siendo que una de ellas incluso había tenido uno, era bastante probable que fuese correcto. Las miró a unas y otras, sin querer interrumpir en su conversación acerca de cosas un poco raras. Pero la más importante de todas es que ya habían llegado a una conclusión y se iba a notificar al profesor.

No obstante en cuanto hablaron de mascotas se puso a rebuscar algo en su bolsa, hablando de un modo casi automático en cuanto hacen mención a gatos que arañan y van a su bola.

Normalmente ese tipo de gatos suelen estar traumatizados con algo. O no han sabido tratarlos. Sólo se trata de dejar su espacio a cada uno y negociar poco a poco, con hechos, los límites y las zonas donde ambas partes están bien. Es más fácil de lo que parece... ¡Aquí!

Interrumpió su propia frase al sacar una pequeña foto que entregó a las muchachas para que pudieran verla.

Él es Baito-sama. Es una transformación del nombre Bite, en referencia a un mordisco. Es casi más viejo que yo y es muy señorial y cariñoso.

Sabía que su compañera era alérgica y por ello nunca lo había conocido, lo cual le daba cierta pena aunque intentaba no demostrarla en exceso.

¿Los honores?

Preguntó a la muchacha que se encontraba distraída sin comprender exactamente a qué se refería. Tras encogerse de hombros asintió, fuese lo que fuese lo haría para apoyar al grupo con el que estaba trabajando. Enseguida regresó a su tarea para centrarse en algo que conocía.

La verdad es que me gustaría ver alguno de cerca alguna vez.

Las palabras de Dana sobre las notas de Annelie hicieron que alzase una ceja con cierta extrañeza, pero prefirió no intervenir más de lo que ya estaba haciendo, que era más del doble de lo que acostumbraba. Pero por algún motivo se sentía en confianza con una buena parte de las presentes. En su lugar miró de reojo a esperar si el profesor se acercaba para dar la respuesta o no.

- Por favor, yo hago lo que sea necesario para mantenerte feliz. - Digo, sonriente.

La descripción de Annelie de mi comportamiento gatuno me provoca pequeña risita, pero, sin embargo, es la intervención de Ralph la que fuerza un carcajada fuera de mis labios. Para evitar que parezca que me río como burla a algo que él ha dicho, explico el porqué de mi reacción.

- En este caso, ella estaba hablando de mí. Soy animaga y mi forma animal es un gato azul ruso. Aunque... vaya, pareces todo un experto en el comportamiento de los gatos. - Cuando termino la frase, miro con gran atención la foto del precioso gato que el Ravenclaw nos enseña. - Vaya, es un gato precioso. Por desgracia, yo no tengo aquí ninguna fotografía de mis gatos para enseñárosla...

Al terminar la conversación acerca de gatos, aunque he de admitir que podría pasarme todo el día hablando de Sauron y Winter, mis pequeños peludos, hago un barrido con la mirada hacia el resto de grupos de estudiantes, hasta quedarme, de manera involuntaria, con la mirada fija en Suki, y suspiro. 

Cuando devuelvo la atención a mis tres compañeros de grupo, me noto algo perdida en la conversación, y miro a Annelie con disculpa, esperando que me explique de qué hablan, puesto que no había estado atenta.

Mire con alegría la foto del gato de Ralph, era bastante mono, pero por mucho que me gustara verlos, estar cerca de ellos era casi mortal para mi. - Es un gato precioso, de verdad.

Luego casi me rompo el cuello cuando, al fin, pillo la broma de los tres gatos de Dana al decir que era animaga. ¡Una animaga! Yo quiero aprender, quiero quiero quiero...mucho. Me puse frente a Dana y cogí sus manos de forma ceremoniosa, mirándola con ojitos brillantes y cara de súplica. Le hablé con voz tenue para no ser escuchada por el profesor. - Siempre he querido aprender a ser animaga, es fantástico que tu lo seas a nuestra edad, debes ser un prodigio, ¿Podrías enseñarme? - Parpadeo varias veces tratando de verle como un achorrito adorable, nadie puede decirle que no a un cachorrito adorable, con papá casi siempre funcionaba.

El viento azota mi cara mientras atravesaba las puertas del castillo y ponía rumbo a la clase de Cuidados de Criaturas Mágicas. Nunca fui demasiado bueno con los animales, pero me pareció una buena forma de conocer más sobre la fauna mágica, y tampoco es que el resto de optativas me convencieran demasiado.

Cuando llego a la clase, el profesor acabad de dividirnos por grupos y nos entrega un papel. Tanto Marcus como Greenley bromean con mi metida de pata durante la fiesta de selección, y no puedo evitar reírme.

-Tenía que deleitar a esos novatos con mi dulce voz- le respondo mientras imito la pose de un cantante -además el himno es una tradición y es la última vez que iba a poder cantarlo. Y ahora, resolvamos este acertijo.

Leo la hojas con los 3 enigmas y comienzo a cavilar, hasta que Marcus responde a una.

-Si, yo también creo que se refiere a los cangrejos de fuego.

Guau...

Es todo lo que el chico consiguió decir ante la idea de que fuese una animaga tan joven. Probablemente dentro de unos años entraría en alguna colección de cartas, si es que no estaba ya. También sintió cierta envidia por ser incapaz de llegar a un nivel ni similar. Pero la envidia se le pasó mientras contemplaba la escena ¿tierna? entre Lucy y la gata. Aquella mirada era difícil de resistir, pero los gatos son grandes negociadores. Se preguntaba quién ganaría mientras de su bolsa sacaba una pluma y apuntaba algo en una libreta pequeña.

Contemplo a mi amiga, como quien cuida de alguien que se quiere mucho y al ver que se queda allí boba con la rubia, le doy un pequeño codazo para que me mire a los ojos. - ¿Te doy un pañuelo para limpiar las babas? - pregunto al susurrar en la cercanía de su oído tras la conversación sobre la animagia. Sé que es todo un mundo, pero dada mi condición, como que le huyo a las transformaciones de cualquier índole. 

​​​​​​- Es hermoso, muy muy hermoso. - digo sobre el gato, luego alzo la mirada y miro hacia un punto donde Dana sabe que me quedo allí una eternidad. Echaba de menos las vacaciones, tenía libertad y ahora las había perdido por completo por obvias razones. Y mientras intento mantener el ánimo, sigo atenta a lo que dicen los chicos, muchas veces mirando hacia un punto fijo y luego hacia los demás. 

Parpadeo repetidamente ante la petición de Lucy. A ver si lo he entendido bien, ¿quiere que yo...? No, no puedes ser. No, ¿verdad? Intento encontrar las palabras indicadas para explicarle que no me veo capacitada para emprender dicha tarea. Es decir, apenas he sido capaz de dominar la habilidad, ¿cómo voy yo a enseñarle? 

- Yo... esto... no... es decir... Estaría encantada de ayudarte, pero... ¿has pensado en el riesgo que conlleva el proceso? - Digo casi con miedo, no a su respuesta, sino ante la posibilidad de cualquier fallo. Uno de los motivos por los que mamá, y, posteriormente McGonagall se negaron inicialmente fue por las posibles consecuencias que provocaría un error. - Quizá McGonagall sea mejor instructora que yo...

No es que, por lo general, dude en exceso de mis capacidades o habilidades, pero esto... es sin duda demasiada responsabilidad para mí. En caso de aceptar, si no soy capaz de enseñarle correctamente, podría, involuntariamente, destrozar su vida.

Cuando miro hacia Annelie, noto un aura de anhelo que me provoca un pinchazo de preocupación en el pecho. Sin decir nada, opto por abrazarla desde la espalda, como muestra de afecto y protección. Pase lo que pase, venga lo que venga, yo siempre estaré ahí para ella.

Lucy hace un dramático pucherito y te pone una mirada suplicante. - Si se lo digo a la directora ella se lo dirá a mi padre y estaré castigada el resto de mi vida... - Lucy sabe que lo tiene dificil, así que no te insiste más, pero su carita abatida y llena de tristeza es dificil de ver y no reaccionar.

- Estoy segura de que podría conseguirlo, transformaciones se me da muy bien y tengo un núcleo mágico muy estable... - dice en voz baja, sin dirigirse a nadie en concreto, como si fuera la débil voz de tu conciencia tratando de convencerte.

Notó enseguida que todos bajaron el tono para no llamar la atención del profesor, o al menos lo suficiente para que no les escuchase con facilidad. El muchacho hizo lo propio. Hablaban de castigos y de riesgos realmente altos. Él en aquello no podía ayudar, así que decidió alejarse un paso para dejar espacio a las tres chicas, mirando de unas a otras alternativamente. No se le daba mal la transformación pero no se veía a sí mismo como animago ¿qué tipo de animal le tocaría? ¿una ardilla californiana? La verdad es que le hacía gracia imaginarse a convertido en ardilla correteando por algún árbol mientras movía la naricilla.

En cualquier caso sacó la libreta para tomar otra nota y volver a guardarla.

Desde el momento en el que había entregado los papeles, había estado poniendo el oído en los tres grupos. Ver quién se acordaba de lo estudiado en años anteriores, quien participaba y quien no, y todo ese tipo de cosas.

No pude evitar sonreír al escuchar las conversaciones que tenían los tres grupos. Todos habían participado y todos habían adivinado la criatura que les había tocado en muy poco tiempo. Era más, alguno de los grupos empezaban a hablar entre ellos de cosas que nada tenían que ver con la asignatura. Se les veía implicados y certeros en las conclusiones, y por supuesto no sería yo quien les mandara callar. Si habían concluido la tarea, eran libres de charlar mientras esperaban que los demás terminaran.

Fui a acercarme al primero de los grupos para escuchar su respuesta, pero al ver que los otros dos también habían terminado, continué sólo para recoger los tres papeles. Una vez los tuve en la mano, volvía a donde estaba.

- Muy bien los tres. La verdad es que me han sorprendido, no podría estar más orgulloso. Las tres criaturas que han adivinado eran, un Blowtruckle era la del primer equipo, una Cangrejo de Fuego la del segundo equipo y un Thestral la del tercero. Si quieren repasar estas tres criaturas, en la página 26 de sus libros de Cuidado de Criaturas Mágicas encontrarán el Cangrejo de Fuego, en las páginas 44 y 45 encontrarán los Thestral, y en la 58, los Blowtruckle.

Mantuve unos instantes de silencio, mientras esperaba que todos aquellos que aún estuvieran murmurando, atendieran. - Muy bien. Una vez terminada la prueba de... nivel postvacacional, vamos a ver a la primera criatura del curso. Y claro, no podía ser otro que Atreo. - El pequeño Clabbert, aún sobre mi hombro, pareció sosprenderse al escuchar como lo nombraba. Sin duda estaba algo nervioso, a pesar de que lo hubiéramos ensayado varias veces.

Extendí mi brazo izquierdo hacia delante, dejando la palma hacia arriba. Poco tardó Atreo en darse cuenta de que su función acababa de comenzar, y con dos saltos, fue recorriendo el brazo hasta quedarse sobre mi palma, muy quieto, y con la mirada clavada en los alumnos. - No te pongas nervioso. - dije casi susurrando a Atreo.

- Los Clabberts. Criaturas mitad mono, mitad rana, aunque con algunos elementos que no son propios de ninguna de las dos criaturas. - empecé a explicar a los alumnos, con un tono lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan. - Son originarios de América del Sur, pero actualmente se ha exportado al mundo entero. Son criaturas que suelen vivir en los árboles y se alimentan principalmente de lagartos y pájaros pequeños.

- Ahora llega tu parte, pequeño - volví a susurrar a Atreo. - Como pueden ver, su piel es suave, desprovista de pelo, de color verde jaspeada. - al mismo tiempo que hablaba de las características de la piel, compruebo como Atreo empieza a darse la vuelta, aún en la palma de la mano. No sin esfuerzo, ya que no se trataba de una criatura demasiado pequeña, terminó dando la espalda a los alumnos, dejando ver con más claridad las características que estaba mencionando.

Con una sonrisa en el rostro al ver que el Clabbert estaba desempeñando su papel a la perfección, continué la explicación. - tienen membranas entre los dedos de ambas manos y pies - dije al mismo tiempo que Atreo se volvía a poner de cara a los alumnos, extendiendo los brazos hacia ellos, y separando los dedos para dejar ver las membranas. - los brazos y piernas son largos y flexibles, lo que permite al Clabbert balancearse entre las ramas con la agilidad de un orangután, - continué mientras Atreo movía los brazos de lado a lado. - Tiene una boca ancha provista de muchos dientes afilados, - dije al mismo tiempo que la pequeña criatura abría la boca. - Y en la cabeza tiene unos cuernos cortos y en el medio de la frente tiene una gran pústula que se vuelve roja y luminosa cuando advierte algún peligro.

Vi como el Clabbert agachaba la cabeza mostrando las dos últimas características a los alumnos. Sin duda lo había clavado. - Tal vez esta última sea la característica más particular de estas criaturas. En América, los magos y brujas tenían Clabberts en sus jardines, precisamente por la habilidad que tienen de advertir el peligro. Simplemente los dejaban en algún árbol del jardín y cuando éste se encendía como si fuera un árbol de navidad, sabían que estaban en peligro. Finalmente, se llegó a la conclusión de que no era una buena idea, ya que llamaba la atención de los Muggles. A pesar de las multas y sanciones que se imponen a los que utilizan Clabberts con tal fin, se sigue traficando con muchos de ellos. - a cada palabra que iba diciendo, me daba cuenta que cada vez sonaba menos como una lección de escuela y más como una charla pro derechos de las criaturas mágicas. Por lo que decidí no continuar hablando.

- Muy bien, Atreo. - dije una vez más en bajo, para a continuación ir mirando uno a uno a los alumnos. Me fui acercando a ellos mientras trataba de escoger a uno de los alumnos. - Señorita Grindelwald, ¿sería tan amable de acercarse, coger a Atreo y acercarle al resto de compañeros? - dije mirando a la joven. - Está bien educado y adiestrado. No os morderá ni nada por el estilo. - añadí esta vez hacia el grupo, para justo después volver a mirar a la joven a la que me acercaba poco a poco, sabiendo que en cuanto se acercara lo suficientemente cerca, Atreo saltaría a ella, colocándose en su hombro. - Es una criatura muy amigable. - concluí casi como si tratara de escusarle.

- Si tenéis alguna duda, no dudéis en decirla en alto.

 Siento el abrazo de Dana, siempre me reconfortan cuando navego en esos mares tan oscuros que me hacen perder el norte en varias ocasiones. Y por esa razón le devuelvo el abrazo e intercambio una significativa mirada que refleja un estoy bien así puede quedarse tranquila, que más allá de mis despistes e incluso pensamientos que hablan por sí solo, ahora mi situación se ha encauzado y más no puedo pedir. Al margen de ello el profesor Jaden continúa con la clase y sí, hemos acertado con bastante facilidad, algo que bueno me sorprende porque sin darme cuenta soy muy afín a las criaturas mágicas de forma innata. 

Luego de las explicaciones, me pica la curiosidad sobre los mencionados debido a lo que se habla de ellos, pero todo aquello se disipa al ver como Atreo colabora con Floyd. No puedo evitar hacer caras, me matan de ternura los dos y pese a que debo mantener cierta rectitud, pues, es imposible cuando una cosita tan pequeña que conozco en demasía, hace aquellos movimientos para que pueda explicar Jaden con facilidad. 

Después me llama a mi y abro los ojos sorprendida, así que rápidamente me incorporo del lugar sólo para recibir a Atreo que rápidamente juega con mi largo cabello. Momento en el cual sonrío divertida, ya que es una costumbre que se ha pillado él conmigo. - Tenemos que portarnos bien, Atreo. - susurro al pequeño y miro a los ojos al Profesor. - Claro Profesor, ahora lo acerco para que todos puedan verlo. - digo a modo de respuesta mientras giro sobre mi propio eje así lo voy acercando uno a uno. Pero claro, me conozco demasiado con el Clabbert y no finge tan bien como nosotros los adultos. - Miren chicos. Es hermoso... ¿Verdad? - pregunto a Dana, Suki y a quien se acerque, aunque intercambio una significativa mirada con la primera. 

Cuando mi amiga se acerca al profesor para tomar en su mano al clabbert, una sonrisa se dibuja en mi cara, la cual mantengo cuando esta nos acerca al animalito. Antes de centrar mi atención en la criatura, miro a Annelie a los ojos, y le dirijo un pequeño guiño. Después, me agacho ligeramente, apoyando mis manos sobre mis rodillas, y examino respetuosamente con la mirada a Atreo.

- Hola, amiguito. - Digo en un tono de voz ligeramente más bajo de lo normal. - Supongo que te lo dicen a menudo, pero eres precioso. - Acerco lentamente una mano hacia el clabbert, pero sin llegar a tocarlo. - ¿Me permitirías tocarte? - Le acerco algo más la mano, sin embargo, dejo un pequeño espacio para que sea este quien decida si me lo permite o no. La gente tiene la costumbre de tocar animales que no quieren ser tocados.

Lucy mira al clabbert sin animarse a tocarlo, no es por miedo, simplemente no siente demasida fascinación por el animalito. Le parece curioso, divertido, puede que incluso simpático, pero cree que la expresión que ha usado Dana de "precioso" es pasarse un poco.

- Toda una "monada" - dice con tono bromista mientras espera a que la compañera siga adelante con él.

En su interior se alegró de haber acertado hasta el punto de tener que reprimir una pequeña celebración interna. Le gustaba empezar con buen pie.

Acto seguido el profesor comenzó a hablar y a mitad de sus palabras Ralph ya sabía de qué animal se trataba. De hecho él mismo ya había tratado con la criatura. Sonrío al ver las reacciones que provocaba en el resto de estudiantes pero él, por su lado, se quedó revisando los libros y sencillamente alzó su mirada para pronunciar un sencillo.

Hola, Atreo.

En su cabeza rondaban decenas de dudas pero consideró que no era ni el momento ni el lugar, así que decidió centrarse en las lecciones como foco para evitar caer en al tentación.

La clase tocaba a su fin. Para ser el primer día, todo había ido bastante bien, lo cual siempre era de agradecer. Además, la actitud de los alumnos había sido buena y se veía que recordaban todo lo estudiado en años anteriores.

- Atreo, ven. - dije con un tono lo suficientemente alto como para que el Clabbert me escuchara. Al momento, vi como fue dando saltos hacia mí, alejándose del grupo de alumnos.

Clavé una de mis rodillas en el suelo y extendí un poco el brazo izquierdo hacia el suelo. Atreo saltó sobre el brazo y fue trepando hasta llegar a mi hombro. Cuando éste se acomodó, me volví a incorporar y miré a los alumnos.

- Si alguien quiere repasar la información acerca de los Clabberts, la tienen en la página 53 de sus libros. Eso es todo por hoy. Tengan un buen día y no se metan en demasiados líos. - dije con una sonrisa, invitándolos a marcharse.

Aula de Estudios Muggle

Este aula había sufrido un cambio bastante grande, en lugar de los habituales pupitres colocados en línea Megu se había encargado que se forma un circulo ya que sabía que eran pocos los alumnos que habían tomado esta asignatura, por lo que sería mejor para sus intenciones de cómo dar la asignatura esa disposición. Entró portando su agenda en el aula y la coloco en la mesa mientras saludaba a los alumnos:

Buenos días… espero que estéis bien todos.

Les observa unos segundos, se imaginaba que estarían algo confundidos por la distribución del aula, por lo que decide explicarlo:

Seguro que estáis un poco sorprendidos por cómo están colocados los asientos… he pensado que como somos pocos así será mejor y podremos hablar con más naturalidad todos. Os explico un poco como quiero que sean las clases… aunque si lo preferís a partir de la próxima podemos hacerlas de la forma normal.

Se coloca sentada en la mesa del profesor y abre su agenda para después decir:

Me gustaría que las clases fueran muy dinámicas… que habláramos todos, yo propongo un tema y vamos hablando de él, lo que sabéis que hacen los Muggles, lo que pensáis que hacen, hacer unas reflexiones… bueno, hoy me gustaría hablar de cómo se comunican los Muggles a largas distancias, ¿Qué pensáis?

AULA DE ESTUDIOS MUGGLES

Al entrar en clase, me quedo ligeramente en shock, la profesora Okada había cambiado por completo la distribución de la clase, y ahora todos nos sentaríamos en círculo. Papá siempre ha dicho que para grupos pequeños, es mejor sentarse en círculo, ya que favorece la comunicación, así que quizá sea ese el motivo de la profesora para realizar dicho cambio. 

- Buenos días, profesora Okada. - Digo con una sonrisa, y me dirijo hacia un lugar cualquiera, donde me siento. 

Cuando mis compañeros llegan y Okada nos explica cómo quiere que sean sus clases para, después, proponer un tema sobre el que debatir en esta clase, recuerdo las veces que he visto a papá hablando por teléfono o escribiendo cartas a otros amigos músicos residentes en países lejanos. 

Levanto la mano algo dubitativa, si bien me gusta este tipo de clase, es posible que el formato perjudique de alguna forma a aquellos compañeros que, al revés que Marcus y yo, por nuestra condición de mestizos, no han tenido contacto con el mundo muggle.

- Eh... mi padre usa mucho un aparato llamado teléfono. Hay dos tipos, uno que siempre está enchufado a la corriente eléctrica de la casa y al que denominan "fijo", y también está el móvil, que se puede llevar a todas partes, aunque a veces se queda sin batería, y hay que enchufarlo también durante unas horas...

Aunque también pensaba en hablar de la comunicación por carta, puesto que es distinta en muggles, decido no seguir hablando, y dar oportunidad a otro compañero, u otra compañera, a que intervenga.

AULA DE ESTUDIOS MUGGLES

Esperé las instrucciones de la profesora, yo conocía bastante bien el mundo muggle, un familiar era un squib, y para mantener la familia mas únida, todos habíamos aprendido ciertas cosas muggles. La curiosidad sobre cuanto más habría, era lo que me hizo tomar esa clase. Levanté la mano antes de hablar.

- Soy Mathew, se que los muggles también usan cartas como nosotros, pero no las mandan con lechuzas, por lo que el correo es más lento. Luego inventaron el teléfono, no se mucho de como logran que funcione, eso que dice Dana de la corriente y la ¿bataría?, pero si se que sirve para hablar con otra persona que también tenga uno, como si fuera la red flú.