Partida Rol por web

El pirata que logró derribar a Sigmund sonrió tontamente cuando vio a este yacer ante él. Se disponía a golpearle en el suelo cuando Nae asomó por el camarote. Con un imperturbable gesto de concentración la indescriptiblemente hermosa elfa colocó la felcha en su arco, lo tensó y fijando sus ojos en el objetivo soltó la cuerda para impulsar la saeta hasta la cabeza del pirata. La interrupción cogió por sorpresa a los bandidos que no contaban con aquel refuerzo enemigo.

Nae, con una letal delicadeza cargó de nuevo su arco mientras el otro pirata corría hacia ella alzando su espada desbocado.

Había acabado con él pero el otro pirata se dirigía hacia ella a toda velocidad por lo que los movimientos de Nae tenían que ser rápidos antes de que este se encontrara tan cerca de ella que le fuera imposible dispararle. Antes de que se acerque tengo que disparar porque con las espadas no soy precisamente buena...pensó la joven para sí misma.

Tensó el arco, apuntó nuevamente y disparó. Otra vez su flecha fue certera y acabó con el pirata. Le gustaría ir corriendo hacia Sigmund e intentar salvarle con alguna de las pócimas que había traido con ella pero aun quedaban muchos piratas en cubierta e ir podría ser un peligro para todos.

Las suaves y pálidas manos de la elfa alcanzaron una nueva flecha que con presteza pero con suavidad fue colocada en el arco. Nae cerró un ojo mientras con el otro apuntaba. Un cabello castaño se deslizó desde su oreja hacia adelante acariciando su tez situándose ante su iris azulado. Sin dudarlo un solo instante la elfa relajó el dedo que tensaba la cuerda y esta se aflojó proyectando la flecha hacia el enemigo. Imperturbable. Letal.

La flecha penetró por la frente del pirata y su punta asomó por el otro lado del cráneo. La puntería de la recién llegada aturdió a los dos piratas que cruzaban la pasarela y reflejó en el rostro de Gargan la primera expresión de temor que los presentes (incluyendo a sus secuaces) habían visto.

De pronto un sonido agudo inhumano surgió de las alturas del barco, desde lo alto del mástil principal. El sonido se acercó a los combatientes desde las alturas y cuando todos repararon en que se trataba del mono de Liozard, este ya había caído encima de uno de los piratas y forcejeaba con él tirándole de los pelos e impidiéndole la visión.

El pirata, desesperado, intentó por todos lo smedios deshacerse del simio, pero este se pegaba a él como una lapa. Finalmente, y tras muchos forcejeos el pirata tropezó con una cuerda que se encontraba en la cubierta y sin poder impedirlo cayó al agua junto al mono.

Liozard vio al pirata caer junto al mono al agua y aquello pareció despertarlo de su ensoñación. De repente el mago pareció percatarse de la situación y con un nuevo gesto de decisión alzó sus manos iniciando el extraño movimiento que caracterizaba sus hechizos, sin embargo, este no iba dirigido hacia los piratas de cubierta, si no que parecía ir dirigido hacia el propio mar.

Una extraña brisa empezó a surgir desde el lugar donde Calypso se había sumergido. Enseguida, lel aire se empezó a llenar de gotas de agua que poco a poco se fueron convirtiendo en chorros que surgían desde el mar. Un hueco empezó a surgir del mar y un ensordecedor ruido de viento creció a medida que el hueco del mar se hacía más grande. El agua salía proyectada en todas direcciones y el barco comenzó a dar bandazos. El agujero en el mar ganó en diámetro y en profundidad mientras una espesa muralla de agua se elevaba desde su borde.

El combate no se detuvo a pesar de la majestuosidad de la magia que Liozard estaba realizando.

Las aguas comenzaron a agitarse a la vez que Calypso quedaba liberado de sus ataduras. Este comenzó a nadar impulsivamente ayudado por Áran y Aeldar pero enseguida se percató que sus pies seguían amordazados por alguna extraña fuerza que tiraba de él hacia abajo.

Las aguas se agitaban con más violencia por momentos y los tres compañeros tuvieron la extraña sensación de que la superficie del agua se acercaba hacia ellos.

El aire escaseaba en sus pulmones y tanto Aeldar como Áran tuvieron se encontraban al límite de sus posibilidades. O salían a la superficie, o perderían el conocimiento irremediablemente. Podrían volver a intentarlo tras una bocanada de aire, pero todo parecía indicar que sería inútil.

De pronto Picco surgió del camarote del capitán con una daga en la mano y corrió hacia los piratas que se encontraban en la pasarela. El mediano se situó entre ellos y el cuerpo inconsciente de Sigmund. Esperó a que los piratas se acercaran y cuando lo hicieron atacó con premura, precipitándose en sus movimientos y errando en su golpe. Los bandidos se dispusieron a responder al ataque sin piedad.

 Oliver vio sorprendido como Liozard, su mono y picco unian fuerzas para mediar en la feroz batalla que se estaba librando en  aquel barco. 

Armado de valor y con claros gestos de dolor, el paladin empuña su arma con mas rabia que nunca, y pese a su debilidad a causa de la herida propinada anteriormente, consigue alzar su espada al aire y asestar un certero golpe en su enemigo intentando hacerle el mayor daño posible.

La contienda mejoró cuando el mono que les había traido de cabeza hasta ese momento, intervino tirando al agua a uno de los piratas. Pero Nae se alegró todavía más cuando Liozard se unió a la batalla con sus hechizos, la joven se permitió un segundo de distracción para ver lo que ocurría a su alrededor ya que la magia era sorprendente. En ese momento Picco apareció de la nada he intentó atacar a un pirata pero el resultado fue fallido.

No podía perder más tiempo asi que la elfa volvió tensar su arco y apuntó hacia uno de los dos piratas que peleaban con Thorin. El enano estaba herido y seguro que algo de ayuda no le vendría mal. La flecha ímpactó en el pirata aunque en esta ocasión no fue un tiro mortal.

Los intentos por subir parecían en balde, pues algo parecía arrastrar a Calypso hacia el fondo con tal fuerza que Aeldar no podía sostenerlo siquiera.

Thorin se levantó como pudo con sus ojos encendidos en pura furia enanil. Alzó su hacha en un vano intento por arremeter contra el pirata.La sangre emanaba de sus heridas, pero la rabia acumulada cegaron al enano, que no vio ni el espectaculo de su alrededor, ni la flecha de nae. Tampoco contó su tremendo dolor, que le pasaria factura. Estaba en las ultimas.

Lihem agitó su espada realizando un movimiento serpenteante hipnótico. Llegado el momento hizo un quiebro demostrando una gran habilidad con los pies y atacó al pirata diagonalmente con un golpe horizontal dirigido a sus costillas.

El ataque fue precipitado e incluso la segunda acometida del shar-zarín fue infructuosa resultando sencilla de repeler por parte del pirata.

 El pirata que se enfrentaba a Picco inició su ataque después de defenderse del mediano realizando un barrido vertical con su espada.

Demostrando un buen manejo de la espada, el mediano interpuso su arma en el camino de la del pirata evitando el contacto con su cuerpo y disponiéndose a responder con un nuevo ataque.

El bandido que luchaba contra Lihem realizó una nueva acometida contra su rival, sin embargo el oriental dio muestra de sus habilidades de combate evitando el impacto con un grácil movimiento que incluso le permitió no emplear la espada para detener el golpe.

El cansancio comenzaba a hacer mella en los combatientes cuyos golpes resultaban erráticos.

Liozard continuó ampliando el surco que estaba proyectando en la superficie marina. La profundidad del agujero era sobrenatural, y las paredes de agua que se formaban alrededor salpicaban a los combatientes. Llegado el momento, en el fondo del foso de agua se pudieron entrever varias figuras sumergidas. Dos de estas figuras salieron a la superficie y respiraron con urgencia mientras una de ellas parecía hundirse con cierta velocidad.

El rostro de Liozard, a pesar de la concentración y de los movimientos rotatorios que realizaba con sus brazos mostró una expresión de extrañeza. De pronto, Liozard bajó uno de sus brazos mientras el otro seguía girando y como si estuviese cogiendo alguna clase de objeto lo extendió, juntó los dedos y poco a poco, como realizando un gran esfuerzo comenzó a levantarlo. Desde el centro del foso la figura que había descendido hacia las profundidades se acercó a la superficie. La parte superior del tronco de Calypso, inconsciente, se asomó sobre las aguas. Liozard continuó con su movimiento, no obstante, la resistencia era cada vez mayor y la ascensión se detuvo. Escrutando el cuerpo de su amigo, el mago advirtió cómo unos brazos azulados asían al clérigo por sus ropajes y su cintura. Su expresión cambió, de una concentración total a un gesto de desesperanza, y súbitamente soltó la mano que no se encontraba girando sobre su cabeza. El cuerpo de Calypso se sumergió de nuevo y se perdió en las profundidades.

Sin previo aviso, Liozard cesó en su movimiento giratorio y alzó las dos manos de golpe. Los cuerpos de Áran y Aeldar salieron del agua disparados por una invisible fuerza para caer de inmediato en la cubierta del barco enemigo.

El foso de agua se deshizo atrapando en él al pirata que había caído junto al mono. Este logró alcanzar la superficie con algo de esfuerzo, sin embargo, su cuerpo se sumergió de repente y desapareció en las profundidades sin volver a dar muestras de su existencia.

Liozard se cayó cabizbajo murmurando alguna frase durante unos instantes antes de prestar atención a la batalla que se libraba junto a él.

El combate seguía y Nae no pensaba rendirse fácilmente, había malherido al pirata pero quería acabar con él antes de que hiciera más daño a Thorin. Por  lo que cogió una flecha, tensó el arco y se dispuso a disparar de nuevo cuando aparecieron en la cubierta, gracias a la magida Liozard,  Áran y Aeldar pero sin Calypso. Por un momento la joven quedó fría mirando para ellos y pensando en que no habían podido salvar a su compañero pero el ruido de la lucha que se estaba llevando a cabo la volvió a la realidad. La impresión de ver que uno de los suyos había caído la dejó nerviosa y su flecha salió desviada de su objetivo.