Partida Rol por web

Thorin descansaba sobre una roca cuando Sigmund cogió al mono y le habló indicándole que fuera en la búsqueda de Oliver. El enano contempló la escena con curiosidad y por su cabeza pasó la idea de que resultaba inútil, y que el mono no cumpliría su cometido. Sin embargo, el mono salió como una centella en la dirección indicada, sorprendiéndole con su determinación.

- ¡Vaya! Parece que el mono sabe lo que se hace -dijo el enano sorprendido.

El campamento quedó de nuevo en silencio tras la marcha del mono. En aproximadamente una hora y media o dos horas deberían recibir una respuesta...

Thorin acababa de hacer un comentario acerca del mono cuando Liozard hizo un gesto de silencio.

- Shhhhhh -susurró con el dedo índice en los labios.

Todos miraron hacia él alarmados llevando una mano a su arma. Solo se detectaba silencio en aquel instante, sin embargo, tras varios segundos de espera, un murmullo lejano de voces les alcanzó. Conforme las voces se fueron acercando, descartaron que se tratara de cualquier miembro de su grupo. La charla parecía pertenecer a dos personas que hablaban de forma distraída. Poco a poco se acercaban, no obstante, contaban aún con unos veinte o treinta segundos antes de que llegaran hasta su posición. Liozard, Picco y Thorin miraron a Sigmund a la espera de órdenes ¿Se debían esconder? ¿Se acercarían a observar? ¿Intentarían alguna estrategia para desviarlos de su ruta?

El guardia le indicó a Oliver el lugar donde debía depositar las armas. Se trataba de un gran baúl de madera custodiado por un enorme guardia dentro de las propias murallas. El lancero que había hablado con él se apartó para dejarle paso y Oliver se adentró en las murallas con un leve gesto de gratitud. Dejó allí las armas y se giró para encaminarse hacia el templo. Al hacerlo, le invadió una imagen sobrecogedora.

Ante él, a un escaso centenar de metros se elevaba un magistral edificio. Éste era visible casi desde cualquier punto de Willem, e incluso desde las afueras gracias a su situación sobre la colina, sin embargo, ninguna de aquellas vistas era comparables a la hermosura del templo desde su propia base. Todas sus paredes eran de un blanco casi mágico, que reflejaba la luz dotándolo de un aura de misterio indescriptible. Las formas redondas de sus paredes generaban la sensación de haber sido trazadas por un caprichoso pincel. Decorada con innumerables ribetes y florituras por doquier, el edificio parecía gozar de vida propia. Oliver no pudo más que arrodillarse ante aquella imagen y bajar la cabeza ante aquella magnífica visión.

Avanzó a través del serpenteante camino que se elevaba hacia la puerta del templo y contempló como por los terrenos internos de la muralla paseaban incontables peregrinos, clérigos y paladines, todos ellos cabizbajos probablemente abrumados por la belleza de aquel emplazamiento. En igual proporción, numerosos guardias patrullaban por los mismos terrenos y Oliver se llegó a sorprender de que su presencia no llamara la atención de los hombres y mujeres que allí rezaban ¿Tantos guardias en un templo dedicado a Pélor? Oliver llegó al final del camino justo a tiempo para comprobar cómo le denegaban el acceso a un peregrino que parecía frustrado.

- ¡He venido desde Kajin para adorar a Pélor! -exclamaba desesperado el hombre.

- Lo siento, señor. El acceso está prohibido. Podrá demostrar su devoción rezando en los jardines.

- ¡Pero el templo siempre ha estado abierto para los peregrinos!

- Pues lo ha dejado de estar. Por favor, abandone la puerta. No hay más que hablar.

Sin mediar más palabras, el hombre se giró con un gesto de reproche y decepción en la mirada, y se encaminó hacia uno de los laterales. Resultaba curioso que un templo de adoración a Pélor permaneciera cerrado. Si Oliver no hubiese sabido lo que sabía, se habría sorprendido de aquella situación ¿Qué razón de ser tiene un templo si no es la de los devotos que acuden a adorar al dios al que está dedicado?

Oliver, cruzando las murallas del templo, deposito sus armas en el lugar que le indicaron y con una reverencia se despidió del corpulento guardia que custodiaba el baúl con las pertenencias de los que entre aquellos muros deambulaban.

La visión que Oliver tenia de aquel templo desde su posición hizo que asombrado, callera de rodillas e hiciera una reverencia a aquel lugar tan especial para que después de arrodillarse y bajar su mirada, volviera a erguirse para proseguir en su camino.

Aun estando tan acompañado por innumerables devotos de Pelor, Oliver se sentía solo sin la presencia de sus compañeros, que solo los dioses sabían que suerte estaban corriendo en aquel momento.  La sensación de soledad se hacía más fuerte ante aquel monumental templo y los guardias que lo custodiaban, vigilando y controlando a los peregrinos en todo momento.

Casi llegando a las puertas del templo, unas voces llamaron la atención de Oliver. Este alzo rápidamente su mirada en dirección al vociferio e impotente observo cómo le era negado el paso al templo a un fiel devoto de Pelor.

¿Pero cómo es posible?... pensó Oliver mientras se dirigía hacia el lugar. Durante el poco camino que recorrió hasta llegar al lugar donde acontecían los hechos, el paladín debía tomar una difícil decisión. Estaba claro que lo primero que quería hacer era ayudar en la medida de lo posible a aquel pobre hombre, pero por otro lado, lo que menos necesitaba en aquellos momentos era llamar la atención, así que no sabía si decantarse por ayudar a aquel hombre o simplemente dejarlo pasar como una simple anécdota y seguir su camino mientras observaba los alrededores, tomando buena nota de todo lo que estaba viendo.

Al final el paladín decidió mediar en la discusión… ¿Acaso no veis que este buen hombre ha caminado durante cientos de kilómetros expresamente para demostrar su devoción por el dios Pelor en este maravilloso templo? ¿en serio creeis justo que deba demostrar su devoción en los jardines?… pregunto el paladín al guardia que negaba la entrada al templo.

El peregrino que ya abandonaba el lugar se detuvo al escuchar las palabras de Oliver y se mantuvo expectante a la espera de que el guardia le diera una respuesta.

Por su parte, el guardia, que sostenía una imponente lanza en su mano derecha se vio sorprendido por un instante ante el comentario del paladín, no obstante, recuperó la compostura de inmediato y respondió con un tono frío e inflexible.

- Las órdenes del administrador del templo son estrictas en este sentido. Está prohibida la entrada y no importa la distancia que haya recorrido el peregrino o la voluntad de los guardias que la custodiamos. De hecho, también está prohibido permanecer ante la puerta de modo que le solicito que abandone este lugar y demuestre su devoción con humildad en los recintos externos del templo.

El peregrino bajó la mirada abatido cuando el guardia dio la conversación por finalizada.

 Entiendo... Alcanzo a decir Oliver asintiendo con la cabeza ante aquel lancero.

Girandose hacia el peregrino que permanecia atento a la situacion, Oliver le miro con gesto abatido y con un signo de negacion le dio a entender que no habia nada que hacer... Marchemonos... dijo con voz baja... honrraremos a Pelor por los jardines que dejan a nuestra disposicion.

Antes de desaparecer de la vista del lancero, Oliver se despide de el diciendo... Que los dioses os guien en vuestro camino.

Acto seguido hace una reverencia y se gira y toma el camino hacia los muros que le rodeaban. En concreto se dirige hacia la zona este del lugar.

El peregrino asintió en señal de agradecimiento sin decir nada y se encaminó hacia uno de los laterales del jardín alejándose de Oliver. El paladín por su parte, avanzó hacia la zona este de los terrenos, donde una serie de pequeños establos abiertos distribuidos en dos filas guarecían a los numerosos caballos de los peregrinos junto con las monturas de los guerreros que custodiaban los terrenos, perfectamente diferenciados por contar con equipos de combate en lugar de sillas y complementos de viaje.

A su lado, se elevaba una estructura cerrada de una planta de alto cuyo diseño contrastaba con el palacio debido a su austeridad y monotonía. Ningún guarda vigilaba directamente la puerta, pero Oliver alcanzó a ver a un par de ellos salir y entrar en aquella construcción. Con la numerosa presencia de guardias en aquel lugar, resultaría un suicidio pretender colarse tanto en dicha construcción como en el palacio. La preocupación por la viabilidad de la misión invadió su mente. Se suponía que la gema se encontraba dentro del templo, y en aquella situación resultaría extremadamente complicado.

Hacha en mano, el enano observó a Sigmund tras un arbusto.Una gota de sudor resbaló por su frente.Thorin no queria entrar en batalla, es más, esperaba que tan solo fueran un par de monjes distraidos buscando hierbajos.Por ese pensamiento el enano aflojó la empuñadura de su hacha, tragó saliva y esperó la respuesta de su compañero.

Aeldar se adentró en el bosque de pinos al cercionarse de que nadie lo estaba observando. Bordeando el lago que allí se encontraba avanzó con los ojos bien abiertos atento a cualquier movimiento que llamara su atención. Conforme se iba internando en el pinar, la densidad del ramaje y de los arbustos iba en aumento, dificultando su avance. Con algo de esfuerzo alcanzó el muro y en la medida de lo posible lo recorrió en busca de algún tipo de alcantarilla o desagüe, sin embargo, la dificultad de su avance le impidió realizarla con la minuciosidad que hubiera deseado y no localizó dicha alcantarilla. En su lugar, localizó una austera caseta situada cerca de la Torre Norte y escondido tras los arbustos escuchó ruidos procedentes de su interior. 

De la caseta salió un lancero cargando con hogazas de pan y una jarra. Al cruzar la puerta perdió el equlibrio y varios trozos de pan cayeron al suelo. Con cierta apatía, el guardia se agachó para recoger los pedazos, y cuando lo hizo se encaminó hacia la torre, dejando por descuido la puerta de la caseta abierta. Aeldar esperó unos minutos hasta estar seguro de que no quedaba nadie en la caseta y que el guardia se encontraba lejos de allí. La idea de colarse en la caseta y examinarla atravesó la mente del elfo, pero se lo pensó un momento antes de actuar.

Lihem se encogió de hombros cuando Áran le comunicó que nadaría con sus pertenencias. El guerrero se quedó con poco más que la daga élfica y los dardos, escondiendo el resto de sus pertenencias tras un arbusto. A continuación se echó al agua detrás de Áran.

Áran avanzaba con extraordinaria ligereza teniendo en cuenta que se encontraba cargado, y se mantuvo siempre delante de su compañero. Lihem por su parte, se mostró algo más torpe en el agua, y aunque mantuvo la velocidad de Áran, alcanzó la otra orilla visiblemente cansado.

Recuperaron el aliento durante un minuto, al cobijo de los frondosos árboles de la otra orilla, y comenzaron a recorrerla con cierta dificultad debido a la aglomeración de arbustos que cubrían la totalidad del suelo. Siguieron la trazada del río hasta llegar a la altura de las murallas de Willem y allí se apostaron cerca de la orilla para observar la zona norte de la ciudad-templo.

-Rápido esconderse! Hay que evitar un enfrentamiento a toda costa.

Al decir esto Sigmund empezó a recoger sus pertenencias esparcidas por el suelo y a esconderlas bien adentro de un matorral mientras sus compañeros buscaban el mejor escondrijo.

-Liozard - le susurro Sigmund al viejo mago por culpa de la cercanía de los desconocidos - si sabes de algo que nos ayude a no ser vistos  adelante.

Desde la orilla norte del río Sarado, Willem parecía limitarse a un templo amurallado sobre una colina, con una imponente muralla exagonal protegiéndola a su vez, sin embargo, Áran y Lihem eran conscientes de que aúnque no lograban verlo, las murallas protegían además varios bosques y un amplio grupo de casas y pequeñas construcciones.

En lo que respecta a la muralla que tenían delante, se elevaba unos seis metros y no presentaba más fisuras que dos estrechas ventanas elevadas por las que apenas cabía un rayo de luz y un pequeño orificio en su parte central inferior aparentemente orientado al desagüe. Desde aquella distancia resultaba difícil asegurar si su tamaño era suficiente como para permitir el acceso, pero en cualquier caso, una sólida reja metálica descartaba aquella posibilidad. Sobre el alto muro, un lancero paseaba a lo largo de todo el lateral con paso calmado.

En los límites de aquel tramo de muralla se elevaban dos potentes torreones circulares. En la Torre Norte se podía ver a dos soldados que vigilaban algo distraídos los terrenos situados al oeste. No llegaban a distinguir las armas que portaban pero adivinaron que se trataba de dos arqueros o ballesteros.

La Torre Noreste presentaba algo más de movimiento. En ella, tres guardias vigilaban los terrenos circundantes, uno de los cuales dirigía su mirada hacia el río, aunque cada tanto, descuidaba esta tarea para girarse y hablar a sus compañeros. Junto a ellos había una poderosa balista fija con una serie de lanzas o arpones apoyados contra el muro. Por el tamaño u la forma de aquel artilugio, calcularon que sus proyectiles podrían alcanzar con solvencia la otra orilla del río, sin embargo, no hasta donde ellos se encontraban, varios cientos de metros río arriba.

Cuando Lihem terminó de analizar aquella zona de la muralla se giró hacia su compañero.

- Puede que aquel orificio sea un buen lugar para adentrarse en las murallas -comentó -pero habrá que buscar una forma de despejar la muralla de guardias. Cualquier acceso hasta allí resultaría sospechoso y sin dudas llamaríamos mucho la atención.

Ambos guardaron silencio unos instantes.

- ¿Continuamos río abajo por si logramos ver la zona este de la muralla o volvemos?

Aún tenían bastante margen de tiempo para llegar al campamento antes del anochecer, pero no estaban seguros de si valdría la pena permanecer allí para la poca información más que podrían sacar desde aquel lado del río.

Los pasos eran cada vez más cercanos de forma que Liozard apenas emitió sonido alguno para responder a Sigmund.

- No puedo ocultar todo el claro -indicó señalando a las posesiones de los que se habían marchado, así como a los montones de hojas que habían preparado a modo de camas y el resto de objetos que evidenciaban su presencia.

Los pasos y las charlas estaban cada vez más cerca. Se encontraban a unos escasos metros cuando las voces cesaron de repente.

- Espera, creo que he oído algo -dijo uno de los desconocidos.

Escucharon al hombre abrirse paso entre los arbustos. Thorin y Sigmund agarraron los mangos de sus espadas, listos para entrar en combate. Entonces, Picco, que se encontraba escondido unos metros más allá, se llevó las manos a la boca y comenzó a hacer muecas. Sigmund se desconcentró ante el extraño comportamiento del mediano, y se sorprendió aún más cuando éste comenzó a emitir un curioso sonido siseante.

- ¡Abert, Espera! -ordenó una de las dos voces mientras Picco repetía el sonido -¡Escucha eso!

Los dos desconocidos se quedaron quietos y callados durante unos instantes, hasta que repitió el sonido una tercera vez.

- ¡Es una serpiente de Vescali! -exclamó -Será mejor que nos vayamos de aquí, Abert.

- ¿Una qué? -preguntó el que se encontraba más cerca.

- Una serpiente de Vescali. Es de las más peligrosas de la zona. Rápido, volvamos. No quiero morir por una picadura y empiezo a tener hambre.

- Como tú digas -respondió el otro.

Los pasos se alejaron poco a poco y no fue hasta pasados unos minutos cuando los compañeros salieron de sus escondites.

 Oliver, vio como aquel peregrino se despedia de el y se alejaba. En ese momento el paladin se dirigio hacia lo que desde lejos parecia un establo, y asi lo confirmaron las fosas nasales del paladin, cuando percibio aquel caracteristico olor de los animales.

¿ Que habra ahi dentro ?... se pregunto Oliver cuando vio la estructura que se alzaba ante el.

La curiosidad lo invadio, pero decidio ser cauto y no meterse en lios por el momento... Cuidado Oliver, no debemos meternos en problemas... penso el paladin. Debia concentrarse en su mision, que en aquellos momentas se limitaban a observar y memorizar todo lo que sucedia a su alrededor, para despues poder plasmarlo en la hoja que le entregaria al mono de Liozard cuando este apareciera.

Oliver miro al cielo, intentando adivinar aproximadamente cuanto tiempo habia pasado desde que se separo de sus compañeros. 

El paladin vio que en aquel lugar no sacaria nada en claro y se dirigio hacia el lado opuesto de los establos, con la intencion de adentrarse en la vegetacion que habia en el lugar, intentando llegar a los muros que rodeaban el templo. Pero antes de dirigirse hacia alli, volvio a rodear el templo mientras intentaba encontrar algun lugar por donde adentrarse en el.

Rodeando el templo, Oliver no podía más que asombrarse por su belleza. Aún así, abrumado, analizó cada resquicio de la construcción en busca de un lugar por el que colarse en el templo. El edificio mostraba ventanas aquí y allá, pero todas varios metros por encima de su alcance y tapadas con hermosos vidrios tintados o robustas tablas de madera.

En la parte trasera, el paladín observó una caprichosa forma del edificio que permitiría escalar de forma cómoda por su pared debido a la estrechez del recoveco hasta una ventana cuadrada de madera con bisagras que permanecía entreabierta, sin embargo, los alrededores del templo eran demasiado transitados como para intentarlo y llamaría la atención de los guardias si intentara escalar antes incluso de alcanzar un cuarto de la altura necesaria.

Otra opción viable si el lugar se encontrara despejado sería enganchar una cuerda anudada en las peculiares formas que formaban los techos de la construcción, y escalar por las paredes hasta las ventanas superiores.

En cualquier caso, todas las opciones de acceso pasaban por vaciar aquel lugar de guardias, e incluso con los guardias fuera de las murallas del templo, la elevada situación del edificio lo hacía visible desde cualquier punto de Willem, y llamarían la atención de cualquiera que se encontrara varios kilómetros a la redonda si se dispusieran a escalar por las paredes.

 Oliver se desesperaba mientras veia con impotencia que cualquier opcion de entrar en el templo era una locura. Negando con la cabeza se alejo del lugar en direccion a la arboleda que habia visto mientras se dirigia a las puertas del templo. Tras varios minutos rondando el lugar y buscando algun tipo de fisura en la muralla o alguna debilidad en la misma, decidio marchar de alli para encontrarse con sus compañeros.

Antes de salir de entre las murallas, el paladin se dirigio hacia el baul donde dejo sus pertenencias, las cogio y despidiendose de los alli presentes tomo de nuevo camino hacia la plaza del pueblo con la esperanza de encontrarse pronto con sus compañeros para compartir impresiones e ir a comer.

-Uff..-Resopló el enano mientras se quitaba unas ramas de su armadura.-.Por Briggor, Picco, ¿como sabias que ese extraño siseo les espantaria?-Dijo Thori mientras sacaba las mochilas del escondite. Habia sido una situación bastante tensa, no esperaba encontrarse con nadie en un lugar tan escondido del bosque.

-Sigmund, creo que deberiamos de cambiar el lugar de acampada, quizas estemos en la trayectoria de algun camino no crees?

Se acercó al mago.

-Menudo oido teneis, noble mago.-Rió mientras le daba unas palmadas en la espalda.-Gracias.