Partida Rol por web

Asiento. Debió enseñarmela antes. 

En el comedor tomo unos sándwiches también y los guardo en una mochila. ¡Para el almuerzo!

-¿Hay tal cosa? ¡Sí me gustaría verlo!- respondo al final. Lo realmente asombroso no era la existencia de tal lugar, sino que ¿Ceolan lo frecuentaba? Después de unos segundos decidí preguntarle.

-¿Vhas musho a esee jardín?- Ya había sacado uno de los sándwiches y me lo estaba comiendo. Tenia pensado ir a otro lugar, pero podía esperar para otra ocasión. 

Asiente mientras él también mastica un sándwich de carne dirigiéndose hacia los elevadores para bajar

-"La Cromería es enorme y cada torre es casi como una ciudad independiente,ya has visto la zona inferior en la que incluso hay gente viviendo.No suelo ir mucho por los jardines pero me pareces un tío al que le gusta la naturaleza."-te observa de reojo-"¿Qué te va pareciendo la Guardia?Es jodidamente dura ¿verdad?"-dice con una sonrisa

Bajáis a la planta primera y Ceolan se dirige por varios pasillos hacia la Torre Verde,donde cogeis otro elevador que os lleva al subsuelo

-"Por cierto,tú eras subrojo ¿no?¿Piensas entrar en el coro de los Subrojos?"-pregunta con curiosidad

No me fijé mucho por donde caminabamos. Así de despistado. Llevaba rato imaginado el jardin verde. ¿que clase de aves habría? 

-No me gusta tanto- hablo ya sin el sandwich- pero pensé que te hacía ilusión, y y​a me da curiosidad.- sonreía al hablar. Siempre estaba de buen humor al iniciar el día. 

-No tanto. Lo más duro es el Puño de hierro- me rei del juego de palabras. Posiblemente solo yo y mi estomago lo entendieramos- el instructor Rask parece un malvavisco en comparación. 

Continue hablando cuando salimos del elevador y entramos en otro.

-¿Falta mucho?- desvié la mirada con la pregunta del subrojo- ¿Que pasó con los subrojos?- sabia que la mayoría eran buenos músicos y gente creativa a contra de ser estériles. 

Después de meditarlo un rato respondí -Sí, quizá me una al coro- y despues de un breve espacio de silencio aproveché para preguntar nuevamente. -¿Falta mucho?

Sybill esperó a Naya directamente en El Gran Jaspe, habría sido quizás más lógico quedar en la Cromería, pero Sybill aprovechó para visitar a viejos conocidos y tampoco quería que Naya se aburriera con conversaciones ajenas. Así que prefirió quedar directamente allí. 

Al verla llegar, Sybill alzó la mano para saludarla con alegría. Vestía con un vestido de manga corta y color marrón, con una pieza de piel en el centro, a los pies unas botas y con su largo cabello se había hecho una trenza que caía sobre su hombro izquierdo. Toda la ropa que llevaba se notaba que era de calidad, y sus movimientos seguían siendo tan elegantes como el primer día. Ya no era ningún secreto que Marie Sybill provenía de una familia noble.

¡Buenos días! ¿Preparada para una mañana de chicas y compras? La primera regla es: Vigila tu dinero. Aquí hay gente con las manos muy largas, y no queremos tener un disgusto -sonrió contenta-. ¿Tienes alguna idea del vestido que quieres? 

Naya apareció con paso tranquilo. Vestía pantalones negros,camisa roja y botas de caña alta. Como siempre su pelo está recogido en una alta coleta que se balancea al compás de su caminar.

- Lo cierto es que nunca he ido de compras - dijo pasandose la mano por la cabeza ligeramente incómoda. - Mi madre nos arrastraba a Asha y a mi de pequeñas, pero a cierta edad mi padre acaparaba casi todo el tiempo para entrenarnos. Yo lo prefería, claro está. A mi hermana le costaba más - sonrió levemente al recordar las escenas que se montaban cuando sus padres se enfrentaban por ese motivo. Nunca eran peleas serias, por supuesto. Si no más bien un tira y afloja.

- De todas formas, si alguien se atreve a robarnos le parto los dientes - dijo con seriedad mientras palmeaba su bolsillo donde guardaba el regalo que le hizo Flit. Miró alrededor con una mano en la cadera - ¿Por donde empezamos? -

¿Nunca has ido de compras? -sorprendida lo miró. No le valía que hubiese sido algo que hacía de pequeña, hacía demasiado tiempo de esto. Ahora Sybill tenía la obligación de refrescarle la memoria- Será divertido, ya lo verás, se puede ser una buena guerrera y también una fan de la moda. 

Te aseguro que si algún ladronzuelo te roba ni siquiera te darás cuenta... O será un mocoso y no podrás partirle los dientes -le replicó. 

Sonrió divertida y empezó a caminar, metiéndose directamente en una de las primeras tiendas de ropa que encontraran. Saludó con alegría al sastre, claro que lo conocía... Sybill se conocía a todos los sastres del Gran Jaspe. 

Aquí tienen los mejores vestidos de la ciudad, seguro que encontramos alguno adecuado para ti, luego solo bastará con ir a comprar zapatos, algún chal y quizás complementos -miró a Naya de arriba abajo-. Un vestido cómodo para ti, mejor, ¿no? Que no te impida libertad de movimiento, no te veo con algo demasiado ceñido o con un corsé demasiado apretado -pero prefería que la corrigiera si se equivocaba.

Naya se dejó guiar por la muchacha con una mezcla de nerviosismo y expectación. Se sentía fuera de su elemento pero a la vez se contagiaba de la energia de Marie. De vez en cuando lanzaba rápidas miradas a su espalda como si todo el mundo las estuviera observando.

Cuando llegaron al puesto de ropa su cara era un poema. Al parecer había habido un malentendido. - Yo pensaba que el vestido era para ti - murmuró - yo ya tengo vestido. Llevaré uno de mi madre. Ella tiene muy buen gusto - sonrió algo más confiada - Ella asiste a muchas fiestas y reuniones. Está muy metida en politica - puntualizó

- Así que mejor elegimos un vestido para ti y luego me ayudas a comprar algún complemento para mi - comenzó a revisar la mercancia - ¿Quienes son tus padres? A lo mejor conocen a los mios y no lo sabíamos - se giró para habalarle directamente - ¿Qué color trazabas? Yo no entiendo de moda, pero creo que tu vestido debería ser de ese color -

Oh. Y yo que pensaba que ambas íbamos a hacer una pasarela de modelos... Si solo tengo que hacerlo yo deja de ser tan divertido -pero no dejó de sonreír divertida mientras hablaba, incluso dejando escapar una suave carcajada. Sybill tenía la capacidad de elegir rápido, y no quería tener a Naya aburriéndose.

Al preguntar por sus padres Sybill borró un poco la sonrisa.

Dellacroix. ¿Tu familia también son nobles? -solo necesitó recordar su apellido para asociar recuerdos y caras y llegar a la conclusión que sí, que claro que se habían visto-. No me puedo creer que tu padre quisiera entrenaros todo el tiempo... Ahora entiendo las malas caras de tu madre -rió-. Lo cierto es que mis padres no esperaban que yo fuera trazadora, les llenó de orgullo, claro, pero siguen creyendo que pueden casarme con un rico adinerado, y... -resopló, negando con la cabeza- Debería casarse con mi cadáver antes que yo aceptara algo así.

Se preguntó un par de vestidos antes de elegir uno, precisamente, rojo. Solo necesitaba unos retoques para que le quedara perfecto. 

Trazo rojo, yo también creo que debería vestir con el color que trazo -sonrió, alegre porque las dos pensaran "igual"- ¿Y vas a ir con alguien, en el baile?

NO pudo evitar hacer un mohin de disgusto cuando escuchó que querían casarla pero tras ese fugaz instante posó una mano en el hombro de la muchacha

- Ahora estás en la Cromería. Cuando demuestres lo que vales, no podrán obligarte a hacer nada que tú no quieras. - lo decía con convicción, como si de verdad creyera que ella podría enfrentarse a sus padres. Se apartó y siguió revisando lo que allí se ofrecía a la venta.

Cogió un rollo de hilo grueso de color azul claro y lo observó con intensidad intentando pensar si debía ser sincera o callarse.
- Iba a ir con alguien, como amigos, pero... Ahora mismo no soy la clase de amiga que necesita, así que iré sola - se encogió de hombros - Solo espero que al menos alguien me saque a bailar. Me encanta bailar - una sonrisa algo tonta se dibujó en sus labios mientras se estiraba para coger otro par de rollos de hilo de distintos tonos de azul.

- ¿Tú vas a ir acompañada? -

Estoy de acuerdo. O les meteré un rayo de luxina por el... -al notar la mirada del sastre, Sybill se calló y soltó una risa sofocada-. Perdón. 

La miró con curiosidad cuando mencionó a los amigos, pero que iba a ir sola. No lo entendía. Naya se veía una buena chica, y una buena persona, no entendía por qué decía que no era la clase de amiga que necesita... ¿Que necesita quién? 

¿Hablas de Horatius? -le preguntó, con la misma curiosidad-. ¿Qué os ha pasado? Me pareció que érais muy amigos, ahora sin embargo... -torció el gesto. No entendía por qué las relaciones humanas eran tan complicadas. 

Sin embargo, ya saliendo de la tienda y cuando ella le hizo aquella pregunta, el rostro de Sybill se ruborizó ligeramente. 

Iba a ir con alguien, pero me rechazó. Desventajas de venir de familia noble -se encogió de hombros. Sin embargo no dejó de sonreír-. Pero me ha prometido un baile, así que por ahora voy a conformarme... ¡Por eso mi vestido tiene que ser perfecto! 

Entraron a una zapatería. 

Naya rió a la par que Sybill mientras pagaba los hilos, para acto seguido ponerse algo más seria ante la mención de Flit

- Si. Casi podría decir que me ha pasado lo mismo que a ti. Cada vez que digo algo se lo toma mal. No tengo filtros, lo sé. Quizás soy demasiado directa... - soltó un suspiro - Creo que mientras siga siendo un esclavo nunca me verá como una igual -

Salieron al exterior para acercarse a la zapateria - Seguro que tu vestido será el idóneo y te sacará a bailar más de una vez -

¿Un esclavo? -preguntó algo sorprendida, ya que ella no tenía ni idea del pasado de los allí presentes. En realidad no tenía idea de la mayoría de ninguno de ellos, había llegado tarde y al parecer todos ya habían hecho sus amigos... De no haber sido por Edith... la cual estaba también ausente se hubiese sentido muy sola. Negó ligeramente con la cabeza-. No sabía que Horatius había sido un esclavo. Pero ya no lo es. Si él se sigue comportando como tal... Bueno. Es algo que él se tiene que sacar de la cabeza. Lo mismo le gusta dramatizar.

Frivolizó la situación, no es algo que quisiera pero Sybill aborrecía los dramas. Ella misma era de familia noble, y no por ella trataba a los demás diferente a ella, lo mismo debería ser del otro bando. Puede que ella lo viera todo muy sencillo y no lo fuera.

Más le vale -respondió, con una sonrisa divertida y un ligero tono a amenaza. 

Se sentó a probarse zapatos, mientras miraba a Naya de reojo. 

¿Te gusta? ¿Horatius? Románticamente, quiero decir. 

¿Qué? Estaban las dos solas, podían hablar libremente... Incluso podría hacerla callar libremente.

- ¿Flit? - preguntó innecesariamente - Solo es mi amigo. Bueno... era -  se cruzó de brazos y apoyó el peso del cuerpo sobre una sola pierna.

- Él sigue siendo esclavo. Estar en la Cromería no te devuelve la libertad. Al contrario. A los amos les gusta que sus posesiones sepan trazar y le aporten beneficios - su tono era de enfado al recordar que de momento había fallado en sus pretensiones, pero suavizó el rostro pues Marie no tenía la culpa.

- Esos creo que te quedarían genial - señaló los zapatos que se estaba probando en ese momento. La verdad es que no entendía de moda, pero ella opinaba que le pegaban

Vaya. No sabía eso de los Esclavos... Pero seguro que hay algún modo de hacerlo libre, ¿no? Si puedo ayudar en algo solo tienes que decírmelo.

Naya era de familia noble, y Sybill también, si se enteraban de quiénes eran el amo de Horatius quizás pudieran hacer algo moviendo unos hilos por aquí y por allá. Aunque primero, y lo más importante, era saber si Horatius quería dejar de ser un esclavo. No creía que a nadie le gustara ser esclavo, pero... A saber, lo cierto es que ella ya no daba nada por hecho. 

Entonces, ¿no te gusta nadie? 

Miró al zapatero y asintió a que se quería quedar con aquellos zapatos. Al salir, se dirigieron a la tienda de complementos, donde ambas iban a poder comprar. 

Aunque yo creo que seguís siendo amigos... A veces nos alejamos de ellos por miedo a dañarlos, o a que nos dañen. Si Horatius te ha alejado de su lado puede que sea porque teme lo que le hagas sentir, quizás se trate de eso... Del sabor de la libertad. Algo que él no puede catar porque no es un esclavo. Y tiene miedo -se humedeció los labios y dejó un collar que se había estado mirando-. Puedes callarme cuando quieras, tengo la manía de hablar de cosas de las que no sé nada -sonrió.

Naya solo veía miles de cosas brillar por todos lados pero no se decidia por nada. No confiaba en su instinto para ella misma. Había tenido que recurrir a su madre para el vestido y ahora necesitaba de Marie. Mientras observaba un adorno del pelo con flores doradas escuchaba a su compañera hablar, ligeramente sonrojada.

- Hay alguien. Si. - pausó las palabras, como si le costara decirlo. - Pero... no te diré quien es. - la miró como disculpándose por sus rudas palabras. Si a oidos de su familia llegaba aquella información se podía liar bien.

- Respecto a Flit... No se que pensar ya. Pero si te refieres a sentimientos amorosos. No. No creo. Él ama a otra mujer aunque no lo quiera reconocer - frustrada enseñó los pendientes a su amiga buscando ayuda

- Deberían ser dorados, pues mi vestido tiene adornos dorados, pero... ¿flores? No sé... Querría algo que me representase más... -

¡Jo! -exclamó cuando dijo que no le diría quien era. Pero no insistió, aceptando el secreto de Naya.

En realidad no creía que Horatius estuviese colado de Naya. Aunque con su actitud podía parecerlo, era todo un poco confuso. En todo caso, se encogió de hombros y dejó aquí el tema de conversación. No conocía a Horatius, estaba conociendo a Naya y no iba a meterse más donde no la llamaban. Hoy había cumplido el cupo de querer cotillear. 

No. Las flores no te pegan nada -respondió negando con la cabeza y yendo hasta donde estaba ella para poder mirar los pendientes. No creía ofenderla con aquellas palabras, Naya no era delicada como una flor-. ¿Qué tal algo más de este estilo? -señaló unos pendientes expuestos, dorados, con una piedra plateada.

Entre charlas y alguna que otra sonrisa cómplice encontráis por fin todo lo que necesitáis,Naya ayudada por el buen gusto de Sibyll y ambas satisfechas por lo adquirido

Cuando por fin decidís volver a la Cromería casi es la hora de cenar así que apresuráis vuestro paso para llegar a tiempo de poder comer algo

No tardáis mucho en iros a dormir tras una cena rápida ya que estáis cansadas y mañana debéis madrugar para adornar el salón pues sólo queda un día para el baile