Partida Rol por web

La Guerra Interminable

PRÓLOGO - El viaje a Brest

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08/07/2014, 03:50
Magdalena Pérez

Magdalenta observaba el cielo carente de estrellas mientras todos los marineros contaban sus historias. No estaba molesta con que parecieran las mujeres las culpables de todas ellas, pues estaba acostumbrada a escuchar a muchos hombres criticarlas de todo lo malo de aquel mundo. Desde bien pronto los cristianos se habían encargado de censurar a la mujer y de dotarla del Pecado Original. Magdalena pensó que la pobre Lobera era una desgraciada, pues se había llevado una fama que no se merecía. Había que acostarse con más de dos hombres para que la llamaran así.

La hermosa mujer se paseó por la cubierta mientras escuchaba las historias de los marineros. Observaba como todos o casi todos no la quitaban ojo y ella le devolvía sus miradas con una sonrisa. Pero de pronto el suelo del barco pareció temblar, y después una segunda vez. Magdalena decidió acabar con aquella ceremonia de conquista para proceder a agarrarse a algo más firme y seguro. Y para cuando estaba bien sujeta a una de las trampillas de la embarcación, pudo observar como una gran ola gigantesca se les venía encima.

Sin poder evitarlo, llevó uno de sus brazos para cubrirse el rostro y parte de su pelo. No tenía miedo al agua, pero sí que temía a la Ira de Dios. Aquellos hombres era probable que lo hubiesen enfadado y ahora él se estaba vengando de ellos. Cuando la ola pasó, Magdalenta tomó aire tratando de contemplar la situación y guardándolo por si una nueva podría dirigirse a ella. No iba a ayudar a nadie, bastante tenía con mantenerse sujeta y no precipitarse por la borda como habían hecho muchos de los marineros.

- Tiradas (1)
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09/07/2014, 14:51
Irizar

¡Tirad de los amarres! ¡Desatad tres nudos de babor y liberad parte de la velaaaa! ¡Que pueda maniobrarse! -Irizar gritaba en estando en el suelo y a medio incorporarse, aun cuando la alargada Herrumbrosa estaba ladeada-. ¡Vamos! ¡Vamos, marinos! ¡Levantáos y resistid!

Y ahora non parecía que aqueste capitán, venido a más como de militar que como de mercante y trocador, arengaba con órdenes imperantes la recomposición del barco y su estabilidad, resistiendo la tremenda ola y las que ahora continuaban llegando, pues no era...

...sólo la única! ¡Que vienen más olas! ¡ZERILOOO! ¡Toma veinte hombres y llévalos a los remos! -le dio una órden a su segundo al mando-. El viento continuaba soplando por doquier, et que por ello las olas se embravecían, y parecía que el mar contra la coca no era sino un caballo contra una mosca...

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09/07/2014, 15:11
El Cronista

Mas que aquesta órden dióla al aire y sin convencimiento, pues Zerilo yacía aplastado entre la baranda de estribor (que ahora era más baja que la de babor por la inclinación) y un cajón grande lleno de aparejos metálicos y herramientas de reparación que siempre había sobre cubierta. Veíais tras la estructura dos piernas y dos brazos que sobresalían por los lados; la ola hizo inclinar la misma y el cajón resbaló contra él y la baranda, haciendo callar para siempre al "cuentahistorias" de la Herrumbrosa de una forma terrible...

Tan sólo los preceptos del bajonoble catalán hizo mover a varios marinos para salvarle la vida a otros dos de sus compañeros, que estaban también bajo el peso de una trampilla arrancada y que los arrinconó en una esquina. Et que luego desataron, por el propio Constantí, los nudos de la vela para evitar que fuera rasgada del todo por el viento.

Cuando la primera refriega de espuma de las olas habíase marchado de vuestros ojos, oísteis los gritos de varios marinos caídos en la mar, y de refilón, por el rabillo de los ojos, observásteis cómo estos nadaba inutilmente sobre la mar (más bien sobrevivían como podían); en cuestión de segundos fueron engullidos por pequeñas olas que, no siendo tan grandes como el primer azotes, parecían las crías de ésta, y se abalanzaron sobre los malogrados sin descanso, una tras otra. Non parecían sino lobos lanzándose y engullendo para siempre a una oveja arrinconada en una esquina del cerco. El agua arrastró a su fondo y para siempre a esos marinos.

Otra ola, entonces, debatióse contra estribor, zarandeando de nuevo la coca. Era como si la propia mar golpeara con dichas olas la parte del casco más elevada y expuesta, haciéndolo zozobrar mucho más. Si de tener puntales los azotes de agua o filos como hachas en su superficie, hubieran acribidllado el barco con cienes y cienes de hendiduras, haciéndolo hundirse al momento. Et que por mucha coca que era (recuerden vuestras mercedes que era coca más larga de lo normal), sólo valía tanta eslora para el buen cargar, para llenarlo de provisiones que vender; pero en debatiéndose con la mar, que no hay mediador posible, y cuanto más hay para arrastrar, más arrastra el mar.

En este caso, ante esta ola, la Herrumbrosa cedió de pleno, y otra lanzada de espuma y agua cargó contra vosotros. La nave se ladeó más de un cuarto de circunferencia, haciendoos perder en aquellos momentos el rumbo total, ¿Hacia donde estaríais mirando? ¿Hacia Compostela o hacia Poitiers? ¿A Navarra o a Irlanda? Aquel embiste volvió a realizar el barrido pertinente, pero muchos marinos ya se habían asido a algún elemento (fueran algún compañero, alguna cuerda o algún aparejo o madero aún no quebrado). Nadie se atrevía a bajar a camarotes o almacenes, pues la manera de permanecer seguro en la tremendísima zozobra no era sino contemplando el rostro de la muerte; una muerte implacable, peor que las espadas y las hachas (pues podían hacer morir a decenas y decenas de hombres con la ayuda de los pulmones del viejo Eolo).

Gritos, nervios, miedo... pánico más bien.

Nadie era capaz de hacer nada. Muchos de los marinos allí presentes eran jóvenes, y una tripulación no muy experimentada jamás podría practicar en una ventisca o zozobra real. Tan sólo Irizar, el veedor Xandinho, el malogrado Zerilo y alguno de vosotros habrían visto ya la implacable furia del Neptuno romano.

 

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09/07/2014, 16:06
El Cronista

Por muy en alta mar que estuviérais, la noche no era más oscura, como suele decirse; ni tampoco parecíase a la Parca, tan ella vestida en negro que las estrellas brillaran por demás. Y era debido a que los rayos no se apaciguaban, que aquellas historias de diablos y brujas no habían de ser reproducidas en la cubierta, ni en todo el trayecto del viaje*

De los cincuentra hombres de tripulación, el conteo, una vez llegó el alba  reinó la calma, hizo que no se personaran sobre la misma treinta y cinco marineros. Quince hombres habían perecido (tres de ellos en la Herrumbrosa se encontraban, el resto había ídose al fondo del mar de forma catastrófica...). No tardásteis en devolver los cuerpos al agua, una vez ataviados en vendas, pues no sabíais cuándo íbais a poder volver a Navarra (probablemente en Brest, el capitan Irízar habría de buscar y contratar marineros para la correcta navegación).

Otra cuestion era la carga y los productos llegados. Las provisiones de telas e hilos se echó a perder con las humedades y las aguas; el ganado sobrevivió, no todo, pero si en gran mayoría (y eso que no se mojó, sino que el malestar y el miedo también reina en el mundo animal, y algunas de las ovejas transportadas en los camarotes quedaron aplastadas por el correteo y hacinamiento del resto). Irizar respiraba profundamente mientras el veedor Xandinho daba cuenta de todo el inventariado ahora tachado de la lista, perdido en la y por la mar...

Aquel día, estábais cerca de Brest.

Notas de juego

* Arrieta, réstate los puntos de vida.

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09/07/2014, 16:15
Irizar

Mañana llegaremos... -anunció Irizar en cubierta a todos sus marineros y a vosotros-. Tras dar órdenes a unos y a otros directamente (ya no estaba el Contable Zerilo para administrar la Herrumbrosa), tareas de reparación y reaprovisionamiento, se acercó a vosotros.

Escuchad... -os había hecho entrar en su camarote el día siguiente de la tormenta, el cual estaba todo patas arriba debido a los vaivenes de la coca-. He notado que los marineros... que los marineros nos miran mal... -confesó-. Esas historias, quizá no debieran haber sido contadas -obviamente, eran las historias de popa que ensalzaban con aliento y diversión que parecían haber despertado la ira de los cielos-. Uno es viejo, mas no sordo: paseando por cubierta, he escuchado a más de uno decir que "Zerilo se lo tenía merecido", referida a su muerte; decían que contar historias tan a la ligera no era de bien... Noto que me miran -Irizar había narrado lo de la Lobera: divertida, sí, pero no ahora para los marinos-, et a vos también Ramiro... -el llamado capitán habiá contado también una "batallita"- ¿Recordáis vuestro pago? ¿el de proteger la Herrumbrosa de la amenazas de la guerra en la mar? Quién sabe si habríamos de protegernos a nosotros de lo que hay aquí dentro -Irizar parecía dudar de sus marinos-. Sin embargo, no todos corren la misma suerte -echó una poco furtiva y muy poco discreta mirada a Constantí, llena de aspereza para su sorpresa-: no todos estamos tan mal vistos.

Irizar comenzó a recoger papeles y levantar el pequeño escritorio de su camarote. Parecía malhumorado, pero no echaba "pestes". La profesión iba por dentro.

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09/07/2014, 16:52
Constantí Domenech

Después de tan horrible viaje juré en mi interior no volver a embarcar jamás. Prefería pasarme meses a caballo antes que en otro navío. Aguanté por pura fuerza de voluntad y gracia Divina durante la tormenta pero al llegar la calma mis tripas seguían moviéndose como la nave hacia unas horas y terminé por echar por la borda todo su contenido. 

Los marinos no tardaron en envendar a los muertos y echarlos al mar. No quisieron oír ni hablar de los ritos fúnebres adecuados para esas pobres almas. Y aunque me encontraba débil,  los insté a rezar por las almas de los marinos que perdieron la vida y dar gracias a Dios por los que conservaban el pellejo. 

El capitán nos citó en su camarote a los viajeros que habíamos aceptado sus servicios y nos contó como estaban los ánimos en el barco, que no eran demasiado buenos. Me miró como si fuera el único responsable del enfado de la tripulación.

Capità, tractarai de calmar los ànims dels marinièrs. Fue pas bona idèa mentarlo, - Refiriendome al Maligno. - mas se que voliatz pas que divertir a la tripilació. - No seria nada bueno tener un motín a una jornada de la costa. - Amb lo sieu permís, celebrarai una eucaristía. Pòt qu'als marinièrs se lor passe un poc la mala llet se ven que lo sieu capitan searrepiente de los sieus actes de còp en quand.

Me tendria que esforzar en no vaciar mi estomago durante la misa pero por mi fé que lo lograré.

Notas de juego

* Capitán Trataré de calmar los animos de la tripulación. No fue buena idea mencionarlo, pero se que solo queria divertir a la tripulación. 

Con su permiso celebraré una eucaristia, puede que a los marineros se les pase un poco la mala leche si ven que su capitán se arrepiente de sus atos de vez en cuando.

(Perdón.. se me olvidó)

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10/07/2014, 01:58
Arrieta

Después de la batalla hay que enterrar a los muertos; Arrieta ayudó como el resto de marinos. Era fuerte, no le importaba lanzar a unos pobres desdichados a los brazos de la mar. Cuando llegó el turno del bocazas de Zerilo, no pudo sino menear la cabeza. Aquel hombre... Arrieta había hablado más veces con él que con el resto de la tripulación, pese a que la conversación del navarro siempre había sido gruñidos y poco más, compensada por la labia del Contable, bien pagado de historias y que siempre parecía tener un libro de cuentos guardado en el culo. Sin demasiados miramientos, lo lanzó al agua; Siempre sería así. Los vivos al bollo y el muerto al hoyo. Y los cadáveres no pueden protestar.

Cuando el capitán les dio la monserga, el navarro la escuchó apoyado en el dintel de la puerta del camarote de la coca, con cara malhumorada. Era cierto que el Demonio escuchaba todo lo que se decía de él, y Arrieta no tenía ninguna duda que las risotadas de los marineros habían provocado aquel desastre. Eso y la historia del viejo, del que se hacía llamar capitán cuando no tenía ni barco propio.

El vasco lo había calado desde el principio. Era de los que mentían, y mentían mucho. Un embaucador, un charlatán que llenaba su aburrimiento con patrañas, historias poco ciertas donde no faltaban ingredientes escabrosos, y que visto lo visto ayudaban a que un barco no llegase a buen puerto. A esas alturas, Arrieta ya se había encontrado más como él: veteranos que liaban a la gente con sus palabras. Era como Domenech, pero al menos a este, no le entendía más que hablar de Dios.

Cuando salieron del camarote del capitán, Arrieta se acercó a Ramiro, como los bravucones de barrio, por un lateral. Le hincó el codo en las partes medias y le dijo en su castellano medio francés:

— El que siembra vientos, recoge tempestades, viejo. Espera a contar tus batallitas cuando estemos en tierra firme...o acabaremos mal. Todos.

No era una amenaza. Era lo que pensaba toda la Herrumbrosa... y es que Arrieta era hombre solitario que para sobrevivir se unía al grupo más grande.

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10/07/2014, 03:18
Magdalena Pérez

Magdalena lo había pasado francamente mal, al menos su mala suerte con aquel barco se había completando con la buena de salvarse de no sufrir ningún daño. Muchos habían acabado muertos, y otros tanto heridos, por eso Magdalena daba gracias al santísimo por seguir manteniéndola tan bella como hasta ahora. ¿Qué habría sido de ella si algo o alguien le hubiera hecho algún tipo de corte en su rostro, o le hubiera hecho algún tipo de herida en su cuerpo? La mujer negó con la cabeza, lo mejor sería apartar cualquier tipo de pensamiento negativo de la cabeza.

Cuando el barco parecía estar algo más tranquilo, la jovencita de cabellos pelirrojos decidió tomar asiento y reposar un poco, mientras observaba lo que iba sucediendo a su alrededor. Se sentía como aquel día en que pensó que podría estar embarazada, como si su cuerpo le pidiese que expulsase lo poco que había comido, y con tal mareo que era incapaz de ponerse en pie. Es más, no tenía muy claro si la coca seguía moviéndose igual, o tan solo era un tic que su oído no había podido dejar de sentir.

Seguía dándole vueltas al asunto sobre El Diablo. Aquella ola podría ser la venganza por contar historias sobre él, pero seguramente tendría cosas más importantes que hacer que pedirle al dios de los mares que azotase la embarcación hasta matarlos a todos. Era absurdo. Así que prefirió pensar que era fruto de la casualidad y que seguramente, en cuanto volviese a poner pie en tierra jamás lo volvería a sacar. La pobre no estaba hecha para sufrir aquellas desventuras.

¿Había hecho bien en marcharse? Se preguntó a sí misma. Había decidido huir de una y mil desgracias que la perseguían, pero lo que no esperaba es que la coca, con lo imponente y recia que se la veía, fuera capaz de sucumbir ante las primeras inclemencias del tiempo. Pensaba que soportaría más. Bueno, lo había hecho, pero se habría cobrado a una tercera parte de sus marineros.

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10/07/2014, 12:17
Viana Bermúdez

Como dixe aquel, "tras la tormenta siempre viene la calma" pero ésta se aparece dando cuenta de dantesco espectáculo: Varios marineros perdidos en alta mar, sin duda ahogados en los brazos del Océano; otros, como Zerilo "El Contable", fallecidos en cubierta, aplastados por los vaivenes de los aparejos; algunos más magullados o heridos como el tosco y poco hablador sujeto que embarcó con nosotros...

Arrieta creo que se llama... recuerdo el momento justo en que sufrió el tremendo corte en su cabeza, prácticamente ante mis ojos, perdido el equilibrio para aterrizar, estrepitosamente y con un seco golpe, de cabeza contra la resbaladiza cubierta, en verdad os digo que lo creí fallecido, habiéndose roto el espinazo por tremenda contusión! Pero no! El bravo sujeto se incorporó, cruzó su mirada con mi asustada presencia y, tras aplicarse un siempre sanador escupitajo en la coronilla permaneció ducho en la labor de salvar el pellejo en tan terrible tormenta! Un tipo duro, difícil de pelar...

Presto mi ayuda en la tarea de embalsamar a los muertos y, especialmente, curar a los heridos. Sin mediar palabra con él, indico al tosco Arrieta la necesidad de que cese en sus labores, se siente en uno de los cajones de cubierta y me conceda unos minutos para examinar su herida en la cabeza: Con el material del que dispongo en la nave y el mío propio, le limpio la brecha a conciencia, aplicándole unas hierbas sanadoras y desinfectantes; le coso la herida abierta, para ayudar a que cicatrice bien y le aplico unas vendas de ropa. El tipo es tan duro como parece ya que, incluso cuando mis agujas punzan su piel para coserlo como si fuera un cuero curtido, ni siquiera pronuncia palabra o queja alguna; ni siquiera su respiración parece inmutarse!

-Agora, amigu mio, procure faer reposu o esto enxamás sanará! - Un gruñido por única respuesta, más una cálida mirada de agradecimiento, me cae bien el tal Arrieta!

Tras dedicarnos a restablecer el orden en la nave, el Capitán Itziar nos concierta en su camarote y nos transmite sus temores a un posible amotinamiento: Nada bueno para una bella mujer que una banda de desalmados decidan hacerse con el control de la nave... A pesar que mientras he curado a algunos de ellos he notado un auténtico agradecimiento por su parte, tampoco he podido evitar detectar la llama del feroz instinto animal de reproducción encenderse en su mirada cuando me observan pasear discretamente por la cubierta... Quizás en un amotinamiento la bestia venza al raciocinio y, nuevamente, deba luchar por salvar mi vida y no ser salvajemente violada en la cubierta de La Herrumbrosa... Mal asunto, muy mal asunto...

Amb lo sieu permís, celebrarai una eucaristía

El tipo que parece medio noble, que habla un extraño lenguaje y que parece contar con las simpatías de la tripulación por sus audaces dotes de mando durante la tormenta propone la celebración de una Misa: Nunca me he podido permitir ser excesivamente devota ni temerosa de Dios ya que mis tareas en el Valle no me facultaban tal discernimiento; a pesar de ello, la idea del Catalán no me parece mala si ha de servir para evitar el motín y preservarnos, un día más, hasta nuestra llegada a Brest.

Durante la reunión permanezco callada, atenta a lo que se comenta y, a la salida, noto que el bravo Arrieta cruza unas palabras con el misterioso del turbante: Dos hombres de carácter, quizás demasiados gallos para tan escaso gallinero...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo Oculta la tirada de Medicina, que en su día el Máster convenga cuántos PVs recupera nuestro feroz Arrieta!

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13/07/2014, 17:45
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

Cuando sentí aquel codo clavarse en mis higadillos mi mano automáticamente buscó el puñal:

─¿Sabedes lo que es un Telek, paleto? ─aquella pregunta no buscaba respuesta alguna, pues era evidente que el pastorcillo (más por su altura que anchura) poco sabría de los puñales que usaban los tuaregs.

Si volvéis a tocarme, es lo que clavaré en vuestros ojos hasta alcanzar vuestra pequeña sesera. ─El que siembra vientos recoge tempestades, y al que clava codos se le clavan puñales...

Acostumbrado estaba de tratar con hombres corpulentos y rudos como aquel. Faltos de sutileza utilizaban su fuerza bruta a la par que amenzas físicas para solventar cualquier obstáculo que encontraran en su camino. Mientras más altos y fuertes, más dura era su caída...

Tras aquel intercambio de amenazas veladas me dirigí al capitán.

 

─Errado habemos contando tales historias, non lo niego ─miré entonces a Constantí ─empero más habedes errado dejando que alguien que no fuera vos diera ordenes a los hombres en pleno temporal. ─y es que el caballero catalán se había mostrado más ducho liderando a los hombres y manteniendo el temple que el propio capitán. Aquello no era nada bueno ─tal despropósito debe haber confundido a la tripulación hasta tal punto de probablemente preferir seguir al caballero que a vos.

Pocas opciones tenéis Irizar. Salid ahí fuera et fablad con la tripulación con tiento, coraje y sesera. Fazedles saber quien es el capitán. Reconoced vuestro error y enmedad el estropicio ─me crucé entonces de brazos ─poco haréis aquí metido cual rata de bodega. Et fazedlo presto, si non seré yo mesmo quien liderará el motín ─dibuje una sonrisa complicada. Una sonrisa que no hacía ver con claridad si aquello último era una chanza o la cruda realidad.

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15/07/2014, 16:37
Irizar

Irizar, recogiendo aquel deterioro, escuchó a Cosntantí sin dejar de limpiar el camarote, et que luego percibió las palabras de Ramiro. Ninguna de ambas parecíale concorde a sus planes: arrepentimiento en la misa y hablar con tacto; precisamente el capitán no quería mantener mucho contacto con su tripulación, o dicho de otra forma, no quería dar la cara por el momento. Ya habría tiempo de arengarles en tierra, y cortejarles de nuevo con nuevos tipos de raciones de por día (una vez hiciera los negocios oportunos en Brest y contara con caudales). Sin embargo, en alta mar era otra cosa (aunque estuviera a un día del puerto de la ciudad). Tras el pequeño pique de Ramiro y Arrieta, sin duda dos tipos fuertes y cautos, Irizar tragó saliva y habló.

Haremos una misa por los muertos. Mañana -dijo resoplando-, hablaré más seriamente con la tripulación -quiso contentar a los dos, pese a que la amenaza de Ramiro no habíale gustado un ápice-. Hacedme un favor: congread en popa a los marinos. Subíos al castillo vos -le dijo a Constantí hablando del castillo de popa-: creo que tengo una biblia con la que podréis oficiar.

Aquello era irónico. Si el capitán de la Herrumbrosa reíase del mismo diablo, parecía un divertido y morobos sacrilegio el que tuviera en su poder la Palabra Preclara de Dios. ¿Acaso no sería tan valiente Irizar como para renegar de Cristo y sería temeroso de Dios, prudente y conciliardor por detrás?

Acto seguido, dejásteis al capitán acabando de recoger su camarote azotado por la tormenta.

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15/07/2014, 16:38
Irizar

Fuiste de los últimos en darte la vuelta, y entonces, por el rabillo del ojo, percibiste a Irizar mirándote con cierta rabia. En cuanto se dio cuenta de que le observabas, agachó la cabeza, mordiendo sus labios suavemente. Luego cerró la puerta de su camarote.

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15/07/2014, 16:53
Xandinho

Salísteis a la cubierta, y pareciera que los marinos anduvieran desorientados, reatando con desgana velas, apartando cajones con aparejos y acabando de echar a la madre de los barcos las últimas piezas inservibles. Dos de ellos se subieron cerca del palo de la Herrumbrosa: uno para apuntalarlo con clavos casi a media altura y otro para acceder desde allí a la vela y coser con severas y poco precisas puntadas la vela de la coca (un poco rasgada por ciertos puntos).

Hízose el silencio al instante, y supísteis por aquella ausencia de palabras que la joven tripulación tenía el miedo calado en los huesos, y que no compartían los pensamientos de Magdalena en cuanto a incredulidad y casualidad por lo suscedido. Viana ya había acabado de remendar (cual vela de la Herrumbrosa) a Arrieta, y para entonces el maestro veedor, Xandinho el portugués (cauto y precavido todo él), se acercó  en cuanto os vió.

Los marineros preguntan su capitán... -os dijo como con pesadumbre, pese a que era un simple portavoz-, los marineros, "preguntamos" -se incluyó-. Claman a Dios con plegarias, con rezos, prometiendo que jamás escucharán historias como éstas, tan blasfemas y ... -miró a Ramiro, que había contado una de ellas, y muy "fuerte"...-. Soy el veedor de este barco, sé de mercancías y de precios en los diferentes puertos de Francia, y más allá, mas nunca he hablado a todos para atenuar la gravedad de una situación así... -entonces miró a Constantí, luego al resto, incluido al "gigante" Arrieta-, hablad vos con la tripulación, ¿no sois vos hombre cristiano, o al menos versado? -díjole a Constantí mirándolo de nuevo-; cálmelos, se lo ruego. Son jóvenes e impulsivos. Háganos llegar a Brest... tranquilos.

Ciertamente, no había una percepción hostil en las miradas y posturas de los marineros, allí presentes en el arreglo y nueva disposición de la Herrumbrosa. Sin embargo, bien es sabido por todos que un motín, o cualquier reyerta a bordo, se hace en el más completo silencio y en la más perfecta discreción.

En esos momentos salió a cubierta el capitán Irizar. Si hubiera grillos a bordo, éstos podrían oirse al únísono (de lo silencioso que hízose la escena).

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15/07/2014, 16:57
Irizar

Subió con la cabeza "gacha", y cuando miró el panorama su cuerpo pareció recular. Era como si se quisiera meter en su camarote hasta llegar a Brest. ¿Sus historias eran capaces de despertar las iras de Dios? Eso así lo pensaban los marieneros de la coca.

Tomad -dijo a Constantí-. La he encontrado -y alzó su mano para entregarle una biblia negra de caras de cuero, pequeña pero resultona. No habíase empapado. No os lo dijo, pero la guardaba en un cofre personal en su camarote-. Zerilo me la dió tiempo ha. A veces me cuesta dormir,  los viajes a Francia e Irlanda son largos...

Constantí la tomó y la ojeó. Luego se encaró con toda su tripulación. Los dos que estaban en las alturas pusieron también gran atención.

¡Marineros de la Herrumbrosa! -dijo a pleno pulmón con los primeros rayos del sol ya salidos-. Somos quince hombres menos, pero siguen estando en nuestro corazón. ¡Mañana llegaremos a Brest, y descansaremos en su tabernas! ¡Una tremenda tormenta nos ha cogido, como otras tantas veces -cierto, pero no tantas otras veces, y Xandinho y algún viejo marinero lo sabía- pero mañana podremos comer y beber justamente, y en gran cantidad!

Lo cierto es que a pesar de lanzar "cuatro arengas" poco construidas, tenía una oratoria casi perfecta, y aquello no hacía sino ayudar en su discurso.

Ahora, don Constantí aquí presente, oficiará una misa por los difuntos. Recemos pues por las almas de nuestros hermanos de mar, ¡y por nuestra bendición!

Miró entonces a Constantí, esperando que subiera al castillo de popa y comenzara el oficio*.

Notas de juego

*Constantí, puedes interpretar con toda la amplitud que quieras la misa.

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15/07/2014, 17:10
El Cronista

Mientras hablaba con sus marineros, abriste por curiosidad la biblia, y tras la tapa, delante de la primera hoja, había un pequeño papel amarillento, con letra de mala caligrafía. Decía lo siguiente:

"Me hallo en peligro.
Lo presiento.
Xandinho, el maestro veedor,
parece desgarrarme con la mirada
.
Sé discreto"

Notas de juego

Sólo tu ves el papelito, y sólo tu te das cuenta de ello (ya que eres quien tiene la biblia en las manos).
 

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15/07/2014, 17:13
El Cronista

Mientras hablaba Irizar y entrega la biblia a Constantí, notáste cómo varios marinos te miraban fijamente. A ti y a Magdalena. Eran dos o tres. En realidad miraban tanto como el resto, pero tu, precisamente, te fijaste que algunos de los mismos os observaban a vosotras dos.
 

- Tiradas (2)
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15/07/2014, 17:17
El Cronista

Notaste que Viana miraba a un punto fijo entre los marinos. La joven muchacha parecía abstraída observando a algunos de los marineros.

- Tiradas (2)
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15/07/2014, 17:19
El Cronista

Fue entonces que, mientras salía Irizar de su camarote a la cubierta, entregaba aquella biblia a Constantí para que oficiara, y mientras hablaba a sus marinos, Xandinho, el veedor portugués, se hizo a un lado. Se apoyó en una caja de aperos de martillos y tijeras grandes.

Tu cruzabas la vista con unos y otros marinos, y comprobaste que éstos miraban con ansia de tranquilizarse a su capitán Irizar. Sin embargo, en cuanto tu mirada se cruzó con la del veedor, comprobaste que éste ya te miraba. Fue entonces que, sin motivo aparente, te guiñó discretamente un ojo. Luego, siguió prestando atención a la pequeña arenga de su capitán.

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15/07/2014, 20:39
Viana Bermúdez

Sin dar tiempo a que Constantí inicie el Oficio, tomo la mano de Magdalena mientras le murmuro al oído:

- Ven!

Guiándola por la mano, sin poder evitar algún hostil soslayo al grupo de atrevidos, misóginos, o Dios quiera saber lo que sean, me parapeto, junto a mi bella acompañante, tras la protectora presencia del gigante Arrieta... "Mon Dieu! Estos marineros son peores que las ratas! Qué miedo dan!"   

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19/07/2014, 16:45
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

No me gustaba un pelo el tal Irizar. Le faltaba coraje, cosa imprescindible en un buen capitán y este, desde luego, no era uno de ellos. A mi ver escurría el bulto, y aprovechando la noble posición de Constantí, le traspasó habilmente la responsabilidad de enmendar aquella tensa situación culpa suya en gran medida. Junto a esa responsabilidad probablemente le había pasado también sufrir las consecuencias de lo que tras sus palabras ocurriera.

Me mezclé entre la tripulación mientras don Constantí subía al castillo de popa. Muchos me miraban mal, otros simplemente intrigados, pero lo cierto es que indiferencia no causaba entre aquellos hombres. Oí bien los oídos, más pendiente de escuchar lo que los marineros decían por lo bajo que en el propio discurso de el de Domenech...