Partida Rol por web

Silos se levantó arrojando tierra a uno de ellos, lo suficiente para lograr dar una punta de espada a las partes íntimas de uno de ellos, ya que estando arrodillado, le quedaba más cerca. Este, por ende, quedó fuera de combate al instante.

Sin embargo, el otro hombre logró acercarse lo suficiente como para acabar con la vida de Silos, puesto que directamente acercó su daga al pecho de Silos. Realizó varias apuñaladas, hasta terminar matándole.

Así acabaría la vida del sacerdote, quien podría haberse escapado corriendo. Quien podría haber arrojado monedas y demás para ganar tiempo. Quien podría haberse dejado robar al principio, y los demás se hubieran ido. Quien podría haber hecho muchas cosas, pero jamás sabría qué decisión le dejaría el día de hoy con vida.

Probablemente pensaría en sus dioses cuando estaba por morir. Pensó en el inframundo, cuando visitaría a Hades. ¿Qué le diría al barquero?

Probablemente pensó en su encuentro con Ageslao. Quizás la última advertencia de este. Quizás el sueño donde intervino Zeus, arrojando un rayo desde el cielo para romper el puente. ¿Qué era el objeto blanco que estaba al otro lado?

Lo cierto es que su ausencia se haría extrañar dentro del torneo, dónde había logrado avanzar.

El último ladrón observó a sus compañeros muertos tras el enfrentamiento con Silos. Este se arrojó al suelo un momento, como suspirando, apenado por ver a sus compañeros muertos. Observó a quien acababa de asesinar, y se sintió bien unos instantes. Revisó las pertenencias de Silos y tomó todo su dinero y la espada de este. Lo mismo hizo con sus propios compañeros, a quienes robó el dinero que estos tenían. Finalmente, se marchó corriendo.

Oktael escuchó con atención a Felipe. "Buscar en los establos..." pensó con desconfianza. Habían asesinado a una persona en la taberna, y los establos podrían ser un escondite perfecto para cualquier asesino. 
- Lucas...- llamó al mercenario.- Deberíamos ir juntos al establo. Uno nunca sabe que se puede encontrar.- Luego miró al otro individuo (Charles) que se encontraba allí. - Tu también puedes venir si quieres...

Sin decir más nada, Oktael esperó a su nuevo compañero, espada en mano, para dirigirse a los establos a investigar un poco más.

No intenté escapar- Respondo indignada- Si estaba en los establos, era porque me marchaba de la ciudad. El noble muerto no afectó en nada a esa decisión.

Relajo el hacha cuando veo que no tiene intenciones hostiles.- Entonces, ¿Las leyes de Pulkria permiten a un noble ir por la calle matando a quien le apetezca por aburrimiento?- Pregunto con incredulidad. En cualquier parte, hasta los reyes necesitan inventarse falsas acusaciones para asesinar a un inocente. Excepto aquí en Pulkria, por lo visto.

No tengas tanta prisa- Le respondo cuando me achucha para que me vaya. No me fío de ella. Ni yo he pedido auxilio, ni necesitaba ayuda si hubiera querido enfrentarme a ellos. Además del flaco favor que me ha hecho asesinando a estos dos, nadie con dos dedos de frente confundiría una herida de daga con una herida de hacha, pero visto todo lo que me ha ocurrido hasta ahora en esta ciudad ya no me extrañaría que también me acusaran de ello. De esta ciudad ya no me extraña nada. -No se quien eres, ni porque te has cargado a esos dos ¿Que motiva a una desconocida a salir de su habitación y matar a unos guardias metiéndose en un asunto que no le concierne?

Una vez baje del cuarto con todo el equipo que traia, desparramado en todo el cuarto, me encuentro con aquel guerrero de tez negra, que habia recordado vagamente ver en alguno de los combates del torneo. Parecia uno de esos esclavos que traian constantemente en los puertos, seguramente de algun pais lejano o bien de Eslavos. Ademas, su presunto amo se encontraba hay dandole permisos para salir en busqueda del asesino del tabernero. Queria mi ayuda? No hacia falta siquiera preguntar! 

-Si quiero?! No hace falta hacer esa pregunta. Ire, pero el noble de Roland es mio!

Error de tipeo. Eran dos guardias, uno entró a la habitación mientras que el otro fue el que se aproximó a Astrid.

—No es caridad, si es lo que piensas. —colocó sus manos en su cintura, girando su cabeza en dirección al pasillo, haciendo silencio para poder escuchar si alguien estaba subiendo las escaleras a las habitaciones. —Una de las razones es que detesto la injusticia pulkriana, y conociendo a los nobles de estas tierras se que hablas con la verdad respecto al Earl que te atacó. En Pulkria la nobleza tiene mucho poder que en otros lugares. Alzar la espada en contra de un noble, así sea en defensa propia, es una ofensa. Y aún si no lo fuera, ¿realmente crees que los pulkrianos favorecerían a una nórdica sobre la muerte de un noble?

Dirigió nuevamente la mirada hacia Astrid, mirándola a los ojos directamente, como si buscara algo similar a ambición dentro de ellos. —Pero seré directa, pues no es una razón tan personal la que me llevó a hacer esto. Estuve viendo el torneo desde las gradas y de entre varios, fuiste la que mas llamó mi atención en cuanto a habilidades se refiere, además, no tienes conexiones con este lugar como para preocuparme por tu procedencia o quien eres. Originalmente pensaba hacerte esta propuesta en la mañana con más calma y con un par de tragos encima probablemente, pero dado la situación tendrá que ser ahora.

Se aclaró la garganta y prosiguió. —Necesito a alguien con tus habilidades, me vendrían bien para ciertas cosas que debo hacer en esta ciudad. Tengo oro y dudo que tengas algo mejor que hacer en esta ciudad sin torneo y siendo perseguida. Entiendo si desconfías de mi, así que no pretendo marcar presión con esto. 

A medida que la charla se daba, Astrid probablemente se había percatado de dos cosas de Aveline. Esta no utilizaba la palabra vikingos para referirse a la gente del norte. Y su acento era diferente a los pulkrianos, por lo que probablemente esta podría dilucidar que ella no era de ahí.

—No estaré mucho tiempo en esta ciudad, ni pretendo que tomes tu decisión ahora. Te daré algo de tiempo para que salgas de aquí y te ocultes en otro lugar, o puedes quedarte aquí y que te inculpen de estos pobres diablos también. Sea lo que sea que decidas, si escoges hacer lo que te pido, entonces nos veremos mañana a medianoche frente a la Catedral de Banderlei.

Esta esperaría a que Astrid le diera algún tipo de contestación. Sin importar cual fuera, esta salió de la habitación de la misma cerrando la puerta. Se dirigió luego a su habitación a tomar el resto de sus pertenencias y bajó las escaleras hacia el salón principal de la taberna.

Envainó la espada y asintió a Oktael. Vamos pero salvo que ya lo hallamos condenado sería mejor hablar antes con él. Y llegar con las armas prestas para el combate no alimenta las palabras. Miró a Augvald. Sólo otro peón como había sido él toda su vida. Le dicen salta y salta, mata y mata. No es una mala vida, pensó.

Sir Augvald, pronto su sed de sangre será satisfecha, quizás con más de la que puede imaginar. Dijo enigmáticamente.

Me acerqué al hombre que estaba tratando de robar a Lord Ahrem y le coloqué la punta de lanza de mi alabarda en la espada, le dije fríamente: Muy buenas noches, caballero, si no desea decorar las calles con su cadáver le recomiendo que responda mi pregunta ¿Dónde están los rufianes que extorsionan a los dueños de posadas y puestos mercantiles? Si su respuesta no me satisface, me temo que tendrá que aprender a robar sin usar los brazos.

No podía negar que me produce cierto placer amenazar a aquellos que buscan perjudicar a los demás... Siempre que estuviera consiente de que estos fueran realmente bellacos cobardes.

Cuando los 3 llegaron a los establos, notaron que había una multitud de guardias que estaban conversando, serios y con aspecto muy sombrío.

Al acercarte, pudiste escuchar que hablaban acerca de la muerte de un noble de Pulkria, y que estaban persiguiendo a un sospechoso, que era una mujer de cabello rubio, o así al menos lo describía el testigo que vio el crimen.

No había nadie más alrededor, salvo por los guardias.

¡Basta! ¡No hagas esto! ¡Soy un simple ladrón de poca monta!

Este se había asustado bastante tras la aparición de William y Bertram. No estaba encontrarse con esos refuerzos.

¡No tengo la menor idea de quienes hablas! ¡Aquí todos se llevan una tajada de todo prácticamente! ¡Nadie es dueño de un negocio especifico! 

Cuando la mujer dice que la impresioné en el torneo estoy a punto de estallar en carcajadas; Estaba medio borracha y caí en primera ronda contra un tarugo que hasta le pone nombre a sus armas. ¿Qué tuvo eso de impresionante?  

Me gusta el oro, pero me gusta más seguir con vida – Le respondo a la mujer, declinando su oferta verbalmente aunque sin tenerlo del todo claro. No es que la oferta no sea tentadora sino porque si me persiguen, si tan grave es mi crimen y nada de lo que haga o diga tendrá remedio lo más normal será irse, no quedarme en la ciudad donde se me busca.   

Me largo de aquella taberna sin tener del todo clara una decisión. - Por lo pronto buscaré donde acabar de pasar la noche y mañana que los dioses provean.

-Tu respuesta está incompleta... Tal vez te quite solo las piernas! A menos de que sirvan para algo... Llévame con el cabecilla, y tal vez te deje salir ileso, ladronzuelo!

Estaba acumulando la ira que contenía... Aquel ladronzuelo quería aprovecharse de los demás, robando a aquellos que se ganaban el pan con mero esfuerzo, en pocas palabras, el peor tipo de personas...

¿Cabecilla? No trabajo para nadie, la calle es mi única amiga. ¡Por favor, nunca hice daño a nadie, solo he robado es verdad, pero jamás lastimé a nadie!

El ladrón actuaba realmente muy desesperado, parecía nervioso de lo que pasaría.

Honestamente dudo de que este sepa algo más... Tendríamos que seguir buscando a mi parecer.

No había mucho que hacer en aquel lugar. La nueva muerte no le interesaba demasiado aunque parecía reforzar su idea. Empezaba a ser una extraña casualidad que la descripción de la asesina encajara con cierta vikinga que había humillado a cierto noble local y al mismo tiempo el asesino del posadero fuese quien la defendió.

De una manera u otra parecía que la tregua se acababa. Para Herranz ya sólo se trataba de elegir bando y eso sería fácil: aquel que pagara más por sus servicios.

-Eso parece... Agradece, ladrón, al la buena fe que este hombre de Roland te está otorgando. Espabila!

Dejar ir a los ladrones y asesinos es algo que no me agrada para nada... Pero si lo mataba, podría traer problemas innecesarios, por lo qué tuve que calmarme.

-Lord Ahrem, si no le incomoda, prosigamos con el plan. Recuerde que no debe temer, Su hermano y yo estamos para protegerlo.

Esto dicho, volví en mi dirección para mantenerme alejado de Lord Ahrem, con la certeza de que pronto otro ladrón aparecería...

Oktael entendió que no tenía mucho más que hacer en aquel lugar, por lo que se dirigió a sus dos compañeros
- Creo que hasta acá hemos llegado.- dijo mirando a los guardias que hablaban entre ellos.- A no ser que a alguno se le ocurra algún aporte que podamos realizar para esclarecer esto, yo no encuentro sentido a seguir participando en esto.- Luego, en un súbito acto de raciocinio empezó a atar cabos
- Mi señor, Sir Hegel, se encuentra arriba, en el mismo piso que la rubia vikinga.- dijo mirando a Lucas y Charles. Tratando de ir a toda velocidad, Oktael se dirigió a la habitación para buscar a su amigo Sir Hegel

Vale, prosigamos.

Estos caminaron lentamente por las calles. No aparecían más personas interesados en aturdir a este. Quizás porque era muy evidente que se trataba de una trampa.

No obstante, al haber pasado por la puerta de una casa, pudieron sentir unos gritos.

¿Qué fue eso?  Miren. La puerta está abierta.

Sin más, Ahrem se metió adentro para ver que estaba ocurriendo allí.

Oktael llegó hasta la taberna, pero la puerta se encontraba cerrada. Este no podría abrirla simplemente, a menos que buscase colarse por otro medio o derribar la misma.

Oktael salió corriendo en dirección a la taberna. Este se hallaba preocupado por el bienestar de su amo.

Mientras tanto, los guardias habían notado la presencia de Lucas y Charles, y comenzaron a observarlos con cierta curiosidad.

¿Qué deciden hacer?