Partida Rol por web

El grupo empezó a caminar por las murallas de la fortaleza. Terminaron bajando por una escalera, y se adentraron a la fortificación. Allí vieron un puesto de armería y a un herrero trabajando.

¿Creen que ese tipo tenga algo de soga?

 Mientras Oktael ayudaba a buscar la soga que fuera lo suficientemente fuerte para bancar el peso de una escapada, volvió a dirigirse al hermano
- Así será amigo... así será...

-Puede ser. Sin embargo, la soga debe ser resistente, y el largo debe ser de unos 20 metros.- Me acerqué a aquel herrero que trabajaba en una espada, y el sonar del martillo me recordaba a mi hogar.

-Disculpe, buen hombre. Posee usted unos 20 metros de soga que le sean dispensables? En caso de no ser así ¿Conoce en que sitio podríamos conseguirla?

¿Soga? No amigo, yo no tengo sogas... No sé quien podría tener... Fijate en los puestos de mercadería que hay más allá. Entre las provisiones, quizás alguien te de algo de soga.

Al fin consiguió llegar hasta el prisionero, el estado era el esperable, obviamente lo mantenían bajo mínimos para ahorrar provisiones para el resto de los hombres; pero al menos estaba consciente.

Por ello, se acercó cuanto pudo al muchacho, y le dijo:

-¿Puedes moverte chico? -luego miró a a todos lados, asegurándose que no había nadie cerca, ni en las celdas contiguas, y le dijo en un susurro apenas audible- venimos a salvarte, pero tienes que confiar en nosotros, ¿entendido? -concluyó y se quedó mirando a Parloq por si deseaba añadir algo.

Parloq apenas parecía reaccionar frente a la voz de Polux. Se veía en un estado sumamente deplorable, casi como si tuviera alucinaciones. Tras unos minutos de insistencia de Polux hablandole, Parloq finalmente parecía despertar y cobrar el sentido.

E... eh... tu... No te recuerdo. ¿Quien eres?

Pólux empezó a dudar de si debía decir algo más o no, estaba claro que aquel muchacho estaba un tanto ido, quizás debido al tiempo en prisión o por las palizas recibidas, por lo que de momento prefirió no revelar mucho:

-No me conoces, pero yo a ti sí, lo único que debes recordar es que debes colaborar cuando te lo pida, ¿entendido? -expuso finalmente esperando que al menos eso lo entendiera y lo aceptara.

-Gracias.- Acto seguido fui a donde se encontraban las provisiones, y le indiqué al caballero que se encontraba atendiendo el puesto.- Disculpe buen hombre, pero mis compañeros necesitamos unos cuantos metros de soga. somos varios, así que 20 metros de soga por persona sería lo más útil. Podrán recuperarla una vez la hayamos utilizado.

¿Qué? ¿Soga? ¡Cómo voy a darle mi soga a unos desconocidos! ¿¡Quien carajo sois vosotros?! 

El anciano sin dudas se había ofendido, y poco a poco empezaba a alzar la voz, mientras se quejaba.

¡Calmese, viejo! ¡Le dará un infarto!

Lucas estaba empezando a perder la paciencia. Ciertamente desde que ya había comenzado la misión, cuando encontró al grupo - tras haber estado tantas semanas vagando por los campos para hallarlos - ya había llegado con un ánimo bastante pobre y apagado. No se lo veía tan enérgico como solía verse antes. Por contrario, ahora estaba más irritable y fatigado.

Parloq apenas había entendido las órdenes de Polux. Se limitó a asentir la cabeza y terminar acostandose nuevamente.

Polux iba de camino a salir de los calabazos, cuando mucho polvo se aventó contra él, y empezó a toser fuertemente. Luego, sintió una voz familiar que lo llamaba desde la parte más profunda de aquella prisión. La voz provenía de escaleras abajo.

¿Polux seguiría esta voz? ¿O la ignoraría, siguiendo su camino hacia afuera?

El veterano tenía poco que hacer hasta que llegara la noche, por lo que en cuanto sintió aquella voz que lo llamaba decidió acudir a investigar, pues cualquier dato nuevo que descubriera podía ser vital para su misión. 

Así que alejándose de la extraña nube polvorienta, se dispuso a descender las escaleras...

Polux comenzó a caminar, adentrandose poco a poco en las profundidades de aquellas mazmorras. Este sintió como el aire, de a poco, se le iba acabando y hacía más difícil el hecho de respirar.

Tras terminar de bajar las escaleras en forma de caracol, este llegó a un pasillo oscuro, apenas alumbrado por una única antorcha sujetada a la pared. Esta no daba un buen rango de visión, y tampoco podía tomarla al estar sujeta a ella.

Cuando este ya sentiría que no valía la pena seguir curioseando, la voz volvió a escucharse. Parecía provenir de una celda al fondo del pasillo, ya dónde no llegaba a alumbrar esas débiles llamas.

¿Seguiría adelante?

Pólux no era un hombre temeroso, pero sí había vivido suficiente como para no fiarse de cualquier cosa, por lo que sin alejarse mucho de la zona iluminada, exclamó diciendo:

-¿Quién demonios anda ahí y qué quieres de mi? -dijo alto y claro para que aquel extraño le dijera algo de interés o se marcharía.

Polux habló, y la voz no volvió. Este esperó, pero la voz no habló. Este, finalmente, se cansó, y ahí, solo ahí, la voz se escuchó.

Pooo... LUXXXX...

Se escuchó.

Aquello ya estaba poniéndole los pelos de punta, el guerrero antes de proseguir necesitaba algo de iluminación, no pensaba meterse en una prisión oscura y seguramente medio abandonada sin la seguridad de una buena antorcha; como se despistara podría acabar como esos energúmenos...

Por ello, volvió sobre su pasos y buscó una antorcha que pudiera descolgar, o en caso de que no pudiera, pedirle una al celador de la puerta principal.

-Calma, mi señor. Somos los aliados que llegaron por la mañana. Necesitamos soga para ayudar a reparar algunas cosas. Agradecería mucho su cooperación.- Le miré a aquel anciano con la mayor comprensión que mis ojos podían emitir.

Polux no hallaba en ningún sitio una antorcha que pudiese manipular para recorrer aquellas oscuras celdas. Por lo que terminó saliendo para buscar al celador y cuando le consultó que había allí abajo de todo, este lo miró de forma muy extrañada y preocupada. Le dijo que esas celdas tienen un problema de escasez de oxigeno, por lo que no las usaban hace ya mucho tiempo. En alguna época, los dueños de aquella fortaleza, usarían ese piso inferior como método de tortura, en realidad. Los dejarían allí hasta que muriesen sofocados.

El celador te otorgaba una antorcha y te recomendaba que no permanezcas demasiado tiempo allí abajo. Casi riendose, te ofreció que te lleves un canario en su jaula. Es sabido que cuando el canario fallece, es porque la falta de oxigeno ya es crítica.

El anciano observó con atención a William, se veía muy irritado y no quería soltar la soga fácilmente.

Siempre estoy dandole mis cosas a estos malditos soldados. Desde que coparon el castillo están sacandome todo lo que me pertenece. Supongo que debería estar agradecido que no me pusieron en una jaula, pero este abuso cansa a cualquiera.

Oktael y los hermanos recorrieron las instalaciones del castillo por unos minutos. Hasta que algo le llamaría la atención a Oktael.

Dentro de la fortaleza, en uno de los patios más ocultos, había un carruaje sin cochero, y era de tipo jaula enorme. Allí había varios negros que estaban encerrados dentro.