Partida Rol por web

Estaba completamente inmerso en mi mente, por lo que no le presté atención a las acciones de Pólux. Había estado anteriormente en Roland, pero en calidad de soldado. Había matado soldados, generales, y nobles de ese país; Tal vez no me fuera tan fácil andar por allí. Necesitaría ocultar mi rostro y cambiar mi apellido, o al menos que nadie me llamara por el. 

Edain empezó a buscar sus cosas por los alrededores de la iglesia. Y efectivamente allí estaban. En unas cuantas cajas que estaban situadas a escasos metros de la iglesia, en un callejón.

Cuando las descubriste, dos personas que estaban vigilando aparecieron.

Supongo que tú eres el mercader. ¿Planeabas recuperar tus cosas? Me temo que no será posible.

- ¿Y eso a qué se debe? Si me permite la pregunta. Esta mercancía es importante ya que involucra al mismo ejército de Nikómedes y si no escuchan noticias mías, tienen permiso para venir a saquear, interrogar y matar a quien sea que evite mi arribo hacia sus tierras.- Pronunciaba con tono de superioridad Edain, con la cabeza en alto y posando una mano sobre su espada lista para desenfundarla en caso de emergencia. -Además le llevo noticias muy importantes.- El hombre mentía perfectamente sin parpadear, en medio de la tensión.

¡¿Qué?! ¿Dices que esto pertenece al ejercito real del lord Eudaimon? - este abrió su boca de forma enorme, estaba muy asustado por sus palabras.

¡Demonios! ¡Yo no quiero participar en un robo a nuestro soberano! ¡Yo no tengo nada que ver! - este se fue corriendo, y junto a él, el otro custudio repitió la misma acción.

Eso te ha dado tiempo de ventaja para llevarte las piezas, pero aún puede aparecer el ladrón original.

Edain rápidamente se coloca la armadura de los escoltas robada para aparentar ser uno de ellos y se hizo con los objetos. - Mierda, me piro en pampalinas... ¿Pampalinas, qué es eso? ¡Ja! - Divagaba él mismo mientras recogía los objetos, con suerte escaparía, si no, tenía otra mentira bajo la manga, para eso la armadura.

-Tranquilo amigo oscuro, ya he tenido bastantes peleas por hoy, me quedaré de guardia un rato -dijo con su jarra en la mano, dispuesto a pasar una ebria noche- y cuando me canse iré a vuestras habitaciones para que uno me releve -expuso centrado en su copa, y mirando al grupo por si alguien quería hacerle compañía, beber sólo era muy triste...

Edain coge lo que puede, mientras aún está libre para hacerlo. Puede elegir entre llevarse aquello que ha rescatado y marcharse mientras puede, o dejarlo en su carreta y regresar por el resto.

Ahrem cogió su vaso y miro a Polux asintiendo a este.

Vamos, yo te acompaño. No es bueno estar solo en sitios desconocidos, y Varen necesita hacer reposo para sus heridas.

Varen asintió tras las palabras de Ahrem y agradeció el gesto. Terminó yendose a descansar.

Decide abandonar el resto y regresar a la carreta, si los demás no escuchaban noticias de mi se irían y me resultaría difícil dar con otra compañía de mercenarios confiables. "¿Habrá algún guardia en la ciudad?" Pensó, podría decirles que ha visto alguien vendiendo cosas ilegales y así echarles el marrón a ellos, -malditos ladrones- , rió.

Pólux sonrió al muchacho cuando optó por acompañarlo, por lo que le dijo en tono amistoso:

-Muy bien muchacho, aunque llevo ya una jarra entera y pronto empezaré a contarte batallitas jajaja -expuso riéndose de sí mismo -pero antes cuéntame algo de tu patria, si sois hijo de un noble ¿cómo habéis acabado en esta vida de mierda? -concluyó deseando averiguar algo más del joven.

Ahrem observó a Polux y sonrió unos instantes, mientras se daba la pausa necesaria para tomar un trago de cerveza y pensaba en su respuesta. Este cerraba los ojos unos momentos, como recordando a su patria. No había pasado mucho tiempo, pero si parecía una eternidad desde que dejó Roland, por la cantidad de cosas que pasaron en el camino.

Ocurrió hace unos meses en el torneo de Banderlei. Probablemente ya lo sepas, pero lo diré igual, Banderlei está considerada como una de las ciudades más importantes del reino de Pulkria. No es la capital, pero es la casa anfitriona de los torneos más importantes de la región de Varkoglia.

Roland y Pulkria están en guerra hace unos años, pero estaban trabajando en crear un tratado de paz, para terminar con tanta miseria y guerra. Nadie logró imponerse con absoluta dominación sobre el otro, así que no tenía mucho más sentido prolongarlo. La familia De Vincenzo, por lo tanto, nos invitó a formar parte del torneo, a mi padre y a nosotros, además de otras casas nobles de Roland. La mayoría rechazó la invitación de los De Vincenzo, los soberanos de Banderlei, pero nuestro padre creía que era una gran oportunidad para demostrar algo de diplomacia. Como un gesto de buena fe, ¿no? Asisto a tu torneo porque realmente creo en la paz que estamos tratando de crear.

Pero todo salió mal - se quedó pensativo, dando otro trago de cerveza - no sé como fue que todo escaló tan rápido, pero cuando quisimos darnos cuenta, nos estaban culpando por la muerte de algunas personas de la ciudad, por lo que no nos quedó otra alternativa más que huir de Banderlei, perseguidos por los guardias.

Desde ahí nos unimos a vuestra compañia. Eran la oportunidad perfecta para abandonar los grandes muros sin mayores sospechas. Así que desde aquel momento somos enemigos del reino, aunque como ahora hay paz... no lo sé.

Pero mi reino está en guerra civil, dijo ese Algedrian... solo quisiera llegar y ver si es verdad, y cómo esta mi padre.

Edain logró coger algunas pocas cosas que lograría transportar en una caja, además de la armadura que él mismo se puso.

Llevó todo a su carreta y emprendió la marcha, dejando atrás todo lo demás que le habían quitado. Perdería bastante dinero en aquel robo, pero al menos no correría mayores riesgos.

Al salir, encontró un guardia al que le dejo el aviso de la venta ilegal de objetos. Como portaba una armadura real del ejercito del general Nikomedes, el guardia creyó en sus palabras y lo tomó como una orden real.

No sabes que ocurriría al respecto, pero por la seriedad del soldado, supones que lograría encontrar a los ladrones.

Comienzas nuevamente tu viaje hacia Romulus. La frustración no te deja solo, aunque tu espíritu es jovial y no te permite amargarte. Estimas estar a 6 horas de viaje.

El guerrero, si no fuera porque tenía el hígado de un buey, daría algunas señales de embriaguez, pero no era el caso, por lo que continuó hablando e intrigado con la historia de Ahrem, que parecía mucho más amigable que su hermano:

-¿Pero vuestro padre viajó con vosotros? -preguntó pues no le había quedado muy claro ese punto- supongo que no, pues de lo contrario lo tendrían los De Vincenzo como rehén, ¿no? -dijo sin mucho tacto, pero cuando se dio cuenta de su falta de delicadeza dijo- perdonad, no quería entristeceros con dicho pensamiento, pero seguramente me equivoque, y estará en Roland deseando que volváis para poner en orden el país -acto seguido, tomando una pose un poco más melacólica dijo- decidme una cosa, si conseguimos que todo esto acabe bien, ¿podremos asentarnos en vuestras tierras con ciertos privilegios? no quiero parecer un tipo interesado, pero un trabajo tranquilo como guardaespaldas, una casa pequeña pero con su huerto y una vida tranquila, estaría bastante bien -expuso yéndose un poco por las ramas debido al licor- la compañía de mercenarios dudo que vaya a funcionar, así que no me queda otra que barajar otras ideas -concluyó con una sonrisa para ver qué pensaba su joven compañero.

Ahrem observó a Polux y asintió tras su pregunta sobre su padre.

Sí, tu suposición es correcta, además. Estaría ya prisionero de esos perros De Vincenzo - escupió a un costado.

Mi padre no viajó con nosotros porqué está enfermo. No estamos seguro de que tiene, ningún médico acierta. Hay días que es un hombre bravo y fuerte, sin problemas, pero otros días se despierta delicado, mareado, pierde el conocimiento.

Por eso no viaja más. Aparte que alguien debía quedarse a cargo de nuestro castillo.

Tras oír su solicitud de un trabajo este sonrió unos instantes.

Polux, eres un hombre muy fuerte y decidido. Siempre hacen faltas cualidades así para tener cerca. Por supuesto que tendrías un trabajo asegurado con nosotros. No lo sé, podrías ser aprendiz del maestro de armas, que ya es bastante viejo. Cuando se retire, podrías suplirlo y ser el maestro de armas de nuestra hueste. 

Vivirías en el castillo, pero tendrías todas las comodidades que puedes imaginar. Sirvientas, comida, y demás.

Y lo mismo va para Varen, si es que también desea quedarse con nosotros. Podría tener un puesto en el consejo de la ciudad.

-Dejen esa cara tan larga, después de todo, no creo que Edain llegue hoy. Les parecería tener una competencia de bebidas nuevamente? Esta vez creo que puedo ganarte, Pólux.- Reí con muchas energías, no tenía motivos por el cual sentirme apesumbrado en este momento. Podría dedicarme a "Disfrutar la noche", ya que dudaba que pudiera relajarme ya estando en Roland.

El veterano miró a William sonriendo a la vez que decía alegre:

-Jajaja, hay que saber aceptar la derrota amigo mío -dijo risueño- además, aunque esté feo que yo lo diga, no nos conviene gastar tanto oro ahora en este meado de burra -expuso en referencia a la cerveza- aún nos queda un largo viaje y la paga de Nikómedes no fue muy generosa que digamos -concluyó desaconsejando la idea de una nueva borrachera- pero si pagas tu... jajaja -dijo finalmente por si el caballero se atrevía a poner a prueba a su hígado una vez más.

El guerrero se quedó bastante asombrado ante el ofrecimiento de aquel muchacho, por lo que profundamente agradecido le dijo:

-¡Vaya muchacho! me has dejado sin palabras, ¿de verdad nos concederíais tal honor? ¡¿de verdad podríamos alojarnos en el castillo?! -preguntó con la incredulidad de un niño, al cual no le entra en la cabeza que un hombre de un origen tan humilde como él pudiera llegar a tal posición- he de admitir amigo Ahrem, que me habéis alegrado la noche jajaja, contad sin duda con mi espada eternamente, he de admitir que os habéis ganado completamente mi lealtad si confías en mi para tal honor -y acto seguido le mostró el antebrazo para estrecharlo con el de su compañero y brindar con alegría por aquella nueva inyección de esperanza.