Partida Rol por web

Uno de los conejos volvió a servir té para todos, mientras él daba sorbitos al suyo y les escuchaba.

­-Claro, podría volver por donde vino, eso sería una buena idea. Desandar el camino andado nos suele llevar al punto de partida. ¡O esa es la teoría!- gritó levantándose de la mesa.

¡¡¡CAMBIO DE SITIO!!!

Aquella criatura gritó de nuevo y todos se levantaron para ocupar un lugar nuevo en la mesa. Otro cambio, más cambios y más cambios.

-Todo era mentiras supongo-  dijo el sombrerero. -Pensé que podríamos ser amigos, pero los amigos no mienten. En realidad solo quería que le hiciera sombreros y zapatos bonitos cuando fuera reina, pero yo tengo una gran lista de clientes en todo Wonderland que atender.

Mike asintió a la pregunta de Kivo, había otros mundos. Tantos mundos como la imaginación diera de sí. La vida no se reducía solo a los Trece Reinos al parecer.

-Eso dicen, que el conejo fue a buscarla y la coló por su madriguera… Tendréis que buscar al conejo- sentenció. ­­–Y si decís que venía hasta aquí… Estará escuchándonos desde algún matorral- bajó la voz y miró con sospecha a su alrededor. -¿Podéis verlo?

Hola Reina Nereida.  En su mente empezó a tararear esta canción.  

Me presento, soy Komori-san, se inclinó en la reverencia con el ángulo apropiado a la ocasión.  Meteomaga del País de las Maravillas.   He venido aquí a través de los portales de Morfeo, el de los sueños. 

Me dijo que había pesadillas que detener. Y las busco.  Pero la veo buscando algo, y me gustaría poder ayudarla.

¿Qué busca?

Dastan corrió y se cambió de sitio otra vez, mientras se llevaba la taza de té, pero estaba empezando a perder el gusto por el brebaje, ya que siempre le hacían correr cuando lo tomaba y le sentaba mal. 

—Sí, nos envió aquí, pero no se la razón. ¿Si es tan mala y mentirosa por qué fue el conejo a por ella?

El somberero dijo que el conejo estaría allí ¿Allí? ¿Por qué les habría mandado para no ir con ellos, qué pretendía? Dastan había pensado que en todo caso los había condenado al castillo de la Reina Roja, para ver si acababan con ella. 

—¿Le veis? Yo no lo veo. 

Cada cual tenía su versión, pero tal parecía que esta vez Alicia estaba quedando retratada. Por mentirosa y aprovechada. Con la cara de mosquita muerta que tenía... El yayo iba a tener razón y todo, en su dicho de que esas eran las peores.

El cambio de sitio me irritaba un poco. Los antroponekos no estábamos hechos para es cosas. De hecho, a estas alturas debería llevar hora durmiendo una buena siesta. Menos mal que había comida. ¡Aunque ni tranquila me dejaban para comerla!

Cambio de sitio, pero me dura poco. Porque cuando hay que localizar al conejo... Las orejas bien empinadas y el hocico en movimiento.

-  Uy no, yo tampoco lo veo - digo, soltando la milonga. Pero estoy alerta y corro para cazarlo tras el matojo tras el que se resguarda. ¡Que yo si que lo vi!

Para que luego nos pusieran de vagos y glotones.  Lo que les pasaba era pura envidia, porque no tenian nuestros sentidos.

La reina puso una cara un tanto rara cuando Komori se presentó, sobre todo cuando habla de Morfeo.

-No sé de qué me habla señora, pero está en los jardines privados de la reina y no debería estar aquí- contestó algo seca y altiva, pues habían entrado a sus dominios sin ser presentados y sin preaviso y eso a la reina Nereida no le gustaba mucho. –No entiendo de qué pesadillas habla- frunció más el ceño ante sus palabras.

Komori quizás estaba siendo demasiado directa con alguien que no comprendía que dormía, como la mayoría de los que se encontraban en la tierra de los sueños. La gente que soñaba no siempre sabía que estaba soñando y quizás decírselo directamente no era la mejor idea, no tenían por qué asumir que aquello no era su día a día.

Nadie parecía haber visto al conejo blanco, mirando y mirando pero era imposible que estuviera allí. Ni siquiera Mike podía saber si estaba entre ellos escondidos o no. Por suerte Sasha viene de una gran estirpe de cazadores, cuando no están echando siesta, así que da con el olor del conejo blanco de inmediato.

La antroponeko saltó de su silla corriendo tras unas hierbas altas y allí lo encontró. Lo agarró antes de que saliera saltando de allí más pronto que rápido. En nada tenía al conejo blanco entre sus zarpas, el cual trataba de zafarse. El maldito quizás les había llevado antes la Reina Roja a sabiendas y ahora les espiaba mientras charlaban con el Sombrerero.

Lo siento mucho mi reina, no quise ser impertinente.  Sólo la oí que necesitaba ayuda y acudí. 

La lógica en los sueños era tergiversada, y con ello podría creerle más, pues hablaba con sinceridad.  Además, Komori se sentía como pez en el agua, pues la lógica en el País de las Maravillas tenía también una consistencia similarmente onírica, por decir lo menos. 

¿Qué necesita encontrar? 

Sasha engañó y luego atrapó al conejo. ¡Qué velocidad! Una vez lo hubo agarrado Dastan ayudó a llevarlo a una de las sillas. 

—Ven aquí, malandrín, creíste que podrías engañarnos —y anda que no lo hiciste— pero no contabas con nuestra perseverancia— y con el ojo avizor de Sasha. 

—Tienes mucho que explicar. 

A ver si por fin nos enteramos de lo que pasa en realidad. 

¡Aja! El abuelo estaría orgullo de mis reflejos. Nuestra familia siempre había sido una de las mejores cazadoras de la región. No eremos un clan de antroponekos cualquiera ¡teníamos pedigree!

Dastan me ayuda a sujetar al conejo blanco y ambos lo llevamos a una de las sillas.

- ¡Cuanta toda la verdad o te quedarás sin merienda y sin siesta! - dije en tono amenazante. ¿Acaso la no-merienda era la peor de las peores pesadillas? ¿Acaso la falta de siesta no empeoraba todo vilmente? 

La reina Nereida miraba altanera a Komori, hasta que se disculpó y sintió levemente pues no era una reina cruel.

-Perdí mi anillo- dijo escueta, mirando entre las hierbas. –Es mi anillo de compromiso y sin él no podré casarme. Mi prometido pensará que no le quiero y romperá nuestra unión- añadió con pesar.

Parecía que la reina se encontraba angustiada por el pensamiento de no poder casarse con su prometido. Los anillos de compromiso eran algo muy importante y a saber desde cuándo tenía la reina el suyo. O cuándo lo había perdido.

- ¿Qué pasa con Alicia? ¿Nos habéis engañado? ¿Nos has llevado a la Reina Roja a propósito? - continuó, preguntándole al conejo con un zarandeo según le pregunto, mirándole como mucha seriedad. 

Bien bien, pues por ahi comencemos.  Le ayudaré.  -dijo, poniéndose recta, a la orden.  

Primero, para que lo pueda reconocer, ¿me lo puede describir?  -Sabía Komori-san que la reina estaba en un sueño, así que las cosas podrían cambiar, o no tener lógica en donde estuviera perdidas.  Pero, ¿cuando la lógica ha detenido a una maravillense? 

Y luego, ¿me diría por donde lo habrá dejado la última vez que lo vió? 

Finalmente una pregunta inusual:  ¿Le daba usted algún nombre el anillo, le decía usted de alguna forma? 

A la vez, una vieja matrona, acostumbrada a mirar oleadas y oleadas de jóvenes enamorarse, con sus ojos llenos de arrugas estudió discreta la expresión de la reina.  ¿Y es cierto que se quiere casar con él?  ¿Algún miedo escondido se lo impide o ve otra barrera?

El conejo no parecía hablador, ni con las amenazas de Sasha. Dastan siguió con las preguntas. 

—¿Ese reloj? ¿Se paró? ¿Perdió una pieza? ¡Cuenta! 

Habría que volverlo a poner en marcha para recuperar a los congelados. 

El conejo se removía tratando de escaparse y movía sus bigotes. La cosa es que ninguno de los viajeros hablaba conéjido, aunque Mike entendía alguna palabra suelta. Es el sombrerero el que traduce esos movimientos de bigotes a los viajeros.

-Dice que cogió el reloj en otro mundo, a través del agujero que había en su madriguera. Que siempre quiso un reloj pero a los conejos no les suelen regalar relojes sino zanahorias. Y del otro mundo vino Alicia siguiéndole y decidió quedarse- el Sombrerero frotaba su barbilla pensativo. 

Miró alrededor al resto de invitados a su hora del té.

-Quizás haya que devolver el reloj al otro lado... Y con él a Alicia. ¿Cómo hacemos eso?- miró a los viajeros, esperando que tuvieran alguna idea.

La reina asintió levemente.

-El anillo es un pequeño anillo hecho con conchas moradas. Está hecho a mano y realmente ya no me cabe sino en mi meñique de lo pequeño que quedó, pero no me importa- la reina esbozó una ligera sonrisa, teniendo por un momento un buen recuerdo del momento en que aquel anillo llegó a sus manos. Pero la sonrisa es leve y acaba por venir una sombra oscura a su rostro, que muestra la preocupación. -Sin ese anillo no podré casarme- concluye.

Miró a Komori cuando le preguntó lo evidente, si supiera dónde lo había visto por última vez ahí hubiera mirado.

-No sé dónde puede estar y no tenía ningún nombre, era solo un anillo normal. Nadie podría haberlo cogido, no tenía valor- comentó casi para sí misma, tras lo cual su figura se desvaneció.

El jardín se cubrió de sombras y llegaron las pesadillas de las que había hablado Morfeo.

Un anillo pequeño, de conchas moradas.  ¡Qué hermoso!  - 

En eso llegó la pesadilla. 

Y tú, ¿quién eres?

Deja de molestar a la reina.

¿O es la reina la que está teniendo la pesadilla?  

—Pues habría que ir a ver a Alicia y convencerla de que vuelva con el reloj a su familia —dijo Dastan. 

—Sólo tendríamos que ir a hablar con ella —se quedó pensativo. 

—También queda otra cosa, Sombrerero... ¿Sabéis algo más de lo que está pasando con el tiempo? Nosotros nos encontramos con Morfeo y nos dijo que teníamos que encontrar a la hija de Cronos, pero no somos capaces de hacerlo, por más que la busquemos por los Reinos. 

Alicia les había dicho que el Sombrerero podría hablarles de Chronos. 

El conejo habla es un dialecto rarísimo, que me hace entrecerrar los ojos con cara de concentración en un intento de poder entenderle. Luego caigo en lo que pasa...¡maldito conejido!

Por suerte, parece que tenemos traductores.

- Si, hay que devolver a ambos... tienes sentido. Son piezas fuera de su sitio... - digo pensativa, asintiendo. Vuelvo entonces a mirar al conejo - ¿Que pretende ella ahora? ¿quiere volver a su mundo? ¿no sabe o no quiere? - inquiero, dando después un mordisco a otro pastelito, antes de que volvieran a dar el aviso para el cambio de sitio.

Dastan vuelve con el asunto de la hija de cronos, pero yo creo que todo es lo mismo.

- ¿Y si Alicia es la hija de Cronos...? - dejo caer.