Partida Rol por web

Posicionada ya donde el monje me mandó junto con mi hermana de clan intento calmar mi respiración, hallar la calma espiritual del guerrero perfecto. Intento transmitir esta simbiosis de la mujer con la espada a Yugure-san. Afino mi oído para escuchar a cuantos pasos están mis enemigos y voy repasando mentalmente las técnicas del golpe perfecto... el Iajutsu... la muerte en un sólo movimiento.

Señó directó, tengo dudas sobre lo que debo decir ahora :P

Por lo que veo en el mensaje de Emiko ahora debería decir qué técnica voy a usar cuando lleguen la carne a picar ;). Entonces cómo lo digo, voy a usar La Senda de la Grulla al primero que se acerque? o Iaijutsu? Hay limitaciones al número de técnicas que puedo realizar? Iaijutsu se supone que es un duelo, se puede hacer eso mientras hay más gente atacándote? Luego ya me contarás las tiradas y demás.

Edito: y lo de la "técnica de mi escuela de rango 1"? qué ez ezo?

Con un suave movimiento, Kaeshi desenvaina lentamente la katana. Cierra los ojos y ralentiza la respiración. Realiza una plegaria a los ancestros Akodo para que guien el filo de su katana, y le permitan alcanzar la perfección el la batalla que se avecina. Lentamente vuelve a abrir los ojos, y todas las dudas y temores que pudiera alvergar su alma desaparecen, en un ritual que lleva realizando desde que empezó la guerra, ironicamente contra los Dragón, con los que ahora esta colaborando.

Lleva su mirada hacia el camino que viene de la casa del té, y ve como se acercan a la carrera sus enemigos. Ninguno de esos soldados volverá a ver amanecer.

Mostrando el filo de la katana, Doji Ukide se situa a la vista de sus enemigos, pero sin alejarse del grupo. Quiere llamar la atención de los atacantes para que Yugure-san y Emiko-san puedan pasar desapercibidas el mayor tiempo posible, pero de forma discreta para que no sospechen.

Ukide tiene una mueca en su boca, mezcla de amargura e ironía. Llegó a esta misión huyendo de su vida anterior para encontrarse de frente con lo que más temía. Pero tiene claro que debe ayudar a sus compañeros y ahora sólo hay una forma de conseguirlo, hacer desaparecer los problemas.

El silencio es nuestro aliado. Nuestro amigo. Callamos, ambas, y nuestros pasos apenas se perciben, nuestros cuerpos se mueven tan leves que ni el hollar en la nieve consigue crujir. 

Como un solo ser avanzamos las hermanas, ambas manos prestas para la amarga canción del vuelo del acero, dispuestas, tristes, decididas.

El camino serpentea desde la casa de té, y desde nuestra posición podremos cortar por detrás, y caer sobre las espaldas de los hombretones que gritan bravuconadas a los guerreros que se les acercan. No me gusta, no me gusta matar, no me gusta atacar desde atrás. El destino es cruel...

La nieve cae y el viento sopla, haciéndola bailar sobre la plaza en calma. La quietud de la ciudad fantasma es espeluznante y la anticipación a la batalla la hace más sobrecogedora.

Mientras preparáis vuestras almas para la batalla escucháis, como si fuera un eco ajeno a la realidad, los pasos sobre la nieve de los soldados que se acercan por el camino, toman la última curva de éste y entre los talleres entran en la plaza nevada, con sus ojos manchados de sed de violencia. Como aquellos que os encontrásteis en la empalizada, tienen aspecto de soldados de un ejército de ronin, ya que sus armas y armaduras son heterogéneas y están maltratadas por el tiempo. Su aspecto desaliñado tampoco contradice esta teoría. Avanzan envalentonados, aunque algo suspicaces, tal vez porque vieron a más samurais, tal vez porque tienen un mal presentimiento. De todas maneras véis que son hombres bien entrenados, que portan daisho, uno de ellos lleva un descomunal no-dachi(katana a dos manos) en sus manos y uno sostiene una naginata.

Yugure y Emiko no se mueven, viéndoles pasar desde el callejón, hasta que el último está a una docena de metros de ellas. No ocultan su presencia, pues sería deshonroso, pero tampoco la revelan. El último de los samurais está a punto de girar su cabeza, pero Keiji-sama parece percatarse y alzando la katana de manufactura Kakita que brilla en la oscuridad que comienza a envolveros, grita a pleno pulmón un desafío.

-Habéis roto la tierra que me vio nacer, bajo el cielo que me vio crecer y habéis masacrado las gentes que juré proteger. Probad ahora la justicia de mis ancestros que grita desde el filo de mi espada.

Su voz recorre las calles de la ciudad como una tormenta.

La hoja de la bushi Grulla voló en dirección al cuello del enemigo que tenía más cerca, el último de los que se dirigen hacia el resto del grupo de magistrados.

Amiko-san se movió rápida, y sin que la voz del monje se hubiera aún acallado en el aire, habló su espada.

Yugure sintió la tristeza invadir una vez más su pecho, quizá había ido demasiado deprisa, quizá... pero no era el momento de dudar. Era el momento de que la suya hablara también. Así que inmediatamente después de que el acero de su hermana brillara, ya sin opción ninguna, relampagueó el suyo...

Vale, ahora me toca a mí.

En teoría tengo 4 posibilidades, hacer daño, atacar a los brazos, desarmar o derribar. Se supone que los dos primeros necesito superar una tirada de voluntad de 20. Yo tengo 2 en voluntad y hay alguna habilidad más que me añada dados? De todos modos si sólo guardo 2 dados lo de la voluntad va a ser bastante dificil superar :(. Entonces si desarmo o derribo debo sumar a la dificultad de 20 un +15 por ser tres aumentos, no? Y con qué se ataca? Qué característisticas y habilidades se usan o puedo usar?

Otra cosa, en mi ficha aparece de vez en cuando que puedo obtener un aumento gratuito (por ejemplo con iaijutsu o por cada 10 puntos de diferencia de iniciativa con el oponente). Eso qué significa, que sería un -5 en la dificultad? O esos aumentos sólo sirven para defenderse cuando ataque el contrario, aumentando su dificultad?

Nada más sentir el movimiento de las Grullas en la retaguarda, Ukide-san mueve su acero contra el metal del primer enemigo más cercano, en pos de intentar desarmarlo.

El pasado proyecta una sombra demasiado alargada sobre Doji Ukide, impidiéndole dañar al contrincante. Pero el entrenamiento y la determinación que aún le queda le permite intentar eliminar la amenaza de otras maneras, incapacitándole lo que pueda.

Tras obserevar como las Grulla toman por sorpresa a los Ronin, y sin pensaarlo ni nudarlo un instante, Kaeshi lanza el grito de batalla de los Akodo, y ataca con determinación al guerrero enemigo mas cercano. Sabe que hay mas enemigos dirigiendose hacia ellos, y es primordial acabar primero con estos para poder enfrentarse a los siguientes con un minimo de posibilidades de salir victoriosos.

De pronto la niebla del combate cubre vuestra mente y vuestros cuerpos se mueven instintivamente con los movimientos aprendidos de manera mecánica.

La primera es Emiko, con una ligereza tal que parece no dejar huellas en la nieve, sale como vendaval de acero del callejón, dos zancadas rápidas y un salto y corta la carne de su enemigo. El soldado ha intentado recular al ver lo que le venía, pero desde el pecho hasta el viente le ha abierto una herida poco profunda pero larga.

Tras ella, oculta como su estela iba Yugure, con un vuelo más errático, más confuso, para que su enemigo no pueda adivinar su próximo movimiento, ataca Yugure, que pasando por debajo de la débil defensa de su enemigo, logra golpearlo.

Tras la señal del ataque de las samurai-ko del clan Grulla, el resto se lanza al encuentro de los soldados usurpadores.

Ukide, rápido como un relámpago surca la nieve y con un glpre brutal en el nacimiento de la hoja de su enemigo, logra mandarla por los aires, dejando al enemigo desarmado. A su lado pasan Keiji y Kaeshi, el primero se traba con un enemigo con el único enemigo con naginata, mientras que Kaeshi se lanza contra el flanco derecho del grupo con una simplicidad de movimientos tan efectiva que golpea a su enemigo a través de sus defensas cercenándole el brazo que esgrime el arma.

Sin apenas esperar a que el brazo del enemigo caiga al suelo, sigue la carrera que le lleva hasta el siguiente oponente. Calcula cual será el mejor angulo para atacar al enemigo que aun estaba completamente sano. Esto solo le lleva unas decimas de segundo, ya que su entrenamiento es tal, que lo consigue con apenas un vistazo.

Con un rápido movimiento, y una plegaria a sus ancestros para que guien la hoja de su katana, Kaeshi consigue atravesar las defensas de este, mientras escucha a su espalda el grito de terror de su anterior enemigo al darse cuenta de que es su brazo el que esta en el suelo.

La herida que le ha infringido Kaeshi al desprevenido soldado no parece haber penetrado con suficiente fuerza en su armadura para evitar un contraataque, pero éste tampoco se manifiesta muy preciso y falla los tajos contra el León.

El desesperado bandido que ha sido desarmado por Ukide lanza sus puños contra éste, pero tan sólo hienden el aire infructuosos. Así pasa lo mismo con los tajos que lanza contra Yugure el sorprendido enemigo al que ha golpeado, que tampoco consigue morder su carne a pesar de su sed de violencia.

No es tan afortunada Emiko, quien ve su golpe devuelto con aún mayor fuerza. Tomando impulso con todo su cuerpo, el guerrero rota como un aspa dejando caer el filo en el hombro izquierdo de la joven. La nieve se mancha con su sangre vibrante.

Por su parte Keiji recibe alguna herida de la naginata de su adversario, quien le mantiene a raya con el asta en ristre.

La contusión fue mayor de lo esperado, ya fuera por la nieva resbaladiza y traicionera o por alguna voluntad superior, Emiko se hallaba en la nieve boca arriba con un dolor punzante en el hombro que le impedía moverse. Haciendo acopio de fuerzas y con mucha voluntad (su fin no era morir en esas tierras) se levantó con dificultad y empuñando de nuevo su arma se puso en guardia.

La mariposa azul consiguió evitar la hoja del campesino al que había sorprendido con su acción silenciosa y rápida. Pero su hermana no, y Yugure tuvo que luchar consigo misma para refrenar el impulso de acercarse a ella. Aún tenía que terminar lo empezado, por mucho que fuera otra cosa lo que quisiera.