Partida Rol por web

Tras esquivar el torpe ataque de su enemigo, Kaeshi piensa en los enemigos que se acercan desde el castillo, hay algunos de ellos que van armados con arcos. Si se quedan en un lugar abierto, sin duda serán presa facil para sus enemigos, asi que cuando acaben con estos guardias, lo mejor será esperarlos dentro de alguna casa y rezar porque sean unos estupidos y intenten acabar con ellos sin quemar la casa.

Rápidamente, su mente regresa al momento actual, y se prepara para volver a golpear a su enemigo.

-Este filo será el último que te atraviese.

Ignorando la impotente embestida del enemigo desarmado, Ukide-san mira a su alrededor evaluando los daños. No esperaba que Emiko-san hubiera sufrido esos daños en la primera aproximación del enemigo.

Rezando para que nuestros ataques sean certeros, y lamentándose de su falta de voluntad para hacer más daño al contrincante, Doki Ukide se prepara para el siguiente turno. Mientras, siente que el peligro que viene del camino del Castillo se acerca inexoráblemente...

El combate se precipita mientras la nieve comienza a caer, y a posarse lentamente sobre la sangre que riega la plaza. Ni un momento de descanso, ni un pensamiento en falso pues vuestros enemigos no darán cuartel. Keiji comienza a retroceder hostigado por su oponente y por sus heridas.

Ukide-san no puede quitarse de su retina la visión de la sangre que emana del cuerpo de Emiko-san y, sin pensar, arremete contra el arma del enemigo que causó la herida.

Esa espada no volvera a mancharse de sangre amiga.

La conciencia puesta en la nada, deja fluir sus movimientos sin intentar trazarlos, su espada debe moverse como si fuera la mano de aquellos que la forjaron la que la empuña. Y, por tanto, la que mata. No, Yugure no quiere pensar en lo que está haciendo. Y no lo hace, no piensa. Como un remolino azul elegante y letal describe un arco y descarga un golpe sesgado buscando que el filo se encuentre con el torso de su enemigo...

Las espadas vuelan de nuevo cortando el aire helado. La de Yugure aletea hasta su objetivo por debajo de sus defensas, apartando el arma con el que intenta defenderse para luego seccionar su pierna arrancando parte de las protecciones que lleva. Pero el enemigo aún se mantiene, con una rodilla hincada en tierra y perdiendo bastante sangre, pero no suelta la katana que es su última esperanza.

La del ronin Ukide golpe tres veces en la guarda de la de su contrincante haciéndola finalmente que se escurra de las manos de su propietario, pero para su sorpresa su enemigo no se rinde y tras la pérdida de su arma se lanza contra Ukide con los puños en ristre, golpeándole en la garganta con fuerza, robándole el aliento y dejándole sin respiración.

Mirando con severo desprecio al oponente caído pero aún vacilante y sin dejar que me consuma el odio, le doy el golpe de gracia.

La herida me palpita en el hombro... me tambaleo... intento levantar la espada pero pierdo el equilibrio hacia atrás. La vergüenza me consume, bajo la hoja y caigo al suelo humillada...

Aún con una rodilla en el suelo el soldado se revuelve, voltea la katana por encima de su cabeza y, acompañado de un grito salvaje, intenta golpear a Yugure, ésta consige esquivar el golpe por muy poco, pero en una maniobra casi imposible, sobre todo debido a la profunda herida que luce el enemigo, hace una torsión para devolver el balanceo al otro lado y golpear a la samurai Grulla en el costado. La carne de ésta se abre para abrazar el filo en un baño sangriento de dolor.

Por la calle, desde la encrucijada, ya asoman los soldados que venían desde el castillo. La desesperanza se cierne sobre vosotros como una sombra fúnebre.

Keiji logra zafarse unos momentos de su enemigo para ver lo que se avecina por la calle. Os mira, sus ojos cargados de un significado hondo y profundo que no llegáis a entender. Y su voz alzándose por encima del viento que aúlla.

-¡Llevemos el acero y la sangre a los estrechos callejones!

Tras lo dicho comienza a recular hacia el callejón donde antes habían estado apostadas Emiko y Yugure.

Cuántos puntos de vida tenemos? porque no lo encuentro... Los puntos de vacío, aparte de disminuir el daño de un ataque, para qué mas servían? Es por usar uno para reducir el puñetazo este hiperesteroidado :P

Con la mano en la garganta y aturdido por el inesperado contraataque de su enemigo, Ukide-san se dirige hacia donde indica Keiji-sama mientras intenta despejarse y recuperar el aliento.

Cómo he podido ser sorprendido así? Buscaré cuanto antes la forma de mejorarme, no puedo permitirme el lujo de luchar disminuido.

Kaeshi hostiga a los enemigos heridos para abrir paso a vuestra retirada. Lográis retroceder a duras penas hasta el callejón, mientras vuestros enemigos se reagrupan con la docena de guerreros recién llegados. Entre ellos destaca una samurai-ko alta y desgarbada que ordena cubrir a los heridos al resto de sus compañeros. También destacan dos shugenjas sobre los que cierran filas los bushis, uno de ellos es contra el que os enfrentásteis en la empalizada. Con los alceros alzados parece un muro de muerte que avanza hacia vosotros. A pesar de que sólo pueden atacar de dos en dos sin duda vuestras posibilidades de supervivencia son nulas ya que algunos de ellos empiezan a rodear el edificio para cortaros la salida.

Keiji-sama se aposta, herido a la salida del callejón, dispuesto a morir en las calles de su infancia.

-¡Estoy dispuesta a morir, no temo hacerlo ahora, pero quiero saber por qué lucho! ¿Qué ocurre aquí? ¿Quienes sois y porqué habéis mancillado el Templo y sus hombres santos, estando desvalidos? ¿Porqué habéis sembrado la desgracia en un pueblo humilde y tranquilo, la muerte en una tierra de paz...?

Yugure se dirige a la samurai-ko, pero sus palabras son lanzadas al aire mientras se sitúa junto al monje para quen sea que las escuche pueda responder. Herida tanto en su cuerpo como en su alma, viendo a su compañero sufrir por los suyos, desea que sus muertes tengan una razón de ser.

yo puedo gastar otro punto de vacío o he alcanzado el máximo por escena?

Te queda uno por gastar, pero si estás pensando en gastarlo para las heridas, ten en cuenta que sólo se puede gastar un punto de vacío por herida recibida, así que para los puntos de vida que ya te han hecho, no puedes gastar más.

No hay máximo por escena, hay un máximo por turno, que es 1. Al tener vacío 2 y haber gastado uno, te queda otro hasta que recuperes vacío durmiendo, meditando o con la ceremonia del té.

-¡Estoy dispuesta a morir, no temo hacerlo ahora, pero quiero saber por qué lucho! ¿Qué ocurre aquí? ¿Quienes sois y porqué habéis mancillado el Templo y sus hombres santos, estando desvalidos? ¿Porqué habéis sembrado la desgracia en un pueblo humilde y tranquilo, la muerte en una tierra de paz...?

La voz de Yugure se alza sobre el griterio y el viento que aulla a la noche cubierta de nieve y sangre. Pide con toda la fuerza de su alma samurai una explicación por lo que ocurre. Un atisbo de razón en el caos destructivo de sus enemigos. ¿Pero quiénes son? ¿Son acaso capaces de guiarse por un código? A pesar de su aspecto samurai, si son los causantes de lo ocurrido en el monasterio, son sin duda unos monstruos que no parpadearán por las exigencias de la samurai-ko Grulla.

El silencio se alza como un muro infranqueable. En el callejón aguardan su muerte Keiji, Yugure, Kaeshi, Ukide y Emiko, heridos y casi vencidos. En la calle principal y rondeándoles los soldados del castillo se mantienen a la espectativa, en postura defensiva, de la respuesta de su líder. Tras ellos, tres samurais un monje habían salido a la carga, pero han perdido fuelle al oír las palabras de su compañera, aún con vida, y la reacción que ha tenido sobre quienes se iban a lanzar.

Se crea un momento delicado. Como el aleteo de una mariposa.

La mujer desgarbada que parecía liderar la patrulla se adelanta para hacer frente a las palabras de Yugure. La examina mientras los corazones de todos palpitan acelerados, esperando una reacción. Pero ella, paciente, se lo toma calma. Su actitud es fiera, ruda, y a la vez elegante. Preparada. Cuando por fin habla su voz se eleva ronca, seca, y dominante.

- Estáis en nuestras tierras, samurais. Sin nuestro permiso. ¿Qué otra respuesta esperábais?

Keiji se enrojece de ira y echa mano a la espada Kakita que lleva en el obi. Parece no tener palabras para contestarle. A punto está de desenvainar su espada de nuevo, pero no termina de decidirse.

-Como veo que estáis perdidos en tierras ajenas, os daré una oportunidad. No quiero que se diga que mi señor no se muestra clemente con los extraños.

Sus palabras parecen sinceras, pero estando el shugenja de la empalizada en su grupo, sin duda sabrá que irrumpistéis en el valle por la fuerza.

-Podéis buscar un campeón que combata en duelo singular conmigo. Si yo venzo, el joven Keiji-san y dos de vosotros serán mis prisioneros. Si vencéis os podéis ir libres. Todos. Las Fortunas deciden si así lo queréis. ¿Alguien se atreve?

La sensación de que es una trampa es tan obvia que asusta. Tal vez porque no vaya a cumplir su palabra, o tal vez porque parece haber sobrevivido a muchas batallas como para lanzar un desafío a la ligera sabiendo que hay bushis del clan Grulla entre los desafiados. Y sin embargo parece vuestra única oportunidad de salir todos con vida. Con dos shugenjas entre vuestros enemigos, bien cubiertos por una docena de hombres, las proporciones son desalentadoras, si no ridículas.

Vale, a ver, en mi caso tendría que superar primero una tirada de voluntad dificultad 20 con 2d10g2, no? En ese caso, si uso un punto de vacío tendría para tirar 3d10g3, no? Si gasto otro sería 4g4? Y luego para hacer un duelo qué habilidades tendría que usar y qué dificultad superar?