Partida Rol por web

Al ver que la enorme bola de fuego acababa con los huargos, Baern dio unos pasos al frente, mientras intentaba apuntar con el arco largo que llevaba en su mano

El guerrero no se terminaba de sentir cómodo con el arma de proyectiles. Pese a que algo en la música de la bardo parecía ayudarlo a concentrarse, lo cierto es que extrañaba el sabor del combate cuerpo a cuerpo, empuñando su espada bastarda. Sin embargo, mientras se acercaba al río el arco parecía una mejor opción para participar del combate.

- A ver si ahora entienden que lanzarnos a esos lobos no fue una buena idea - aseguró en voz alta mientras soltaba la cuerda y dejaba que una flecha partiera en dirección al góblin más alejado - Mejor que se rindan! -

El movimiento estratégico de Baern y su disparo fulminan a uno de los goblins al otro lado del río. Estas alimañas no parecen ser rival para vosotros.

Fenestir una vez que ya las conversaciones parecen rotas , avanza con sus armas en la mano dispuesta a repeler el avance de los goblins si estos tienen agallas para ir a por ellos .

Solo espero que no sean los criados del chaman , si lo son estamos jodidos mago . Murmura mientras avanza

Sabrala avanza, manteniendo su canto.

Los goblins supervivientes tratan de huir de forma desesperada entre la maleza. Vuestras claras muestras de poder y superioridad han hecho a las malvadas criaturas correr por sus vidas.

Parece que ha pasado el peligro, al menos de momento. Tomamos una decisión.

Sigamos el camino.

- Malditos cobardes - comenta Baern al darse cuenta que el resto de los goblins han huido - Ni siquiera sirven para hacer un poco de ejercicio -

Tras sus palabras enfunda su espada bastarda y se prepara a continuar el camino, tal como lo ha decidido el lider del grupo - De cualquier manera deberíamos estar atentos a que no nos quieran sorprender. Esas sabandijas son traicioneras -

Sin darle demasiadas vueltas, continuáis por el helado sendero. La temperatura extrema que hiela las colinas provoca una quietud siniestra entre la vegetación congelada. Nada parece moverse, no parece haber vida en varios kilómetros a la redonda.

Desde vuestro encuentro con Goblins y Wargos, Mallon se ha mantenido en silencio, quizá avergonzado por vuestras palabras tras lanzar su potente conjuro. El tímido mago espera apuntarse un buen tanto con la visita al viejo Yachak, pero parece apesadumbrado.

A unos metros delante vuestro, podéis ver una desvencijada cabaña, casi derruida. Un hogar ilumina él área circundante mientras el humo procedente de la misma hace una extraña danza hacia el cielo. No sabéis si se trata del hielo derritiéndose lo que provoca este curioso efecto o se trata de algún tipo de magia. En cualquier caso es hipnótico.

Bueno ahora veremos si esos eran los sirvientes , aunque no parece que el que vive en esa cabaña tenga sirvientes . Dice al joven Fenestir mientras no pierde de vista los alrededores .

- Si esos eran los sirvientes no parecían demasiado útiles para nada - reconoce Baern - Pero ya que querían visitar a ese Chamán, aquí estamos. Seguramente es tan inutil como esos goblins -

Este lugar sería idílico de no ser por el pordiosero estado de la cabaña. Encontrándose al norte de las Colinas del Engaño, pueden observarse las llanuras de los Vagabundos de los Yermos e incluso parte del Bosque de los Desamparados. A vuestra derecha quedan las impenetrables Montañas de la Angustia, dónde muchos de vuestros compatriotas perdieron la vida en el pasado.

Al acercaros con cautela a la cabaña, observáis que un estrafalario orco sale de la misma. Va ataviado con una capa hecha de piel de oso negro rematada en la cabeza por el cráneo de un venado. Parece mantenerse en pie gracias a una especie de bastón totémico, adornado con varios potes y huesos de pequeño tamaño. Avanza hacia el hogar tarareando una canción tribal ininteligible mientras fuma de una artesanal pipa. 

Cuando el chaman llega a la hoguera se sienta en una roca frente a vosotros sin dejar de fumar ni tararear. Observándoos detenidamente.

Sabrala da un paso adelante y hace una sencilla reverencia.

- Saludos, buscamos un famoso chamán que habita en estas montañas, de nombre Yachak. Sois vos por ventura?

Sintiendo que debía tomar la iniciativa al tratarse de un hermano de fe, Ingrid se adelantó unos pasos al grupo para saludar al chamán. Como siempre, la fiel Suka caminó tranquila junto a la druida albina.

-Yachak, ¡bienhallado seas! Venimos de lejos en tu busca. De hecho, hemos desviado el camino que nos traía hacia el norte porque uno de nosotros ha sentido el gélido toque de los seres del otro lado y necesitamos de tus servicios. Obviamente, pagaremos un precio justo por ellos. ¿Qué nuevas tienes para compartir con viajeros liderados por los bárbaros de la escarcha?

Helden se aproxima a la hoguera reconfortandose con las llamas.

Venimos de muy lejos para conseguir su ayuda. Nuestro compañero sufrió el ataque de un sombra y le dejó muy débil. 

Baern mira sorprendido al resto del grupo, sin terminar de creerse que supusieran que el necesitaba la ayuda de ese viejo y extraño orco - Bueno, en realidad, tampoco estoy tan débil. En su momento tuve un poco de frío pero se me está pasando. Así que supongo que con el tiempo estaré como siempre - se explica, sin querer reconocer que realmente necesita la ayuda del chaman

- Asi que quizás no debamos molestar a... eh... al dueño de casa - intenta suavizar el tono de sus palabras en deferencia a sus compañeros - Y menos pagarle - agrega más seriamente, mirando a Ingrid - Realmente no es necesario -

Stumred intenta disimular su desprecio hacia el chamán, y se mantiene un poco por detrás de sus compañeros. Mejor no digo nada...

No podía dejar de verlo como lo que era, un enemigo ancestral del pueblo enano. La profundidad de sus prejuicios llegaba tan hondo como las raíces de las montañas. Primero negociamos con un dragón, luego saludamos a unos trasgos y ahora venimos de visita a casa de un orco. ¿Qué será lo siguiente?¿Compartir un barril de cerveza con una banda de gigantes?

El demacrado y estrafalario orco parece no inmutarse de vuestras palabras. De hecho parece ignoraros por completo mientras os observa detenidamente y continua tarareando.

El humo de su pipa parece fundirse con el humo de la hoguera, formando hipnóticas formas que decoran el área circundante.

La semielfa sacó la cantora de sueños, y como la vez anterior, la golpeó ligeramente contra una piedra para dejar que su nítida nota permaneciese en el aire. Después cantó una balada norteña.

Al terminar, entonó otro tema, una canción más animada, una melodía menos del norte, más antigua y conocida.

- Por favor, le ruego nos diga algo, hemos venido a usted para buscar ayuda, el ataque de unas sombras dejó a nuestro amigo con las fuerzas menguadas, díganos al menos si puede o no ayudarlo.

Había mucha emoción en las palabras de la semielfa, era difícil ignorarlas.