Partida Rol por web

-!Y yo que sé! -repuso la norteña con evidente nerviosismo-. ¿Te parezco una experta en esas cosas? Quizás esté escondiendo su presencia o algo más complejo... Sinceramente me atormenta el simple hecho de intentar imaginando cómo funciona eso

El nerviosismo de ella contagiaba a Hakan, quien ya de por sí estaba nervioso. 

-¡No puede ser que esté haciendo algo como eso, joder! ¡Por inteligente que fuera, ese bastardo no podía saber que nada de esto podía pasar, sencillamente es impensable que haya podido desarrollar una habilidad así! -y teniendo esto en cuenta, quizá la explicación era más sencilla, aunque él no daba con una-. El mensaje era muy claro, y hablaba sobre la compañía Nicci. Eso es algo muy específico, algo sobre mi pasado, Astrid. De incluso antes de ser yo un vampiro. Quizá... Quizá algo de la consciencia de Hakan sigue en mí y no sabe lo que está pasando... 

-¿Bueno y si eso es cierto, si parte de su consciencia sigue en ti qué coño hacemos? Porque hasta ahora le ha mandado un mensaje a esos dos poco específico. ¿Pero y si es capaz de escribir otra carta para contarles todo?

-Tienes que vigilarme, Astrid. Vigilar que no haga nada extraño. Tienes que asegurarte de que, si Hakan quiere volver y esto es una señal de ello, no lo haga, ¿comprendes? No se me ocurre otra alternativa. Pero ahora tenemos que ponernos en marcha, ambos. He enviado a esos dos a por Thomas Daister y nosotros tenemos que dar con él cuanto antes. ¿Me ayudarás una vez más?

Movida por una instintiva prudencia, Rosalía acudió al poder de su sangre para afilar su visión de lo intangible y revelar los secretos de Fatima.

-Sólo necesito saber una cosa -dijo clavando sus ojos en la Assamita-: ¿Es Massimo?

La Assamita sostuvo su mirada y sonrió

-No

La visión de su aura, más allá de la mortecina palidez, reveló un brillo verde, que denotaba calma y sinceridad.

Rosalía no se preocupó de ocultar un breve suspiro de alivio.

-Bien -dijo poniéndose en pie-, lo dispondré todo para mañana. Esperad aquí mis noticias.

-Así lo haré -dijo acompañándola hasta la puerta-. Si no nos mentimos estoy segura de que ésta será una situación provechosa para ambas.

-Te ayudaré, Francesco, porque de alguna forma sádica esto me divierte. Quiero ver como consigues lidiar con todo manteniendo tu integridad -dijo con sonrisa diabólica.

-Eres una mujer cruel... -musitó entre dientes el vampiro-. Pero ambos sabíamos eso ya... Bien, pongámonos en marcha. Ese condenado sajón es imposible de encontrar.

Se echó por encima de los hombros la pelliza y una vez más se puso en marcha para dar con Daister. Empezaba a pensar que era una tarea imposible.

Hakan recorrió las calles rastreando de lado a lado como si buscara una presa. Entonces vio al Ventrue doblar la esquina frente a el. Estaba de espaldas y no había advertido todavía la presencia del Gangrel.

-Encontrar lo que busco en Constantinopla es muy importante para mí. No tengo intención de mentiros, Fátima -respondió antes de abandonar el refugio. Se alejó de allí con paso decidido y los sentidos alerta, pues tal vez la Assamita hubiera decidido seguirla. Sólo cuando estuviera segura de que nadie la vigilaba buscaría a Nicolae.

La Toreador dejó tras de sí el refugio de la asesina. El baile del viento rozaba sus oídos, produciendo el sonido de un huracán en sus mágicos sentidos. El crepitar de las ramas suavemente mecidas diríase que fuera un barco al naufragar y el aroma de comida, sudor y suciedad dieron la bienvenida a la Vampira conforme volvía a la urbe. Mas entre todo aquello estuvo segura de que nadie la seguía o ella lo habría sabido.

Podía entonces reunirse con Nicolae.

-¿Y bien? -quiso saber Nicolae con el brillo de la preocupación en sus ojos.

-Al fin, diablos... -gruñó entre dientes. Ahora contaba con el factor sorpresa, pero antes quería asegurarse de varias cosas. La primera, que no había rastro de aquella perra guardiana suya, lacayo de la corte londinense. Y segundo que tampoco lo había de ninguno de sus antiguos asociados. Porque de estar presente cualquiera de ellos, él debería seguir con su comedia y no tratar al Ventrue como a un amigo...

El Ventrue caminaba solo, sin que Oana estuviera cerca. Hakan giró la cabeza y observó atentamente a los escasos romanos que transitaban las calles a esas horas. Ninguno parecía estar siguiéndolo.

-Vamos a por él... -susurró a Astrid. Entonces salió de la esquina y comenzó a caminar hacia él a buen paso. Pretendió ser sigiloso y pasar inadvertido, pero quizá toda la frustración y la furia acumuladas le habían jugado una mala pasada. De modo que arrugó la nariz y en lugar de pretender sorprenderle, le llamó directamente-. ¡Eh, sajón!

El Ventrue percibió la aproximación del Hakan y se volvió hacia él y Astrid con cierta cautela. Había un atisbo de desconfianza en el brillo de sus ojos.

-Bien. Te estaba buscando