Partida Rol por web

Cita:

-Que va!- Exclamé - Eso sería bastante poca cosa para arriesgar tanto viniendo aquí. Lo que pediré para mí y para toda la vida es libertad de expresión sin censura posible.

Entonces se me nubló la vista. Noté que la fatiga se cebaba en mí sin tregua. La había cagado con tanto hablar, me comenzaba a pasar factura, a pesar que pensé que el frescor de la noche me facilitaría las cosas. Por estas tonterías son por las que luego uno deja la piel.

Entonces se me nubló la vista. Noté que la fatiga se cebaba en mí sin tregua. La había cagado con tanto hablar, me comenzaba a pasar factura...

-Ey ¿Te encuentras bien?

McVries se había fijado en la momentánea pájara de Matt y le observaba preocupado.

-Será mejor que guardes tus fuerzas, ahora se supone que tendríamos que estar durmiendo...- dijo a Matt. No es que quisiera que él ganara, pero el chico le había caído bien. Le resultaba extraño que corriera este suicidio colectivo por la libertad de expresión, para Timothy la familia tenía más valor y que sus chicas vivieran como merecían, bien le valía una esclavitud si era necesario.

-Vamos... ¿No has oído? El comandante va a recibirnos- aquello podía sonar quizás como una frase de ánimo, pero más lejos de la realidad. El tono al decirlo fue entre sarcasmo y enfado, casi quería empezar a reírse por la estúpida imagen de aquel hombre felicitándoles por no haber muerto antes.

Locos... El mundo está loco, enfermo.

Apenas veía las caras de los que tenía alrededor, iluminadas de tanto en tanto por la tenue luz del jeep en el que permanecían los soldados, siempre atentos a cualquier descenso en la velocidad que diera lugar al consabido aviso. A pesar del frío a Henry no le fue mal, el tramo de carretera no era especialmente empinado y casi sin darse cuenta, el pelotón de caminantes se fue estrechando para evitar la baja temperatura, lo que le permitía entretenerse oyendo las conversaciones y abandonar por un rato su sempiterno círculo vicioso de pensamientos negativos.

Al escuchar a Matt decir lo que iba a pedir, intervino:

No estaría mal pedir también que deje de celebrarse la larga marcha, así seríamos los últimos que sufriríamos esta maldita odisea. ¿Os imagináis que cara se le quedaría al comandante al enterarse de la petición?

Sonrió imaginándolo. 

Caminaba abrazándose a sí mismo para intentar engañar un poco al frío. El dorsal número 3 sí que había tenido una buena idea, solo con imaginar la cara de los hijos de puta que montaban aquel tinglado si el ganador pidieran su erradicación absoluta... Una sonrisa afilada se dibujó en el rostro cansado de Bram. Se dijo a sí mismo que, si ganaba, ese mismo sería su deseo. 

Era más, esperaba que el que ganase, lo pidiera también.

Y a tomar por culo.

Sonrío ante su comentario que por cierto bastante extenso y un tanto extravagante. - Vale hombre, mi apellido es Pinkman. Listo, lo dije. Ah y también tengo padres, no me trajo una cigüeña o nací de un repollo. Te lo digo por si las dudas ya que tienes tanta imaginación. - era gracioso el tío, por lo menos caminaba un poco más entretenido. 

-Oye... ¿A qué te dedicas? - tal vez dedicaba ya que se anotó en este emprendimiento suicida. De que me quejo yo, si estoy en las mismas. 

Aquella barrita le había sentado realmente bien a Chris, el cual pareció olvidarse de las muertes en aquella noche sombría. La primera de ellas.

Al escuchar a Daniels no pudo evitar reir con una corta carcajada, pues se contuvo en cuanto pudo.

La noche es para dormir....si claro, cuando tengas una hija, una esposa enferma, y un turno de noche en el starbucks, entonces sabrás lo que es realmente no dormir.

Allí, en mitad de la negrura, respiró el aire fresco nocturno, lo cual le hizo creer que estaba solo en la inmensidad de la carretera, lo cual le dio un empujón extra para afrontar los dias que aún le quedaban por andar.

Le importó una mierda cuando se enteró de que el comandante estaría esperándolos en la entrada a la autopista.

Lo mismo que le importamos a él, una mierda pinchada en un palo.

Continuó con su marcha, absorto en sus pensamientos.

La Carretera, a 1,5 kilómetros de la conexión con la autopista. 21:09 horas.

A medida que los marchadores se acercaban a la conexión con la autopista se podía escuchar un rumor creciente de personas que gritaban y vitoreaban. El grupo se estiró aún más y una docena de marchadores se despegó del grupo principal aumentando el ritmo. Como si el escuchar a la gente les hubiera dado más fuerzas para caminar o, al menos, para llegar los primeros a recibir el calor del público.

A la izquierda apareció una empresa que suministraba piezas para tractores. Era un edificio rectangular con un amplio aparcamiento. Todas las luces del local estaban encendidas, así como las del parking. Unas cien personas se encontraban allí, gritando y animando a los jóvenes que pasaban. Entonces uno de ellos tropezó y cayó de bruces al suelo. Bastantes de los chicos ya tenían evidentes síntomas de cansancio. Este en particular, con el número 37, parecía incapaz de levantarse. Jadeaba lastimosamente con las manos apoyadas en el asfalto. El público enmudeció de inmediato, anticipándose a lo que iba a ocurrir.

-¡Aviso! ¡Segundo aviso, número 37! -el chico intentaba levantarse, pero era incapaz. Sollozaba intensamente mientras el soldado, impasible, vigilaba su cronómetro.

-¡Aviso! ¡Tercer aviso, número 37! ¡Último aviso, número 37!

Pero 37 no podía ya ni ponerse de rodillas. Treinta segundos más tarde el soldado le pegó un tiro en la nuca delante de la gente y lo arrastró fuera de la carretera donde otros dos soldados lo metieron en una bolsa de plástico. El público seguía en silencio y de pronto una risotada estalló entre los espectadores.

-¡¡Maricones!! ¿Ya vais arrastrando los pies? Sois la vergüenza del país, que joder... Si el negro viejo es el único que aguanta. Como se nota la sangre de los persigueleones. 

La multitud comenzó a reír ante la ocurrencia del hombre. Un sujeto gordo y avejentado. Sin embargo, sus músculos denotaban que había sido un gran deportista en su juventud. El hombre les miraba con desprecio y sonreía. Un chorro de grasilla brotaba de entre sus dedos, pues acababa de terminar un bocadillo de carne.

-¡Tú...el nenaza! -le gritó a Simon Rogers señalándole con el dedo-. ¡Hueles a mierda y pronto olerás a muerto!

Entonces el hombre hizo algo impensable. Se sacó la polla y comenzó a mear sobre los marchadores. Era evidente que estaba borracho. El chorro trazaba un arco elevado y caía sobre el asfalto salpicando a todos. Mientras meaba, seguía avanzando lateralmente para poder seguir molestándoles. Entonces se paró, se agachó y, ante el asombro de los espectadores, se puso a hacer de vientre. Cuando su estómago se hubo vaciado. Recogió la mierda y, tras una breve carrera, la arrojó con la fuerza de un lanzador profesional contra el grupo allí reunido. Le alcanzó a Rogers en plena camisa y le resbaló por la cintura hasta los pantalones. La gente se había apartado del fulano, enmudeciendo ante la locura del tipo.

Akinlabi se queda mirando al borracho, entre asqueado e incrédulo, alejándose de el casi por instinto.

- Lanza sus propias heces contra la gente como si de un vulgar macaco se tratase...

Y queda sumido en profundas reflexiones acerca de la sociedad moderna y la deshumanización del hombre.

Asentí a McVries. Lo miré un momento y le sonreí, agradeciendo que se preocupase por mí. - Sí, estoy bien. - Pero mi cara reflejaba que el camino estaba haciendo mella en mí. Estos momentos en los que notas como tus fuerzas menguan son exasperantes. Minan la moral y hacen ver la muerte más probable, en contraposición a cuando te sientes con fuerzas y parece que nada pueda suceder.

- ¿Qué? - Le digo a Timmy. - Por mí como si se viste de animadora y nos hace una coreografía con pompones y todo. - Guardaba odio por el comandante, tanto o más que el que podía guardar cualquiera de los aquí presentes. Cuando veía su figura sólo podía pensar en el bueno de Trey, que probablemente debía estar pudriéndose en una fosa común.

- Eso estaría bien. - Dije en un suspiro al número 3.

Después de beber un poco más de agua me sentí mejor. No tenía hambre aún, y pensé que sería mejor guardar las provisiones, pues la noche sería larga.

Al llegar a las luces y el gentío, el letargo de la noche desapareció y los vítores y ánimos parecieron otorgar energía al grupo. Lástima que la dura realidad siempre estaba ahí para recordarnos lo poco que valía nuestras vidas. Una nueva víctima. El comandante ya no estaría tan contento, y ese pensamiento compensaba algo lo que acabábamos de ver.

Lo del tipo tirando mierda, preferí obviarlo en aquel momento, pues hacía que el grado de surrealismo creciera a cotas difíciles de asumir por una mente agotada.

La noche transcurría tan plácidamente, a pesar del frío, que cuando hizo acto de presencia la muerte a Henry le supuso un nuevo shock. El miedo a ser el siguiente le dominó y eso le hizo descuidar el ritmo, a punto estuvieron de darle un aviso, pero un descerebrado se puso a lanzar escatológicos proyectiles y prácticamente corrió para ponerse a cubierto, lo que le hizo resentirse un poco más, el cansancio empezaba a hacer mella. El número 82, en cambio, no tuvo tiempo de reaccionar. En esta ocasión no se le ocurrió hacer ningún comentario, lamentaba tan desagradable incidente aunque supuso que debían prepararse para eso y para mucho más.

No me extrañaría que antes de que termine la noche estemos de mierda hasta el cuello. En cierto modo, ya lo estamos -. Pensó alicaido.

Cuando Jesse me dijo su apellido comprendí porque quería ocultarmelo.... ¿Qué..? ¿Me estas tomando el pelo...? ¿Te llamas Jesse Pickman...? ¿Como el camello...? .... JAJAJAJAJAJA... que bueno, por favor...!!!  Aquí tenemos al señor Jesse Pickman, fabricante de "meta" esforzándose por llegar a la "meta", antes de que un soldado un tiro le "meta".... JAJAJA...

No me había reido tanto como desde que atropellé al gato sarnoso de la vecina... Ya estabamos llegando al puente y una figura empezó a gritar y a hacer cosas raras... sería algún borracho.... Alguno de mis compañeros lo reconoció, era el capitán.... Anda, por lo visto ese es el famoso capitán.... un hombre regio de carrera castrense.... ojala hubiera más como él.... Sin embargo el capitán empezó a hacer cosas aún más raras.... Empezó a gritar mi nombre... Anda!, Se acuerda de mi!....lo que vino despues fué el más escatológico esperpento que había presenciado nunca y por desgracia yo fuí el blanco de sus provocaciones...

Lo de la orina resulto desagradable, pero cuando comenzó a hacer el mico lanzando sus propias heces contra los corredores... quedó claro que aquel tío estaba para que lo encerraran Shutter Island y tiraran la llave.... Y encima el grandísimo hijo de puta tenía puntería.... en toda la camisa me acertó.... fué asqueroso y tuve que aguantar las nauseas y arcadas según andaba.... al momento comencé a descomponerme.... me centré en mantener el ritmo... no iba a cometer el mismo error que antes, pero mi capacidad de aguante se vió mermada.... Tuve suerte de llevar el chubasquero puesto... me lo quité y con él intenté limpiar todo lo que pude las manchas de mierda....

Me volví a acercar a Pickman.... aunque él en un principio intentó evitarme... cosa perfectamente entendible pues no debería ser muy agradable mi olor.... Sabes, no me has dicho que has pedido como premio.... yo había pedido un 0,1 por ciento anual de PIB de America todos los años en mi cuenta libres de impuestos.... ahora voy a pedir que a ese hijo de puta le obliguen a comerse su propio peso en mierda de perro.

Creía que estos cabrones no podían tocarnos ni influir en nuestra marcha.... pero está claro que el puto comandante está por encima del bien y del mal....

El joven trataba de no oír a la gente gritando, no los soportaba, por él podía caer una enfermedad que arrasara media América y los dejara solos. Al mismo tiempo uno de los chicos llegó al límite de sus fuerzas. Timothy por suerte no se encontraba muy cansado aún, se podría decir que estaba fresco, aunque las horas hubieran hecho mella en él. Cerró fuerte los ojos cuando a aquel muchacho, al 37, le dieron su pasaporte.

Como era de esperar, la gente enmudeció. El moreno de pelo rizado pensó que quizás la gente veía el verdadero drama de aquello, chicos corriendo para su diversión y que morían realmente. Verlo en directo lo hacía más real que lo que podían emitir al otro lado los tubos de rayos catódicos. Pero poco le duró aquel pensamiento, cuando un hombre de la audiencia, que por alguna razón le recordó a un cerdo en cebándose de grasas, comenzó a gritar, reírse e incluso mearles. El siguiente espectáculo que les regaló fue más dantesco si cabe, comenzando a tirarle sus heces.

-Para que luego digan que no venimos del mono...- comentó al veterano, haciendo alusión al extendido creacionismo que se impartía ahora en muchas escuelas. Tenían delante una prueba fehaciente de que nosotros podíamos ser más bien una involución que una evolución de los mismos.

¿Y los soldados no hacen nada? Deberían darle el pasaporte a un hijo de puta como ese, gratuito.

Los soldados no molestaron al espectador cuando empezó a mear sobre la carretera. Pero en cuanto se puso a jugar al tiro al blanco levantaron sus armas al unísono. Estallaron los fogonazos y los disparos sonaron como la traca final del 4 de julio. El fulano empezó a bailotear torpemente cuando los proyectiles le atravesaron por todas partes hasta que cayó hecho un guiñapo retorcido en la cuneta. Había roto las reglas. No se podía molestar de ninguna manera a los marchadores. El pelotón de ejecución bajó las armas y siguió sentado tranquilamente sobre el vehículo oruga. Uno de los soldados incluso se encendió un cigarrillo.

No podía creer que este tipo se estaba riendo de mi tan descaradamente,  no era mi culpa tener el mismo apellido que el camello a pesar de que molaba ese personaje.

-Oye, tampoco es para que te diviertas a mi costa.  - replico un tanto ofuscado. La verdad es que estábamos todos de la nuca y esto no era mas que una comprobación de que estaba en lo cierto. Como su broma me había asentado un poco mal camino a su lado en silencio.  

No sabía si era por karma o la rueda del  destino pero mi querido compañero ahora era objeto de burlas, un tipo gordo que parecía estar completamente desquiciado nos mea como si de un león se tratase, tuve la astucia de colocarme detrás de Simon para que le dé de lleno y recibir solo la salpicadura de su orina. 

Pero al denotar que se le había dado por lanzar sus heces, salgo rápidamente de su lado y observo como lo decora al mejor estilo Nathional Geographic. No sabía si reír por lo ridícula de la situación o preocuparme por la clase de personas que miran este show. Lo bueno es que los oficiales se encargaron rápidamente del problema y Simon comenzó a limpiar su mierda. ¿Bastaría con la sudadera? 

Y al ver que se acercaba esbozo una sonrisa y respondo. -Ahora puedes decir que es un día de mierda. JAJAJAJA. Aunque ya te he puesto un sobrenombre, no eres mas Simon Rogers, sino Hediondo. - cabeceo de la risa y sigo caminando.

Tras el lamentable incidente coprofílico... Mi persona se había convertido en el objetivo de burlas y escarnios... sin embargo los soldados me dieron una ligera satisfacción... al malnacido que se había burlado de mí, le había cosido a balazos y ahora era un guiñapo en mitad de la carretera.... al final, tuve yo razón... acabó aprendiendo mi nombre.

Mi colega de chanzas... intenta resarcirse de mi anterior burla... Ah!, así que Hediondo...!!! jaja, que bueno... ¿Juego de Tronos...? ¿Verdad...? .... ¿se te ha ocurrido a tí solito o te ha llamado Walter para darte la idea? Tú mira por donde pisas, no vayas a tropezar y acabes siendo carne para Pollos Hermanos...