Partida Rol por web

Miro intrigado a la criatura alada que tengo delante de mi. Después de observarla por todas partes llego a la conclusión que no es un Kokiri. Tu no eres Saria ¿Donde esta? No te escondas Kokiri, he escuchado la melodía del Templo (Pi~)

Volteo hacia Fael nuevamente extrañado y me sacudo vigorosamente el polvo. Veo que tu no estas con un Kokiri, pensé que todas las hadas tenían uno. Juju, soy Kupi y la princesa Drayni me envío a buscar a Saria ¿La has visto?

Arrastrado por Mila, me voy acercando al grupo a regañadientes y escucho algunas de las palabras que decía el Deku. "¡Oh! ¡Un Deku que habla!" - pensaba extrañado. Pero en cuanto escuché nombrar a Saria me envaré rápidamente y le miré desafiante. - ¡Tu! ¿Por qué buscas a Saria? ¿No pretenderás hacerle daño, no? ¡Te cortaré todas las ramas! -profería en tono altanero, pero poco amenazante, casi recordando a la amenaza de un niño pequeño.

(¡PII!) Un Kokiri me habia tomado por sorpresa y de manera intuitiva me coloque entre el y la Hada rosa. - "Estos Kokiri, no les basta con esclavizar al Gran Arbol Deku, tambien quieren esclavizar a todas las Hadas". FAEL, quedate detras de mi...

Mi cara toma un semblante amenazador - Quiza deba dañarla, despues de todo lo que le han hecho al gran Arbol Deku... Es mucho mi coraje y frustracion que termino haciendo una rabieta tal que casi se ve salir humo de mi cabeza. Si no fuera porque la hermosa princesa Drayni ha pedido que le entregue un  mensaje y tengamos una tregua con ustedes - Escupo una nuez al suelo de manera despectiva - Kokiris

Fael alertada trata de hacerse oir con su pequeña voz.

- Chicos chicos... porfavor... no peleen en el Templo. -coloca una manita en el ¿hombro? del deku- el es Kiddo, mi amigo y creo que ha habido un gran malentendido... venimos en mision del Gran arbol Deku.

Le dice al pequeño esperando que se calmara.

Nadfa escucha al deku y al kokiri hablar.

-¡Tú! ¿Por qué buscas a Saria? ¿No pretenderás hacerle daño, no? ¡Te cortaré todas las ramas! -profería en tono altanero el kokiri, pero poco amenazante, casi recordando a la amenaza de un niño pequeño.

-FAEL, quédate detrás de mi... - reconoce la voz del deku - Quizá deba dañarla, después de todo lo que le han hecho al gran Árbol Deku... Si no fuera porque la hermosa princesa Drayni ha pedido que le entregue un mensaje y tengamos una tregua con ustedes, Kokiris

Entonces habla el hada.

-Chicos chicos... porfavor... no peleen en el Templo. Él es Kiddo, mi amigo y creo que ha habido un gran malentendido... venimos en misión del Gran árbol Deku.

Preparándome para sacar mi super-arma-super-secreta me llevé las manos a la espalda. Cuando ya una de ellas rebuscaba en mis bolsillos traseros, Fael se acercó al Deku y habló. Al verla ser tan amigable con el chico-Deku me calmo un poco, muy a mi pesar. Pero aún miro a aquella planta con cierto recelo... La vigilaría para que no hiciera nada malo. Sí. Decidido.

Entonces recordé quién me había arrastrado a esa situación- Mila... ¿dónde puede estar Saria? - le pregunto confundido. "Seguro que si encontrábamos a Saria todo se solucionaría." - pensaba.

Nadfa tamborileaba con los dedos en la empuñadura de la espada mientras escuchaba como se peleaban aquellas personas.

No terminaba de entender de qué hablaban, pero el hecho de que salieran en la conversa grandes títulos como el de princesa, o gran árbol deku (Nadfa imaginó que debía ser el rey de los dekus), hacía pensar a la gerudo que debían estar tratando asuntos importantes. Además, ya quedaba confirmado que aquellos "niños" eran kokiris.

Especialmente cuando la hada (no sabía cual de las dos, pero por la voz debía ser una hada), dijo que íban en una misión al templo... ¿Estaría todo aquello relacionado con la extraña tensión que llevaba sintiendo en el bosque desde que había despertado? ¿Estarían esas gentes detrás de todo aquello?

Acercó aún más su oído bueno para no perder detalle de la conversación.

-¿Qué es todo este jaleo?

Saria sale por una de las puertas que dan a la sala principal de Templo. Tiene una mirada severa y de alguien que ha vivido mucho más tiempo que los allí presentes. No le gusta que los niños hagan ruido, jueguen y se peleen en un sitio tan importante como ese.

Mira hacia la entrada.

-No hace falta que te escondas, todo el mundo es bienvenido al Templo.

-Claro que puedes acompañarme, pequeña.

Toma el brazo de Himiko, aunque no le hace falta para andar con seguridad. A pesar de su avanzada edad, es una mujer fuerte y que ha dedicado toda su vida a cumplir las misiones y a entrenarse. Caminan por las placidas calles de Kakariko mientras los niños corretean y saludan a la anciana.

-Nada ha cambiado. Bueno, ahora hay más gente... ¿sabes la historia de ese pueblo, Himiko?

Nadfa frunció el ceño. ¿Cómo la había visto? ¿Podía ver a través de la piedra? Tampoco valía mucho la pena romperse la cabeza, el caso es que aquella voz sabía que estaba ahí.

Se apartó de la columna tras la que se ocultaba y se dejó ver por todos. Era una gerudo muy baja para los estándares de su raza, aunque por supuesto seguía siendo la más alta de los presentes. Sus ropas negras se veían gastadas y remendadas en varios puntos, y portaba un collar de perro al cuello (literalmente). Numerosas cicatrices cubrían su piel por diferentes lugares, brillando con palidez al contraste con su tono moreno natural.

Os miró desafiante, empuñando una espada corta en su mano zurda y tomando con la diestra la empuñadura de una segunda espada que tenía en su espalda, a la altura de los riñones, preparada para sacarla de su vaina si era necesario.

La gerudo miró a todos los presentes y pronto se enfocó en Saria, era la única que no había visto antes, por lo que ella debía ser la que la había descubierto.

-¿En serio? -dijo con tono irónico. Tenía un fuerte acento, pero hablaba en perfecto hyliano- ¿YO soy bienvenida? -agregó, resaltando el yo.

Justo en ese momento aparecia Saria y un leve suspiro salio de los labios del hada, iba a acercarse a hablar con ella cuando una segunda persona hizo aparicion en escena.

Iba armada y tenia cara de pocos amigos, la primera reaccion fue tratar de esconderse y acabo sepultada bajo el gorro de Kiddo, luego la curiosidad le pudo y saco su pequeña cabecita bajo el gorro.

Aunque el contacto en un primer momento abrumaba a Himiko, lo cierto era que al tiempo agradeció la calidez que le transmitió. Además era un orgullo poder caminar junto a la amada Anciana y su sonrisa así lo compartía con todo el pueblo. Durante el paseo su cabeza revoloteaba en las numerosas inquietudes que deseaba ir despejando, quitar ese halo de misterio que ahora sentía allá donde miraba. 

Su dedo índice se posó en sus labios ante la pregunta de la Anciana, intentado recopilar toda la información que conocía de la hermosa villa. La verdad se sorprendió de no poder contar demasiado sobre su historia, seguro no tanto como Shura, algo con lo que ya contaba desde el momento justo que hizo esa pregunta. Sacudió su cabeza a los lados acompañados de un par de gemidos cortos y agudos. Entonces posó sus ojos sobre la Anciana con atención, denotando enormes ganas de satisfacer su curiosidad. 

Me había sorprendido la aparición de esa Gerudo tan pequeñita, y cuando la oí hablar inmediatamente me volví hacia ella en estado de alerta. Pero la voz calmada de Saria tenía un efecto tranquilizador. Aunque me sobresaltara un poco lo abrupto de su aparición y la reacción de Fael de meterse en mi gorro, conseguí mantener la calma. Por primera vez, mantuve la boca cerrada y esperé a que Saria nos aclarara qué estaba pasando allí.

-Estupendo, estupendo.

No es muy dado a reír y su risa suena un poco rara y, además, retumba en la cueva que es la ciudad Goron. La fiesta parece estar en marcha y por la luz que entra seguro que el mercader debe de estar a punto de llegar para traer nuevas historias, nuevos utensilios y todo eso.

-Nos lo pasaremos bien, pequeño.

¿Otra vez tú, viajero con tetas? Sin esperar respuesta camino hacia Saria empujando a Kiddo para un lado. El sonido de las hojas de mis ropas era armonioso pero sabiendo que el ruido venia de mí, tal vez para mis nuevos “amigos” resultara molesto.

Miro fijamente a Saria pensando cuidadosamente lo que voy a decir, calculando cada palabra y cada silencio mientras contenía mi coraje por lo que le estaba pasando al Árbol Deku.

Saria (pi~) sabia del bosque, vengo en representación de Drayni princesa de los Deku… Algo le está pasando al bosque y su enfermedad se comienza a propagar entre sus habitantes.

Me quito la máscara como señal de respeto y continúo con mi discurso

El Gran Árbol ha enfermado. El necesita ser sanado, es por eso que pedimos una alianza con… los Kokiris y que nos permitas traer a nuestros mejores curanderos para aliviarlo. (pi~)

Um... ummmm...

-¡Seguro! -dijo, y para parecer todavía más seguro- ¡Volveré pronto!

Uau. Su risa reverberaba por todo el lugar. No era magia, no era brujería oscura o luminosa de ningún tipo... no le había hecho falta. Sólo... bueno, um, eso. Uau. No hay muchas más palabras para definir lo inmenso que era Darunia, que medía más que muchas casas.

-Eres bienvenida si tus intenciones son buenas porque esto es un Templo. Cualquiera que no tenga buenas intenciones deberá sufrir las consecuencias...

Con eso quiere dejar claro que solo son bienvenidos aquellos que no van con la intención de hacer daño a nadie y cuyas intenciones son las de una persona buena. Es entonces cuando se acerca el pequeño deku. Le escucha atentamente, pero no dice nada al respecto.

-Venid conmigo... - mira a Nadfa - Tú también.

Les guía por el templo hacia lo que parece la sala del altar. Allí está Mido y parece preocupado.

-Sentaos. El Gran Árbol Deku no puede ser sanado tan fácilmente. La enfermedad que tiene la produce algo que proviene del las entrañas de la tierra. Se filtra por las raíces de los árboles y los debilita. Algunos tardan más, otros menos... pero su destino es el mismo.

No dice cual es ese destino, pero se sobreentiende. De pronto, todo comienza a temblar y se escucha un rugido lejano... es como un tenebroso grito. A la vez, aparece un ser extraño y bastante oscuro que trapa a Saria por la espalda...

-Jijijijiji

Da un salto hacia atrás y desaparece junto con la Sabia del bosque, no sin antes dejar que ésta pronuncie sus últimas palabras.

- .... Zelda.... 

Nadfa se quedó sin saber muy bien qué decir... estaba acostumbrase a que la gente le gritase y se lanzara en turba a por ella... pero un trato tan amable... no sabía cómo reaccionar. Así que pronto se quedó callada y bajó las espadas.

Cuando se puso a caminar con el grupo, se aseguró de quedarse atrás, a una buena distancia del resto, pero envainó ambas armas de nuevo y aprovechó para curiosear sobre la arquitectura del lugar.

Se pusieron a hablar de una enfermedad y de cosas que a Nadfa ni le iban ni le venían... cuando de repente apareció una joven de aspecto... ¿Tétrico? Que se llevó a la pequeña kokiri usando alguna magia de teletransporte.

Nadfa desenvainó de nuevo sus armas, pero no tuvo tiempo de actuar. Tenía la terrible sensación de que podía hacerles eso a todos los presentes, uno a uno.

-Ehmm... bueno... ¿Alguien me explica qué está pasando?

La Anciana Shura está a punto de hablarle sobre la historia del pueblo cuando de pronto se detiene y mira hacia la cima de la Montaña de la Muerte, con evidente tensión en el cuerpo y parece que dispuesta a reaccionar ante cualquier cosa que pueda pasar.

Y de pronto, cuando parece que nada va a pasar, la Montaña de la Muerte entra en erupción. Una erupción tan violenta que hace temblar los cimientos de la tierra y parece un grito desgarrador procedente de las mismísimas entrañas del mundo. La gente comienza a gritar. La gente comienza a gritar a su alrededor, sin saber que hacer.

Hasta hace unos momentos, todos estaban alegres por el regreso de alguien que podía contar grandes aventuras, pero ahora solo podían correr y esconderse asustados por la ferocidad del volcán. Shika aparece rápidamente donde están ambas, parece dispuesta a olvidar cualquier misión porque ahora lo importante es ayudar a la gente de Kakariko. Y entonces... Impa aparece de la nada, herida.

-Impa, el Templo... 

La Sabia de la Sombra niega con la cabeza.

-Ha... ha caído... 

Y nada más acabar de pronunciar esas palabras, un ser extraño y oscuro, no mayor que Himiko, aparece tras Impa y se la lleva sin que ésta pueda hacer nada para liberarse de su agarre.

-Jijijijiji

Tras un saltito, ambas desaparecen.

Darunia poco a poco va dejando de reír, pero hay algo raro. El sonido de su risa parece perdurar más de lo que las leyes naturales marcan. El subrosio es el que se da cuenta antes pues está más cerca del suelo. Tiembla... y no es por las pisadas de los goron por el golpeteo de sus puños contra la roca... no. Es un temblor que parece surgir de los más profundo de la tierra y hace que la roca comience a resquebrajarse a su alrededor.

El temblor, poco a poco, se va transformando en un rugido. Podría ser Volvagia, pero el dragón fue destruido hace mucho tiempo y, además... ese rugido... es demasiado aterrador. Mucho más que el dragón. Las grietas se hacen más grandes y más profundas.

-¡Salid de aquí! ¡Todos fuera! - grita Darunia mientras coge al pequeño subrosio y echa a rodar mientras le protege de las grandes rocas que caen desde el techo de la cueva Goron.

Todo parece venirse abajo y la lava comienza a ocupar las partes más profundas de la ciudad, como si fuese una piscina que están llenando de agua. Al llegar al primer nivel, deja al subrosio en el suelo y se prepara para dar instrucciones. El calor sube y las rocas crujen, cediendo ante él.

El rugido es cada vez más intenso y todos los que están en el interior de la montaña tienen que cubrirse los oídos. Y entonces aparece... una joven de aspecto siniestro aparece detrás del enorme patriarca de los goron y se lo lleva.

-Jijijijijiji - dice antes de dar un saltito e irse con el Sabio del Fuego.

Darunia solo tiene tiempo de decir dos palabras...

-Princesa... Zelda...