Partida Rol por web

La turbación comienza a vencer a la briosa sílfide, tan acostumbrada a la luz y al calor primaveral. La humedad putrefacta y la espesa negrura la hacen sacar de pronto su barrera protectora, una burbuja de luz impenetrable. Pero en ese lugar se rigen otras reglas y miles de voces estallan de pronto, casi destrozándole los tímpanos, como interferencias dislocadas provenientes de miles de mundos. Entonces recordó que allí toda resistencia desencadenaría las peores consecuencias.

Así que, desprovista de toda protección, toca el suelo, acto que vuelve a las de su especie casi corpóreas. De pronto nota la vulnerabilidad, la materialización de su fulgurante piel, su cabello apagándose en lo oscuro. Siente la respiración acelerándose a un ritmo casi humano.

Clin, clin, clin... el silencio se hizo más espeso.
Clin, clin, clin... se escucha una respiración agitada, cadenas.
Clin, clin, clin... una sombra enorme se alza en un instante a través de los árboles.

-No puede ser. ¡Están aquí!. No tarda en apretar sus manos y sacar un cascabel que tenía escondido en su cabellera. Rápido Ivy, no se por que quieren a tu cachorro, pero será mejor que andéis con ojo. Parece que no hay tiempo que perder. Meteros en el Portal, y nosotras las despistaremos. ¡Rápido!- Susurra esta última frase, mientras agita rápidamente el cascabel.

Luna y Faerhart están a unos quince metros y no tardarán en llegar. De pronto se ve como Luna, se toca el pecho, y echa una mirada hacia delante. Siente la llamada de su amiga, y sabe que algo va mal. No tarda en avisar al dragoncillo de que algo ocurre..

El hormigueo al acariciar el espejo todavia no había abandonado mis dedos cuando una sensación mucho más desagradable se hizo dueña del ambiente. Los arboles crecieron hacia lo alto del cielo, sus copas se cernían sobre todos nosotros de forma amenazante, las ramas se retorcían como brazos enfurecidos y deseosos de atraparnos entre ellos para machacar nuestros pequeños huesos. La tierra comenzó a exhalar un olor putrefacto y húmedo, como cuando los humanos remueven sus granos para enterrar a uno de los suyos en ellos, tímidos gusanos blancuzcos y transparentes asomaron a la superficie correteando libremente por entre los cadáveres de animalillos caídos.

Mis ojos se extrañaron ante todo esto, pero lo peor vino cuando mis oídos empezaron a percibir el sonido que poco a poco se iba acrecentando, el tintineo metálico de unas cadenas que se arrastraban por el suelo. La respiración entrecortada de Sylvia me anunciaba lo peor, su esencia mágica parecía haberla abandonado, miré mis propias manos en busca del extraño brillo que siembre adornaba mi piel, el tono verdoso de mi tez empezaba a marchitarse tornándose ligeramente negruzco. Y luego sus palabras y su advertencia.

Mi propio jadeo me sorprendió tenia el cuerpo paralizado, solo podía buscar con la mirada desesperada y desorbitada a Faerhart. Faer ¿donde estas? tenemos que irnos ¡Faer! Me volví hacia Sylvia, parecía que ya había hecho esto mas veces, pero aun así era mi responsabilidad el haberlas llevado hasta allí. No puedo marcharme así, no puedo dejaros aquí y no saber que sucede. Durante unos breves segundos mis ojos solo pudieron contemplar la desagradable imagen que mi mente atormentada por el ambiente estaba fabricando. El pequeño cuerpo de Luna aparecía sin vida sobre la tierra, esos asquerosos gusanos empezaban a acercarse a su suave y blanquecina piel, los cienpies ya habían alcanzado su cuerpo caído y campaban a sus anchar por entre los pliegues de su ropa, buscando un intersticio por el que colarse. Sus cabellos habían perdido toda su gracia, ahora no eran mas que unas finas hebras blancuzcas manchadas de barro y sangre, su propia sangre, pero lo peor eran sus ojos. La mirada que tantas veces se pasara en mi curiosa pero a la vez alegre permanecía fija, mirando hacia el cielo de forma infinita. Su pupila estaba dilatada y la expresión de lo que antes eran dos espejos se habían tornado en la mascara del horror y el sufrimiento.

El aire escapó de mi pecho, no podía moverme, mis músculos estaban atenazados, mis oídos repiqueteaban con el sonido de unas cadenas mas cercanas, y el miedo apretó su fría garra contra mi corazón. No puedo irme sin saber si podré regresar...

Es difícil elegir un camino. A menudo lo hacemos sin darnos cuenta. Otras, simplemente, nos dejamos llevar. Si el bosque había sido ya una dura prueba, con su maraña de arbustos y su sombría atmósfera, sumándolo todo en una oscuridad casi perpetua, el lugar al que le había llevado la inexistente senda inventada tras cada uno de sus pasos no hizo más que demostrarme, una vez más, la tan consabida afirmación: nunca creas que estás en el mejor o el peor de los lugares, pues todo es bueno o malo según con qué lo compares.

Esquivas... silenciosas y rápidas, rara vez son vistas, a no ser que ellas lo quieran así. Guardianes de los Bosques, en su mayoría habitan en ellos, ocupadas en sus labores, despreocupadas de un mundo demasiado preocupado en insignificancias como para caer en la cuenta de que existen.

Al sentir la llamada de Sylvia, Luna se cubrió con una luz traslúcida y no dudó en seguir el vuelo de Faerhart. La pequeña sabe perfectamente quien es la que intenta aguar la fiesta. -Es la Bruja. Han venido a por alguien... ¿pero a por quién?- Luna pasea la mirada por el dragoncillo hasta que sus ojos se abren como un libro.

-Faerhart, rápido, tenéis que meteros en el Portal. No hay tiempo para explicaciones.. Luna se preocupa ahora por su inseparable amiga, abarcándola con sus pequeños brazos, y por último mira con esos ojos tan únicos hacia Ivy. Entrad, nosotras nos ocuparemos de distraerla. Quizá con un poco de suerte, no sepa que estáis aquí y solo han venido a asustar a los Duendes que habitan en este bosque.. rápido, marchar ahora. Cuando regreséis, estaremos en el punto de encuentro.. encontradnos allí-

La pequeña sigue abarcando a Sylvia, dándoos toda su confianza para que penetréis el Portal antes de que sea demasiado tarde.

Todo es demasiado confuso, lo que antes eran imágenes de muerte y podredumbre a mi alrededor mutan ahora en rápidos vuelos de pajarillos confiados, claros de luz protectora, luz del sol no esos tímidos rayos sin esperanza que intentaban traspasar la antes inexpugnable capa vegetal. No acabo de comprender que es lo que provoca el cambio, ni que es lo que va a pasar a continuación. Esperando impaciente a sentir la presencia de Faer cerca de mi mis manos tiemblan. Intento contenerlas abrazándome a mi mismas para darme calor y proporcionarme algo de seguridad, por suerte el cuerpo de mi pequeño dragón no tarda en aparecer, se coloca desafiante frente a mi, como el caballero generoso que es, protegiendo a su dama. Pero yo no puedo permitir que me proteja, soy yo la responsable de este cachorro y pretendo entregárselo a su madre en buen estado no magullado por servir de escudo.

Rozo una de sus patas traseras para llamar su atención, rápido tenemos que pasar al otro lado. Los ojos de Luna brilla con intensidad muy diferentes de la imagen macabra que se había instalado en mi mente, con una sonrisa triste y trémula me despido de las dos pequeñas que me han honrado con su compañía. En estos momento no tengo tiempo para darme cuenta de cuantas reticencias he mostrado frente a sus acciones, cuantos pensamientos de duda y de maledicencia sin siquiera esperar que me tratasen como lo han hecho. Sin reservas nos ofrecen la posibilidad de escapar se ese espacio desagradable en el que se ha tornado el bosquecillo.

Alargando una mano y reteniendo el contacto con Faerhart el máximo tiempo posible comienzo a penetrar en la superficie ondulante del pasadizo mágico. Antes de que este absorba mi rostro tengo tiempo para girarlo por encima del hombro una vez más y expresar mi gratitud. Escapar en cuanto podáis, nos veremos pronto. La promesa de volver a verlas en el mismo punto en el que las había conocido me abría una puerta a al esperanza. Ellas estarían allí, pero ahora ella venia a por mi cachorro y yo no iba a entregárselo. Mis dedos todavia rozaban la piel escamosa del dragoncillo cuando terminé de escurrirme por el portal.

Al entrar en contacto con el portal mágico, Ivy, siente como parte de su cuerpo se empieza a trasformar en pequeña virutas. Las cuales se van uniendo poco a poco a la intensa luz del Portal, absorviendo por completo el cuerpo del Hada. Antes de que iniciara el viaje por el interior del Portal, vió como esta vez la pequeña Luna si tenía sus ojos completamente negros, esos gusanos recorriendo por todo su cuerpo y como finalmente abre la boca dando un grito desolador.

Aunque Ivy hubiera intentado salir del Portal para ir a socorrer a Luna, no hubiera podido ni dar un solo paso. Su estado no era otro que sentir y ver el miedo en todo su esplendor. Justo cuando vió retorcerse a la pequeña Luna, tanto su imagen como la de su inseparable dragoncillo se volvió completamente blanca como si estuvieran mirando durante mas de dos minutos al Sol continuamente.

Luz blanca.... ojos cerrados.... y un potente estallido.

...

Volvéis al mismo punto donde abandonásteis por obligacion a las mismas hadas que os ordenaron que dejaráis el lugar. Lo curioso de ahora es que es de noche y está todo en silencio. El bosque se ve y aparenta ser mas frondoso y mas aterrador. Hay varios senderos que se adentran por el bosque, cada uno de ellos invitan a ser visitados.

En el cielo se aprecia la luna llena.

Intentáis recordar el camino que os conducía hasta el punto de reencuentro. Pero hay un problema, estabáis tomando la dirección correcta cuando de pronto se os aterriza un camino dividido en dos, uno que se adentra más en el bosque y otro que sube hacia las montañas.

En ese momento aparece un hombre alto, con el pelo negro enmarañado y vistiendo solo unos pantalones de cuero. Va del sendero que viene del bosque hacia el que sube por las montañas. No habla, ni siquiera se ha detenido a saludaros. Es extraño..

La sensación etérea y fugaz que me recorrió la ultima vez y única que he atravesado el túnel me inunda de nuevo. Lo que antes era sustancia se vuelve simple energía transportada, la mano y la garra que permanecían unidas antes de internarnos se separan en una conjunción de esferas de brillantes colores para tornarse más solidas y compactas una vez hemos pasado al otro lado. Durante unos segundas de duda y oscuridad me pregunto si el portal nos habrá devuelto al sitio desde el que viajamos la primera vez, o si por el contrario habrá decido por nosotros y nos ha conducido a un nuevo escenario. Una vez he conseguido salir del hueco que deja el tronco giro el cuello en todas direcciones intentando encontrar señales conocidas, pronto una rama peculiar, o una roca dispuesta en algún sitio me indican que hemos regresado.

Que distinto parece todo cuando la luz diurna se ha esfumado, la ultima vez que me asomé entre la corteza del árbol horribles imágenes de muerte asolaron mi mente creándome un estado de paralización. Sacudiendo los antiguos temores con un breve escalofrío comienzo a recorrer el camino que nos trajo hasta aquí, mis pies caminan sobre sus antiguas huellas, pero sienten la zona como una completa desconocida. Este sitio ya no me gusta tanto...da escalofríos. Procuro susurrar para que solo me escuche Faer, no creo que haya nadie más a nuestro alrededor, por el silencio del bosque parece que no hay absolutamente nada a nuestro alrededor. Tenía que haber quedado con ellas en inventar una llamada especial...así sabría donde están y si están bien.

Unos pasos resuenan sobre el camino justo delante de nosotros, la figura de un hombre con el torso desnudo y caminando sin preocupación alguna por estos lugares me hace ponerme en guardia. Con cuidado oculto mis alas bajo la capa, no es que no vaya a percatarse de que no soy lo que suele conocerse como razas habituales, pero tampoco me gusta mostrarme abiertamente a los desconocidos, y menos a los maleducados que no saludan. Mi nariz se eleva ligeramente en un gesto altivo que denota que no apruebo sus actos, pero pronto me doy cuenta de que si no lo detengo pasará de largo sin saber a donde se dirige. La posición desordenada del cabello me impide ver su rostro con claridad, así que agarrando el arco con una mano por si acaso y simulando que lo llevo siempre ahi como apoyo para caminar produzco un carraspeo antes de decidirme ha preguntar. ¿Eres de por aquí? quizás podrías indicarme que camino tengo que coger.

Me percato de que Faer sigue conmigo y en su forma habitual, lo cual no me gusta para los desconocidos, con un gesto vago de los dedos le indico que trate de ocultarse un poco, lo suficiente como para pasar desapercibido.

Siento miedo, ando despacio y de vez en cuando me quedo atrás por que intento averiguar lo que esconde los alrededores del bosque, pero después y a la carrera busco la mano de Ivy para no separarme de ella. -A mí tampoco me gusta mami..-

De pronto llegamos a una encrucijada, yo creo que el camino que hay que tomar es el de la izquierda pero puede ser que me esté jugando una mala pasada mi memoria. Miro hacia ambos lados instintivamente y cuando vuelvo a poner la mirada de nuevo al camino de la izquierda mis ojos se encuentran con una persona semidesnuda. Parte de mis escamas se erizan, pero espero a ver cuales son las intenciones de Ivy.

Poco a poco me acerco detrás de mami, y al ver el gesto de sus dedos, no dudo en utilizar sus piernas como si fuera mi escudo o mi único escondite.

Poco a poco le váis distinguiendo, es un ser con pinta de humano y larga melena oscura. Sus pantalones son telas negras enrolladas entre sí y por su aspecto diriaís que esta muy mal herido, además de tener una flecha negra que atraviesa un costado de su cintura.

Alza la cabeza entre jadeos para mirar a la fémina por detrás de su hombro y mantiene una mano en la flecha, esta apunto de quitarsela pero se le ve muy fatigado, incluso le cuesta pronunciar palabra.

-No os acerqueis a mí..-

Su voz es tan fría como el hielo.

Su rostro se perfila entre sus mechones como el rostro de cualquiera de los humanos con los que uno puede cruzarse en un camino transitado por viajeros, o al menos a mi me lo parece, ya que no he tenido mucho trato con ellos y a veces me cuesta distinguirles. Su expresión sin embargo no deja dudas en mi alama, es un ser herido y moribundo, una flecha negra hincada en su costado prevalece enterrada entre su carne como un estandarte de victoria del enemigo. Muevo una mano de forma inconsciente hacia él pero me detengo mucho antes de siquiera rozar la cercanía.

Es en ese momento cuando pronuncia su fatídica sentencia, su voz es fría, una llamarada de hielo que pretende alejarme de él, pero es inútil, su cuerpo esta débil y por mucho que se resista no podrá aguantar mucho más sin ayuda. Miro a ambos lados del camino y ambas bifurcaciones, si ha venido de una y se dirige hacia la otra es de suponer que el camino por el que pretende alejarse es el bueno, pero no quiero ver que se puede acercar por el otro, si nos atacan ahora seguramente tendría que correr y eso no le hará ningún bien. Estas herido no llegarás muy lejos con esa flecha ahi clavada intento parecer firme y serena, si pretendo convencerlo de algo más me vale que parezca bien segura de lo que estoy diciendo o solo conseguiré que huya antes de tiempo. No quiero cruzarme con quien te haya disparado, y tu no puedes permanecer solo o morirás, así que más te vale que colaboremos.

Un pequeño paso me acerca un poco más al desconocido, no parece armado así que de momento no me pone excesivamente nerviosa. Tu dime qué te persigue y por donde podemos escapar y yo te llevaré conmigo para que no te den caza. En todo momento intento que no se me escape que voy acompañada, ya tendremos tiempo para eso, si por cualquier motivo responde de manera agresiva no quiero que cargue contra Faer.

Un viento rugía ensordecedor en mis oídos y me obligaba a cerrar los ojos tras las piernas de mami. Me encongí al sentir aquel extraño viento, no tanto por protegerme del aire sino por el temor que me inspiraba aquel imponente humano de largos cabellos que acaba de posarse sobre el corazón de la senda

Pliego mis alas para ocultar aún mas si cabe mi presencia, aunque siento que ese ser ya me ha detectado de todos modos. Hada y bestia quedamos frente a frente, las miradas enlazadas con aquel extraño ser.

Ivy puede notar un pequeño temor como corretea por mi interior, puede notarlo por que se lo transmito con mi contacto. Otras veces ya hubiera estado en primera fila para ver quien se nos presentaba, pero esta vez, y sin saber muy bien porque, me mantuve detrás de mami.

-"Tranquilo, no temas. Pero por si acaso no te olvides de ese aliento de hielo que puedes escupir..."-

Esa inocente hembra debia de no entender su idioma -¡Acaso no me habéis escuchado?- Parecia que no queria ser ayudado por nadie, aunque quien sabe la actitud que guarda en su interior. No puedo hacerla daño, parece inofensiva.. y es inútil que te escondas dragón, puedo olerte-

Trata de sacar una daga que mantenía oculta en su cintura, y la consigue desenfundar, pero cuando apunta con ella tanto al Hada como al Dragón que se oculta tras su protectora, no puede ni con su alma y el arma se resbala de sus manos, en el suelo, junto a él.

El extraño ser cae con una rodilla en tierra, necesitaba ayuda urgentemente. Pero él no la iba a pedir. Sería capaz de morir antes de ser ayudado por alguien.

-No lo intenteí..s. El humano se inclina y parece conmocionado durante unos segundos. Deberias marcharte, no soy nadie al que quieras conocer..-

Un ligero temblor me recorre una de mis piernas, al mirar cautelosamente hacia abajo pude comprobar que era el cuerpecillo de Faer, por alguna razón que escapaba a mi control ese individuo no le gustaba. Sabia que los presentimientos del pequeño cachorro eran infalibles, nunca se equivocaba al juzgar a alguien, y eso me ponía sobre aviso sobre ese individuo extraño. Quizás no fuese armado con un objeto, pero eso no quería decir que no pudiese ser un extraño hechicero. Todo lo que decía parecía no ser entendido por el desconocido, pero era muy extraño los dos nos estábamos comunicando en la misma lengua...

Miro de nuevo hacia el camino nerviosa, cuando mis ojos vuelven a posarse en el desconocido veo como sostiene una daga de forma pesada y torpe, hasta que la poca fuerza que quedaba en sus manos le obligan a soltarla y caer junto a ella. Entrecierro los ojos juzgándolo mejor, pero mis ideas siguen siendo claras, ahora ya sin miramiento alguno avanzo los pasos que me separan de él y pateo la daga lejos de su alcance. Aprovechando mi estado de salud, comparativamente mucho mas saludable que el suyo me aparto de nuevo rápidamente del alcance de sus manos por si acaso. Te he escuchado, pero soy una criatura muy testaruda y cuando algo me llama la atención me cuesta no seguir mis impulsos.

Su estado parece empeorar poco a poco mientras se encoge sobre si mismo de rodillas, enredo un mechón con mi mano libre mientras pienso unos segundos. Esta bien, haremos una cosa, nosotros no nos acercaremos a ti, solo seguiremos tus pasos para evitar perdernos, y así podre saber donde ibas y quizás encontrar a quien busco. Por sus palabras era imposible no darse cuenta de que sabía que Faerhart viajaba conmigo, así que agachándome acaricie despacio el cuello de mi pequeño mientras esperaba su respuesta.

Si pudieras verle su rostro verías una ligera mueca de sonrisa al escuchar tus palabras. -Deberías de vigilar tus impulsos, Ivy Mhor, se rumorea que unas brujas os están buscando a vos y a vuestro pequeño amigo. Quizá te sorprenda que sepa tu nombre, pero lo sabe. En cualquier caso, intenta cojer la daga que hace escasos minutos se le había resbalado de sus propias manos. Conisgue dar con ella, pero esta demasiado alejada de él por lo que desiste. -Créeme cuando te digo que no soy alguien al que deberías de conocer. Se reincopora. Además, se gira hacia ti trabajo solo, no necesito a nadie y no intentéis seguirme-

El extraño individuo vuelve a darte la espalda, siguiendo su camino ocultándose por las sombras como si formara parte de ellas. -¡Vamos marcháos..¡- Se queda quieto un momento mirando por detrás de su hombro hacia ti mientras parte de sus cabellos se movian al vaivén del frio viento.

Y a pesar de su estado te sorprendió su destreza para moverse entre las sombras.

De pronto algo ocurre..

Si el bosque había sido ya una dura prueba, con su maraña de arbustos y su sombría atmósfera, sumándolo todo en una oscuridad casi perpetua, el lugar al que os había llevado la inexistente senda inventada tras cada uno de sus pasos no hizo más que demostrar, una vez más, la tan consabida afirmación: nunca creas que estás en el mejor o el peor de los lugares, pues todo es bueno o malo según con qué lo compares.

Ante vosotros se abría una gran explanada, cubierta por una alfombra de hierba. A los lados, escarpadas laderas de altas montañas la limitaban, haciendo necesario atravesarla para seguir adelante.

De entre la frondosidad del bosque, salen cuatro siluetas humanoides y vagamente belludas, cada una de las criaturas salen de distintos puntos para flanquearos. Van riéndose jocosamente y uno de ellos dice: -Hajaja. Maldito "Roca", ahora también ayudas a las inocentes criaturas que intentan penetrar en vuestro dominio. Antes no era así ¿recuerdas?, tenías un pacto firmado, y creo que sabes lo que se le hacen a los que incumplen el trato ¿verdad?. Ahora morirás, al igual que los otros dos pequeños-

El jefe de la manada parece dar instrucciones a los otros tres. Acto seguido los tres seguidores empiezan a retorcerse entre ellos con el contacto de la luz de la luna y un pelaje gris les cubre a estos humanoides macilentos y feroces. Poseen garras afiladas y un hocico lobuno.

Nunca en mi vida había sentido tanto miedo y emoción a la vez. Miedo por no saber las intenciones de ese extraño ser que no quiere que le ayudemos, y emoción por que se que una buena aventura se nos presente un futuro no muy lejano.

Agradezco las caricias de mami. -Creo que será mejor que le dejemos Ivy. No le gustan que le sigamos mami y no va en broma. Al saber que me ha descubierto ya puedo dejar de plegar mis alas y sentirme mas libre con mis actuaciones, pero de pronto ese ser saca mis dudas de mi pequeña cabeza con lo que dice. Dejemoslé, siempre podemos seguirle si que se de cuenta..- Susurro esto último, muy despacio, como la solución al problema.

Aunque trata de esconderse entre las sombras, mis ojos áun pueden distinguirle, no mucho, ya que de la nada salen cuatro criaturas humanoides con no muy buenas intenciones.

-Tengo miedo mami..- Susurro de nuevo al ver a los nuevos mientras voy dando cortos pasos hacia tras para buscar, una vez más, la cobertura que me ofrecen las piernas de Ivy.

Las yemas de mis dedos están entretenidas acariciando la escamosa superficie de Faer, lo que ha conseguido distraer mi atención y mi mirada del extraño desconocido. Solo cuando pronuncia mi nombre le devuelvo la mirada, es entonces el momento adecuado para sonreír con picarda tu también sabias quien era yo verdad... Me incorporo mientras le observo internarse en las sombras, es un tipo demasiado extraño, no se esta internando en las sombras sino que empieza a formar parte de ellas, los cabellos sueltos ondean libres con el viento hasta que uno de los tentáculos de oscuridad lo recoge transformándolo en materia negra.

Las palabras entre los dos se han terminado, así que desisto en mi intento de que me lleve a un camino seguro, quizás tenga razón y él no sepa donde están los caminos seguros, pero si es quien creo que es debe saber donde se encuentran ellas y eso si me importa. Ladeo la cabeza mientras sopeso las posibilidades que tengo, pero no puedo dedicarle mucho tiempo, aveces las decisiones son repentinas y otros te obligan a tomarlas. Las figuras humanoides que se recortan al final del claro apestan.

Lanzan sus palabras al aire como ladridos inconclusos, se preocupan demasiado en aparentar y algún día se encontrarán con alguien mayor. Ante lo que han dicho y su aspecto rápidamente me pongo en guardia, mi mente ya esta preparada para la acción y la toma veloz de decisiones. Faer en cuanto se muevan arriba, sin pensar... No quiero esperar para ver cuanto son capaces de avanzar sobre sus patas peludas, y se que una de mis únicas posibilidades es adentrarme entre las ramas más altas de los árboles, mis alas comienzan a batir despegándome del suelo.