Partida Rol por web

La prudencia nunca está de más respondió Sandokán ante la conversación que tenía lugar delante suyo No obstante debo incidir en algo: cuánto más tardemos en seguir la pista más se alejará nuestra presa. razonó el pirata, que se alejaba enormemente de la imagen típica del bucanero salvaje e ignorante Si decidís ir a pertrecharnos, de acuerdo.

Pero no creo que ni siquiera un vampiro sobreviva si le cortas la cabeza añadió, haciendo que la luz de la luna se relfejara en la afilada hoja de su alfanje.

Cuando escuche a Mina dije- otro dia? cuanto mas tiempo perdamos, mas tardaremos en salir para africa, si quereis prepararos para lo que pueda pasar, bien, pero lo haremos ahora mismo, pongamonos en marcha, vamos a esa tienda que ha dicho Pendragon, cogemos lo que haga falta y vamos a buscar a esos vampiros.

Pendragon sonríe y les dice:

- No tengo intención de esperar. Conseguimos las cosas y vamos al teatro Garnier en busca de ellos. No hay nada más divertido que cazar sanguijuelas.

Ese hombre era muy raro. Así como parecía prudente y preocupado, al momento se transformaba en un hombre impetuoso. Era lo que se denomina una personalidad mercurial.

Sin más, todos salen del cementerio, después de que la puerta de la cripta queda cerrada. Seguramente, pasara mucho tiempo antes de que alguien descubriera esos cuerpos decapitados.

De nuevo se montan en esa maquina y van, ante la vista de todos los curiosos de París. Al final, llegan a una calle llena de tienditas cerca del Sena y allí se detienen. Antes de entrar, Péndragon les dice:

- No se engañen por la apariencia del tendero. Es un sujeto astuto que les ofrecera cosas maravillosas y que pueden ser su perdición.

Cuando entran es como habar cruzado el umbral a otra dimensión. Se trata de una tienda atestada de cosas raras, antiguas y de diferentes culturas. El tendero, un sujeto con una chaquela de seda roja y un fez  (sombrero turco) del mismo color, los mira y muestra una amplia sonrisa, diciendo:

- ¡Señor Péndragon! ¡Qué placer volver a verlo! Ha traido compañía, espero ser de mucha ayuda para ustedes. Pueden llamarme monsieur Mefist.

Parecía que ya teníamos un plan y de momento, no tenía ninguna queja sobre lo que había hecho Pendragon y eso que en ocasiones parecía un poco temerario, pero me había ayudado con lo de mi hijo y le debía mucho, así que acaté du razonamiento sin ninguna protesta.

- Pues mire que a mí esta tienda me recuerda ligeramente a su despacho Pendragon.. - Le dije en bajo cuando entramos.

Por lo demás me limité a sonreir al tendero, pues había que quedar bien, al menos, ser agradable cuando se necesita algo y como debía ser Pendragon quien hablara, guardé silencio.

Chia se paseo por la tienda, conocedora de las hierbas, remedios chinos, y de hechiceria demoniaca, tal vez viera o encontrara algo que le resultara util para emfrentarse a su hermano en africa.

Siempre sorprendido por la actividad comercial que se dearrollaba en los suburbios de París, la tienda regentada por aquel individuo resultaba aún más curisosa, dada la cantidad de extraños objetos misteriosos que sus estantes cobijaban.

No obstante, el grupo tenía prisa, de modo que el pirata malayo decidió ir al grano.

Señor Pendragon, ¿está seguro de que aquí encontraremos los objetos que necesitamos? preguntó en voz alta, más para picar al dependiente que para meter prisa a su acompañante.

Pendragon la verdad es que no parecía muy cómodo en ese lugar, pero tomó aire y le dijo a Mina y Sandokan:

- Creame, Mina, mi estudio no es ni la milesima parte de peligroso que este lugar. Por lo mismo, sandokan, en este lugar encontraremos exactamente lo que queramos

Con cierta acritud, Jack se dirige al anticuario:

-  Créeme, Mefist, me encantaria hacer el mismo juego de quien es el más astuto, pero en este momento no hay tiempo. No quiero nada de otro mundo, solo agua bendita, ajos, estacas de madera, un manual de exorcismo.

Mefist pasa su mirada por cada uno y es imposible no ponerse incómodo. Pero luego vuelve a sonreir y dice, como si lanzara ideas al azar:

- Pero eso lo puede conseguir en cualquier iglesia. Yo no puedo evitar ofrecerles algo de más ayuda. Tengo potentes posiones que eliminan el mal del alma, por muy enquistado que este esté... puede incluso devolver la gracia a unos de los rebeldes ángeles caidos o salvar el alma inmortal de un niño que nacio con una mancha que no es su culpa. También poseo espejos que permiten ver cosas veladas y ocultas, una familia que se encuentra muy lejos en este momento, una esposa que felleció en la flor de la vida. También tengo manuales que enseñan como crear seres vivos maravillosos, digamos que podría crearse una Eva para un Adán solitario.

Las palabras eran suaves como el terciopelo, persuasivas y daban la impresión de ser un cosa de la casualidad que Mina tuviera un hijo con un lado oscuro, que Chía fuera mitad demonio y odiera esa mitad, que Sandokan hubiera perdido muy pronto a su esposa y añorara su presencia, que Stregoff extrañara a su familia o que Frankenstein fuera el unico en su especie y se sintoera solo. Extrañamente solo Dupin y Péndragon no parecien estar tocados por estos ofrecimientos.

Sandokán entrecerró los ojos, dirigiendo una mirada de desprecio al embaucador que pareía ser el tal Mefist.

He visto el precio que debe pagarse por jugar con magia dijo con una mal disimulada ira en sus palabras puede que los humanos perdamos a nuestros seres queridos, o que la vida sea un cúmulo de sufrimientos. Pero le aseguro que hay cosas mucho peores... 

Los Thugs, siempre los malditos Thugs, con su diabólica magia y sus malignos planes para secuestrar la felicidad de la gente ordinaria. toda una nación sometida a aquellos salvajes místicos, que masacraban poblados enteros y sacrificaban a inocentes vírgenes en nombre de su maldita deidad, Khali. No, Sandokán conocía bien el lado oscuro de tales regalos místicos, y jamás caería en tal provocación.

Prefiero atesorar los recuerdos felices que jugar con poderes malignos, señor Mefist. Y ahora, si es tan amable, proporcionenos lo que el señor Pendagron ha pedido.

Chia escucho lo que dijo el hombre, pero por la advertencia de pendragon, y ademas porque el emperador ya poseia algo que la volveria humana, no le dio mayor importancia, y a lo que pidio pendrago añadio una pequeña lista de diferentes plantas extrañas, miro a los demas y les dijo- nos vendran bien si alguien sale herido, y algunas pueden potenciar mis habilidades- me gire y mire al hombre-si las tienes tambien nos las llevamos.

No me gustaba aquel hombre y mucho menos, que supiera aquellas cosas que me resultaban verdaderamente incómodas y que así dichas, incluso dolían. Así como volviera a abrir la boca lo que le iba a comprar era un ataud, pero cuando hubiera conseguido que dejara de respirar.. pero no, no podía mostrar así de abiertamente que tenía ganas de decirle que se metiera en sus cosas y no en las mías.

Me limité a mirarlo como si tuviera la lepra y luego me dirigí al resto.

- Si no les importa, esperaré fuera. En este lugar el ambiente está demasiado cargado para mi gusto y prefiero el aire libre..

Eso por no decir que mi paciencia iba a mermar bastante si aquel hombre seguía hablando de cosas que ni le importaban. Dicho esto, salí hasta la puerta y me quedé allí, esperando a que saliera el resto o que hicieran lo que quisieran, pero yo no quería tener nada que ver con aquel indeseable que parecía usar las desgracias de los demás en su propio beneficio.

Péndragon tampoco parecía contento debido a alas palabras de Mefist, asi que en una explosión de ira toma al sujeto del cuello y lo alzo tomandolo del cuello desde detrás del mostrador en que se encontraba hasta dejarlo caer de espalda al suelo. Entonces la ira traiciona al tendero y su cara se deforma de manera horrible por un momento, mostrando su naturaleza demoniaca. No obstante, Jack le aprisiona el cuello si piedad y dice:

- ¡No te metas con esta gente, bastardo! ¡Ahora dame lo que te pedi y quiero información sobre los dueños de la casa de la Opera Garnier!.

El sujeto mira con un profundo odio a Pendragon, pero termina diciendo:

- Hay muchos vampiros en los subterraneos del teatro, pero los que mandan son esa condesa austriaca, Carmilla y un sujeto que se hace llamar Fracis Varney, lo cual es extraño, porque Varney murio hace 20 años; se lanzó en un volcan por que odiaba su condición de vampiro. Por lo que se al hombre que buscan no lo han transformado, porque temen darle la inmortalidad a un tipo como él.

Chia se acerco al vendedor mientras pendragon lo tenia agarrado y dijo- no te olvides de las hiervas y las demas cosas que hemos pedido, no quiero perder mas el tiempo, porque me pongo de muy mal humor, y no quieres verme asi, asi que empieza a preparar todo.- Miro a pendragon y le digo- si no le sueltas estaremos aqui perdiendo mas tiempo.

Pendragon suelta al tipo y este de inemadiato llama a un tal Fausto para que le trajera las cosas, incluyendo las hiervas de Chia. El tal Fausto era un sujeto insignificante que los miraba temeroso. No dijo nada, solo dejó las cosas que le pedían y se fue a esconder al fondo de la tienda. Sin más y sin pagar nada, Pendragon toma las cosas, les da a cada uno estacas, una botella con agua vendita y a los que son cristianos ( se salta a Sandokán y a Chia) les da un crucifijo, dejandose para él otro y el manual de exorcismo. Después sale y dice:

- Así da gusto hacer negocios, Mefist. Espero que no te moleste cargarlo a mi cuenta.

El anticuario lo mira con odio, pero se limita a gritarle mientras salía:

- No cantes victoria tan rápido. Que el dragón rojo aún tiene que vencer al negro.

Después Mefist mira al resto y les dice con mucha amabilidad:

- Creo que empezamos mal nuestra relación ¿Seguro que no desean algo más? Tengo una piel mágica de Sapa que cumple los deseos de su dueño, o esta caja, conocida como la caja de Lemarchand; si logran decifrar su clave ganaran un gran poder. También tengo una copia de un importante grimorio... ¿Han oido hablar del necronomicón?.

Pendragon sale de la tienda y se acerca a Mina en sielencio. Lleva algo en la mano y lo pone frente a la cara de ella. se trata de un crucifijo de plata con una cadena. Sin preguantar nada, abre el broche y se lo pone alrededor del cuello a Mina, lo cual produce una cercanía impropia entre ambos, pero a Jack parece importarle un bledo eso. Después mira a Mina a los ojos y le dice:

- Se siemte bien... ¡No me refiero a lo que pasó adentro! Todo esto ha de parecerle dolorosamente familiar... ¿Esta lista para enfrentar de nuevo a una de esas cosas?.

Él estaba sinceramente preocupado por ti, no se trataba solo de caballerosidad.

Sandokán aseguró varias estacas en su cinturón de cuero para disponer fácilmente de ellas, y guardó la botellita de agua bendita en uno de los bolsillos de su chaleco.

Agradeció con una inclinación de cabeza el gesto de Pendragon de no ofrecerle un crucifijo, pues no deseaba ofender a su nuevo aliado.

Mientras tanto el inmundo Mefist seguía intentando hacer negocio con ellos, ofreciendo tanto bagatelas como objetos de gran poder... que podrían ser la perdición del incauto. Sandokán dirigió una fría mirada al extraño hombrecillo, a pesar de haber visto por un momento su demoníacos rasagos verdaderos, y salió de aquella tienda para, esperaaba, no volver a pisarla jamás.

Permanecía fuera, en silencio y pensando en muchas cosas, aunque ninguna que fuera algo tan cercano como lo que había sucedido en aquella tienda o en aquel cementerio, sino en otras que permanecían ocultas en algún lugar de mi memoria y que quisiera o no, todo lo sucedido había avivado.

Escuché la puerta y vi salir a Pendragon, suponía que por mi apresurada salida de la tienda, pero vi que tenía algo en las manos y lo miré con curiosidad, para ver un crucifijo de plata, que no tardó en colocar en mi cuello.

Sabía que aquello no era demasiado correcto, pero Jack era uno de esos hombres que aunque de vez en cuando se acordaba de seguir las " conductas sociales apropiadas " no era algo que fuera demasiado con él, seguramente, porque cuando a él se las enseñaron de pequeño, eran totalmente diferentes a las que teníamos ahora. Así que aunque me hizo sentir un poco incómoda en un principio agradecí el gesto, pues de lo que se trataba era de que se preocupaba porque estuviera bien.

- Gracias Jack, es muy amable.. - Dije agradeciendo la cadena. - Supongo que todos tenemos recuerdos agradables y desagradables y otros, que ni siquiera sabemos cómo catalogar, que es lo que me sucede a mí en estos momentos.. pero supongo que sin que aquello sucediera no tendría a lo mejor que me ha sucedido en la vida, mi hijo, así que.. - Me era difícil saber si tenía que horrorizarme por lo que pasó en su día o dar las gracias.

Me quedé unos instantes en silencio y luego volví a posar mi vista en los ojos de Pendragon.

- No se preocupe, lo que me atormenta es el pasado, no el presente. Estaré dispuesta para lo que tengamos que afrontar..

Llevé mi mano a  la cadena que me acaba de colgar y sonreí, aunque fue una sonrisa breve.

- Quería comentar algo con usted Jack. Si me necesitaba para esto para ayudarle a volver a formar un grupo, supongo que una vez " el músico " lo haya hecho no me necesitarán para nada, así que quizás, pueda encontrar un barco que salga de Francia a Inglaterra y volver a casa..

Jack se te queda mirando por un momento con cierta pena, pero después te dice:

- No voy a obligarla a quedarse ni ha esgrimir razones de patriotismo que en mi boca sonarán más falsas que las palabras de Bond. Solo le diré que usted es muy importante para esta misión, Mina. Es una mujer inteligente y decidida, y aunque no sea inmortal, la hija de un demonio, un pirata o una criatura hecha de cadaveres, usted es más extraordinaria que cualquiera de nosotros.

Lo bueno de hablar con Pendragon era saber que lo que decía era verdad, pues sino quería decir algo cierto, simplemente no habría la boca. De todas maneras, sabes que él calla algo. No obstante, te dice:

- Si su decisión es dejarnos, yo me encargaré de asegurarme de que llegue sana y salva a Inglaterra.

No escondí mi mirada ni hice ningún gesto así cuando escuché las palabras de Jack, simplemente le observé mientras hablaba, aunque acabé poniendo una de esas caras que decían que me había dado cuenta de que había algo que no estaba diciendo, y tampoco me molesté en ocultarla, pues que no fuera a preguntar no significaba que no lo hubiera percibido.

- Aún estamos aquí y tenemos que encontrar a ese al que tantos temen.. - Dije sin saber muy bien qué era lo que haría una vez termináramos en París. - Creí que debía decírselo por todo lo que ha hecho por mí, aunque no haya tomado la decisión aún.

Ahora sí aparté la vista, pero para ponerla en un lugar lejano, quizás mirando a ninguna parte.