Partida Rol por web

- Mierda!! ¿ Detenerme? Esto ya es el colmo!! Malditos inútiles...! - Desde luego que tener a la policía detrás incrementaba mis ganas de que pararan ese barco volador.

No podía ir ya más rápido y tenía que mantenerme bien agarrada si no quería tener una mala caída, así que seguía al galope, esperando que no se me acabara el sitio para correr.

De repente, apareció aquella figura metálica y me hizo soltar un grito al escuchar el sonido del árbol al caer, pero todo pasaba demasiado rápido y apenas pude observar nada.

En aquella ocasión como en muchas otras estaba asustada. No quería acabar en una celda mugrienta, seguía teniendo un hijo que necesitaba a su madre.

Tras ver aquel extraño ser metálico, Sandokán no dudó más, y no esperó a la respuesta del capitán. EL pirata malayo ató un extremo de la cuerda al mástil más cercano, y lanzó por la borda el otro, asomándose para gritar.

¡Mina!¡Coja la cuerda, la subiremos!

Aquella idea no me gustaba nada, tenía pinta de ser demasiado dolorosa, pero el resto de opciones no es que fueran demasiado agradables o menos complicadas así que levanté la cabeza para mirar la cuerda y sin pensar más en los posibles resultados de lo que estaba a punto de hacer solté las riendas del caballo y cogí aquella cuerda, intentando agarrarla de tal forma que para soltarla tuviera que perder uno de mis brazos.

- Ya!! Daros prisa!!

En realidad lo que me preocupaba en aquel momento era romperme todos los huesos del cuerpo al caer del caballo.

¡Vamos! gritó Sandokán a Yañez y a los demás miembros del grupo Ayudadme, maldita sea exclamó mientras tiraba del cabo para intentar subir a bordo a la mujer

Cuando tiran el cabo para alcanzar a Mina, Pendragon se queda mirando por un momento y dice:

- No lo logrará. Voy por ella.

Y si más se desliza por la cuerda.

En tanto, mientras Sandokan asegura el cabo con la ayuda de Yañez, Frankenstein toma la cuerda y les dice:

- Yo puedo subirlos sin ayuda. Creo que lo mejor que pueden hacer es tratar de mantener alejados a los montados y a esa mujer de metal.

Strogoff es el primero en entender a lo que se refiere el monstruo y llega con escopetas de casa para todos y les dice:

- Disparen a las patas de los caballos para que se asusten. Esos policias no han hecho nada malo así que tengan cuidado.

En tanto, Pendragon, que va colgando de la cuerda se balancea y le extiende la mano a Mina y le dice:

- ¡Vamos! ¡Salte hacia mí y yo la atraparé!

No era una mujer atlética, eso quedaba claro, ya que ninguna mujer que se atreviera a ir a todas partes con las faltas y los vestidos que yo acostumbraba a llevar, dejaba claro que jamás saldría corriendo y saltando de ninguna parte y mi habilidad con las armas, era casi como probar suerte a ver si atinaba donde pretencía dar o cerca, pero si algo sí que tenía era que era más obstinada y terca que una mula y en aquel momento mi único ibjetivo era subirme a aquel barco a toda costa.

- Soy una suicida!! Me voy a matar!! - Pensé mientras veía como Jack bajaba por la cuerda y me gritaba, aunque su grito no sabía si era aún peor idea que las que yo ya tenía.

- ¿ Saltar? Jack estás como para que te encierren y te hagan una lobotomía! - Grité, pues la situación no es que me diera como para comportarme como la señorita que era, aunque en aquel momento me di cuenta de que era eso o nada. - Vale! Pero agárrame fuerte que yo no me arreglo sola!!

Sin más levanté la cabeza para mirarle, cambié de postura en el caballo agarrándome bien a la silla con las manos y luego salté, esperando que Jack de verdad me agarrara porque sino no lo contaría.

El pirata malayo observó los enormes brazos de Frankestein y decidió cederle gusto la cuerda para que izara a los dos equilibristas que tenían por compañeros.

Acto seguido, Sandokán tomó una de las escopetas y apuntó contra el suelo que los caballos de los policías estaban a punto de pisar, de modo que la bala detonó contra la tierra, haciendola explotar, mienstras los caballos se encabritaban asustados...

Contrario a las probabilidades, el salto que das del caballo te lleva justo a Jack, quien te toma del talle y te atrae hacia él miantras se afirma de la cuarda con la otra mano. La verdad es que la cercanía con Pendragon era vastante indecorosa, pero la situación no respondía a convencionalismos. Con premura, debes de rodear el cuello de Jack para no caer y él no parece enojado. Por el contrario, te sonríe y dice:

- No sé como se metio en esto, señorita Murray, pero supongo que es una historia muy interesante.

Era increible, pero a ese tipo aun le queda sentido del humor como para bromear ahí colgados.

El disparo que hace Sandokan cumple con su cometido y hace que los caballos no avancen, incluso tirando al suelo a alguno de esos policias franceses. Pero eso no era el problema real en ese momento, sino que, de pronto, la mujer de metal fija su atención en el barco volador y, como si se tratara de las luz del sol que pasa por el lente de una lupa, de los ojos de la mujer salen dos rayos que golpean en el casco de la nave y comienzan un incendio.rapidamente la tripulación del Albatros extingue el fuego.

Aquel salto me había hecho cerrar los ojos pues temía que me mataría por tan sólo haberlo intentado pero al notar como Jack me agarraba los abrí aún con una cara muy pálida debido a todo aquello y pasé mis brazos por sus hombros. Me resultó gracioso y chocante ver cómo aún tenía ganas de bromear y dejé escapar de mis pulmones todo el aire que albergaban y que había detenido para saltar.

- Vengo sin equipaje.. - Sonreí divertida por todo aquello y respondiendo a sus bromas con más bromas, aunque en mi caso era realmente cierto, tan sólo me había traído la ropa que llevaba encima y eso, sería un tremendo problema.

No tenía pensado ir a ninguna parte y ahora, ya no tenía más remedio que irme con ellos, pero siempre era mejor que que me juzgaran por meterle un tiro a alguien.

Cuando Pendragon logra atrapar a Mina, de inmediato Frankenstein comienza a subirlo, mientras que la mujer de metal sigue disparando rayos por los ojos que producen quemaduras en el casco del albatros. No obstante, en ese momento Yañez se acerca a Sandokan y le dice:

- Creo que encontré algo que nos ayudará y te gustará. Sígueme.

Y te lleva a la parte baja de ese barco volador. Ahi hay una especie de mirador y una enorme ametralladora de barril giratorio. Yañez te sonríe y dice:

- ¿Que te parece? No creo que la dama de metal pueda resistirse a esto.

Pendragon tira un poco de la cuerda y comienzan a alzarlos. En ese momento miran a la mujer de metal que había irrumpido en escena y ven como de sus ojos salían rayos de energía que daban en el casco del albatros y producían pequeños incendios. Al ver esto, Pendragon le dice a Mina:

- Y digame ¿Esa señorita de metal también viene por usted o es solo coincidencia?.

Miré a aquella figura y me extremecí pues si llegaba a cogerme la cosa se me hubiera puesto bastante más fea de lo que ya había visto.

- Segundo intento de asesinato seguido.. Primero súbeme a bordo y luego te lo cuenta, que aunque no tenga vértigo esto me resulta demasiado incómodo ¿ sabes?

Seguía sin hablar con mis modales habituales pero es que en aquel momento la adrenalina era lo que hablaba por mí y desde luego, que lo único que me apetecía era poner los pies sobre una superficie y no estar así de colgada, eso sí, tampoco es que me molestara que me hubiera ayudado.

- Gracias por cogerme.. - Dije pensando que quizás el resto de mis palabras habrían sonado un poco más bruscas de lo habitual y no es que fuera mi intención que lo parecieran.

Pendragon te sonríe encantado, pues parece que le gusta tu tono informal.

- ¿Segura que usted es Wilhenmina Murray? La última vez que la vi era un aseñorita inglesa muy propia y ahora solo le falta maldecir como un estivador de Dover.

La verdad es que el tenía ganas de seguir bromeando ahí colgado. Quizá el hecho de que si él caía desde esa altura solo le causaría un gran dolor y nada más le permitía ver el lado amable de la situación. No obstante, casi sin darte cuenta ya te encuentras llegando a la cubierta del Albatros. Frankenstein, muy galante, te tiende la mano para que subas mientras Pendragon hace otro tanto por sus propios medios. Por fin te sientes relativamente a salvo.

Intrigado por saber qué había despertado la curiosidad de Yañez en semejante momento, Sandokán acompañó a su buen amigo al piso inferior de la embarcación voldaora, en dónde se encontraba la poderosa ametralladora, un arma letal la usara quien la usara.

Será divertido no estar delante de una de éstas para variar dijo sonriente el pirata malayo mientras colocaba la ristra de balas en el orificio plano que alimentaba aquel cañón. Acto seguido, Sandokán apuntó la mirilla redonda de la parte final del cañón hacia la mujer metálica que los disparaba desde el suelo, y apretó el gatillo.

El barril del arma comenzó a girar a gran velocidad, proporcionando sus cartuchos y detonándolos de modo que las balas salían despedidas hacia su objetivo con letal cadencia de fuego. Al principio, los primeros proyectiles horadaron la tierra ante las piernas de la mujer metálica, como hicieran con los caballos sus escopetas, mas sin encabritarla. Sin embargo, Sandokán corrigió a tiempo la trayectoria y pronto el sonido de metal chocando violentamente contra metal inundó el campo de batalla.

A pesar de la situación tuve que sonreir por las palabras de Pendragon, pues sin duda no eran para menos y con esa sonrisa respondí antes de que me subiera.

- Si me dejas dos minutos más aquí colgada me oirás jurar y perjurar te lo aseguro..

Si no hubiera sido porque estaba colgada a metros del suelo ya hubiera reído y todo.

- Veo que me echabas de menos..

Acepté la ayuda de Frankestein para subir a bordo y una vez arriba y dar las grancias me dejé caer al suelo y me tumbé en cubierta cerrando un poco los ojos, calmando mi respiración acelerada y luego ya me senté en el suelo.

- No pensaba venir, pero me parece que tenemos a un alemán detrás que quiere intentar deshacerse de nosotros. Más que nada porque me llamó algo en alemán que supongo que era señorita. La cosa es que estaba en la habitación acabando de hacer el equipaje cuando vi que una de las sirvientas de la casa de Pendragon estaba extrañamente mandándose " notitas " con un extraño fuera, un hombre bien vestido, vamos, un señor. Cogí el arma y bajé, me escondí esperando que la sirvienta entrara y vi como según lo hizo cogía un cuchillo. La dije que lo soltara a punta de pistola pero tenía los ojos en blanco y no respondía a razones ni cuando te podían disparar, así que tuve que disparar a una de sus piernas..

Eso era la explicación de todo lo que había sucedido.

- Aparecieron el resto de sirvientes y les dije que llamaran a un médico, me subí en un caballo y aquí estoy, aunque veo que llamaron a la policía también. Sobre la chatarra gigante esa no sé absolutamente nada.

Me puse de pie y me asomé por la borda para mirar hacia abajo.

- Capitán, ¿ Haremos alguna parada? Soy una mujer inglesa sin equipaje.. - Aunque en ese momento caí en la cuenta. - Si como la parada no sea en Londres no tengo ni dinero para comprarlo así que no se moleste..

Ahora sí que no me gustaba nada la idea de estar en un barco camino a la nada sin ni siquiera unas enaguas limpias.

Pendragon, Frankenstein y Robur están atentos a tu relato. El resto está encargado de darle con todo a la mujer metálica. El capitán, como siempre, se muestra especialmente interesado en tu bienestar:

- No se preocupe por nada, señorita Murray. Acá le porveeremos de todo lo que necesite. Si es necesario buscaremos la manera de envierka a Inglaterra lo antes posible.

Pero Pendragon, que había estado muy callado escuchando tu historia, intreviene y dice:

- No creo que sea prodente que vuelva a Londres, Mina. Si la intentaron matar en mi casa de Perís no veo por qué no lo intentarían en Inglaterra. Lo siento, pero creo que deberá continuar con nosotros el viaje. Por su guardarropa, no se preocupe. Podemos hacer una pequeña parada en Barcelona y comprar algo. El dinero no será problema.

Me fastidiaba no poder volver a mi casa, pues era lo que quería hacer, pero Pendragon tenía razón y seguramente volverían a intentar matarme y seguramente no de la misma manera tan sencilla que lo habían intentado aquella vez. Además que si me acercaba de nuevo a Inglaterra podría poner en peligro a mi pequeño, al menos hasta que aquello se solucionara.

- Supongo que no cuento con demasiadas opciones. Les devolveré el dinero que pueda gastar a la vuelta.

Mi posición era bastante cómoda así que tampoco es que lo del dinero fuera problema, al menos, en lo que a llenar un par de armarios se refería y aunque me molestaba un poco tener que depender de los demás, sabía distinguir cuando no podía hacer nada más que dejarme llevar.

Es tal la potencia de la ametralladora, que al rato ya no se ve la mujer, sino una nuve de humo negro y los destellos de los inpactos de las balas. No obstante, el Albatros ya se alejaba lo suficiente como para estar a salvo de cualquier ataque desde tierra, por lo que ya no eran necesario los disparos. Cuando el humo de abajo se discipa, pueden ver claramente como aún estaba esa mujer de pie en medio de la campiña. No saben si le han hecho daño, pero desde donde están no notan nada. Al final en la cubierta escuchan la voz de miss Murray, por lo que ya se encuentra a salvo.

chia estaba ya en su cuarto cuando empezo todo el estruendo, salio de ella y subio a cubierta, encontrandose alli a Mina dando explicaciones apresuradas sin muy bien aspecto. luego vio a la estraña mujer metalica, como le disparaban todos desde el barco, el incendio del barco llamo su atencion finalmente y decidio ayudar a apagar el fuego como pudiera, sin comprender muy bien que habia pasado para que aquel fuego empezara.