Partida Rol por web

MUSICA DE LA ESCENA

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PARIS. 7 DE NOVIEMBRE DE 1925

ESTACIÓN DE MONTPARNASSE

Los trenes entran y salen de forma puntual de la enorme estacion Parisina de Montparnasse. El humo de las locomotoras sisea a toda velocidad entre agudos silbidos que inundan el enorme edificio como chillidos de alguna abominación ancestral prohibida.

Las descomunales maquinas de hierro engullen pasajeros de forma monotonamente grotesca, y vomitan decenas de ellos en otros andenes cercanos. Las atestadas cafeterias agolpan en sus mesas hombres y mujeres tomando café y refrigerios que leen la prensa del mediodia y se sumergen en conversaciones banales sobre politica, musica y arte.

El inmenso reloj de la estación marca la hora de forma absolutamente exacta, las 14:55.

En uno de los numerosos andenes de la inmensa estacion, se reunen una treintena de personas esperando el tren de las 15:00. Un tren de largo recorrido direccion a "Le Havre" al norte de Francia, sin embargo es un tren que muchos Parisinos utilizan, ya que el tren antes de salir de la ciudad en direccion al norte del Pais, tambien pasa por los puntos mas importantes de Paris, por lo que es utilizado por trabajadores, estudiantes y todo tipo de personas para ir a diario a sus trabajos, y regresar a sus hogares al atardecer.

Alli os encontrais todos vosotros, cada uno teneis vuestro propio motivo para coger el tren.

Un silbido atronador restalla desde el fondo del anden, una tormenta de humo se acerca a toda prisa amenazando con engulliros rapidamente, y una enorme sombra sale desde el interior desvelando el tosco tren que os llevará a vuestro destino.

El tren se detiene con un chirrido casi insoportable, hasta que finalmente cesa del todo entre densas cortinas de humo blanco. Un hombre baja del tren vestido con un curioso mono azul y sombrero de acomodador:

-¡Pasajeros al tren! ¡Tren destino "Le Havre"!, ¡Por favor presenten sus billetes!- 

Georg rebuscó con cierta impaciencia su billete dentro de la cartera. Las multitudes solían ponerle un poco nervioso, y la humareda y el ruido del tren acentuaban su incipiente crispación. Había almorzado algo ligero en un restaurante cercano a la estación tras un delicioso paseo, serpenteando entre los artistas callejeros que retrataban a los transeúntes o la pálida majestuosidad de las cúpulas de la Basílica del Sagrado Corazón. Aunque algo apenado por la ausencia de su primo, aquella excursión matutina había sido gratificante, pero ahora se sentía como en una ratonera en la que un desaprensivo había exhalado el humo de un enorme cigarro. 

Intentó serenarse mientras sacaba el papel. Pensó en todos los lugares que visitaría en Burdeos: el palacio de Bourse, las catedrales, el Museo de Bellas Artes... e incluso se permitió fantasear con el desayuno que podría degustar en la posada que el amigo de Egon tenía en Le Bouscat.

Una vez con el billete en la mano se unió a la cola que se había formado delante del acomodador.

Aquí estoy yo James Summers en París, quien le diría que después de más de 4 años en la bella Egipto, entre arena cuevas y momias acabaría otra vez en una urbe, ruidosa y aglomerada de gente.

pero cuando tus superiores te mandan a realizar una tarea a Toulouse, que haces les dices que no quieres, que te viene mal, que ese día estarás enfermo, así que sonries les agarras de la mano y dices que si claro encantado.

pero bueno solo tengo que terminar esta tarea lo más rápido posible y volverme lo antes posible a egipto.

espero a la llegada del tren nervioso en el anden y veo con curiosidad que la famosa puntualidad inglesa, también se les puede aplicarar a los franceses.

me acerco a la puerta del tren que se me detiene más cerca y veo bajar al revisor preguntando por los billetes.

vamos para alla

Aqui esta, mi billete a mi hogar, raramente mis padres se acercan tanto como para estar en la frontera, que mas dará, siempre hacen lo que quieren, aun para mas, tras este Telegrama, que me recoje un amigo de la familia en Le Havre, para que sea menos costoso el viaje, ya que se dedica a la comercialización Textil de alta gama, que tambien marcha a Madrid. 

No he visto signos de inteligencia desde que vine a Francia, deseo llegar a mi gran biblioteca, aun con mas ganas, tras el encargo de libros de medicina exportados desde Inglaterra y América, asi puedo constatar varias tecnicas y pulir mejor mis habilidades.

ya llego e tren, aprobecho y analizo mejor mi equipaje medico.

Junto a ti ves a un anciano acompañado de un muchachito. El anciano tiene cara de muy pocos amigos, y frunce el ceño cada vez que mira a cualquiera de las personas que vagan a su alrededor. De hecho, de forma casual vuestras miradas se cruzan y te dirige una mirada de pocos amigos como a todos los demas, para despues de revisarte de arriba a abajo, te aparta la mirada con desprecio...

El muchachito sin embargo te mira y te dirige una mirada compasiva y sonrie levemente como justificandose de algun modo, pidiendote disculpas solo con la mirada por el comportamiento del hombre que le acompaña.

De pronto el anciano se percata y pega un tiron de la mano del niño avanzando hacia la puerta del tren y alejandose de ti

Junto a ti pasan un anciano acompañado de un muchachito. El anciano tiene cara de muy pocos amigos, y frunce el ceño cada vez que mira a cualquiera de las personas que vagan a su alrededor. De hecho, de forma casual vuestras miradas se cruzan y te dirige una mirada de pocos amigos como a todos los demas, para despues de revisarte de arriba a abajo, te aparta la mirada con desprecio...

El muchachito sin embargo te mira y te dirige una mirada compasiva y sonrie levemente como justificandose de algun modo, pidiendote disculpas solo con la mirada por el comportamiento del hombre que le acompaña.

De pronto el anciano se percata y pega un tiron de la mano del niño y siguen avanzando hacia la puerta del tren, alejandose de ti...

En el momento de la espera a la llegada del tren miré mi reloj para comprobar si llegaba a la hora, como curiosidad, ya que no solía utilizar éste tipo de transportes por París.

No dejé de interesarme en cada peculiaridad que se me ocurría en mirar a la gente de mi alrededor.

¿No hay nadie de mi edad por aquí?.. supongo que sería pedir mucho.

Al llegar el tren y escuchar que efectivamente era "destino a Havre" volví a ojear mi reloj.  Genial, todo va en orden.

Saqué mi billete y me preparé en la cola de pasajeros.

Desde luego... ya lo tenia en mente, venir a este país, sin educacion... pobre chava, espero que no solo meriende las collejas del señor, no se deberia pasear asi, con esos animos, si tiene algun tipo de problema, que lo comunique, pero no es motivo como para verme asi, que se cre ese ser, por dios, no he tenido que aguantar toda mi vida a anafalbetos como que en otros paises, segun la gente, mas "civilizados", me traten como una porqueria... Dios... mi biblioteca...

Encaminandome hacia el revisor me fijo en un anciano que me recuerda al padre de mi madre, un  hombre serio con cara de pocos amigos y que hace un estudio de mis intenciones y de mi forma de vestir y al poner cara de asco, automaticamente me fijo en el chico que le acompaña  ( que hasta ahora habia pasado desapercibida para mi) y observo como me pide de alguna manera disculpas.

Yo agarro el ala de mi sombrero y le hago un gesto de saludo como agradecimiento por su intencion, ya que el no tenia culpa de nada.

Sonrio, esto sera una anecdota mas en mi viaje, adelante acabemos con esto.... y me dispongo decidido a coger el tren

El anden esta realmente colapsado de gente, a tu alrededor docenas de personas cogen sus equipajes de mano y carteras y se preparan para subir al tren haciendo una especie de fila agolpada mientras van mostrando sus tickets al acomodador.

Junto a ti una señora mayor, de quiza unos 50 años o mas, lucha por coger un bolso de tela que parece realmente pesado, mientras sostiene en un brazo su abrigo y en el otro, un paraguas

-¿Disculpe joven?, ¿me echa una mano?- te dice riendo desesperada

Mientras estas inmerso en tus tribulaciones, un hombre con un aspecto que podria pasar perfectamente por uno de tus profesores, te da un ligero toque en el hombro y te dice con un marcado acento inglés:

-¿va a subir al tren?- te pregunta como insinuando educadamente que estas en su camino 

Y ahi me encontraba yo, Ricky Starks, sentado en una banca esperando el tren, de vez en cuando algo agitado echaba un ojo a mi reloj y a los alrededores, no quería dejar muchas huellas de mi huida, desde que el trato salio mal, he estado algo paranoico, pero ¿Quien no lo estaría si una banda de mafiosos lo estuviera cazando?, ya algo impacientado, empece a mover mi pie izquierdo de arriba hacia abajo, con cada segundo gastado en esa banca, parecía que ellos mas cerca de mi se encontraban. 

Mi intranquilidad se fue cuando escuche al tren llegar y al revisor decir: " ¡Tren destino "Le Havre"!", pensé: -Ya era hora!- con alivio, y me dispuse a subir mi equipaje.

Estas completamente rodeado de gente, no puedes evitar ponerte nervioso al pensar en lo facil que seria para uno de ellos ocultarse entre aquel barullo.

El silbido del tren te devuelve de nuevo a la realidad.

-¿Billete por favor?- te pide el revisor al llegar a la entrada

al mostrarselo el revisor sonrie y te dice - Vagón numero 6 Monsieur, puede acceder por el pasillo de la derecha-

Oh! Disculpe señor! me hice a un lado para que avanzara hasta mi posición y me puse detrás suyo.

Vaya, me he quedado muy en mi mundo demasiado tiempo... Volví a mirar el reloj, una tras otras vez...

Sí, vale... Todo en orden, ahora cojo el tren, me voy a la biblioteca y me regocijaré en el silencio que allí habita.

-Merci- Le respondo al revisor, seguido de eso me dispongo a encontrar el vagón numero 6, mientras camino pienso: -Bueno, pues parece que me libro de otra, ya salí de la ciudad, ahora me toca salir del país e ir a Londres, aunque creo que al jefe no le gustara como termino el trato-.

La desesperada voz de una señora mayor saca a Georg de su ensimismamiento. Al ver las dificultades que está teniendo la pobre mujer con su voluminoso bolso, guarda el ticket en la cartera y la cartera en un bolsillo interior de su chaqueta negra.

—Natürlich, señora, descuide— dice, esgrimiendo una sonrisa con los labios apretados mientras cambia de mano su propia maleta para ayudar a la mujer con la otra.

Ya casi no se sorprendía de que los franceses (y otros europeos en general) obviasen las formulas de cortesía que tan acostumbrado estaba a escuchar a todo el mundo en Alemania. Además en aquel momento, y más viéndose en semejante aprieto, era perfectamente comprensible que la señora no se lo hubiese pedido por favor. 

De hecho... ¡diantres! claro que te resulta bien parecido a un profesor... ¡es que es profesor de la universidad de Paris!. te suena de haberlo visto decenas de veces por los pasillos y quiza en algun seminario...

Nunca te ha dado clase directamente pero jurarias que su especialidad es la Filologia Inglesa, no conoces su nombre, pero crees recordar que todo el mundo le llama en la universidad "Profesor Loumiere"

Cuando llegas a la entrada, el revisor te pide el billete. Despues de examinarlo unos segundos, asiente y te dice

-Vagon numero 6 Monsieur, primer pasillo a la derecha...-

-Oooh, que joven tan amable, ¡se lo agradezco mucho!- te dice con candor

-¡Esta endemoniada maquina de escribir pesa como un tranvia!- ayudas a la señora a recomponerse un poco, y cuando esta lista te toma el pesado bolso de nuevo ¡realmente pesa mucho!

-Gracias joven, ¡que Dios le bendiga!- te dice sonriendo y se dirije hacia el tren

Al llegar al tren el revisor te pide el billete -Bonjour Monsieur...hmmm, vagon numero 6 Monsieur, el pasillo de la derecha-

Al llegar al tren la gente se agolpa de forma desordenada para entrar al interior como si fueran a acabarse los asientos. El revisor te pide el billete y tras examinarlo unos segundos, te sonrie diciendo:

-Vagon numero 6 Monsieur, tiene que tomar este pasillo a mi derecha, es el siguiente...-

Inmediatamente te aparta la mirada y continua con su exhaustiva labor