Partida Rol por web

   El pequeño kender había escapado sin dificultad de mi. La próxima vez dejaré que sea Klad quién lidie con ellos.. Y era tan rápido para hablar como para moverse, además, parecía que tampoco le agradaban los soldados vestidos de negro, pero... En boca del mentiroso, lo cierto es dudoso..

Deseé con todas mis fuerzas que el pequeño granuja no decidiera salir corriendo. Podía darle alcance, por supuesto, era capaz de moverme muy rápido, como un auténtico depredador. Pero el precio podía llegar a ser alto. Debería adoptar de nuevo mi forma de lobo, y con ello aumentaba el riesgo de que alguien viera el cambio. Si los caballeros negros relacionaban al lobo y al hombre, sería un problema.

Por fortuna, el kender pareció atender a las palabras de Kairi, quizás por el tono dulce y diplomático que la sierva de Mishakal empleaba. Yo era incapaz de hablar de aquel modo, sencillamente no me salía ni contaba con una voz así. Un lobo podía aullar, pero nunca cantar como un ruiseñor. Cada ser contaba con sus propias virtudes.

Rowan, mi nombre es Lobo Blanco... -Me presenté, frotándome los ojos enrojecidos con molestia- ¿Podrías revisar tu bolsa de nuevo? Creo que se me ha caído algo y podría estar ahí a buen recaudo...

El Kender, Rowan, terminó devolviéndome lo que me había robado; pero no así a mis compañeros, habiendo sido esta también mi intención. Parecía tener bastante habilidad para tergiversar las palabras y cambiar de tema, cosa que no tardó en hacer preguntándonos si éramos de la Legión.

No respondí en un primer momento, pues los demás trataban también de recuperar sus cosas, pero terminé preguntando al hombre a qué se refería.

- ¿A qué Legión se refiere, Rowan? ¿Por qué habría de venir la Legión? - pregunté de forma discreta, inclinándome después para hablarle en confidencia. - Si algo de mis amigos ha caído en sus bolsillos, estaría bien que se lo devolviera. - le pedí con una sonrisa. - Por cierto, mi nombre es Kairi, Kairi Moonlight. - me presenté al volver a erguirme.

Todos se dieron cuenta que el pequeño Kender no había devuelto todo, pero sin embargo su duda sobre si eran parte de la facción de los Legionarios era sincera. De súbito, se frenó en seco ante las palabras de Lobo Blanco. Eso era! Aquellas personas habían sido tan descuidadas que sus cosas podrían haber caído en su bolsa.

- Por supuesto! Señor...- se dirigió a Anubis sin saber su nombre. Luego miró a Lobo Blanco - Tiene usted un problema en los ojos, Señor Lobo Blanco! Creo que tengo la solución! Unas hierbas que una vez cayeron en mi bolso. Nunca supe bien para qué servían. El druida que las dejó allí no me lo dijo... muy maleducado de su parte!- Rowan empezaba a desvariar. - Una vez, una condesa me alojó en su castillo. Había muchas cosas interesantes allí. Pero lo que más recuerdo, fueron las clases de buenos modales. Siempre recuerdo...- se detuvo en seco. - Oh si! La bolsa! A ver...- el Kender empezó a rebuscar. - Creo que se cayó esto... esto también... ah, y esto!- dijo sacando un frasquito de tinta, un odre que Lobo Blanco reconoció como suya y la bolsa de componentes de conjuros de Anubis.

- Yo solo lo guardaba por las dudas. Uno nunca sabe! Pashin está llena de criminales!!

Luego miró divertido a Kairi.

- Kairi... hermoso nombre! Ya no tengo más nada! Lo juro! - dijo con excesiva solemnidad. Aunque costase creerlo, ahora sí, el Kender decía la verdad. - Las Legiones, los refugiados, los caballeros negros... esta ciudad es un hervidero! Yo simpatizo con todos...- se atajó Rowan. - Pero los Legionarios luchan para liberar a Pashin de su opresión! O al menos eso dicen...- dijo encogiéndose levemente de hombros

- Rowan, me llamo Anubis, un placer conocerte. ¿He de suponer que estas hablando de La Legión de acero?. - Le pregunté, curioso. ¿Era posible que el grupo de resistencia del que habíamos oído hablar estuviera relacionado con ellos?. Miré de manera significativa a mis compañeros, para saber si habían llegado a la mima conclusión que yo, mientras guardaba mi saquito en su sitio.

   Abrí los ojos como tazones de carne cuando vi mi frasco de tinta en manos del pequeño ladrón y faltó poco para que le presentase a Klad, pero la actitud tranquila del resto lo evitó, por lo que me limité a tomarlo y guardarlo nuevamente en mi saquillo. Luego pagarás, Rowan..

   A diferencia de los demás, yo no me presenté ante el kender pues sólo el deseo de no querer atraer más atención sobre nosotros, evitaba que le enseñase como trataban a los ladrones en Blodë.

Agradecí con un mudo gesto al kender la devolución de mis pertenencias, ignorando su referencia a un supuesto remedio para la aflicción de mis ojos consistente en unas hierbas que había afanado a algún otro druida. La conversación con el pequeño truhán derivó en la mención a esa Legión, que Anubis quiso identificar como la Legión de Acero. No me había topado nunca con ellos, pero había oído historias. Debía tratarse de una orden de caballería relativamente joven, compuesta por caballeros desencantados de las órdenes tradiciones. 

No sabrás, por un casual, cómo dar con esos legionarios, ¿verdad? -Pregunté al kender, sabedor de que tarde o temprano habría de dar con ellos. Si la Legión era responsable de la rebelión en Pashin, esa mujer estaba entre ellos. Puede incluso que se tratase de su líder. Y si bien la posadera había auspiciado que ella vendría a mí, prefería acelerar el proceso para terminar cuanto antes y poder regresar a mis bosques. 

Rowan saludó a Anubis con un leve asentimiento de su cabeza. El pequeño Kender pensó unos instantes antes de responder la pregunta del mago.
- Si... la Legión de Acero.- Rowan se frotaba la cabeza extrañado. Claramente había dado con un grupo de extranjeros en la ciudad.- Deben andar con mucho cuidado. Esta ciudad es un caos. No solo existe una lucha por el poder entre los Caballeros Negros y el alcalde de la ciudad. Existen al menos tres facciones rebeldes.- miró a Kairi, quien había permanecido en silencio.- Los legionarios, los "leprosos" y los rebeldes Mikku.- Hizo otra pausa y suspiró.- Los confundí con miembros de los Legionarios, pero veo que cometí un error. Así y todo no sé mucho más, solo que este caos me permite ir y venir, y con ello conseguir hermosos tesoros.- dijo dejando escapar una risita.

No teniendo más nada para decir, el Kender saludó a todos, con más interés en la amable Kairi, y más desconfianza en el hosco Okodar. Así, el grupo lo vio partir, mirando con curiosidad a la gente que paseaba por la calle principal, buscando excéntricos tesoros nuevos...

El Kender ya se había marchado. El grupo ahora permanecía en un costado del camino principal, rumbo a la puerta Norte. En un primer momento habían intentado buscar un lugar tranquilo para charlar sobre sus siguientes pasos. Luego del encuentro con Rowan, habían juntado más información, y el panorama parecía más complejo que al principio. El alcalde y los Caballeros Negros se disputaban el control de la ciudad, mientras en la oscuridad se cernían tres grupos rebeldes. El Kender no exageraba, aquel era un lugar a punto de explotar.

Corría la media tarde y el grupo debía volver a tomar una decisión. Hasta el momento no habían encontrado otra posada sobre el camino principal. A su lado, los callejones se hacían más solitarios, pero no por eso sin concurrencia. Ya podían ver la puerta Norte, aquella que abandonaba la ciudad...

Desde un callejón lateral, aparentemente vacío al tránsito, pudiste ver un sujeto con una capa oscura, apostado desde las sombras del atardecer, que les hace una leve seña. Podés notar como intenta llamar su atención. Por tus conocimientos, podes deducir una figura humanoide de estatura media. No parece tener intenciones agresivas, al menos, de momento...

Desde un callejón lateral, aparentemente vacío al tránsito, pudiste ver un sujeto con una capa oscura, apostado desde las sombras del atardecer, que les hace una leve seña. Podés notar como intenta llamar su atención. No parece tener intenciones agresivas, al menos, de momento...

Torciendo el gesto hacia un costado, sentí cómo la frustración se adueñaba de mí al constatar, a través de la información que nos suministraba aquel kender, que encontrar a aquella mujer iba a resultar mucho más complicado de lo esperado. Eran tres las facciones rebeldes que se oponían al disputado gobierno de la ciudad, no una, y no tenía forma de saber a cuál pertenecía ella ni cómo encontrarla.

Lo que era aún peor, al fondo de aquella calle una gran puerta me llamaba a abandonar la ciudad, el interior de aquellos muros, y responder al llamado de la naturaleza. Los bosques, los bosques eran mi hogar. Quizás, con aquella piedra que me había obsequiado la posadera, esa mujer viniera a mí en mi propio entorno... Pero no lo sabía. La magia que la impulsase podía estar ligada en alcance, o podía ser que alguien tan buscado no tuviera forma de burlar los controles de las entradas para salir.

Maldición...

Suspiré, sintiéndome encerrado en aquel lugar atestado y maloliente. Me froté los ojos y miré a mis compañeros, ahora que el kender se había marchado.

Deberíamos buscar un lugar discreto y tranquilo donde poder entregaros esa caja. -Apunté con cierto desánimo- Y no parece que eso abunde en esta ciudad, hasta los callejones parecen concurridos y temo que haya ojos por doquier. Podríamos buscar otra posada, supongo, y coger una habitación. Podríamos al menos hablar a puerta cerrada y lejos de miradas indiscretas. -Propuse encogiéndome de hombros. Entonces reparé en los convencionalismos habituales de quienes se hacían llamar civilizados, mirando a Kairi- O... dos habitaciones. Al menos, hasta que podamos disolver esta... sociedad.

Rowan nos dio algo más de información, concretando de qué legión hablaba y hablándonos de las tres facciones rebeldes que había en el lugar entre otras cosas. Desde luego, mi decisión de comenzar por Pashin había sido acertada, a buen seguro se requeriría de unas capacidades como las mías más pronto que tarde; pero las cosas no estaban saliendo para nada como tenía previstas. Ahora, lejos de dedicarme a ayudar a sanar las heridas de quien lo requiriera, tenía que impedir que esa caja cayera en malas manos.

Debíamos hallar un lugar tranquilo en el que poder conversar, cosa que en seguida propuso Lobo Blanco al volver a quedarnos a solas. Tal y como decía, las calles estaban más que concurridas y dada la situación de la ciudad era de esperar la abundancia de miradas y oídos indiscretos. Entonces, se le ocurrió que buscáramos otra posada, pudiendo pagar por una habitación en la que asegurarnos algo de intimidad.

- Por mi no se preocupen, he dormido en toda clase de lugares. – apunté. -  Además, de ocupar otra habitación, quizás fuera más provechoso que regresara al templo; allí deberían poder alojarme. Aunque no sé si habrán abierto ya el acceso para entonces. – añadí pensativa.

 - ¡Esperad!. Creo que he visto a un conocido... - Avisé, con tono gélido, mientras señalaba con un gesto de cabeza en dirección a  un callejón lateral, aparentemente vacío al tránsito. A continuación, con paso raudo, me dirigí hacia él, con la vista clavada en algo... O en alguien.

   ¿Cuántos grupos se enfrentaban allí? Uno.. La Legión de Acero. Dos.. Los Caballeros Negros. Tres.. El alcalde. Cuatro.. Los Legionarios. No, Los Legionarios son de de la Legión.. Los Leprosos. Cinco.. Los Mikku. Por suerte no había más o no hubiese sido capaz de contarlos.

   Mientras Lobo Blanco sugería buscar un lugar adecuado para entregarme la caja y acordaba con Kairi las condiciones de ese lugar, yo estaba más preocupado por ser perseguido los Caballeros Negros y me mantuve atento a los alrededores; gracias a eso observé aun extraño sujeto encapuchado que nos hacía señas desde un callejón. No pensaba acercarme a él y arriesgarme a caer en una emboscada pero en ese momento Anubis indicó conocerlo y avanzó en su dirección. No creía que fuese una trampa del hombre de pelo rojo pues había tenido varias oportunidades para traicionarnos y no lo había hecho. Así que opté por seguirle, indicando antes algo a los otros dos. -Lobo, Kairi, quedense detrás de mí. Klad y yo protegeremos la caja. Una de mis manos tocó la cabeza del gran martillo que colgaba de un arnés entre mis hombros.

Mientras Kairi y Lobo Blanco charlaban sobre cuál era el mejor lugar para repensar un poco todo el asunto en el que estaban metidos, Anubis encaró hacia el callejón creyendo haber visto un "conocido". Por su parte, Okodar alcanzó a reaccionar para poner tras sus espaldas a Kairi y Lobo Blanco, tomando precauciones por si ocurría alguna sorpresa imprevista en aquel encuentro. 

El callejón era estrecho y no había gente que lo concurriera. La figura que había llamado su atención los esperaba ansioso, con el cuerpo tensionado, urgido por el tiempo. Sus manos jugueteaban intranquilas mientras Anubis se acercaba.

De las sombras sale una figura cubierta con una capa negra y encapuchada. Tras quitarse la capucha, pueden ver una delicada cara elfa enmarcada de pelo dorado desgreñado y corto. La cara sería bella si no fuera por la intensidad de sus rasgos. Unos ojos de color azul claro los miran fríamente, valorándolos durante un momento antes de hablar

- Los he estado buscando desde que salieron de la taberna de Emaline. Deben seguirme.

Mientras el elfo se vuelve, oís una explosión en la distancia. Una risita se escapa de los labios del elfo y vuelve la cara un poco, de modo que pueden ver una sonrisa en ellos.

- Esos deben ser mis amigos, el plan se está ejecutando. Han sido convocados para ver a Shalyn. No la hagamos esperar más.

Sin esperar ninguna pregunta ni ofrecer respuestas, el elfo empieza a marcharse por el callejón con la esperanza que los compañeros lo siguieran... 

Lo que recuerdas de tus lecturas sobre historia de Khur, y más precisamente de Pashin es... nada. Parece ser que mientras leías sobre historia, mezclabas tus fantasías con la realidad. Y, por lo menos de chiquita, imaginabas a tu padre como centro de atención en cada historia que se narraba.

Aún debatíamos acerca de la posibilidad de buscar, previo pago, un lugar discreto donde poder disolver nuestra asociación, tras entregarles a ellos la caja que ya no era de mi incumbencia. Mi acuerdo con la posadera consistía en liberarla de tal carga sacándola sin implicarla del interior de su establecimiento, algo que ya habíamos hecho. Tan sólo restaba dejarla adecuadamente en manos de quienes se fueran a hacer cargo de ella, ya que yo tenía otros asuntos que atender y aquello no me incumbía realmente.

Sin embargo, mientras Kairi exponía que el asunto de las habitaciones no suponía un problema, llegando incluso a proponer acudir ella a descansar al templo de su deidad, Anubis acudió al interior de un callejón para, según él, saludar a un conocido. Me sorprendió la reacción de Okodar, situándose ante nosotros con intención de cubrirnos de un eventual contratiempo. Una sonrisa afloró a mis labios, reconociendo en aquel ser enorme y falto de delicadeza un instinto de protección más propio del mundo animal, uno que los pueblos civilizados olvidaban con facilidad.

Sin embargo, en ese instante debo girarme bruscamente, tras ser sorprendido por el intenso estruendo de lo que podría ser un trueno en una noche de tormenta. Sin embargo, a plena luz del día y con el cielo despejado, aquello no era posible. Se había tratado de una explosión, y de boca del desconocido con el que hablaba Anubis me llegaron dos palabras. Convocados, y... Shalyn. No fue difícil atar cabos, aquella explosión era una distracción para mantener ocupados a los guardias negros.

Bueno, por motivos personales tengo un gran interés en conocer a esa Shalyn, de modo que... -Expliqué a mis compañeros, encogiéndome de hombros. ¿Tendrían ellos también la necesidad de involucrarse con la resistencia? No lo sabía, pero contaba con que siguieran los mismos pasos que daba yo ya, tras aquel desconocido.

Por más que intenté hacer memoria sobre la historia de Pashin, no recordé nada de utilidad. Creía recordar cosas, pero entonces estas se mezclaban con otras que en verdad no parecían demasiado realistas.

Mientras hablábamos de cómo proceder, nos sorprendió el llamamiento de un encapuchado en una calle cercana. Este parecía requerir la presencia de Anubis, pero terminó refiriéndose a todos, mientras Okodar adoptaba una posición de protección con Lobo Blanco y conmigo. Entonces me sobresaltó un fuerte estruendo, ante el que aquel hombre, que parecía ser un elfo, mostró cierta alegría; afirmando que debía tratarse del plan de los suyos.

Tras decir que Shalyn nos había convocado, el elfo comenzó a alejarse sin más.

- Espera. – dije saliendo tras Okodar, con un claro gesto de preocupación, mientras el druida ya seguía al desconocido tras haber mostrado su interés en conocer a Shalyn. - ¿Dónde ha sido la explosión? ¿Había gente allí? – pregunté angustiada, dispuesta a dirigirme al lugar si así era, por si se necesitaba mi ayuda.