Partida Rol por web

Nada, ¡no había nada!

Siguiendo un impulso descabellado, me quito el sueter y corro hacia la maldita loca desde atrás de ella. Antes de que pueda hacer algo más, tomando con ambas manos los extremos de la prenda, tapo su cara con el sueter y antes de que reaccione la jalo hacia atrás.

- ¡Corre, llévate a Mercedes! - le grito, dispuesta a hacer lo mismo, pronto.

Al ver que Laura aparecía angelicalmente para salvarme la vida, no desperdicio la oportunidad. Sabiendo que la mina esa no estaría distraida por mucho tiempo, me levanto y empiezo a correr, intentando poner distancia yo y ella, a la vez que busco un lugar para esconderme o huir.

Obviamente dejó a la Toreador en el piso. Está bien que sea una mujer importante y todo, pero desde mi punto de vista, mi vida valía más y no iba a ir por ahí con un cuerpo colgado de mi espalda. Esperaba que Laura tuviese la inteligencia de hacer lo mismo, pues no estaba para nada segura de poder salvarla o ayudarla de alguna forma en una pelea ahora mismo.

Sarah escapa, abandonando a Laura y su sire, por una mayor oportunidad de sobrevivir… Su hostigadora, cegada momentáneamente por la distracción de la joven toreador, desgarra la prenda con sus manos engarfiadas y se revuelve, rabiosa, enfrentándola.

Ahora puede verse claramente la sangre que mancha su boca, los desgarrones en las prendas que viste, y la loca rabia en sus ojos. Por la presa que se le está escapando… igual que por la causante de esto. Su mirada ni siquiera va a la aterrorizada Mercedes, sino solo a la chiquilla.

Es una mirada muy diferente a la del otro monstruo. El de adentro era perverso. Esta mujer en cambio, está más allá de la razón o maldad. Bien puede tener mucho más que ver con eso de lo que advirtieran seriamente durante las lecciones… la Bestia. 

De "mortal" me advirtieron que no todos actúan recíprocamente, y que al que hoy ayudas mañana te podría dar la espalda. ¡Madre, debí hacerte caso!

Miro a los lados: cerca hay bastantes autos, alcantarillas, ¡nada útil!

Estuve a punto de quedarme estupefacta, pero la cosa que parece mujer se me quedó mirando. Esa forma de mirar logró lo imposible y superó a la criatura de allá atrás: era una mirada enloquecida, pero no tenía nada más que rabia. Era la mirada de un animal con rabia...

¿Eso... era...?

Si no estuviera con el estómago abierto y con un equivalente a la adrenalina en el cuerpo, habría sentido escalofríos. Rogando a todos los santos (a los que a partir de esta noche iba a llenar de veladoras) intenté volver a llegar a Mercedes.

Corro sin mirar atrás. ¿Me seguía Laura? Esperaba que no. No porque no quería que se salve, sino porque seguramente traería a la loca a tras de mí, y eso podría ser perjudicial para mi maltrecha salud. Cuestión que, intentando llegar lo más lejos posible antes de notar el dolor en mi cuerpo otra vez, me dirigí hacia la esquina, intentando cortar el contacto visual entre mi atacante y yo doblandola.

Si llegaba, lo primero que haría sería buscar un arbolito o algún lugar con tierra, en lo posible discreto, aunque lo importante era que no me vea meterme, y hundirme ahí hasta la noche siguiente. Después podría beber de algún tipo que encontrase en la calle y volver al local a investigar un poco (o no. La verdad era que no era una idea que me tentase demasiado, pero algo me decía que en algún momento me preguntarían qué pasó con la Toreador y tendría que dar una excusa si no sobrevivía).

Corrí hacia Mercedes, pero seguía catatónica. Mierda, mierda, mieda... ¡así no la puedo sacar de aquí! siento mis piernas pesadas, y aunque lleguemos a un auto no sé conducir. ¡Puta madre, pinche Sergio que ni para enseñarme a manejar sirvió!

- ¡Vamos! - intenté gritarle, sacudirla al mismo tiempo, y nada - ¡Por los clavos de cristo, reacciona!

¡No tenía ni una herida, si sangraba era por las lágrimas! Iba ya a darle una cachetada... 

Podía sentir a la loca trás de mi. Podía sentirla. Ya estaba segura de que...

Me coloqué delante de Mercedes por acto reflejo, en un segundo. Todo o nada. La esperé, con la mano derecha tensa. Ven puta... ven...

Espero a que corra, conteniendo mis propias ganas de correr. Mis piernas apenas responden, y no puedo respirar. Jamás respiraré de nuevo. Esta es la prueba. Cada vez está más cerca. Los segundos se alargan, todo el tiempo, el dolor, el miedo, todo se detiene, concentrándose en un solo momento, en su cara cada vez más cerca a la mía, con sus colmillos en sus fauces abiertas. Es un animal.

Al tenerla en frente, extiendo la mano...

La loca se lanza sobre Laura, esquivando fácilmente la mano que ella estira para interponerse. No es una táctica. Simple astucia animal, que se impone. Sus garras buscan el vientre de la joven toreador, ya herido, para terminar de abrirla. Sera un banquete especial.

Ya puede visualizarse esa comida bajo la lluvia, con las entrañas al aire, y la mirada desesperada de horror que tienen los que ven la muerte definitiva. Nada podría evitarlo.

Salvo que las garras se enganchan en la sudadera de Laura, pegoteada por sus heridas anteriores, y el impacto certero cambia a un mero empujón de la muñeca contra el plano estomago… sin lastimarla!

Pestañea.

Solo eso. El agua le pega el vestido arruinado y los cabellos a la cara. ¿Están afuera?

Laura está al lado y frente a… algo. No es el monstruo. Es la otra. La bestia. La que jugó tanto..

Hay una oportunidad. Con ella, si la hay. Los restos de la cordura que le quedan, se van imponiendo.

La vitae de Mercedes corre por sus músculos, preparándose para el empujón mientras grita.

-CORRE!

Si hay una circunstancia que dificulta tu búsqueda, es el agua. La lluvia que dificulta la visión, y peor la que se arremolina sobre tus tobillos., llegando hasta las rodillas a veces. La inundación no tiene precedentes.

Los gañidos de lucha se pierden a tu espalda mientras avanzas y llegas a la esquina. Debe haber algún cantero. Es eso o nada, en pleno Buenos Aires. Un cantero lo suficientemente grande para que quepa un cuerpo, por otra parte… no, no es tan sencillo.

Una alternativa más es seguir huyendo. Tarde o temprano, incluso este infierno de hormigón debe tener algún baldío, construcción, una plaza. Estas en el barrio de Palermo después de todo. ¿No había un parque por acá?

Apenas alcanzo a saltar hacia atrás, casi teniendo de frente a ese nuevo animal. El valor que me había impulsado a ese ataque desesperado se va al sentir tan cerca el peligro de la muerte. Cada vez es más cercana, es más aterradora. De pronto, me doy cuenta de que quiero vivir, mucho más de lo que pensaba.

-CORRE!

El nuevo ruido hace que sienta como si mi corazón hubiera latido. Escuchar a Mercedes gritar es el mejor sonido que he escuchado en el día. ¡Por fin reaccionó!

Retrocedo más por instinto, buscando rápidamente con la mirada o el lugar al que va ella, o por donde pueda correr.

¡No tiene que repetirlo!

- ¡Estoy herida!

Alzo mi mano, buscando la de ella, rogando porque por una vez no me ponga en peligro, por una vez sea la madre que dice ser, que por una vez me saque de la pesadilla en lugar de hundirme en la sangre y el terror.

Busco un cantero por el lugar, intentando olvidarme por el momento de Laura. Una vez más empezaba a sentir el dolor en todo mi cuerpo. Tenía que acabar esta noche pronto. Cuanto más rápido me entierre, más rápido podría salir de esta ciudad de pesadilla. Recordé las palabras de Don Orlando, sobre que tenía que salir de ahí, y decidí que mañana a primera hora volvería a Santa Fe, luego de alimentarme.

Apenas vacila un segundo. Solo un instante, aunque en momentos como este es que los instantes parecen extenderse. ¿Ayudar a Laura? Lo piensa, si, inevitablemente. Las décadas de instintos son una fuerza que ningún vástago de los que aprecian vivir, puede ignorar totalmente.

Por suerte encuentra la respuesta igual de rápido y sus dedos se cierran en torno a la muñeca de la joven pintora, tirando de ella mientras arrancan a correr. Si.

Mercedes elige el lado opuesto al que huyera Sarah, seguramente por nada mas que evitar pasar junto a la demente. Su cuerpo acude a la fuerza de la vitae y a su don para la velocidad, moviendo las piernas alocadamente sobre las aceras inundadas mientras tira de su retoño. Laura no puede hacer más que seguirla e intentar no demorarla demasiado.

El objetivo se hace claramente visible unos segundos después, entre los escasos que se encuentran al lado de la calle. Un auto lujoso. Obviamente debía tener otro móvil! No solo el que quedo abandonado en el muelle…

Un auto puede cambiarlo todo. Pero habrá tiempo? Sentís como te arroja contra la puerta del acompañante, mientras por su cuenta va hacia el otro lado.

A vuestras espaldas, la loca no está inmóvil. Y, sin ser tan veloz, emprende la carrera detrás de ambas… como un animal furibundo que no puede renunciar a su presa.

- Parala un momento que arranco!+te ordena tu sire ante ese panorama… Lo cual ni remotamente es algo agradable de escuchar...

Buenos Aires no parece mas una jungla de cemento que cuando uno justamente necesita un poquito de tierra. No ves ningún cantero, nada con el tamaño para que quepas. Siquiera un puto arbolito plantado! ¿Donde estan las obras de Macri cuando hacen falta?

No se puede seguir esa linea de pensamiento. El viento trae gritos y aullidos que bien pueden ser tu imaginación, un efecto normal entre los edificios, o la señal de la cacería a tus espaldas. Cacería donde sos parte de las presas, huelga decirlo.

Volverte a luchar? Continuar huyendo? Dejarte morir? Las opciones son pocas. No sería raro incluso extrañar las alcantarillas.... Al menos ahí, después de un tiempo, supiste hacerte valer… hasta digamos un poco hallar un lugar. Acá afuera, todo es mucho más complicado. Y en cierta forma, mucho más letal. Si no te hubieran enviado… Tu no vida se escurre como el agua hacia el sumidero...

Solo podía seguir huyendo. Volver a luchar hubiese sido una locura, en mi condición actual. Pensé por un segundo en Laura y en qué estará haciendo ella, pero intenté sacarla de mi mente. Ya tenía tiempo para lamentarme por abandonarla mañana por la noche. Lo último que le dedicaría por hoy sería un rezo por que esté bien.