Partida Rol por web

Buenos Aires tiene muchos nombres. La Reina del Plata. El Paris del Sur. Pero tanta gloria siempre tiene un reverso oscuro. Y para una ciudad de 14 millones de personas, debe haber un submundo inmenso que la sustente.

En la esquina hay una tapa, incrustada en el asfalto, abandonada por el tiempo, oxidada por los efluvios que guarda debajo. Resulta claro que tu corazonada es correcta. Se hicieron para personas, no para lobos monstruosos.

Otro asunto es levantarla a tiempo, mientras la lluvia cae a plomo y los pasos de la muerte dentada se aproximan. Un esfuerzo más. Solo uno, y quizás hasta se pueda volver a creer en ese dios que al que abandonaste hace tanto. 

Fue detrás de Ulises, no quería que cayera, si había un adiós, y este no los había abandonado, pasarían, apretó su mano, quería sentirlo mas tiempo, pero debIan pasar, primero pasaría él, y luego ella, en el último momento, Saltarian para escapar de los zarpazos, lo haría después de él.

Con el miedo atenazando cada fibra de su ser Selina pone todo su empeño en levantar aquella tapa, el lobo estaba cada vez más cerca, casi podía sentir como sus tremendas garras comenzaban a desgarrar su hermoso cuerpo. Estaba a punto de cerrar los ojos y rendirse a la muerte segura que se aproximaba corriendo hacia ella,por suerte la tapa de la alcantarilla se abrió y Selina pudo deslizarse al interior justo en el último momento.

El jaguar estaba listo para cuando las dos figuras que oía llegar, intentaran pasar corriendo. Algunos lo habían logrado. Los restos de los que no, su sangre y cenizas, manchaban el pasillo oscuro, aunque eran rápidamente lavados por la torrencial lluvia…

Lo que no esperaba era que pasaran saltando como lo hicieron. Movió sus garras, pero tanto Ulises como Javiera, empujados por el pánico, se escabulleron por encima con una gracia que les habría ganado al menos un meritorio reconocimiento en las olimpiadas. Aunque fuera el miedo lo que la impulsaba.

Sin poder creerlo casi, los dos aterrizaron ilesos al otro lado de la puerta, y pudieron continuar su escapada. De haber tenido sangre, sus corazones estarían literalmente en la boca…

Al llegar afuera, notaron muchas figuras que huían en desbandada a izquierda y derecha, por la calle mal iluminada. Algunos buscaban auto prontamente. Destacaba en el caos, sin embargo, una chica con las entrañas abiertas, como la misma Javiera solo que más, la cual todos ignoraban e intentaba arrastrarse entre gemidos hacia algún lado...

Solo un añadido al torrente de pensamientos que los sacudia, mientras decidian por donde continuar. 

-Puta madre, porque vine en taxi...-mascullaba Ulises, pero buscaba algo con la mirada.

El ronco gruñido del lobo es contrapunto al tañido metálico de la tapa, cuando la dejas a un lado para tirarte… Es una caída honda. Pero entre enfréntate una vez más a los fétidos olores de la ciudad, o esos colmillos, la decisión es obvia.

Tras aterrizar* entre el lodo y la mugre que mejor no analizar, te encuentras sola y a oscuras. Para peor esto es un barrio periférico, así que el caño solo tiene 1.20 metros de diámetro, y eso donde está libre de obstrucciones. Encorvada o a gatas en la mierda, es la única manera de andar.

Al menos la lluvia, al parecer, corre por otro lado. Pero eso no soluciona nada sobre qué hacer ahora, solo es una vaga promesa de que todo no empeorara… probablemente. Y sin olvidar a los compañeros que te esperan, algo que quema en tu interior a medida que lo analizas.

Se habían salvado por los pelos, habían logrado saltar, y evitar a los jaguares, pero ahora debían irse rápido, de seguro esas cosas no tardarían en salir del local y buscar a los vampiros que quedaban, Javiera, que se tomó de la mano de Ulises, era jalada más y más, ella miraba a todos lados, habían heridos y muchos habían sido mandados a la muerte verdadera. Ella apenas podía moverse ya,  y comenzó a cojear, Ulises sentiría el peso de llevarla,  hasta que se detuvieron. 

- sí... fue un mal momento...-  llevaba su mano a su vientre, estaba demasiado herida, ya no podía más -...avancemos... busquemos un taxi o robemos un auto, debemos salir de aquí, esas cosas no dejarán de perseguir -  la habían seguido hasta  el yate con Antonía, ahora, no estaban  demasiado lejos. Si tuviera un corazón, este estaría paralizado por el miedo. 

Javiera apretó la mano  y avanzó hacia la calle,  para poder pedir un taxi, maldita sea, Javiera avanza hasta la calle,  y si pasa un auto, lo hará detenerse, no importaba cual sería. 

La caida fue mayor de lo que había esperado cuando abrió la tapa.Sin embargo eso no mermó el tremendo alivio que sentía por estar lejos de aquel monstruoso lobo. Por desgracia ese alivio, como casi todo lo bueno que había experimentado en los últimos días apenas duró unos segundos.
Pronto fue consciente e que su supervivencia, y tal vez la de sus compañeros, dependía e que fuese capaz de arrastrarse entre las inmundas cloacas de la ciudad buscando una solución.Pero...¿que solución?Se detuvo un momento.Estaba sola, asustada y metida en la mierda, literalmente.No conocía a nadie en la ciudad, no tenía móvil, ni armas y estaba claro que en un cuerpo a cuerpo con aquellos monstruos no tenía nada que hacer.
Tenía que volver a sallir a la superficie, estaba claro que eso era un riesgo, podía salir por un lugar poco apropiado pero claro, ¿como coño iba a orientarse en las putas alcantarillas?
Buscó por los túneles alguna salida hacia arriba, necesitaba volver a las calles.UNa vez allí ya pensaría en su siguiente paso.

Tras hacerle mi promesa a Agustín, corró todo lo más rápido que puedo, sintiendo que a cada movimiento de mis piernas se me va el alma. ¡Este dolor es tan inaguantable, tan molesto! Si pudiera curararme mágicamente lo haría, pero no poseo tales poderes: más bien, estoy entre la verga de otra muerte - una que acabará conmigo para siempre -, corriendo como un desesperado para alejarme de mi fin. No tengo fuerzas, me siento cansado, agotado, ganado en una pelea en la que nunca debí meterme, y aún así me metí. Si tan solo pudiera encontrar a alguien que me ayudase, una manera de salir de aquí, ayudaría a Agustín, y me ayudaría también a mí mismo, pero tan pronto como llego a lo que creo que es la salida segura me paró en seco, tragand grueso. ¿Cuándo? ¿Cómo? En el lapso de tiempo que había estado peleando junto a mi compañero, un jaguar se había apoderado de la salida que yo había abierto. Y lo peor de todo, donde Selina y yo habíamos dejado a Sebas ya no hay nada. ¿Mi compañero acaso ya fue comido por el jaguar? ¡A la mierda! ¡Yo no me convertiré en una cena más! ¡No mientras tenga fuerzas! Lo mejor será que me vaya pitando de acá.

Bastante llamativo seria encontrar un taxi en este barrio no obstante. Esta justo como lo querían los vástagos para reunirse, cómodo pero aislado a su manera. La lluvia torrencial no hace más que empeorar las cosas. Simplemente no hay tráfico en estas calles a excepción de los que huyen en auto.

Podrían robar uno, pero aunque supieran abrirlo, arrancarlo es otro tema… Asi que los dos avanzan hacia la esquina, haciendo camino hacia alguna avenida donde tengan mejores chances. Pero en la esquina, notan una figura sombría, a cuatro patas sobre una tapa de alcantarilla que se abre como un pozo de negrura en medio del asfalto, justo bajo la amarillenta luz de los focos. Esta mira hacia los lados, gruñendo y probando asomarse al pozo, donde sin duda no cabria ni por broma… Molesta es poco para describirla, incluso si tuviera expresion humana.

Una figura diferente a los jaguares, aunque no menos intimidante. Y para Javiera, vagamente familiar.

Si es que un monstruoso lobo, casi tan grande como los jaguares, aunque mas bajo y delgado, le resulta asi.

Vagamente familiar, pero por el miedo no lograba distinguir quien era, o qué era, pero recordó aquel encuentro en el cementerio con los grangel, ¿acaso estaban de nuevo detrás de todo esto?. Javiera apretó la mano de Ulises, si los atacaba,estaban perdido, si huían, apenas podrían hacerlo, casi ya no le quedaban fuerzas, y parecía que resignarse era la única salida. La vampiresa no podría hablar,  la habían cercado.¿para qué escapar si la iban a matar así?.

- escúchame, debes irte - le dijo a Ulises - los jaguares atacaron a alguien que quiso hablar sobre el sabbat - dio unos pasos hacia atrás - por eso andaba acá, no sé si es la camarilla, pero pueden no serlo, vete Ulises, vete ahora - lo soltó por completo, y llevó sus manos a su vientre, quisiera explicar mucho más, pero era imposible, quizás entrando en berkeser, perder el control podría con esa criatura. Quizás no.

- ¡vete ahora!-  iba a quedarse, detenerlo con las escasas fuerzas que le quedaban- nunca me olvides - una lágrima de sangre rodó por sus mejillas, y dio unos pasos hacia aquella criatura. Como deseaba tener más ayuda, a don Orlando, o a Alfredo, y se dio cuenta que siempre dependió mucho de su mentor, ahí  estaba su error quizás. Cerró sus ojos, y usó su sangre, si iba a correr, quizás podría hacerlo usando celeridad, correr en otra dirección, alejarlo de Ulises. Malditas heridas.

Ulises te mira sin entender del todo que estás hablando. Balbucea levemente asimilando lo poco que capta, buscando juntarlo en una sentencia razonable

-¿Qué… el Sabbat… con los jaguares?...no te entiendo

En eso te apartas con una expresión de tal tristeza y resignación que lo deja asombrado un segundo. Pero solo eso. Su fuerte mano se adelanta e ignorando tus palabras, te sujeta…

-¡Vení acá pelotuda, vamos por el otro lado!+exclama, tirándote hacia él para que lo acompañes.

Pero ya es tarde. El enfurecido lobo los siente, dejando su distracción en el pozo para fijarse e ustedes. Ladea la cabeza, como buscando darle sentido a lo que está viendo, mientras lentamente reacomoda su línea de gravedad para encararse en su dirección.

-Corre.-+murmura el moreno

No te queda otra que volver por donde viniste para probar la entrada principal. Ahora que todos los gatitos están acá atrás… O casi todos.

Volver implica regresar para ver como el jaguar hunde sus colmillos en Agustin. Tu compañero exhala un grito agónico que resuena entre las chapas del local, como amplificado hacia adentro.

-AAAAAAAGHHH!!

Su cuerpo comienza a deshacerse tras esto, desmoronándose como un juguete de barro secándose al viento. En pocos instantes, un montoncito de cenizas ardientes se forma donde estuviera, y luego nada….polvo al polvo.

Estar en cuatro se te daba bien, lucir tu culito dispuesto gateando sobre una cama... Pero en esta situación todo erotismo de ese andar quedaba descartado. Las manos y rodillas quedaban embarradas en inmundicia mientras avanzabas por la más absoluta oscuridad, sin ninguna referencia lógica… solo la esperanza de encontrar otra luz.

Una metáfora quizás de tu propia no-vida, además de la única salvación en esta circunstancia

Se detuvo un par de segundos tratando de ordenar sus ideas. Su cabeza era un puto hervidero de cosas sin sentido que ganaban terreno las unas a las otras sin orden ni sentidp alguno. Pensó fugazmente en que pasaría si volvía a encontrarse con el extraño morador de las cloacas, el señor de las ratas.También se filtraban en su cerebro imágenes del maltrecho Sebas abandonado en un rincón y del resto de la cuadrilla plantando cara a los monstruos. Plantar cara, eso es lo que estaban haciendo, y mientras tanto ella estaba reptando entre la mierda de un millar de apestosos argentinos. Odiaba profundamente aquel maldito país, a todos cuantos vivían allí, ya fueran humanos o no. Pero por encima de todo odiaba a Maira. Por suerte, un ardor en su interior la sacó de su ensimismamiento, era su vitae recordándole que tenía en la superficie gente por la que luchar. Ordenó sus ideas, La nave era bastante grande, y el patio a su alrededor, aunque estrecho... estaba allí. ¿y si en el estrecho corredor o en la nave había una entrada a las alcantarillas?Ella podría salir por allí y ayudar a sus compañeros a salvar la vida. Pensó buscando la dirección en la que había corrido al salir de la nave, tal vez no fuese tan difícil horientarse allí abajo.

¡Este lugar! ¡Este maldito lugar! ¡¿En qué maldito momento me metí en este maldito lugar?! Mis compañeros muertos, hechos polvo, ¡hechos polvo! ¿Acaso yo estoy en una mejor situación? Tengo que salir de aquí... ¡Tengo que salir de aquí ya!

Sacando fuerzas de donde no las tengo regresó el camino andado, buscando otra salida libre de jaguares. Siento como lo que me queda de energía se me va en cada movimiento, en cada arrastrar en mis piernas, de poner un paso delante de otro. No sabía cuando había llegado al lado de Agustín, pero al verlo siendo tragado por el jaguar, con el que hasta hace un momento habíamos estado peleando, me saca de mis casillas. ¡Mi compañero, por el que había decidido a buscar ayuda, también desaparece! Intentó contener el grito que se me avecina a la garganta, mientras que siento que por mis mejillas corren lágrimas de sangre. Cálmate, ¡cálmate!, me digo. ¡Tengo que salir de aquí! Ya no es una cuestión de salvar a mis amigos, sino por mi mismo. Vamos, fuerzas, no me traicionen ahora...

Es sujetada por la mano fuerte y helada de Ulises, ella retrocede y sus ojos se fijan en él, ¿qué has hecho?, se preguntó, si ella iba en otra dirección, él podría escapar, pero ahora ambos irían en la misma dirección, corriendo, y ella ni se opuso, siguió a Ulises por la calle, buscando un auto, sus heridas escosaban, pero aún le quedaban fuerzas para ignorarlas. 

- debemos.. de... encontrar un auto, bajamos a cualquiera que se cruce, y nos vamos - espera que algún auto aparezca, lo robaría, y de ahí, lejos de ahí.

Gateo, paso, gateo, paso, gruñido… Escuchar y seguir. El silencio húmedo de las alcantarillas te rodea, solo acompañado por tus ecos. Pronto resulta obvio de que no. No hay ninguna desviación que conduzca a la nave, o si la hay, será un hueco pequeño, una instalación casera invisible en las tinieblas de la alcantarilla. Recién ves una lejana luz un buen trecho adelante, que solo destaca porque en la mierda oscuridad no hay nada más. Debe ser la tapa de la otra esquina.

-Squeek!-el chillido de una rata surge entre tus manos, lo mismo que el roce de un pelo húmedo contra el antebrazo… No estás sola al menos, si se le puede decir así a esa compañía. Al menos no te está mordiendo las carnes como pasara antes… por ahora.

Diez metros.

Es cuanto te separa de la puerta oscura de entrada, tu salvación. Ya no hay gritos dentro del salón, solo rugidos apagados de las bestias que quedan, probablemente cebándose en los restos o quién sabe.

La puerta es maciza. Y está cerrada. ¿Solo la cerradura o algo más? ¿Alguno habrá podido salir por ahí? Son preguntas cruciales y existenciales. Justo como la de si el jaguar que mato a Agustin, esta detrás de vos….

No muy lejos de ustedes, un auto está arrancando por la misma vereda. Ni tiempo de ver el modelo o marca, solo un gris de tantos que suelen verse en la ciudad, que prende los faros en la lluvia y busca sumarse a otros que están arrancando más adelante.

Quizás una docena de metros como mucho. Un trote definitivo.

Lo último a hacer, es volver la espalda a buscar al lobo. Este no es de los que responden preguntas sobre dientes u orejitas. Es todo o nada ahora. Ninguno de los dos está en condiciones de plantar cara, salvo a la Muerte definitiva. Y si no están listos…

Ulises a tu lado también lo sabe.

-Trata de agarrarte al capot y nos metemos por la ventana, que se va!