Partida Rol por web

Una vez hechas las presentaciones, el grupo se puso en marcha siguiendo el mapa encontrado por Collins. El Periodista hacía de guía y abría la marcha, desconfiábais de la habilidad del resto de los integrantes del grupo, amén de que no os gustaban lo más mínimo, pero en el peor de los casos harían bulto...

A regañadientes suelto la pasta, no sin antes afirmar.

- Señores, estoy oficialmente en quiebra.

Más adelante y tras ver el acompañamiento me lamento en silencio:

- Vaya la que nos espera con semejante equipo.

- Marlowe, tendrás que cuidar de mi si quieres cobrar, a ver como lo haces.

Asiento y sonrío afable, mostrando exteriormente más seguridad de la que siento. Lo cierto es que no me encuentro muy bien, necesito descanso. El frío extremo de aquella cabaña me penetró hasta helarme los huesos y me siento débil y cansado. O es eso o quizá es que ya dejé de ser ese vigoroso muchacho que llegó a Arkham con ganas de comerse el mundo. Rezo por que salgamos todos de una pieza y sobre todo por ver a todos esos monos bajo tierra.
Mierda Collins, qué nos mandaría meternos en esa expedición con Mathieson. ¿Qué estará haciendo ahora el viejo Ethelrod?

Jueves 25 de Noviembre

El grupo emprende la marcha a través de los nevados campos - hoy no nieva por fortuna - de las afueras de Dogfork en dirección a las montañas, siguiendo el mapa de Collins el grupo deja al este la cabaña de los expertos y continúa dirección norte y luego este hasta llegar a los lindes del bosque de los indios, bordeándolo a media mañana siguiendo dirección sur enfilando un serpenteante sendero que conduce por el sur hasta los dos picos entre los cuales hay un valle en el que está el campamento de los hombres-mono.

Varias horas pasado el medio día nuestros protagonistas al doblar un recodo del camino...

Collins avanzaba con el resto del grupo, pero cuando llegaron a aquel maldito lugar, a pesar de saberse con el apoyo de varias personas y con un arma para defenderse, de repente se sintió sólo e indefenso. Como aquella vez en Groenlandia, cuando el monstruo que, según dijo Marlowe, invocaron los esquimales, les atacó. 

Instintivamente, Collins intentó pasar desapercibido, para que lo sea que les estaba observando, algo de lo que el periodista estaba convencido, no reparara en él. Pero aquello demostró ser demasiado difícil, siendo el que abría la marcha...

Mantengo el oído aguzado mientras tengo el arma a mano. Esos hijos de puta no podrán cogerme desprevenido.

Con lo bien que podríamos estar tranquilamente contando dinero al calor del hogar en casa de Croft, y otra vez aquí, pasando frío y calamidades.

Después de varias horas de caminata, al menos me sentía ligeramente tranquilo. No nevaba y el frío parecía haberse alejado de mis huesos, aunque aún me sentía dolorido.

A medida que nos acercábamos al campamento de los hombres-mono comencé a sentirme más intranquilo y aferré mi revólver con pasión...

Quizá no había sido tan buena idea venir...

Al doblar un recodo, Collins y Palance que van en cabeza aparecen en un claro frente a tres cuevas en las que... ¡ Están los hombres mono! Han llegado al poblado y corren el riesgo de ser vistos...

Al periodista se le pusieron los ojos como platos al ver aquello, y automáticamente retrocedió a trompicones hasta quedar, al menos en su opinión, a cubierto. Con el pulso acelerado, sabiendo con certeza que estuvo muy cerca de ser descubierto, y probablemente de que le atacaran y despedazaran, Collins se dejó caer.

-Di... Dios, por qué poco...

Caminando junto al nutrido grupo, notando que vamos mejor preparados que antes me animo un poco a adelantarme y pierdo un poco la atención mientras observo el terreno circundante y las formas de vida que por allí pululan. Cuando me quiero dar cuenta me encuentro de frente con la guarida de los monos.

Por desgracia, con mi tamaño, es difícil pasar desapercibido.

Frente al grupo en la base de una de las montañas, queda a la vista un burdo campamento frente a la entrada de un par de cuevas y otra que se ve unos metros más arriba, junto a la entrada de las dos cuevas a ras de suelo hay dos Sasquatch de gran tamaño sentadas al sol del mediodía

Los dos Sasquatch observan a media docena de seres mono más pequeños, las crías que juegan junto a... BILL PARAGENT!

Bill está haciendo la imitación más ridícula de un chimpancé que hayáis visto en vuestra vida, juega, salta y se rasca de vez en cuando junto a la media docena de crías como si fuese una cría más. A una de las crías le falta una pata. Entonces las crías parecen veros y dan un grito de alarma, los dos grandes sasquatch miran en vuestra dirección y corren colocándose delante de las crías, como protegiéndolas.

Al ver la masa de hombres - mono y al propio Bill convertido en uno de ellos, o fingiendo ser uno de ellos, la estabilidad mental de Gilbert no puede soportar la visión y echa a correr como un auténtico poseso en dirección contraria, intento alejarse de aquella locura que dañaba su mente.

- ¡ AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Sólo quería marcharse y no volver jamás a saber nada de aquello.

El Gigante rubio, Braden, quedó temblando en el sitio sin poder moverse durante unos segundos, pero afortunadamente para él, en seguida entró en razón y pudo reaccionar.

No podía ser... aquellos simios... eran enormes. Parecían sacados de una obra de terror... Y sus miradas, me estaban mirando a mí... parecía que podían leer mi mente. Querían matarme, me querían a mí. ¿Y si podían leer mi mente? ¿Qué podía hacer? No había posibilidad de esconderse, siempre sabrían dónde estaba. Sólo podía correr, intentar huir como alma que lleva el diablo.

No podía dejar que me alcanzaran. Me devorarían. Me despedazarían y me devorarían.

Me sentí mareado y caí al suelo encogiéndome y abrazando mis rodillas. En posición fetal comencé a tartamudear con los ojos vidriosos e idos. Mientras me balanceaba lentamente hacia delante y hacia atrás no podía dejar de tartamudear:

- Ya vienen... ya vienen... No puedo esconderme, no puedo huir... -

Mi mente se había retraído. Ya no estaba allí, estaba en un sitio más feliz, más seguro... a salvo de aquellas criaturas.