Partida Rol por web

Escuchó el silbido y un instante después tenía un virote clavado en el pecho. Tuvo que apretar los dientes para no gritar, dolía mucho. Lo agarró con una mano temblorosa y se lo arrancó de un tirón. Ésta vez sí chilló.

- ¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHH!!!

Ahora dolía más y notaba cómo el ácido fundía las placas de la coraza y le quemaban la piel. Sin perder tiempo se la quitó y la arrojó al suelo, quedándose con el abrigo de lana. Lo apartó a un lado y vio cómo la sangre y el ácido se unían en una mezcla burbujeante asquerosa. Entonces Zancada impuso sus manos sobre la herida y, asombrado, pudo ver cómo dejaba de dolerle al tiempo que se cerraba. Estaba emocionado... ¡Era su primera herida de guerra! A pesar de quedarle una cicatriz horrenda estaba orgulloso de ella. ¡Cómo iba a fardar cuando regresara a Ogrett!

- Te lo agradezco amigo mío - le habló al pequeño clérigo - Gracias a los dioses aún hay gente que usa la magia para hacer el bien -. Entonces frunció el ceño y se dirigió al nigromante - No como tú... - lo apuntó con el hacha -Has traído la desgracia a las gentes de ésta aldea. Tu codicia y tus malas artes no quedarán sin castigo. Te voy a meter por el culo cada trozo de carbón, uno por uno. ¡Partámosle la cara!

Con su hacha en alto y bramando se lanzó corriendo a por el que, sin lugar a dudas, era el cerebro de aquel maquiavélico plan: el esqueleto.

En cuanto el enano abrió la puerta una flecha voló rápida e imparable hacia el, la verdad no sabía si preocuparse o quedarse en un “si es que te lo mereces por ir como una mula”, observando la sala, por más peligros, se podían ver montones de materiales raros y no tan raros pero que desde luego darían sus buenos ingresos, desde luego aquí es donde debía encontrarse el responsable. Lynx no se esperaba que el perpetrador fuese ese hombre, para ella simplemente era un sacerdote demasiado creído por servir a un dios, pero bueno tampoco es que la revelación le fuese a quitar horas de sueño de eso ya se encargaba la maldita mina.

-No me sorprende, tenias cara y un aire de capullo-, contestó a las primeras palabras del hombre, -No te bastaba con traer muerte y miseria, sino que tenías que perturbar el ciclo y descanso de las almas-, estaba de acuerdo con Thalgrog le iban a partir la cara.

Luego miró hacia Elaxidor, -Creo que este es un buen momento para que me des ese ácido. Valentina, primero encárgate del esqueleto-.

1er asalto

Iniciativa / Salud

1er turno: Alard (Ileso), Esqueleto (Levemente herido)

2ndo turno: Thalgrog (Herido)

3er turno: Zancada (Ileso), Lynx (Ilesa)

4o turno: Valentina (Ilesa)

1.1 - Alard, al ver a Thalgrog herido por la trampa, lo toma por presa fácil y no vacila ni un segundo: antes de que nadie pueda reaccionar, el malvado clérigo agarra su pesado mazo con ambas manos y carga contra el enano. Impulsado por su velocidad, deja caer el peso de su arma sobre los hombros de Thalgrog, hundiéndoselo en la clavícula derecha.

1.2 - Aún sin echarse a la carga, el Esqueleto imita la rapidez de su maestro: primero alarga su cadena y, después de un par de vueltas en el aire, la extiende bruscamente como si fuese un flagelo. Sin llegar a verlo venir, Thalgrog siente un terrible latigazo en la rodilla izquierda.   

2 - Thalgrog, al unísono de su bramido, siente la adrenalina correr por sus venas, dándole fuerzas y paralizando el dolor de sus heridas. Por desgracia, el enano se deja llevar demasiado por la emoción y no se fija en la cota de escamas que él mismo ha arrojado a sus pies: en su acometida, tiene la pésima suerte de pisarla, trastabillar y acabar cayendo de bruces del modo más vergonzoso imaginable. 

3.1 - Zancada observa con preocupación a Thalgrog y solo puede acudir en su ayuda. El clérigo mentaliza un rezo sanador en voz baja y lo dirige hacia el enano: lamentablemente, la polución de la necromancia ha contaminado el aire, desconcentrándole y minimizando la curación.

3.2 - Lynx toma con sumo cuidado una de las soluciones de ácido y con ella prepara un proyectil letal, luego lo tensa en la cuerda del arco largo. Desgraciadamente, su concentración es tan perturbada como la del clérigo y su disparo yerra sin alcanzar objetivo alguno.

4 - Con velocidad felina, Valentina coge carrerilla y se abalanza, chocando contra el Esqueleto con una de sus patas. A pesar de conectar, el golpe ha sido débil y su sujeción no basta para poder clavarle las garras, por lo que el daño es mínimo.  

Habiendo previsto Elaxidor que iban a necesitar el ácido, ya lo tenia en la mano cuando lynx se lo había pedido, solo tuvo que pasárselo.

Ya sabía mas o menos que es lo que iba a hacer, quería tirar un hechizo contra ese energúmeno y su monigote, así que se centró en el que mejor conocía; que era su proyectil.

Lo tenia preparado de antemano, así que en el tiempo que atacaron los demás se concentró y dirigió un proyectil a cada enemigo, y dado que se habían enfrascado mas de lo habitual en la primera escaramuza calculó que le quedaba tiempo para tirar otro, ya que lo conocía bien así que se arriesgó y lo tiró también.

Zancada ve al enano embravecido maldecir a los cuatro vientos mientras ataca al clérigo y a su secuaz, antes elogia a Zancada por su paupérrima curación. No obstante dándose cuenta Zancada que toda la atención enemiga se centra en el enano, Zancada no ceja en su empeño de curarle. Por tanto sigue tocando la espalda del enano y dándole sus curaciones.

Lynx había fallado la primera flecha pero no importaba, le quedaban muchas más y siempre tenia sus espada, además de ahora contar con un lince gigante, por otro lado en enano estaba recibiendo de todos lados hasta de si mismo esto seria gracioso si todo un pueblo no dependiese de ellos.

Hablando del lince gigantes, Valentina no consiguió golpear bien al esqueleto en su primera aproximación lo cual en lugar de disuadirla la enfado, gruñendo de enfado se abalanzo con el propósito de crear polvo de hueso. Por su lado Lynx preparaba otra flecha dirigida al sacerdote, esta vez no fallaría...

- ¡Ah! Eso a dolido - se quejó tras el mazazo de Alard. Entonces recibió un cadenazo que le hizo doblar la rodilla - ¡Ah! ¡Y eso también! ¡Me estáis empezando a hinchar los huevos! ¡Te voy a arrancar esa cabeza pelona y me haré un colgante con ella! - amenazó alzando un puño.

Entonces recibió la sanación de Zancada. Ésta vez su diosa Mishakal fue generosa y no sólo alivió su dolor de clavícula y rodilla, sino que dejó de sentir las molestias de los juanetes y la muela. El enano se sentía como nuevo e intentó una nueva carga con los ojos inyectados en sangre.

-¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHH!!!

La cara de aquel hombre le resultó familiar... aunque no le había prestado demasiada atención a la conversación que habían tenido en el exterior no tardó en caer entonces de quien se trataba. Vio horrorizada como el cuerpo del mercader se deshacía de la carne y volvía a la vida, si es que podía llamarse de esa forma, mientras ella se apartaba para buscar un mejor ángulo con el que atacar con su ballesta. Con el enano gritando de dolor y el halfling intentado ayudarle, al fin alzó su pequeña arma en dirección a Alard y apretó el gatillo.

El primero de los virotes salió despedido y el mismo se perdió en la oscuridad de la sala sin dar al objetivo, más cargó un segundo con rapidez y volvió a apuntar. Respiró profundamente para concentrarse y de nuevo su ballesta hizo un ligero ruido a la vez que el virote salía despedido, esta vez alcanzando el cuerpo del hombre con éxito clavándose en la carne.

—¡Chúpate esa! —gritó la gnoma con una sonrisa, aunque no tardó en perderla sabiendo que necesitaría mucho más que eso para derrotarle.