Partida Rol por web

El tipo con aspecto de mecánico iba a pronunciar algo (seguramente su nombre) pero el silbido de la locomotora ahogó sus palabras. El viaje daba comienzo ante una gran expectación que aguardaba en el andén. Los vítores y despedidas hicieron el evento demasiado ruidoso, pero aún así, bastante emotivo.

Poco a poco el tren fue tirando de cada uno de los vagones, reduciendo la marcha en cada tirón por el peso. La salida lenta pero constante fue natural, cotidiana. La realidad del evento aumentaba progresivamente a medida que la estación se alejaba y en las ventanas se veía la gran ciudad que pronto dejaréis atrás.

Ya estáis en marcha.

Alcé los brazos en gesto de triunfo -¡Zsi!- exclamé emocionado sin contenerme -La aventurra ya da comiendzo- digo con una amplia sonrisa.

De nuevo, silbidos repetidos y, en uno de ellos me pareció escuchar un golpe seco y algo caer. Automáticamente miré a mis compañeros con la euforia interrumpida y en ceño fruncido. -¿Habeis escuchiado eso?- pregunté esperando que hubiera sonado sólo en mi cabeza. Golpes así no eran buena señal en un viaje inaugural.

Ciertamente, aquel golpe atrajo poderosamente mi atención -Sí, he escuchado algo- dije levantándome. Apoyé mi cuerpo contra el marco de la puerta del compartimento y la abrí levemente para mirar en la dirección en la que me pareció escuchar el golpe. Mis ojos se abrieron al comprobar que la cadena que impedía el paso al vagón de las maletas colgaba y se zarandeaba por el movimiento.

-Alguien ha entrado al ultimo vagón- dije volviéndome hacia mis compañeros de viaje.

La revelación de Bruce cala en tus oídos. Eres muy consciente de que si alguien hubiera querido introducir en el tren un arma de mayor tamaño o calibre que la que cupiera en un bolsillo, lo habría hecho por allí.

Al parecer según comentaban algunos de los ocupantes del vagón, se había escuchado un ruido, provenía del último vagón.

Si alguien había entrado allí seguro que tenía algún secreto o motivo oculto, me incline un poco para ver si podía ver algo raro.

¿Alguien ha dicho?, pregunte mientras miraba. ¿Qué estará buscando? 

El inicio del viaje se tornó terriblemente interesante. -¡El vagón de cola!- pensé con la ilusión de un misterio a develar. Allí los mecanismos estarían aún más a la vista que en este y la sola oportunidad de poder echarles el ojo merecía intentarlo -Quizá podamos ir a echar un vistazo- sugerí añadiendo -Mi nombre es Edward Scardford. Seguramente habrá sido algún Zimmerman o algún miembro de la tripulación- dije quitando riesgo al asunto.

El señor Ford y el señor McNail se agolpaban en la puerta impidiendo el paso, asomándose como las cuarentonas cotillas de un patio de vecinos -Señores, ¿me dejan pasar? Voy a echar un vistazo-

Cuando ambos se giraron para mirarme les sostuve la mirada con seriedad. Debía desvelar el misterio. -¿Cómo cogeremos la velocidad de la que se presume en la prensa?¿En caso de peligro cómo consigue frenar sin que todos quedemos espachurrados? ¿Qué mecanismos hacen de éste el mejor tren de todo el mundo?- Todo lo que pudiera descubrir será bienvenido.

De pronto, el mecánico que hasta entonces hacía alarde de su voto de silencio, saltó del asiento y en pocos segundos dejó patente su semblante arrojado y curioso. -¿Crree ustied que eso ies prrrudente, sieñorr Scarrrforrrd?- Dije alzándome a su lado y con una sonrisa que dejaba claro que, prudente o no, le acompañaría.

Y tras las palabras del señor Zonoviev, sentís un frenazo moderado, que os hace inclinar la cabeza, antes de que el tren siguiera recuperando velocidad.

Sea prudente o no. Voy a ir.- Pensé mientras sonreí al ruso y, sin mediar mayor palabra, salí del compartimento y me dirigí al vagón de carga.

Cuando llegué a la puerta, observé la cadena para ver si había sido forzada o simplemente se había descolgado. Una vez hecho esto, pegué la oreja a la puerta a ver si, pese al sonido del tren, podía escuchar algo al otro lado.

Escuché la pregunta del señor Solomon mientras me aparté para dejar paso al mecánico. -Seguramente algo que querría llevar en el equipaje de mano. Es muy normal.- Miré a Scardford mientras pegaba la oreja a la puerta. En silencio, lo seguí e imité sus gestos.

Después de escuchar le hice un gesto -¿cree que los de este compartimento escucharon algo?- le pregunté en susurros señalándole la última puerta.

Luego me giré hacia nuestro compartimento e hice un gesto a Solomon. -¿Viene?- pregunté con el tono tan bajo que no sabía si me había escuchado o no. En cualquier caso el gesto estaba claro.

Pese a que pegáis la oreja, el traqueteo de los vagones os impide escuchar nada en el interior... sin embargo sí que escucháis un sonido metálico. Un golpe como el de una tapa de alcantarilla golpeando contra una superficie rígida seguido de algo caer al suelo.

Sin embargo, la cadena ha sido cortada por unas cizallas y las dos partes del eslabón se encuentran en el suelo.

En el compartimento junto al vuestro no se oye nada, ni un alma.

No acababa de empezar el viaje y parecía que se había producido los primeros imprevistos, el frenazo no auguraba nada bueno y el ruido que salía de aquel compartimento era algo misterioso.

Si claro, me intriga de donde procede el ruido, le conteste al señor Ford ante su invitación de ir a investigar.

Me levante de mi asiento y al ver la cadena cortada incite al señor Scardford a abrir la puerta. Adelante veamos que sorpresa nos depara el vagón de carga.

-¡Excelente!- susurré cuando el señor Solomon se colocó a mi lado dispuesto a acompañarnos. Le mostré la cadena con preocupación en el rostro. Que estuviera cercenada sólo significaba que alguien había entrado allí sin permiso -Cizallas- dije mostrando el corte de la cadena. Era evidente que el arma había sido escondida o guardada pues no parecía estar por allí cerca. -¿Quién entrará primero?- Dije por fin tras unos segundos de silencio.

Acepté de buen grado la compañía de mis compañeros. Inspiré hondo -Entraré primero- sentencié con un fuerte acento amerciano. Posé la mano sobre la puerta para intentar amortiguar el sonido que pueda hacer para abrirla y, extremando todas las precauciones, giré el pomo con suavidad. Lentamente empujé la puerta para que la hoja se moviera despacio y no alertara a nadie que estuviera en el otro lado.

Contuve el aliento para no hacer el mínimo ruido y atendí a cuanto pudiera pasar al otro lado.

La puerta se desliza lentamente mientras contenéis el aliento. El traqueteo del tren es lo único que os acompaña generando una atmósfera de misterio hasta que, de pronto, a vuestra espalda, la puerta que separa este vagón del resto se abre de forma contundente haciendo que os giréis.

Frunzo el ceño y abro las aletas de la nariz al ver a tres hombres encorvados, abriendo la puerta del vagón de cola. Mis ojos muestran ira -¿Qué demonios estáis haciendo?- digo consciente de que el frenazo vino por un problema en ese vagón. Me acerco a pasos agigantados mientras mi mirada analiza a cada uno de estos hombres -¡¿Sois los responsables?!- rujo alzando la voz más de lo que a los accionistas les gustaría, pero ellos no están aquí. Ni siquiera el señor Straus está.

Llego hasta ellos y con mis largos y fuertes brazos hago un gesto para que se aparten. Quedo en silencio, sorprendido, al ver la cadena cercenada y la puerta entreabierta. -Vosotros- digo con firmeza y acusándolos con la mirada. Sin añadir nada más, entro corriendo en el último vagón para llegar al punto del sabotaje cuanto antes.

Como sospechaba, una fuga en el aire comprimido del sistema hidráulico del freno del último vagón. -Sabotaje- dije en voz alta. El frenazo redujo la marcha y será un lastre a no ser que sea reparado...

Gora entró rápido en el vagón de cola. No prestó atención a las maletas ni a los pasillos. Fue directo al mecanismo que quería ver.

Mientras tanto, vosotros, lo seguisteis manteniendo las distancia con aquel ser: un enorme gorila bípedo, con el cráneo deforme debido a las múltiples operaciones y, salvo el pelaje, las facciones y la estructura ósea, todo lo demás con un mecánico fumador y malhumorado más alto que un hombre y unos brazos anormalmente largos y fuertes.

Sentíais la imperiosa necesidad de explicarles que vosotros no habíais tenido nada que ver con el incidente (o alguno accedió por pura curiosidad). El gorila se centró en la maquinaria saboteada sin deparar en el espectáculo que había a su espalda.

En el primer término. Una mujer se encuentra acuclillada, con el cuerpo apoyado en una gran maleta y la cabeza reclinada hacia atrás, luciendo la imponente laceración en el cuello (una herida mortal). Sus cabellos rubios están manchados de sangre, su boca entreabierta muestra lo que debió ser su última bocanada y sus ojos contemplan algún lugar en el vacío. La sangre, que ya ha dejado de salir a borbotones de la herida, se extiende por el suelo revelando que debe llevar menos de cinco minutos ahí... y hace muy poco que ha muerto. El charco de sangre se extiende a su alrededor.

-Habéis sido muy meticulosos... escoria. ¡Vosotros...- pero al girarme contemplé el terrorífico espectáculo. El puro se deslizó de mis labios, mis piernas me fallaron y me apoyé con la espalda en la pared. -Sabotaje y asesinato-. No podía creer lo que estaba viendo y entonces recordé las palabras del ingeniero -Avisa a los Zimmerman- debí haberle hecho caso.

Volví a mirar a los presentes haciendo un fuerte esfuerzo por apartar la mirada de la joven y advertí que ellos no estaban manchados de sangre y se encontraban tan asombrados como yo, aunque mantuvieron la compostura con una frialdad que me hizo sospechar, quizá no tuvieran nada que ver con lo sucedido.

-Ni se os ocurra acercaros- les dije consciente de lo que ocurriría si los Zimmerman los relacionaban con todo esto. Mi mente maquinaba deprisa pero no sabía qué hacer. No estaba programado para hacer frente a un asesinato y un sabotaje. Una humana muerta era algo que jamás había presenciado.

Todo paso muy deprisa, el americano (o al menos yo pensaba que tenía esa nacionalidad) fue el más decidido en dar el primer paso para entrar en el vagón y justo en ese momento el gorila robotizado, que había visto antes de entrar en el magnífico tren, entró en nuestro vagón con la idea de encontrar el motivo del frenazo en aquel vagón al que nos disponíamos a inspeccionar. 

Se nos adelanto, era bastante rudo y maleducado, me mantuve a la expectativa para saber que buscaba exactamente... me sorprendí al escucharle que de alguna forma se había saboteado el sistema hidráulico del freno. ¿Alguien había entrado en el vagón de cola y no le habíamos visto entrar? me quede un instante pensando en como habían sido posible tales hechos cuando el simio advirtió que alguien estaba muerto en aquel vagón.

Me asome y la imagen de aquella mujer degollada me sorprendió...sin lugar a dudas aquel asesinato acababa de producirse, aun la sangre goteaba del cuello de aquella mujer, había sido un corte limpio. El gorila nos miró con cara de acusador, volví a mirar el cuerpo inerte de la mujer. 

Acabamos de levantarnos al escuchar un sonido que procedía de este lugar, ¿Como se le ocurre acusarnos? le espete a la bestia ante sus palabras.

Me mostré completamente de acuerdo con el señor Solomon y, aunque giré la cabeza para mirar al excéntrico mecánico, no pude evitar volver la vista de nuevo al cadáver. No hice caso a las absurdas acusaciones del gorila y me dejé llevar pos mis pensamientos -¿Qué habría pasado?¿Cómo?- Nosotros estábamos sentados casi al lado de este vagón. Cuando entramos la cadena estaba puesta y ahora, a escasos diez minutos de la partida la cadena yacía cortada, el tren saboteado y un cadáver en el suelo. Todo en un silencio casi absoluto.

Inmediatamente busqué con la mirada -Caballeros, al escuchar en la puerta advertí un sonido metálico y un golpe- les dije rememorando aquel acontecimiento -Estoy buscando a ver si sé qué podría haber sido. Sospecho que tenemos poco tiempo pues los Zimmerman llegarán en breve.-