Partida Rol por web

Ni el bardo ni el paladín consiguen golpear al corsario, al parecer esa aura de misterio y terror que emana es mayor defensa que una armadura recién sacada de la fragua. El no-muerto sigue su marcha sin ningún percance, paseando tranquilamente por el barco como si fuera el suyo propio.

Es verdad, pero en la anterior edición podías ignorar enteramente el sistema de casillas, si no te gustaba, en 4ta es casi imposible.

Creo que no debería terner ataque de oportunidad contra un segundo enemigo alguien que ya estuviera combatiendo con otro enemigo. En este caso, el no muerto está combatiendo con Heskan. No es creíble que se distraiga para atacar a Gaaki. Y, si lo hiciera, eso debería darle un ataque de oportunidad a Heskan.

- Vuelve aquí y lucha asqueroso no-muerto- le grita Erick mientras se acerca a el. Cuando ya esta a una buena distancia Erick levanta su manos y comienza a cargar un poco de su magia, cuando ya a cargado la suficiente la suelta haciendo una gran de luz y fuego. - Por Erathis¡¡¡ - grita mientras luz y fuego salen expulsados de su mano.

Las palabras del semielfo al fin llegan a oídos de Erathis. Su respuesta es débil, pero tratándose de la voluntad de un dios resulta mas que suficiente para refrenar a cualquier criatura que pise la tierra, sobre todo las criaturas que se niegan a obtener la paz eterna.

El corsario mientras baja las escaleras se tambalea y tiene que apollar la mano el el pasamanos de la escalinata. Parece desorientado y que le cueste mantener un poco el equilibrio.

-Maldito mestizo... Lo único que conseguirás con eso es hacerme enfadar.

Creo que debo tomarme a este enemigo en serio. Ninguno de los muchachos ha podido con el y esto se esta tornando extremadamente peligroso. Espero que Damaia esté planeando algo que no sea saltar del barco.

-Veamos si tu oscuridad puedo con la gracia del arte que Corellon me ha regalado. ¡Toma esto!-

Heskan abre la boca, pero esta vez en vez de brabuconadas o maldiciones sale una especie de neblina verde que rodea al no-muerto que tiene al lado. Convencido de que lo ha dejado fuera de combate se mueve para golpear al otro enemigo que ve en pie.

- Hazme sitio Pock - grita mientras agita el hacha sin mucho exito - ¡maldición! - gruñe mientras mueve el arma para soltar las astillas que se le habían quedado pegadas.

Los años sirviendo a Damia han hecho del mago un buen estratega. Colocándose en una mejor posición y contando con la ventaja que concede la altura, dispara una mortal flecha ácida nacida de la magia. Sin embargo, el proyectil se clava a los pies del corsario antes de llegar a impactar y tras clavarse la flecha se consume, haciendo que la derretirse se abra un agujero ante el corsario.

Mientras tanto el no-muerto trabado con Heskan termina ahogandose envuelto en una nebulosa de un color poco saludable. El aire es envenenado por el mortal aliento del dracónido y otro enemigo se suma a la lista de caidos.

Con un enemigo menos del que preocuparse, el dracónido carga contra otro enemigo. Pero lo único que consigue es abrir otro boquete en el navio.
Mientras Heskan sacude las astillas de su arma, el no-muerto intenta apuñalar al gnomo una vez mas, fallando su ataque por mucho y cortando el manto de lluvia.

Pock, cansado de la tormenta intenta hacer una finta para confundir al No muerto...

Haciendo una habil maniobra consigue impactar al no muerto, aunque sin demasiada efectividad...

Damaia se mantiene firme al timon, sin dejar que la tormenta que amenaza con hacer zozobrar su barco mas de la cuenta la asuste lo mas minimo.

-¡Dejar de destrozar el barco! Teneis que destruir a los enemigos no la cubierta. -Vocifero.

Pock consigue quitarse de encima al molesto muerto viviente, partiéndole con su cimitarra las piernas, ahí donde mas vulnerable se le antoja. El no muerto cae inerte tras el golpe del gnomo.

Mientras tanto, sin otra cosa que poder hacer, la corsaria da ordenes a gritos y mantiene el rumbo con todas sus fuerzas.

Gaaki gruñe furiosa. Toda su atención está centrada en aquel arrojante espantapájaros que insulta a ella y a sus compañeros, abandonando la batalla, como si fueran combatientes indignos de él.

Prepara una flecha, apunta con cuidado y suelta la tanza.

Después de disparar, Gaaki salta por sobre la barandilla y aterriza sobre la cubierta inferior y corre hacia el Corsario, blandiendo su martillo de guerra.

El corsario, aun tambaleándose por el ataque del semielfo, únicamente puede avanzar asta que Erathis deje de tener un ojo puesto en él. Mientras anda se desprende de su capa, la cual aun conservaba restos del ácido del último ataque del mago, de no hacerlo la cosa podría ir a mas.
La capa es arrastrada por el viento, vuela lejos y rauda asta perderse en la noche de la tormenta.