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La navaja de Ockham -Sangre en las calles (Cap-II)

Prólogo IV

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14/11/2017, 09:12
Director

Junio, un amanecer en mitad de un día cualquiera en San Vicente, Sevilla.

Ya hacía un rato que “El Bacanal” estaba empezando a cerrar sus puertas. La música se escuchaba mucho más bajito mientras algunos iban avisando en los privados de que el tiempo se acababa. Las normas eran las normas. Otra noche más donde el humo se alzaba como volutas en mitad de una oscuridad elegante llena de brillos, metal y terciopelo desgastado, cuero mutilado que de tanto uso había perdido lustre llevando a ser poco más que un objeto de uso cuando no había nada más, como la mitad de la gente que se atrincheraba en el local de noche.

La noche no dormía, nunca en esa ciudad. Un remanso de caos circundante que atrás dejaba ya el atentado de hacía dos meses. Más de mil muertos que sesgó la bomba. Poca información verdadera hubo, la ciudad tardó muy poco en moverse para ayudar a los heridos pero los datos de verdad siempre siempre iban con cuentagotas. Una bomba en el centro, que se convirtieron en tres más que lograron desactivar a tiempo. Aquello podría haber sido una verdadera masacre. Mas de medio millón de personas estaban en la zona. Y tu estabas allí. Recordabas el olor a la carne quemada, a la muerte, los llantos y los gritos que pedían ayuda mas allá de sus cuerdas vocales. Te quedaste mirando a un punto en el infinito, y no fue hasta que la mirada de una mujer ya de cierta edad aunque hasta arriba de operaciones y maquillaje que era lo normal te chasqueó al lado del oído. Quería una copa. La última y para casa.

La habías visto pavoneandose con su traje rojo apagado por todo el local, toda la maldita noche. La piel morena, de nacimiento, nacarada e impregnada por mil pequeños puntos brillantes de algún aceite o crema hacía que tendieses a mirarla cuando pasaba al lado, siendo refractado cada uno de ellos por las luces del local. Era un faro, uno que cegaba para que no vieras el conjunto si no solo las luces.

Le pusiste lo que te pidió, un chupito de absenta, morada y se fue con un movimiento suave y un bamboleo de curvas apretadas tras pagarte, directamente a la calle. No llevaba abrigo. Bueno, ya no hacía demasiada falta. Otra cosa mas negativa de aquellas bombas de hacía tanto tiempo, los inviernos eran otoños, pocas veces asomaba la nieve en ningún lugar, y los veranos era raro cuando no hubiese alertas de día. Por suerte, las edificaciones habían sido construidas contra el sol directo creando mucha sombra por las aceras.

Terminasteis de echar a algunos que se resistieron un poco más hasta que por fin bajásteis las persianas. Aquella había sido una noche si no larga, eterna. Eran las 6 de la mañana, y llevabas allí desde las 20:00 como un condenado, solo para ver como JP se movía de un lado para otro de vez en cuando, eligiendo a algunos y algunas para a saber que. Incluso se había llevado a uno de los camareros que tenías en tu misma barra. Eso había sido bastante humillante o quizás no tanto, dependiese de como lo pensaras. Se acercó, te oteó de primeras y luego a tu compañero, apenas dos segundos tardó en descartarte. ¿Había sido por algo bueno? Daba igual, era la elección de ella, y ese siempre querías ser tú. Tras un par de horas volvió a aparecer, simplemente para mirarlo todo desde su palco privado, que estaba dos metros por encima de todos en un reservado al que solo tenía acceso ella e invitados. Desde allí, tenía una buena vista del local, si no entero claro estaba, si de las barras, oteando como un águila serena, cansada y lánguida a los trabajadores. Un par de veces cruzaste la mirada con ella, impertérrita como siempre que se encontraba bien. Alguna vez habías pensado en darle su merecido cuando no estuviese del todo bien, pero por alguna extraña razón no terminabas de hacerlo.

Una hora después, el local estaba todo lo limpio que podía y todos se fueron a sus casas, menos tú, que vivías allí. Esa noche no habías tenido tu dosis, aunque a veces dudabas que fuese una droga y no fuera mas el hecho de que ella te la suministrara lo que la hacía tan importante. Escuchaste el rechinar de la rueda contra un trozo de cristal y un gruñido, os habíais dejado un par de cristales rotos sin barrer y ella lo acababa de ver. Te instó tajante a que lo retirases y luego fueras al palco, ascendió por la rampa y la perdiste de vista pues cerró las cortinas negras para que no se viese nada. 

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14/11/2017, 10:04
Raphel

No me quitaba de la cabeza esa mirada. Había elegido, y no me había escogido a mi.

Así que la noche pasó lenta mientras mis pensamientos volaban. ¿Què estarían haciendo...? Imágenes grabadas en mi mente en noches pasadas se mezclaban sin orden con otras inventadas, y pronto no supe distinguir cuales eran unas y cuales las otras. Pero en todas, ella reía, la veía divertirse, satisfecha, decidiendo y observando que todo transcurriera a su gusto. A su capricho. Entonces volvía a reír y mis oídos zumbaban.

Si al menos hoy me hubiera dado un poquito de... Lo llevaría mejor. Pero se había olvidado, tan entretenida estaba! La vi después en su palco, satisfecha. Ella no, no me quiso ver. El camarero había vuelto y me pareció distante, forzando la sonrisa con los clientes y sin atreverse a cruzar una mirada conmigo. Me hubiera gustado zaherirle pero empecé mostrándolo amable y terminé siendo servicial.

Despachar a los restos de la noche siempre me dejaba un regusto de melancolía, pues era otra noche sin que ocurriera aquello que esperaba. Porque sabía que cuando llegara lo reconocería. Igual que había reconocido el horror aquel día cuando estalló la bomba. El olor no desaparecía jamás, ni cuando JP era más generosa con sus regalos -rara vez. Cada día me preguntaba cómo había podido pasar y cada día me quedaba igual,con la sensación de que algo no comprendía, pero que llega un momento en que todo se aclara. Igual lo que sabes es una mierda y prefieres no haberte enterado, pero antes no puedes saberlo. Y después no tienes elección.

La mujer del vestido rojo volvió a acercarse y miré la hora, dispuesto a darle una excusa, pero solo quería un chupito más y yo sentí mi propia sed al verla tomárselo. Me fijé en su piel sudorosa y morena, la imaginé fláccida debajo de aquellas ropas apretadas, desnudándose a solas al llegar a casa sin querer mirarse en el espejo. Si pensé en invitarla a quedarse, solo fue cuando ya se había marchado.

Los gemidos y los suspiros se habían terminado por esa noche, pero la advertencia desilusionada de JP me dolió como un grito atroz. A punto estuve de culpar a otro, a su nuevo amigo, tan descuidado. Pero agache la cabeza y yo mismo recogí aquel pequeño desastre. Luego subí la pequeña rampa que llevaba hasta el palco con una euforia que se imponía sobre el cansancio, abrí las cortinas y entré, disfrutandodel placer de su compañía como solo hacía cuando estábamos a solas.

 

 

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15/11/2017, 20:07
JP

Entraste, y allí estaba ella, en lo alto de su podio, mirando esas cortinas que estaban cerradas. Suspiró y desvió la mirada hacia ti, con la misma energía que un muerto. A veces era insoportablemente fría.- Toma- te tendió un vaso de chupito de un color versoso- tómalo con calma, tenemos que hablar y te subirá bastante, te necesito consciente. Esperó a que lo cogieras antes de seguir hablando. 

Sabes, hay algo que me preocupa- la mayor parte del tiempo no eras mas que su perro, pero en pocas ocasiones veías la luz al final del tunel, cuando ella te hablaba como si fueras una persona de verdad, una cercana y eso te llevaba de júbilo pese a que sabías que luego te pisaría como un perro. No había emoción en su voz, tan siquiera preocupación- y es que me vendas- te miró fijándose en tus ojos, sosteniendo una obsesiva compulsión de ir cambiando de uno de los globos oculares al otro, como si quisiera encontrar en ellos la verdad. 

¿Me vas a vender Raphel? ¿Quieres verme en mitad de un callejón muerta? o...-ladeó un poco el rostro- ¿quieres hacerlo tu porque esta noche como las demás no te he llamado a ti?- Era un juego peligroso, por las dos partes. Siempre te llevaba de un lado a otro, de una forma tan tóxica que estar dos días sin recibir una parte de aquello te causaba un vacío extraño. - Porque se de alguien que quiere venderme...

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16/11/2017, 09:57
Raphel

En la penumbra coloreada por las luces que ascendían del local, su piel me pareció de una blancura frágil, que contrastaba con su vestido negro envuelto en las sombras. Me pareció torcido, descolocado, como si alguien sin maña la hubiera ayudado en el delicado proceso de vestirse, deprisa y corriendo. Me fijé en una de sus piernas, aquella que tiene una pequeña mella y deja una sombra oscura en la madera que queda a la vista, como si se tratara de una cicatriz. Estaba colocada sobre el estribo de la silla de un modo antinatural, desganado y retorcido, pero ella parecía cómoda así que reprimí la necesidad de correr a colocarla en una postura más digna y me enfrasqué de nuevo en su mirada oscura y en su voz tajante.

Tardé solo un momento en acercarme y recoger el vaso que me ofrecía y el líquido verdoso me atrajo sin remedio. Mi voz sonó ronca cuando musité un - gracias - mientras me lo llevaba a los labios. Pronto sentí una oleada de alivio y aunque apenas me pareció bastante para mojar mis labios, cuando lo aparté apenas quedaban unas gotas que apuré con avidez y agaché la mirada, avergonzado y culpable.

Al escucharla alcé la vista y me encontré con sus ojos que me escrutaban sin descanso. La oleada de bienestar que se abría paso como fuego desde mis entrañas apenas pudo contener el golpe de sus palabras. Sentí en su reproche que no había tenido una buena noche, y su preocupación ahondó la mía. Me atacó, y yo la dejé hacerlo, pues sentía, impotente, que era cuanto podía hacer.

Y mientras hablaba pude verla. Su cuerpo tendido en un callejón húmedo y sombrío, destartalado y definitivamente roto. Incluso sentí el silencio de la escena, una placidez que remarcaba incluso más la atrocidad sucedida poco antes. Su ojos semicerrados y su boca entreabierta, el vestido rasgado y la carne blanda asomando en varios lugares allí donde el acero la había atravesado. Y los finos hilos de sangre oscura empapando la tela. Las lágrimas que se agolparon en mis ojos hicieron que la imagen se emborronara hasta que desapareció.

Porque seguía allí, junto a ella, sosteniendo el vaso, y me atreví a acercarme más junto a su silla, agachándome para quedar frente a su mirada turbada. Una nueva descarga en mi interior me supo amarga al recordar su desprecio aquella noche, la rapidez con la que me había descartado, pues cada día mantenía la ilusión de que la próxima vez sería yo el elegido, aun sabiendo que siempre le servía cualquiera, salvo yo.

- Yo... yo no quiero... - no entendía aquello, lo creía injusto, aunque mis negativas me sonaban huecas, vacías. ¿Acaso me había quejado yo? Pero también... mis silencios ¿no eran reproches que la importunaban? ¿que le hacían saber cada día mi frustración, mi anhelo? - Yo te amo, eres mi diosa.

Al decirlo sentí que me llenaba de vida verde y todo lo demás importaba poco, nada. Salvo su pena y su temor. Mi mano subió buscando la suya, quería compartir con ella el bienestar cálido que me acababa de regalar. La rocé apenas. - ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué puedo hacer?

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17/11/2017, 22:14
JP

 Yo te amo, eres mi diosa. Palabras que habías pensado mil veces, que le habías dicho algunas pero su respuesta siempre era despectiva, aunque, nunca respondía realmente. Pudiste notar la mirada cansada de tus actos cuando apenas bebiste aquello que hizo que tus pupilas se dilatasen, el olfato mejorase notablemente unos minutos, oliendo todo el hedor de los cuerpos pero a su vez el perfume sutil que ella llevaba. Azalea y naranja. Los músculos se tensaban durante unos segundos y querías gritarle al mundo, querías tenerlo todo y más...aunque cuando ella estaba lo que querías era que ella te hiciera caso. 

Los efectos apenas durarían veinte minutos. La primera fase era la que estabas sintiendo. La segunda, que vendría en los siguientes minutos, era un estado ajeno al dolor, donde flotabas y hasta la cosa mas horrorosa que pudieras ver sería como una ovejita, incluyendo si esa cosa horrorosa te hacía algo a ti. Era una barrera de felicidad estúpida, de inmortalidad supina y correosa que luego traía la desgracia. La libido aumentaba, recuerdas aquella vez que JP tuvo un día tan de mierda que simplemente te iba mandando culillos de chupito cargados con eso, un total de ocho en una noche. Pudiste estar horas y horas en lo alto de la cima, y aunque perdías un poco el control en algunos momentos, bueno, las chicas no se quejaban.

Realmente el efecto solo aumentaba notablemente cuando tomabas una gran suma, como era esta, tal vez llegase hasta una hora, aunque luego sería mil veces peor. La siguiente fase era la caída, de diez a media hora. Mal genio, frío, sudores, y un sentimiento de desnudez que te dejaba totalmente débil, al descubierto. Procurabas pasarlo en un lugar apartado, pues tendías seguramente a intentar autoflagelarte mentalmente hablando, o por contra arrullarte y autocompadecerte, también habías probado a estar con JP y a veces era maravilloso porque te dejaba quedarse a su lado, pero otras...otras te habías llevado más de un golpe. ¿Merecía la pena si eran de ella? Eso solo lo sabías tu. La última fase era el sueño, podías aguantarlo o simplemente dormirte un rato, al despertar, tendrías una pequeña resaca. 

Rozaste su mano, aun en la primera fase. Fría, pero suave. Como debería de ser la presencia de la muerte, cruel pero amable, altiva pero que siempre estaba allí. Como ella.- Raphel...- levantó una mano con su semblante aun rígido, pasó la mano por tu melena en una caricia suave, deslizando los dedos entre los mechones engominados- mi Raphel- Su voz se volvió melodiosa, peligrosamente agradable y territorial- hay una mujer...una mujer que te puede ayudar a saber quien me quiere vender...pero- detuvo la caricia, apartando la mano lo justo y necesario para que fueses consciente de que no te tocaba- ella aun no lo sabe...Busca a alguien, una empleada que murió en el atentado, o eso cree...- se quedó en silencio esperando a que la mirases. 

-Esa muchacha, la que supuestamente está muerta...sabe quien me quiere en ese triste- la voz mutó a una tristeza fingida- sucio- los dedos rozando tu cabello, solo las yemas- maloliente- recorrió la sien derecha hasta la mejilla con dos de sus dedos sin apartar la mirada de ti- sombrío- una caricia efímera paso por los labios hasta acabar en la barbilla- callejón. Tomó aire y lo dejó salir, con resignación. Esperó, esperó tu respuesta, dejó que el tiempo se escapara mientras aun eras capaz de oler su piel. 

 

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18/11/2017, 11:28
Raphel

El tacto de sus dedos enmarañados entre mi pelo despertó cada poro de mi cuerpo, como si JP llevara horas dedicada a explorar hasta el último de mis rincones. La oleada de placer explotó ante mis ojos y estuve tentado de lanzarme, coger su mano y tomar la inciativa, acercándome a sus labios y besándola con fuerza.

Sabía bien que aquello no iba a ocurrir, que mi lugar estaba junto a ella, para recoger agradecido las migajas que ella quisiera darme, porque eran mucho más de lo que merecía. Pero el simple hecho de haberme atrevido a pensar en esa imagen potente e inalcanzable me sumió en una oleada de de deseo que solo pude reprimir con un suspiro ahogado, entrabriendo los labios.

Su voz llamándome por mi nombre y sus ojos clavados en mí completaban todo el mundo en el que quería vivir, todo cuanto necesitaba.

Pero JP seguía hablando y mis sentimientos exaltados apenas dejaban espacio a la comprensión. Los atentados... parecían algo muy lejano en ese momento aunque poco antes los hubiera sentido tan intensamente, de nuevo. Entonces mi diosa apartó su mano y me sentí desamparado, asustado como aquel día en que todo eran llamas y sangre. Solo la mano suspendida en el aire, tan cerca de mí y sin embargo negándose cruel a acercarse de nuevo, me unía a aquel lugar, al presente. Supliqué con fuerza que no me abandonara, que volviera a mí, y lo hizo mientras seguía explicando qué esperaba de mi.

Cuando su dedo llegó a mis labios sentí una violenta sacudida y cerré los ojos un instante y cuando volví a mirarla ya echaba de menos su contacto.

- Esa mujer, ¿está herida? ¿Donde dices que trabaja? - debía sufrir algúna conmoción si creía estar muerta. Yo mismo había leído últimamente casos abundantes sobre víctimas de aquel horror que sufrían estrés post traumáticos de todos los colores. Pero aquella mujer me traía sin cuidado, JP me estaba confiando algo mucho más terrible: ella misma se creía en peligro y confiaba en mí para ayudarla pese a su acusación de hacía un momento.  Casi no me atreví a preguntar más, imaginando ahora con espanto ese callejón sucio y oscuro donde solo ella, allí tirada, blanca y rota, desprendía algo de luz que se apagaba. -JP - decir su nombre siempre era un consuelo y avivó la fuerza que llameaba dentro de mi, deseándola con mayor pasión - ¿Por qué crees que alguien desea verte... así?

Yo lo había deseado, había cruzado ese callejón mil veces junto a ella y había salido solo y renovado como un héroe se siente al acabar con un Dios. Y en cambio ahora - era absurdo, no podía ser de otro modo- solo ansiaba hundirme en su calidez, devorarla sin remedio, hacerla mía y ser suyo, o al menos rozarla de nuevo. Me sentí culpable y estuve tentado de confesarlo, pero agaché la cabeza incapaz de mantener su mirada y callé.

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22/11/2017, 22:15
JP

Si algo había aprendido JP sobre Raphel era a controlarlo por medio de suaves toques, caricias que nunca llegarían a mas, palabras simples y un toque de cariño para aquel cachorro olvidado que nadie quería. Era un juguete roto, como ella. Había cierto acercamiento entre los dos, cierta comparación odiosa que nunca diría en alto pero que a veces salía sola y le llevaba a tratarlo con mas desprecio. 

Solo un paso de su dedo entre sus labios, solo una caricia en un sitio especial y secreto y estaba segura que el mataría por ella. Ya vivía por ella y eso que era más fácil morirse. Vivir, eso era mas complicado. - Esa mujer...- siseo por lo bajo- trabajó para el que me dejó aquí- miró con asco la silla- esa mujer...la que todo el mundo piensa que está muerta, puede decirnos donde está él, donde se esconde. Porque lo hace...créeme que lo hace- cerró los ojos por unos largos segundos- ha machacado a demasiada gente en esta ciudad. Entre ellas, a mi. - reinó el silencio durante unos largos segundos. 

Ese hijo de puta estaba fuera de la ciudad, pero me han dicho que ha vuelto...y que está con esa mujer. Tatiana se llama...la quiero, quiero saber donde está y para ello, para eso- planté el índice, la punta de la uña sobre tu frente, apretando lo justo para que doliese, pero no como para que disgustase- necesito que vayas con la mujer que la está buscando. Quiero que te hagas su amigo, o conocido, o simplemente que la acompañes. Te daré información sobre Tatiana, diremos que eras de su familia, o un novio o un amante...me da igual. Búscate tu la idea...pero ayúdala a encontrarla, y cuando sepas donde está, donde se oculta...ven y dímelo para que pueda reclamar venganza. 

Y si lo logras...si lo haces- la voz cambió a una mas sencilla, agradable y peligrosa a partes iguales- te recompensaré con creces con lo que quieras. Pídelo, pero solo una cosa. Solo podrás pedir una cosa...

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23/11/2017, 20:46
Raphel

Levanté la vista y me sumergí tan profundamente en aquella mirada acuosa y distante que a punto estuve de ahogarme, y solo la segunda oleada de la magia verde me salvó. Pude sentir que desde una roca inestable y resbaladiza, pero segura, me llegaban las oleadas de rencor de JP y la explicación confusa de sus deseos.

Los míos en cambio, sin yo quererlo, iban encaminados por otros derroteros. Las palabras de mi reina me traían vívidos recuerdos de su cuerpo tullido. Su palidez lechosa acentuaba el tono violáceo de sus muñones y cicatrices. Me espantaba cualquier rincón oscuro de aquel cuerpo maltrecho: sus pezones grandes y marrones, el ombligo profundo y sinuoso, los párpados siempre demasiado pintados, el carmín simpre intenso en una boca torcida por la amargura, la sombra de vello en sus axilas, la mata descuidada entre sus piernas. Me espantaba, lo odiaba y lo anhelaba con una fuerza que me apabullaba.

- Tatiana, sí - dije, porque no sabía qué otra cosa decir. Plenamente lúcido, o lo bastante para saber que cualquier pensamiento volaría de mi mente sin remedio, salvo uno. Cualquier cosa...

- La encontraré, mi amor - la uña clavada en mi frente se convirtió en un amago de erección que apenas resaltaba bajo la tela pero me hizo revolverme de incomodidad y mi dedo buscó el tatuaje en mi cuello, acariciándolo impúdicamente. - ¿Quién es la otra? A la que debo seguir... Si encuentro a ese hombre, te casarás conmigo? - Entonces sí, sería el único. Nadie más la tendría como yo. Y ella me mostraría esos secretos que me guardaba todavía. Serían de los dos.

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24/11/2017, 20:47
JP

 La encontraré, mi amor. Esas palabras le revolvieron el estómago, hicieron apartar la mirada de aquel que tenía a los pies mientras le hacía un gesto para que se levantase. Pero...

Pero...

Si realmente conseguía traerle a ese cabrón, si lo conseguía...dios si lo hacía le daría un triste anillo y unos papeles si quería. Ambos sabían que no había amor alguno, solo una adicción enfermiza mezclada con la droga que ella le daba. Sopesó las palabras de él, ahondando en su alma como si pudiese en una sola mirada- tráemelo...y me casaré contigo- Siseó con bilis en cada palabra, solo había pura rabia contenida, ansias pero no por tu cuerpo ni por asomo. Ella solo quería algo que tu le ibas a conseguir. Ya te imaginabas la vida con ella, mirándote con asco pero desayunando en la misma cama. Estarías a su lado, hasta para las cosas mas desagradables. 

Es una mujer, que regenta un local parecido a este pero que...bueno, digamos que se habrá arrodillado ante muchas pollas para lograr estar entre los mejores. Lú es su nombre, una mujer delgaducha, fea y con los mofletes hacia dentro- porque a veces, por muy guapa que fuese alguno ella siempre le encontraba peros. Curiosamente, ante ti, nunca se había metido con tu apariencia, no en público, solo miradas hirientes que te daban la esperanza de que fuese por algo en concreto. Porque por mucho que ella saliera, subiera o bajara con gente, muy pocas veces la habías visto realmente yacer con nadie. ¿No podría acaso? ¿Sería tan frígida como parecía? 

Y aun así, parecía que no te daba toda la información, seguramente por el estado en el que estarías un poco después- Y ahora, llévame mientras hablamos a mi cuarto- uno que tenía allí mismo, aunque sabías que aparte tenía un piso, que usaba practicamente nunca. 

Notas de juego

Si quieres puedes describir el cuarto, al estar en el local. Si no, ya lo describo yo en la siguiente XD 

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25/11/2017, 10:50
Raphel

Sentí todo su desprecio, pero aceptó, así que no me sentí mal cuando tuve que levantarme de su lado. Me sentía jodidamente bien y más unido a ella de lo que nunca había soñado. ¡Había aceptado! Su marido... Tal vez no me quisiera como yo a ella. Muchas veces la odiaba, muchas me resultaba repugnante, ordinaria y zafia, consumida y amargada. No estoy ciego, y la veía tal cual era. Pero veía también a través de ella, de algún modo.

Y no quería apartarme de su lado, porque lo que había fuera ya lo había conocido, y había estado cerca de ser feliz con una familia que me quería y con una chica guapa y que, en los recuerdos que se oscurecen día a día, siempre aparece riendo.

JP nunca reía, al menos nunca cuando estaba conmigo. A veces podía escuchar su risa aguda y nerviosa en algún rincón del local cuando estaba bien acompañada. Conmigo se limitaba a torcer los labios en una mueca de superioridad satisfecha.

Hubiera querido coger sus manos y besarla dulcemente, mirarla a los ojos y disfrutar de aquel momento que recordaríamos para siempre. Pero rodeé su silla y mientrasla empujaba con cuidado susurré un - Gracias - que ella quizá no oyó.
Con el movimiento, una ráfaga de aire elevó el perfume dulzón de su nuca y mi mirada se precipitó por su cuello hasta el hueco de sus hombros y se perdió en el camino incierto de su escote. Codicié el sabor agrio del sudor sobre su piel pálida y me conformé planeando fugazmente una celebración para nuestro compromiso: llevarla a un hotel bonito, y conseguiría un anillo, y unas flores, y beberíamos hasta que nuestras lenguas fueran verdes, y al final de la noche tal vez le gustaría que la sorprendiese invitando a unos cuantos chicos del local y ella me sonríe y me deja quedarme para contemplarla relajada y disfrutando, siendo el centro de la fiesta...

Me pareció un buen plan, esperaba que le gustase, pero para eso antes debía encontrar a esa mujer, Lu. No parecían muy amigas, con esa forma de describirla. Pero JP rara vez hablaba bien de alguien en privado. Y no era bueno para el negocio Empujaba la silla por los rincones oscuros hasta la zona privada donde ella descansaba cuando conseguí ordenar las ideas.
- ¿Cual es el local? Puedo ir hoy mismo, si quieres - me sentía vivo y despierto, impaciente. - ¿Por qué busca ella a Tatiana?

Me detuve para abrir la puerta y rodeé la silla de nuevo mientras ella rehuía mi mirada. Salvando la puerta estrecha, volví a su lado, pues allí dentro la silla apenas tenía espacio para moverse - ¿Te ayudo? Puedo llevarte hasta la cama, si quieres. - Deseé cogerla en brazos y apretarla contra mi cuerpo para llevarla al lecho, desvestirla, arroparla y tenderme desnudo junto a ella para sentir su calor a través de las sábanas hasta que el sueño, todavía muy lejano pero inexorable, me invadiera.

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27/11/2017, 21:59
JP

Una vida y una muerte con ella. No parecía una mala opción, a fin de cuentas ¿quien merece ser feliz en esta vida? ¿Quien le dice a alguien que lo que él cree que es la felicidad puede ser el peor infierno en la realidad? Igual ya estaba demente, o loco, o simplemente eran dos monstruos a su manera. Uno tomaba y tomaba, con necesidad imperiosa por conseguir recuperar lo perdido, otro, daba y daba con la sensación de nunca ser suficiente. 

Si escuchó tu agradecimiento no hizo gesto alguno al oírlo. Nada nuevo. Cavilaste en la noche de bodas, en el restaurante, ¿le gustaría alguno? ¿Qué comería? ¿La habías visto comer? Un hotel donde la gente de dinero se queda, donde los ricos llevan a sus putas solo que ella no sería tu puta, a lo sumo tu serías la suya y aun con eso, pensaste que lo mejor era atraer su atención a otros hombres. Quizás eras demasiado lanzado con otras mujeres u hombres pero con ella, apenas te sentías una pulga fea y escuálida. Más de una persona había intentado sacarte de ese entendimiento, enseñarte que eras más que aquello, pero ella tenía el poder, en un solo vaso de chupito como para atraerte solo con el reflejo de su silla a donde sea que ella quisiera. Le gustaban las flores, si, al menos de vez en cuando tenía un jarrón con margaritas, las más feas de todos los lares, pequeñas e inquietas, que se pudrían facilmente en un par de días sobre la mesita de su habitación. 

Abriste la puerta y ella no tardó en entrar con ese aire de que podía con el mundo entero, daba igual que fuese una lisiada, que le faltaran trozos de carne y piel, de músculo y hueso. Porque en el fondo, eso solo la hacía más fuerte, mentalmente hablando, aunque también la había jodido para bien.

 Calla y ven- El verlo revolotear como una mosca cojonera no era lo mejor del mundo, pero no encontraría a nadie mas leal, sin necesidad de darle nada practicamente. Su habitación era pequeña, sin ventanas y muy oscura. Desde la entrada encendió las dos lamparillas por los conmutadores. Una que daba un aspecto de vidriera general con sus colores a las paredes, y en segundo lugar una con una luz amarilla potente que anulaba la primera a su manera. Era triste, pues muchas veces habías soñado el poder ver aquella sala, con sus detalles y cuadros que nunca te daba tiempo de ver bien, marcados con los suaves colores irisados. Que ella estuviese en la cama, era un plus sin duda alguna, pero quizás, el hecho de estar sin ella, como si fuese una travesura tenía su encanto.-Cierra la puerta. 

Esperó a que lo hicieras antes de moverse hasta el lado de la cama, amargando ya el rostro por el hecho de que si, te pediría que la levantaras para echarla a la cama. No estaba en un buen día al parecer- A la cama- aparte de esta, había un armario oscuro de madera lacrada, un tocador irrisorio con un espejo y miles de productos, una chimenea antigua de latón y un pequeño cuarto de baño al cual nunca habías entrado y cuya puerta estaba siempre cerrada con llave. Alguna cuerda o pequeña fusta como adorno, así como un par de esposas muy mal ocultas en las barras de la encimera de la cama- Hoy no, te quiero despierto y lúcido, no hace falta que trabajes ni esta noche ni pasado- aclaró mientras se iba retirando los agarres de seguridad de los muslos, sin levantar la falda del vestido. Su rostro se contrajo unos segundos, por el dolor que sentía cuando tenía la piel sensible. Como hoy.

Habías visto sus rojeces, sus heridas e incluso alguna vez habías tenido que limpiar alguna de las pompas producidas por el roce, pero eso solo pasaba cuando ni ella misma podía hacerlo. A veces, en muy raras ocasiones JP parecía perder casi toda la fuerza y no era más que un zombie que necesitaba de unos cuidados muy especiales. Las veces que eso pasaba, se encerraba en ese cuarto en su casa, durante unos días hasta que mejoraba inexplicablemente. 

Serían amantes, o a saber, solo se que trabajaban juntas, la muy zorra y esa...-apretó los labios hasta que estos dolieron- puede que también tenga algo que ver con mi estado...-rabia pura en su mirada que desdibujaba en tu persona.- Ten cuidado, Lu es lista, y si sabe que trabajas para mi...es probable que te mate, o venga a arreglar cuentas conmigo por enviarla contigo. El local se llama La Ciudad Carmesí y ella es la madame del lugar, ya sabes, uno donde van los sumisos, igual puedes entrar por esas. Dicen que es complicado entrar, que necesitas credenciales, buena presencia- te miró de arriba a abajo- podrías entrar

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28/11/2017, 10:26
Raphel

Tomarla en brazos y dejarla sobre el lecho demorándome todo lo posible en alargar ese instante, aunque ella no se abrazó a mí para sujetar sus brazos y apenas rocé un pequeño fragmento de su piel suave que se escapaba entre la tela arrugada de su vestido, me aceleró el pulso.

La dejé con cuidado sobre la cama, sintiendo las curvas de su carne y los ángulos de sus huesos y me quedé allí, a su lado, mientras manipulaba los cierres de sus viejas piernas inútiles.

- Pero JP, si no trabajo, ¿qué voy a hacer? ¿Puedo quedarme por el local...? - al quitarse uno de los agarres de la pierna, torció el gesto pero yo me perdí en las oscuras promesas que ocultaba su vestido. Me vino a la mente la mujer que había cerrado el local, y luego otras muchas, y muchos otros que habían pasado por allí. Y muchos más que vendrían. Sabía que era un reclamo, un juguete para todos, y mientras me explicaba lo qué debía hacer, yo podía comprender que ella me mandaba aquello sólo porque necesitaba encontrar a Tatiana, pero en ese momento me asqueó la idea y mi fidelidad a JP me desbordó en aquella imagen lastimosa que me ofrecía, en aquel lugar sórdido.

Hundí mi cabeza en su regazo, entre la tela oscura, aspirando con ansia y asiéndome con fuerza a sus caderas. No se cuanto tardé en levantar la vista y recuperar el aliento con dificultad. Tal vez para entonces la vida verde se diluía de mi cuerpo, porque me sentí derrotado.

- No se ni donde está ese sitio, ni tengo credenciales, y si no puedo ir de tu parte... - estuve a punto de volver a rozar la punta de su vestido, pero me detuve. - Iré allí, intentaré entrar. Por ti. Pero por favor, JP, no me pidas que... ponme la jaula, por favor. Deja que me guarde eso, solo para ti.

No era gran cosa, pero me haría sentir mejor. en aquel lugar extraño y desconocido. Mi sexo atrapado en el acero y el peso del candado que lo protege. Y la llave cuidada por ella, esperando mi regreso y reservando esa parte de mí solo para ella. Aunque nunca la quisiera, aunque me despreciara. Prefería seguir esperando, era como un dulce sueño, que me embargaba poco a poco, y unido a esa advertencia del peligro - para ella, para mí, para los dos - resultaba, de algún modo, reconfortante.

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28/11/2017, 12:18
JP

Te miró como se mira a un cachorro inútil- vives en el cuartillo Raphel, si puedes quedarte, esta es tu casa- lo dijo con sorna, con superioridad de saber que tu vida dependía de ella en cierta forma. Aun con el dolor cruzando su rostro era capaz de ser una perra fría e insensible. 

Elevó los brazos como si no quisiera tocarte cuando hundiste el rostro en su regazo, oliendo los restos de aquel líquido verde que hacía nada habías bebido de aquel pequeño vaso de chupito. No sabías si ella consumía de aquello, nunca te acompañaba. Musitó algún improperio por el tono de voz usado en una lengua que desconocías. Te llamó un par de veces pero sonaba lejano y demasiado bien, estar sobre ella, aunque fuese solo sobre la tela te dejaba notar ligeramente el calor de su cuerpo, el de sus entrañas. Levantaste la vista al final y te ganaste un bofetón con cierta fuerza, lo justo como para picar más que doler- lo pensaré, aunque de poco igual sirves si...-pareció pensar algo- si...serás un reto para ella.- te miró como se mira a la carne cuando vas al supermercado, pensando en que platos poder cocinar contigo, un ser muerto y aprovechable. 

Miró la mesita de noche- abre el primer cajón- aquel que estaba lleno de ropa interior- hay un bote negro opaco y una jeringa, hoy....tendrás un regalo extra- en el tiempo que tardaste en encontrar aquello ella se deshizo de parte del vestido por encima de la cintura y se colocó un camisón negro encima, largo, ancho y para nada entallado que dejaba entrever las curvas de su pobre cuerpo.- ven- sabías lo que tocaba y eso, si iba a ser bueno. Elegir donde lo querías para que al ser intravenoso el efecto fuese mas potente pero luego mas mortal, ella se ocuparía de pinchar tu piel, de apretar lentamente el émbolo- ya tienes una entrevista concertada...solo tienes que caerle bien...como sea. Hacen entrevistas a sus posibles clientes, si hace falta te pagaré la primera sesión, pero...-se te quedó mirando- hazlo bien...

 

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28/11/2017, 20:19
Raphel

La bofetada había zanjado la conversación así que me propuse mantenerme fiel y leal a ella, mi reina, mi diosa, y pronto mi esposa, pasara lo que pasase. Más allá de mi cuerpo, o de lo que JP decidiera para los próximos días, yo mantendría mis pensamientos junto a ella.

Pero si el escozor cálido de mi mejilla apenas me distrajo de mi determinación, rebuscar en el cajón entre sedas y encajes raídos hasta encontrar el bote y la jeringa que me indicaba fueron razones mucho más poderosas para olvidar todo lo que esperaba fuera de aquella habitación pequeña y de aire viciado. Solo abrir el cajón ya alimentó mis sentidos hasta un punto apenas soportable. Un fuerte aroma a ella me invadió, más real e intenso que su propio cuerpo que yacía a mi lado, vacío.

Solo fui capaz de cerrar el cajón porque sabía egoístamente que lo que aguardaba también me era muy deseado. Con miedo de mi debilidad rechacé la loca y fugaz idea de que lo deseaba más que a ella. Le tendí la jeringa y el bote y me acerqué, tembloroso. Desabroché la camisa oscura y me la quité lentamente. Le ofrecí mi costado y levanté el brazo izquierdo, de modo que mi axila quedó expuesta a su mirada y su aguja.

Tal vez no prestaba la atención suficiente a las indicaciones de JP. Tal vez no merecía ese regalo extra. Me estaba cuidando, estaba siendo generosa, incluso dispuesta a gastar su dinero, y yo solo pensaba en sentir el aguijón que me iba a alejar de todo. A punto de bajar el brazo y salir huyendo, giré la cara lo justo para cruzarme con sus ojos envueltos en un maquillaje ya deslavazado. - Tú la conoces, no? Dime algo más sobre ella, qué le gusta, qué busca, y no fallaré. ¿Cuándo es esa cita? - No me importaba. No me importaba nada de lo que me dijera, solo que no cambiara de opinión y mi anhelo volviera a quedar guardado en su cajón. Me mordí el labio y quise apartar mis pensamientos, muy lejos, donde ella no pudiera adivinarlos.

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29/11/2017, 21:03
JP

Volviste tras lograr cerrar el cajón lleno de telas nuevas y viejas, uno que te devolvía al sueño velado que aun se paseaba entre los pasillos de tu mente. Con toda la tranquilidad del mundo introdujo la aguja por el corcho que estaba de tapón, uno viejo o al menos lo parecía por el aspecto para luego tomar una pequeñísima dosis, menos de diez gotas. Te miró de reojo, tu cuerpo enjuto comparado con los de los demás, pero ella había dicho en una ocasión que no le gustaban los músculos, y tu parecías mas una chica que otra cosa. "Tienes el rostro aniñado, las pestañas alargadas, los labios hinchados y maneras de maricón, como pretendes que tan siquiera te mire como a un hombre" fueron sus palabras en su momento, pero luego, aun con eso, se permitió el lujo de agregar algo "prefiero tenerte a ti como criado antes que a uno de esos que van todo el día con la polla dura" No sabías si aquello te hundió en su momento por hacer referencia al incidente donde os conocisteis o solo alimentó las ganas de demostrarle que se podía equivocar. Aunque claro...

La fría aguja tocó tu piel, tanteando ella con sus fríos dedos el mejor lugar, buscando mientras pellizcaba la zona para encontrar la arteria Axilar.- No te muevas...- no había terminado de hablar y ya notabas la aguja entrando en la piel, desgarrando con dulzura esta, apenas en un suspiro hasta que el líquido comenzó a introducirse en tu cuerpo. Las escasas gotas parecieron torrentes y mientras la piel comenzaba a arder y los primeros síntomas te alzaban de nuevo ella habló tapando la aguja y guardando ambas cosas debajo de su almohada. 

Le gusta hacer daño, y a ti te gusta que te lo hagan...¿qué mas puede venirnos bien?-sus ojos vidriosos te miraron, y se dibujó una tenue sonrisa proterva.- en dos días...

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30/11/2017, 10:31
Raphel

Sentí el leve aguijonazo en mi costado y el sopor en el que empezaba a languidecer se esfumó de pronto. Y no solo eso. Cerré mis ojos y en la oscura pantalla de mis párpados comenzaba una secuencia llena de vida y colores. Aspiré hondo y cuando los abrí, a punto de perder el equilibrio, la sucia habitación había reverdecido y ahora la luz que se filtraba por la escalera iluminaba el cuartucho como un prado al sol en primavera.

Suspiré y me recosté a su lado, levantando mi mano y comprobando que pesaba varias toneladas, pero un hormigueo que se extendía por ella, por todo el brazo, todo el cuerpo, hasta la punta de los dedos, me daba fuerzas para levantarlo, me daba fuerzas para cualquier cosa que me propusiera.

Mi mano acarició lentamente el antebrazo de JP y lo recorrió hasta su muñeca huesuda y avanzó por la tela del vestido, hasta encontrar su final. Allí estaba, podía olerlo, picante, salado, amargo y más dulce que la miel más pura. Flujos, sudor y orina. Estaba todo, y lo quería para mi. Tiré con cuidado de la tela y la esquina de un muslo lacerado y tullido me animó a continuar.

¿Dolor? Sí, por qué no. En ese momento, me era ajeno del todo, me adentraba en un universo en el que, estaba seguro, no existía el dolor. Pero sabía bien a qué se refería. El cuerpo tenso, la quemazón que se extiende, la incertidumbre del siguiente golpe. Crees romperte, no resistirás ni uno más. Pero siguen llegando y aguantas en pie. El cuerpo está forjado para superar los límites. Y tú tienes mucho que sufrir, hay cosas que no se borran sino con tiempo y paciencia. Y perseverancia.

Por eso la mente sufre más que el cuerpo. El maltrato, los insultos, el desprecio, sentirte obsrvado, las risas, la humillación. JP lo ha visto en mi interior, toda mi oscuridad. Y me ha dado todo eso y más. Ahora tengo el modo de devolverselo y liberarla en parte de su dolor. El dolor... cada vez más lejano en esta habitación. Y mis dedos ya sienten cada vez más cerca su calor, el que yo anhelo.

- ¿Dolor? Ja! Aguantaré lo que sea, tendrá una putita nueva en su local de mierda. Una de lujo. O la más arrastrada - mis ideas rebotaban dentro de mi cabeza, de un extremo al otro como pelotas que nunca llegan a chocar entre sí. - ¿Qué más? Que pida lo que quiera, lo tendrá. Pero yo se lo sacaré todo, y lograremos tu venganza.

Qué palabra esa. Solo pensar en ella la imaginación revive, pero al pronunciarla... oh, entonces sientes el poder. El objetivo fijado, el camino marcado, la paciencia, el engaño, el instrumento y el momento: ese instante previo en que tu víctima - es tuya, un pajarillo asustado - descubre que es demasiado tarde, que alguien mejor, más listo y más fuerte ha llegado para poner las cosas en su lugar.

JP lo logrará, porque yo puedo con todo si ella está a mi lado. Y lo está, tan tan cerca que la huelo.

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02/12/2017, 19:10
JP

La piel estaba destemplada, como casi siempre que la tocabas. Alguna vez incluso habías pensado que estaba realmente enferma pero de otra cosa, o que no fuese humana. Llegaste hasta la muñeca mientras ella te miraba con el ceño fruncido, sin entender a que venían tantas libertades que te estabas tomando. Pasaste los dedos apenas por la carne herida y algo hinchada mientras avanzabas con una fuerza rara en ti. Quizás sería lo que te había metido, que te estaba subiendo a donde no recordabas haber estado. Hasta las formas empezaron a cambiar un poco. Todo era algo mas sinuoso, los colores mas brillantes, podías escuchar su corazón latiendo, como si estuviese al compás de alguna antigua canción. 

Creíste escuchar su voz, pero estaba lejos, y la carne tan cerca...Ella mencionó el dolor y tu le seguiste el juego, porque de eso sabías, mucho. No había nadie como tu, eso lo tenías claro. Habías aprendido con ella el arte de ser no mas que un juguete roto en las manos adecuadas. Podías dedicar tu vida a ser un despojo bonito, un florero, la carne que se abre mil veces para saciar las ansias de otro. Joder, era tu destino. 

JP tenía curiosidad de ver hasta donde te llevaba aquel coraje imbuido en mitad de la noche, del verde en tus venas, así que no se resistió, por ahora.-¿Cómo te sientes?- La voz te llegó distorsionada mientras todo vibraba y se descomponía en mil cariz diferentes, donde no lograbas ver nada, y a la vez, lo veías todo sin nitidez alguna. Pero era de ella ¿Verdad? De quien más si no...no dejaba entrar a nadie en su habitación, al menos que fuese importante. Aquel no era un lugar de placer como el sótano.  

 

Notas de juego

*se lo había quitado, lleva un camisón negro, amplio. 

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04/12/2017, 09:38
Raphel

Siempre fría pero ardiente para mí, tocar la piel de JP era una extraña sensación, en la que mi propia aprensión y ansiedad me agudizaban los sentidos hasta percibir cada poro suyo de una forma tan viva que a veces me engañaban. Así que su piel ardiente me quemó como hielo cuando retiré más la tela negra y planté mi mano en su muslo.

Apenas logré avanzar unos centímetros y la retiré tan rápido como había llegado allí. Conseguí despegar la vista de esa piel pálida y entonces caí en la cuenta de que la habitación perdía todos sus ángulos y se convertía en una bola enorme que lo engullía todo: la cama, la cómoda, la puerta del baño - ¿estaría pasando aquello al otro lado también? ocurriría en todo el mundo? Pero ahora lo recordaba: no había más mundo que el de esa habitación.

De un momento a otro la bola iba a comenzar a girar así que me agarré con fuerza al borde de la cama, pero en lugar de un torbellino que lo arrasara todo como esperaba, se trataba de un suave balanceo, mareante y cálido. Busqué mi camisa para descubrir que ya me la había quitado para ofrecer mi costado a JP, así que me quité con torpeza el resto de la ropa y desnudo me agaché junto a ella de nuevo, buscando el camino que poco antes había dejado atrás.

Esta vez su contacto no me repelió. - Siento... que vamos a volar, juntos - Su voz sonaba extraña, ajena, pero también la mía. O eran otros quienes hablaban? Boqueé buscando el aire, llené mis pulmones y me siguió pareciendo poco, Podría ahogarme en cualquier momento de pura excitación. Acaricié sus muslos - lo que quedaba de ellos, cortados cada uno a diferentes alturas - los separé y busqué el lugar donde todo se unía. El camisón ya no cubría nada, arrebujado a la altura del ombligo y dejando ver la carne flácida del vientre. Me fijé en mi propio cuerpo, tan borroso como ella misma, como la bola que seguía girando, pero más firme, más definido, más joven, Apenas bronceado, sin una sombra de vello que molestara, incluso con la polla despertando. Sentí el deseo que avivaba en los demás, comprendiendo lo que tantas veces había visto en las miradas. - Fóllame. Fóllame por favor!! - Mis uñas recortadas se cerraron sobre sus caderas, con toda la fuerza de mi ansia ciega.

 Siempre fría pero ardiente para mí, tocar la piel de JP era una extraña sensación, en la que mi propia aprensión y ansiedad me agudizaban los sentidos hasta percibir cada poro suyo de una forma tan viva que a veces me engañaban. Así que su piel ardiente me quemó como hielo cuando retiré más la tela negra y planté mi mano en su muslo.

Apenas logré avanzar unos centímetros y la retiré tan rápido como había llegado allí. Conseguí despegar la vista de esa piel pálida y entonces caí en la cuenta de que la habitación perdía todos sus ángulos y se convertía en una bola enorme que lo engullía todo: la cama, la cómoda, la puerta del baño - estaría pasando aquello al otro lado también? ocurriría en todo el mundo? Pero ahora lo recordaba: no había más mundo que el de esa habitación.

De un momento a otro la bola iba a comenzar a girar así que me agarré con fuerza al borde de la cama, pero en lugar de un torbellino que lo arrasara todo como esperaba, se trataba de un suave balanceo, mareante y cálido. Busqué mi camisa para descubrir que ya me la había quitado para ofrecer mi costado a JP, así que me quité con torpeza el resto de la ropa y me agaché junto a ella de nuevo, buscando el camino que poco antes había dejado atrás.

Esta vez su contacto no me repelió. - Siento... que vamos a volar - Boqueé buscando el aire, llené mis pulmones y me siguió pareciendo poco, podría ahogarme en cualquier momento de pura excitación. Acaricié sus muslos - lo que quedaba de ellos, cortados cada uno a diferentes alturas - los separé y busqué el lugar donde todo se unía. El camisón ya no cubría nada, arrebujado a la altura del ombligo y dejando ver la carne flácida del vientre. Me fijé en mi propio cuerpo, tan borroso como ella misma, como la bola que seguía girando, pero más firme, más definido, más joven, Apenas bronceado, sin una sombra de vello que molestara, incluso con la polla despertando. Sentí el deseo que avivaba en los demás, comprendiendo lo que tantas veces había visto en las miradas. - Fóllame. Fóllame por favor!! - Mis uñas recortadas se cerraron sobre sus caderas, con toda la fuerza de mi ansia ciega.

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04/12/2017, 19:23
Raphel

Notas de juego

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04/12/2017, 19:39
JP

Se quito la ropa, como si fuese un pato mareado. No sabía que pretendía, pero de hecho me lo estaba poniendo muy fácil. Tenía la mano cálida si lo comparamos con mi piel, que debido al frio y la falta de sangre en algunas partes...bueno, costaba mantenerla caliente. Volar. Una suave sonrisa de lo más divertida, pero que quizás el no recordase después se formo en mis labios tensos y secos.- Juntos...quizás, aunque seguro que tu si.

El no escuchó el pestillo echarse, mientras se aferraba a los muslos de aquella que le iba a traer el cielo, a su manera. Aferrado a su carne notó algo a la espalda, como una sensación, una necesidad de no girarse, y una adoración sin igual por parte de aquella que ahora le instaba a que ascendiera por su cuerpo, dejando que la locura lo consumiera.- ven aquí Raphel...- enseñó el dedo donde estaba la llave, mientras atrapaba tus hombros como si en verdad necesitase que lo demás dejase de funcionar, solo atrayendo tu cuerpo desnudo, exacerbado y embelesado por su ropa a medio alzar, donde aun la tela guardaba el secreto de su entrepierna. 

Los colores giraron, las esquinas rotaron, se difuminaron como si estallasen en mil pedazos que solo podían explotar por la presión mientras tu cuerpo apenas era una pluma y te alzabas, volando sobre un cuerpo templado que a veces odiabas, y a veces amabas. Los frotes, los susurros entre varios, que a veces eran tuyos o de ella, pero que no te llevaba mensaje claro alguno. Notaste las manos, una, dos, ¿tres? Daba igual, aquello era lo mejor. Y cuando quizás, solo quizás te atreviste a buscar más, encontrándote solo con negativas suaves de poseer el cuerpo de JP vino la ascensión en forma de dolor. Un dolor lacerante que te desangraba por el costado, entre las costillas y que te llevó a desperdigar la simiente por encima del camisón oscuro mientras apenas podías contener tu propia vida. 

Caíste sobre las sábanas, con retortijones de placer que no comprendías, infinitamente cansado, mientras aun todo daba vueltas en tu mente y no le encontrabas sentido a nada, más que al reflejo acuoso entre las arrugas de la ropa de tu dueña, impregnadas de ti. Tus ojos se cerraron, para despertar al poco, o eso creías tu, solo en la habitación, entre las sábanas arremolinadas que te tapaban.