Partida Rol por web

Cuando abrió la puerta, el olor agrio a sudor y humo le abofeteó la cara. Entró en la taberna de mala muerte donde le habían dicho que tenía que estar, y ya era casi la hora de la cita.

Arsmetálica, la ciudad de la tecnología. Si no fuese por que necesito el dinero, el Emperador puede estar seguro de que no estaría aquí. ¡Y menos en la taberna más sucia y con la clientela más asquerosa de toda la subciudad!

Se armó de seguridad y entró en el local. Según se dirigía con paso rápido hacia la barra, un hombre le tocó el culo.

-Hey, ¡lo que le haría yo a ese culito!

Los que estaban con él en la mesa rompieron a carcajadas. Lo siguiente en romperse fue la jarra del sujeto en su cabeza.

-¿Algún gracioso más en la sala? Porque esto era un aviso, ¡pero al próximo lo mato!

La cara de sorpresa de los compañeros del desdichado fue digna de contarse, pero al momento volvieron a reir, junto con el resto de la taberna. Matar a alguien o amenazarle con ello era el pan de cada día en la subcolmena.

-¡Cuidado todo el mundo! ¡Una peligrosa dama de la superficie ha entrado! ¡No os acerquéis mucho a ella si valorais vuestras vidas! ¡JAJAJAJA!

Frustrada por no ser capaz de imponer respeto a los despojos de la sociedad, Lyra llegó a la barra. El camarero despachó al cliente con el que estaba rápidamente y se acercó a ella.

-Tú debes de ser Lyra, ¿me equivoco? Me llaman Mulo. Si vienes a la parte de atrás del local podrás sentarte un rato y tomar algo tranquilamente mientras llega el objetivo.

Lyra se giró comprobando que los hombres que antes se habían reído habían vuelto a sus conversaciones. A pesar de todo miró en derredor, como absorviendo cada diminuto detalle de la estancia, cada posible vía de escape en el caso de que fuera necesario llevarla a cabo.

!Maldita escoria! Si pudiera les daría a estos cerdos lo que se merecen. Pensó mientras acariciaba su cuchillo.

Se volvió y tras echarle un vistazo rápido de arriba a abajo al camarero y juzgar que era digno de su confianza dijo:

-Así es Mulo, soy Lyra. Te acompañaré y sírveme lo mejor que tengas. -Se inclinó para acercarse a él -Pero antes, dime ¿hay algo interesante que deba saber sobre el objetivo?-Dijo esto esbozando una píacara sonrisa a la vez que hacia sonar disimuladamente su bolsa de oro.

Mulo se extrañó ante la proposición:

-Perdona Lyra, creo que aun no te han contado como funcionan las cosas aquí en la subcolmena. El dinero no vale nada, a mí me pagan en protección. Pasa y te explicaré lo que pueda.

Te hizo pasar detrás de la barra, donde una puerta llevaba a la cocina. Allí te indicó que te sentaras en una silla.

El habitáculo era pequeño, con paredes desnudas cuviertas por algunos destartalados armarios. Había un fuego encendido a punto de extinguirse al otro lado de la estancia, en una rudimentaria chimenea.

-Siéntate y escucha. El tipo que te ha contratado ya sabes quién es, y su nombre no debe pronunciarse aquí abajo. -Supones que se refiere al Inquisidor Barbosa, el hombre que te compró a tu tribu hace unas semanas.- Si le sierves bien y eres leal a su institución, verás que muchas puertas se te abren en esta sociedad. Pero para entrar en su club, siempre hace pasar una prueba extra antes de presentarte al examen. La tuya es proteger al objetivo mientras realiza su misión. Después deberás escoltarlo hasta el punto de entrega. ¿Parece fácil, verdad? Pues no lo creas. Ese tipo no acepta a cualquiera como su discípulo. Vigila bien al objetivo, porque si fracasa o muere... mejor ni pienses que eso puede suceder.

Mientras te decía todo esto, te servía una jarra de un extraño licor y te ponía una hogaza de pan seco con derivado de carne en la mesa.

-Come, a esto invita la casa. Pero yo que tú no bebería mucho; aunque es lo mejor de los alrededores, es más veneno que cerveza. Ahora tengo que atender a la clientela. Te avisaré cuando aparezca el contacto.

Y dicho esto cogió un par de jarras limpias y salió de la habitación

 -¡ESPERA!. No me ha dado tiempo ni a agradecérselo.

Lyra tomó asiento con resignación, iba despacio contemplando la estancia. Dirigió su mirada hacia la mesa donde reposaba la comida y empezó a comer mientras pensaba.

¡Qué lugar tan extraño! Lleno de escoria y sitios de mala muerte, no me extraña que Mulo busque protección, de todas formas tendré que agradecerle la información.

Dio un largo trago de aquel extraño líquido y se guardó la hogaza de pan. Tras esto se levantó y exploró la habitación buscando entre los armarios por si hallaba algo que puidera ser interesante, a la vez que grababa cada detalle de la estancia en su mente.

¡Así que ese maldito Barbosa quiere ponerme a prueba antes de trabajar para él!. Bien no me importa, es más, me encantan estos retos, será pan comido escoltar al objetivo pero deberé permanecer encubierta no es conveniente  que se sepa que estoy bajo sus órdenes.

Pensó todo esto mientras impaciente daba vueltas por la habitación, esperando, ideando un plan, simpre alerta por si escuchaba pasos provenientes de la taverna o algún indicio de la aprición del contacto.

Al cabo de un par de horas, Mulo volvió a entrar en la sala. Con él venía un extraño hombre. Vestía una túnica roja escarlata sobre otras ropas del mismo color, demasiado llamativas apra ser un miembro de la secreta orden a la que servirían. Pero lo que más le llamó la atención fue el aspecto de su cara: la mitad inferior de esta estaba cubierta por una especie de máscara de metal, de la que salían dos tubos que desaparecían bajo sus ropas.

-Bien, pasa y preséntate. Ahora te diré lo que sé. Ponte cómodo y te daré algo de comer. Debes estar cansado si vienes desde el templo rojo andando.

Mulo te indica que pases detrás de la barra y que le sigas por la puerta que da a la cocina.

El habitáculo era pequeño, con paredes desnudas cuviertas por algunos destartalados armarios. Había un fuego encendido a punto de extinguirse al otro lado de la estancia, en una rudimentaria chimenea.

Sentada a la mesa, se encontraba una mujer alta y delgada, de piel dorada y pelo negro como el carbón. Un rifle descansaba a su lado, apollado en la silla donde se encontraba. Su cara era de pocos amigos y parecía mirarte seriamente. Por sus ropas, deduces que es un mercenario, ex-miembro de la Guardia, aunque no sabes encajar su procedencia. Desde luego, no es de la ciudad.

-Bien, pasa y preséntate. Ahora te diré lo que sé. Ponte cómodo y te daré algo de comer. Debes estar cansado si vienes desde el templo rojo andando.

-Gracias, pero también tengo prisa la verdad, asique aligeremos un poco.

Dice Raivaros sentandose en frente de la señorita.

-Saludos señorita, soy Raivaros un tecnosacerdote del templo rojo.

Se presenta Raivaros.

Que señorita mas extraña.

 Lyra salió de su ensimismamiento en cuanto aquel extraño entró en la estancia. Se fijó en cada detalle de su curioso aspecto, el cual no invitaba a darle confianza precisamente.

¡¿Qué es ese tipo de máscara?! ¿Qué será lo que esconde tras ella?

-¡Saludos Raivaros! yo soy Lyra, de los duros desiertos de Escintila. -Se presentó

-Imagino que sabrás por qué estamos aquí ¿Me equivoco?

-Se por que estoy yo, no por que estas tú. Yo solo necesito información.

Esta humana inferior de cuerpo devil me habla como si fuese su compañero, quizás mi saludo le ha invitado a mas confianza de lo que esperaba.

Dirigiendose a Mulo

-Bueno, le repito que tengo prisa asique aligere la información, no tengo todo el dia.

Mulo suleta una carcajada:

-Jajajja, ¡claro que tienes todo el día! ¡Y más! ¡Puedes tirarte años para encontrar lo que te han pedido! Jajajaja. Si es que existe, claro...

Sirve una jarra de bebida y un poco de comida al sacerdote, y le indica que se siente a la mesa.

-Bueno, al menos ya se vuestros nombres. Ahora os explicaré los detalles. Lyra, tú ya conoces tu misión; éste hombre es el objetivo. No defraudes a tu benefactor, o acabarás peor de lo que puedas imaginar.

-Raivaros... Creo que se algo que te puede interesar. He escuchado a algunos matones del Infierno que una banda especialmente violenta ha encontrado unas antiguas reliquias en su territorio. Los rumores hablan de muchas cosas, pero todos concuerdan en el nombre de la banda: Balas Rojas. No va a ser fácil, asi que si queréis reponer fuerzas esta noche, os puedo dejar dormir en mi casa. También puedo conseguiros armas y municiones, pero entender que un hombre honrado tiene que ganarse la vida.

Al terminar la frase os hace entender que si queréis algo más que descansar y la información, tendréis que llegar a un acuerdo económico con él.

-¿años? tengo que hacerlo en 2 dias. Dime donde estan las Balas Rojas y me iré ahora mismo. Lyra, si tu misión consiste en matar a algien de ahí, te propongo que vayamos juntos.

Dice Raivaros con impaciencia, le dieron una semana, le quedan 6 dias de esa semana, y necesita al menos 3 para llegar a donde tiene la entrega, tiene poco tiempo.

-Claro, iré contigo Raivaros, tengo algunos asuntos que atender allí.

Balas Rojas.... esto va a ser divertido

-Será mejor que nos demos prisa si es que dispones de tan poco tiempo.

-Mulo dinos, ¿Qué tipo de armas puedes prestarnos?- preguntó Lyra deseando ponerse en marcha.

A pesar de los problemas que podría traer aquella misión, Lyra se hallaba impaciente por comenzar.

Mulo sonrió y cerró la puerta de la cocina. Después se acercó a una estantería y la apartó deslizándola hacia un lado, y mostrando así un hueco en la pared. En ese huco había todo un pequeño arsenal: cajas de municiones de todos los tamaños se apilaban en el suelo y distintos armas colgaban de todas partes.

-Tened en cuenta que solo soy un humilde barman, así que no esperéis encontrar nada como un lanzacohetes o cañón láser. También tengo algo más arriba, de mejor calidad y más difícil de encontrar en el mercado, junto con algunas herramientas. No me considero ni mucho menos un armero profesional, pero se hacer algunas modificaciones básicas. Por supuesto, todo tiene un precio, jaja.

-A mi recargame la pistola.

Raivaros le entrega su arma, a la cual solo le queda una bala, y durante toda la hora que está el arma cargandose no le quita el ojo de encima ya que no se fia de Mulo y no quiere que le cambie el arma por otra defectuosa.

Puedes ver tu equipo siempre que quieras en la pestaña "equipo" de la hoja de tu Pj.

Mulo coge la pistola que le tiende Raivaros, la mira, y con la habilidad ganada tras largos años de tráfico de armas en el submundo la desarma rápidamente.

-¡Vaya! ¿Una pistoa láser? No loas veo todos los días... Déjame ver... Parece en condiciones óptimas... -Saca del armario un cargador y lo acopla a la batería- De todas formas, no esperes encontrar este tipo de armas aquí abajo. Los pandilleros siempre usan armas balísticas de fabricación en la ciudad. La carga serán 3 tronos. ¿No quieres algo más? ¿Mejoras? Creo que mis contactos podrían facilitarte otro par de baterías...

-¡3 tronos por una recarga! ja,ja -rió Lyra con un brillo en los ojos.

-De memento yo también necesito recargar mi pistola y mi rifle láser -dice sacando las armas y tendiéndoselas.

-Tampoco me vendrían mal unas baterías extras.... supongo que se encontrarán en perfecto estado, ¿verdad Mulo? -pregunto Lyra sonriendo

-¿Algún rifle balístico que me pueda interesar? Te pagaré bien

Mulo se quedó pensativo.

-¿Buscas un rifle de asalto militar? ¿Un rifle de caza? Creo que ahora no tengo nada en mis manos, pero si me dais unas horas veré que te encuentro. Tengo un amigo que me debe una. Dame un par de horas y te conseguiré algo.

-En cuanto a las baterías láser... Espera.

Mulo salió de la habitación y volvió al cabo de unos minutos con una caja de madera que dejó en la mesa.

-Mira a ver si alguno de estos te interesa. La primera recarga es gratis.