Partida Rol por web

Nerea entró en la cabaña más feliz que unas pascuas. Esta vez había ganado tres de los cinco duelos!! Estaba orgullosa de sí misma, de su mejora, su increíble memoria (y ese pequeño boli pegado a una libreta que la estaba ayudando tanto), y no podía para de sonreír.

- Hechicera! Otra ronda de vudú!!

Y silbando salió de la cabaña para dejar listos a esos piratuchos fantasmagóricos.

Cuando los piratas volvieron a la cabaña de la hechiera vudú, esta discutía con Guybrush las consecuencias económicas y sociales de la restauración del grog verdadero en las Islas del Caribe. Mientras tanto, Bookan atendía a Pircam que se había hecho un pequeño rascazo en el dedo meñique y le ponía una tirita de Bob Esponja después de soplarle en la herida repetidamente.

La hechicera rehizo el hechizo a las espadas y les advirtió con un comentario.

- Apena' me quedan ingrediente' para repeti' el hechizo vudú. Debéis terminar con ello' cuanto ante' o no' quedaremo' sin opcione'...

Nerea había empezado fuerte esta vez, ganando con mucha ventaja en los dos primeros combates. Decidió que la aburría ganar siempre, así que se dejó ganar en el tercero pero volvió a ganar en el cuarto combate. En el duelo final, el pirata fantasma gritó de repente:

- Mira, un mono con tres cabezas!!- Y Nerea, que ya estaba un poco cansada, miró instintivamente, bajando las defensas y recibendo una herida en el antebrazo izquierdo y en su orgullo. Su distracción la hizo perder el último duelo.

Rasgó un trozo de su camisa para vendarse la herida y se dirigió a recargar su espada vudú. Aunque estaba muy contenta con su marcador 3-2, la herida en el brazo había sacado a flote su vena vengativa...

-Acabaremos con esos jirones de niebla que se creen piratas!!- Anunció mientras entraba en la cabaña de la hechicera, para dar ánimos también a sus compañeros.

Yimbo llegó totalmente sulfurado y sacando humo por las orejas.

- ¡Me ha tenío que tocá el pirata fanta'ma má' listo de la cla'e! -protestó mientras le daba la espada a la hechicera para que se la recargase de nuevo- El muy... ¡empollón! ¡Se las sabía toda'!

Yimbo había soñado con un retorno triunfal en el que todos los piratas fantasmas habrían sucumbido ante su destreza con la espada vudú. Su madre se sentiría muy orgullosa de su hijo pródigo y se ganaría el respeto de sus compañeros y de la Capitana. Poco a poco se fue calmando, pensando que podía haber sido peor tal como había empezado el combate. Había ganado los dos últimos duelos, que no era mucho, pero también sumaba.

Greg llegó un poco más tarde, había dado un rodeo a la vuelta para pasar por cierto lago...

¡Grogman vuelve victorioso! ¡Tres a dos, vamos mejorando! Y porque a esta espada se le han acabado las pilas vudu, que si no llegaba hasta... uh... hasta... ¿a donde íbamos?

El insulto de Wash hizo impacto directo en el orgullo del pirata fantasma y lo hundió en la miseria.

- Y no vuelvas.- sentenció, mientras enfundaba su alfanje vudú.

El último de los piratas fantasma fue derrotado por Wash, dejando vía libre a los piratas para acceder a la cueva que la hechicera les había indicado. Allí se dirigieron Nerea, Wash, Greg, Yimbo, Bookan, Pircam y Guybrush.

La cueva se ocultaba tras una espesa capa de niebla que la envolvía en un denso manto de misterio. Por si esto no fuera suficiente, a medida que se acercaban, una inquietante música de violines terminaba de ambientar el acceso a la caverna.

De alguna forma, Bookan se hizo con un par de antorchas prendidas que utilizaron para adentrarse en las profunidades de aquella montaña. Lo hicieron a tientas, despacio, conscientes de que detrás de cada roca, de cada esquina, algún hechizo vudú o pirata fantasma podía estar acechándolos. Finalmente, tras un par de minutos adentrándose más y más, llegaron a lo que parecía el final de la caverna, donde un enorme cofre descansaba entre telas de araña y polvo acumulado durante años.

Guybrush se adelantó al resto, y con paso seguro alcanzó el cofre. Tras unos segundos de tensa espera, el legendario pirata abrió el baúl para revelar su contenido: Un paquete compuesto por una serie de cilindros atados entre sí junto a una colección de siete jarras de grog de un color verdoso.

- No recuerdo por qué guardé esto aquí -comentó Guybrush entonces.

Se encogió de hombros, repartió las jarras entre los siete piratas que allí se encontraban y se guardó el artefacto explosivo en el bolsillo como si de una simple cartera se tratara (o un recogeplátanos, o un bastoncillo gigante...).

Se dirigieron entonces al lago, guiados por Greg, que guiado por su olfato especialmente sensible al Grog lo localizó en apenas un minuto. Se acercaron a la orilla, y cada uno de ellos llenó su jarra con el grog del lago. Brindaron por la piratería, el vudú y los monos de tres cabezas y bebieron todo el contenido de sus jarras. Cantaron canciones piratas y se insultaron repetidamente recuperando de pronto esa esencia pirata que les había abandonado años atrás.

Se dirigieron a una de las cavernas subterráneas del lago, localizaron uno de los puntos céntricos y colocaron los explosivos. En ese momento, Guybrush tomó la palabra.

- Me temo que tenemos un problema -dijo como quien no quiere la cosa -Este explosivo no tiene mecha. Se activa al echar grog sobre él y decir "Explota, explota, hasta que mi flota esté rota".

Un incómo silencio siguió a aquella infantil rima.

- ¿Qué? No se me ocurría otra cosa cuando lo hechizamos-se defendió Guybrush.

A continuación tocaría decidir quién se quedaría a activar la bomba.

- Me ofrecería voluntario, pero he dejado un pollo en el horno y no quiero que se me queme... -comentó.

Yimbo tragó saliva al conocer cómo se activaba el explosivo. Todavía estaba un poco mareado por la reciente juerguecilla y no se encontraba nada cómodo.

- Y supongo yo que e'e conjuro e'tará preparao pa que cuando se eche el gró encima y se pronuncien la' palabra' mágica', la dinamita aún tarde un buen rato en explotá, pa que te dé tiempo de huí... ¿no?

¿O también te olvida'te tú de e'e detalle? -le preguntó a Guybrush, cada vez más arrepentido de haber malgastado su infancia idolatrando a alguien como él.

- Y yo me he dejado el carnet de manipulador de explosivos en la guantera del barco.- soltó el capitán Wash haciéndose el sueco mientras una gota de sudor le corrió por la sien.

Greg, que había seguido con aire ausente la conversación se dio cuenta de que se esperaba algo de él, en concreto que escurriera el bulto.

Escanciar grog sobre explosivos, me ofrecería voluntario para tal honor, pero por desgracia lo prohíbe mi religión...

Wash giró lentamente la cabeza hasta quedarse mirando a la capitana Jenkins. Expectante e inquisitivo, su sonrisa de oreja a oreja como si fuera el Grinch a punto de estropear la navidad. -Capitana, creo que le corresponde a una heroina de su talla (y me refiero al tamaño de su arrojo y valentía) el enfrentarse a esta tarea.-

- En primer lugar, Sr. Wash, no he logrado mi fama de terror de los mares del Sur por mi carácter altruista precisamente, sino por robar, saquear y matar sin piedad-respondió Nerea con una voz suave pero amenazante al maldito mono, que seguramente ya se estaba regodeando en la idea de quedarse de capitán del barco.- Aún así, está claro que alguien va a tener que hacerlo...-y mirando con mala leche al mono sanguinario, dijo como si no fuera con ella: -Puesto que soy la más mandona, digo, la que está al mando como capitana, sugiero echarlo a suertes. Dado que todos los presentes han sido grandes aventureros, incluso el grumetillo Yimbo tiene un pasado curioso, propongo que cada uno exponga detalladamente el motivo por el que merece salir de aquí con vida, pero no me vale con una frase...el señor Guybrush juzgará quién de los presentes es el más prescindible, y por tanto, se queda para detonar los explosivos!

Y dicho esto, se quedó con los brazos en jarras, a la espera de lo que pensaban los demás sobre su propuesta (maldita democracia, así no tenía gracia ser capitana!)

Pircam empezó hablando antes que los demás.

- Quiero recordar que mi pertenencia a esta tripulación es circunstancial. Únicamente he venido para ayudar a recuperar el suministro del Grog Verdadero. Ahora que ya hemos descubierto este lago y esta isla, no es asunto mio terminar con LeChuck. Es más, si hacemos que llueva Grog en todo el Caribe, nadie vendrá a beber a mi taberna Medio Barco en Meleé Island™.

Y dicho esto se cruzó de brazos dispuesto a escaquearse.

Bookan tomó la palabra en cuanto Pircam se lo permitió.

- Veréis. Nada me haría más feliz que detonar este explosivo. De hecho, soy un ferviente amante de los explosivos. Lo que ocurre es que desde pequeño, soy tan fan de las cosas que explotan que un día me explotó un petardo del siete justo delante y desde entonces he desarrollado una peligrosa alergia a las explosiones y al fuego.

Hizo una pausa mirando hacia los demás.

- En serio, se me irrita la piel cuando entra en contacto con el fuego y me entran picores y se me reseca con las explosiones...

-Yo pertenezco a una especie en peligro de extinción. El mono de culo azul de las selvas de Borneo. No sólo mi muerte si no también el ponerme en peligro supone un delito contra la naturaleza perseguido por todos los siete mares. Además de estar mal visto.- y dicho esto quedó dispuesto a bajarse los pantalones para demostrar el color de su culo.

 - Yo no puedo moríme todavía póque si no de'aparecería una e'tirpe milenaria de hechicero' vudú de la cual soy el único heredero.

Así que, ha'ta que no haya encontrao una mujé, formao una familia y tenío mi' propio' retoño' que prolonguen la saga, de encendé explosivo que te explotan en lo' morro', nada de nada -el joven se cruzó de brazos, muy serio, dejando ver el filo de su cuchillo y sus poderosos bíceps.

- Y hablando de vudú... se me ha ocurrío que quizá' podría yo intentá cambiá el conjuro... -rápidamente sacó de su hatillo el libro de recetas vudú y se puso a hojearlo- ... a lo mejó lo podría cambiá pó algo así como... "E'talla, e'talla, pero e'pera a que yo me vaya" -El nuevo conjuro sonaba igual de ridículo que el otro y, probablemente, que Yimbo intentase cambiarlo era aún más peligroso que recitar el original pero, aún así, el muchacho quería arriesgarse. Debía demostrarse a sí mismo que por su sangre fluía realmente el poder de sus ancestros.

Yimbo se dio cuenta de la desconfianza que produjeron sus palabras y de cómo todos pasaban de su idea y continuaban en su ardua labor de pasar desapercibidos.

El muchacho no se dejó amilanar, se descolgó la pata de pollo (de goma) y comenzó a agitarla sobre su cabeza, mientras salmodiaba palabras ininteligibles (para impresionar, pues no significaban nada) y buscaba a toda prisa entre las páginas del libro algo que le sirviera para sustituir el conjuro.

Nerea, viendo la sarta de tonterías que ponían todos como excusa para no hacer estallar el explosivo, se sintió mejor, puesto que no tenía precisamente una razón mejor que la de los otros. Aún así, se armó de valor y dijo:

- Bueno, mi caso claramente es diferente al vuestro, dado que en primer lugar, soy la única capitana del grupo, y vais a necesitar un capitán que os saque de aquí en un barco. En segundo lugar, soy la única capitana pirata de los mares del Sur, así que se os tirarían encima los sindicatos piratas y los de la ley por la igualdad de género en la piratería -(que dicho sea de paso, me parece una chorrada, pero me va bien para justificarme, pensó Nerea).- Pues eso, marineros, que me necesitais para salir de aquí cuando el explosivo sea detonado.

Y poniendo su pose de capitana pirata sexy, cruzó los dedos, esperando que colara.