Partida Rol por web

Unos instantes después de completar la receta del diario, el recipiente comenzó a expulsar humo y a burbujear. La actividad de la receta se intensificó hasta tal punto que produjo varias explosiones que hicieron temblar la embarcación entera. Tras unos segundos las explosiones ganaron en fuerza hasta que se produjo una especialmente violenta. El barco   dio una enorme sacudida y pronto todo se calmó. No había explosiones, no había zarandeos. Ni siquiera se ntoaba el ir y venir de las olas.

En ese momento, Nerea tuvo una sensación familiar. Caminó por el barco hacia la cubierta y sus sospechas se confirmaron allí. El barco había salido disparado y ahora atravesaba los cielos descontrolado.

Era una plácida noche en la VERDADERA Monkey Island y dos de sus habitantes piratas-fantasma descansaban sobre unas rocas junto a la playa mirando hacia el cielo nocturno.

- Oye, Marcus.

- Dime, Brad.

- ¿Crees que habrá algo después de la muerte?

- Ya estamos muertos, Brad.

- ¡Oh! Es cierto. Aún no me acostumbro.

El silencio se prolongó durante varios segundos hasta que fue roto de nuevo por Brad.

- ¿Y cuantes estrellas crees que habrá en el cielo?

- No lo sé.

- Ahm. Oye, Marcus ¿Un objeto llameante  en el cielo? ¿Qué es?

- Es el sol, Brad, el sol.

- Ahm... Pues es la primera vez que veo el sol en plena noche, Marcus.

- ¿Ein?

Un objeto incandescente surcó el cielo para finalmente impactar a unos veinte metros de ellos y hacerse añicos.

- Marcus, se ha caído el sol ¿qué vamos a hacer ahora?

- Vamos a informar al capitán, y eso no es el sol, Brad.

Los dos piratas fantasmas abandonaron el lugar internándose en el bosque. Poco después, los miembros de la tripulación del Mono Descabezado comenzaron a salir de entre los restos.

Nerea, tras el vuelo de Mono Descabezado y su impacto contra tierra firme, salió como si nada de entre los cascotes, se irguió y sacudió el polvo de su ropa, como si fuera algo que hacía todos los días. "Pensándolo bien, si que parece que me estoy aficionando a estrellar barcos contra las rocas...debería volver a la vieja costumbre de atracar en el puerto, es más barato!"

Y pensativa aún, echó un vistazo alrededor. En la playa le había parecido ver algo, pero sería su imaginación, pues no había nadie en ella.

- Piratas, creo que hemos tenido éxito y que POR FIN estamos en la ÚNICA Y VERDADERA MONKEY ISLAND (TM)!! Deberíamos de explorar un poco a ver qué encontramos, ¿no creeis? Podemos ir juntos o separarnos, cualquiera de las dos opciones me parecen válidas. Veo a lo lejos una zona de arboleda densa, puede que corresponda a una ciénaga. Voy a acercarme a ver qué puedo encontrar, ¿alguien se viene conmigo? 

Wash recuperó la consciencia unos segundos después. Había aterrizado sobre el trasero de Pircam -Esta forma de fondear se está convirtiendo en una tradición muy molesta. ¡Aparta sabandija!- le espetó al pirata tuerto. 

Echó un vistazo al lugar -Está bien capitana, yo me ofrezco voluntario para visitar el lago.- puso otra vez la sonrisa malévola -Con un poco de suerte LeChuck y la Capitana se matarán entre ellos y yo podré quedarme con sus barcos y sus tripulaciones.- Entonces se dio cuenta que "el mono" era sólo un montón de maderos humeantes. -Bueno, espero que al menos LeChuck tenga un barco.-

Momento resaca, Grog yeah! - Greg se levantaba tambaleándose - Agente, le aseguro que no fueron más de dos copitas de grog... y tengo los papeles del seguro en la otra chaqueta... - Disipándose sus alucinaciones y con el discurso de la capitana Greg empezó a ser consciente de dónde se encontraba.

Repasa mentalmente las opciones que hay alrededor: Seguir a un mono malhumorado y mandón, a una capitana malhumorada y mandona (y no se cual de los dos tiene más pulgas...) o ir por su cuenta. Estaba a punto de decidir ir solo a la caverna pero en ese momento le vino un destello de idea: la capitana en peleando contra otra capitana pirata en el barro de la ciénaga.
Errr... separarse más sería un palo para el master/programador peligroso(*), así que mejor yo también voy a la ciénaga...

Yimbo disfrutó del vuelo mientras duró, que fue poco, y un poco menos del aterrizaje. A Yimbo le resultaba curiosa aquella forma de atracar los barcos que habían adoptado, pero pensó que él nunca sería un gran marino. Con su puesto de grumete iba que chutaba.

Miró alrededor para situarse y al oir la palabra 'ciénaga' se le pusieron los ojos como platos y le entró un pequeño temblequeo. En los profundos pantanos del Caribe era donde las formidables fuerzas del vudú tenían su máximo apogeo y él, eso no se lo podía perder. Emocionado por la perspectiva, balbuceó:

- Yo... yo te sigo también, Capitana... Lo' pantano' son peligroso' y deberíamo' í todo' junto'... hay fuerza' muy mi'terio'a' en ello'... hay que tené muchito cuidao... -explicó con una voz que cada vez se le iba poniendo más ridículamente enigmática.

Bookan tomó la palabra después de que Yimbo se pronunciara.

- Está bien, Pircam, Caralimón y yo iremos con Wash ¡Adelante!

De esta forma, el grupo se separó. Wash, Bookan, Caralimón y Pircam partieron hacia el lago, mientras que Nerea, Yimbo y Greg lo hicieron hacia los pantanos.

El pantano mostraba un lúgubre aspecto en aquella noche. En la playa, el cielo se mostraba igual que su embarcación, estrellado, sin embargo en aquel místico lugar, se limitaba a un oscuro manto que lo cubría todo. Una espesa niebla se acumulaba bajo sus pies impidiéndoles ver con claridad los lugares donde pisaban.

El pantano se extendía hasta donde los ojos alcanzaban y lo único que rompía la monotonía del paisaje era una rústica cabaña de madera, desde donde se adivinaba una luz de chimenea.

El grupo se acercó al lugar en silencio, preocupados de no hacer el mínimo ruido. Se encontraban a escasos metros de la puerta cuando una voz les interrumpió.

- Pasá. O' e'taba e'perando.

La voz procedía de una anciana mujer de color sentada sobre un estrafalario sillón. La mujer vestía un colorido atuendo y contemplaba con detenimiento una gran olla humeante cuyo contenido brillaba de un color verdoso que impregnaba todo el lugar con un brillo sobrenatural.

- Pasá. No tenemo' musho tiempo.

La voz de la mujer recordaba al curioso acento de Yimbo, aunque todos parecieron darse cuenta menos él. Uno a uno, se fueron adentrando en la misteriosa cabaña hasta repartirse por la sala. La mujer los miró, cerró los ojos y se empezó a agitar con preocupantes convulsiones. De pronto paró y habló de nuevo.

- Habei' recorrido un largo camino para llegá ha'ta aquí. Habei' seguido la' pista' del gró falso y habei' de'cubierto la pantomima de LeChá con la i'la falsa. Sin embargo, e' ahora cuando empieza el verdadero peligro...

La mujer cogió aire con cierta dificultad. Evidenciaba preocupantes problemas respiratorios aparentemente provocados por los gases expulsados desde su olla.

- O' contaré el origen de todo e'to. Todo comenzó hace má' de diez años. LeChá había sido derrotao en numerosa' ocasiones por Guybru' Thripgu. Cansao de verse siempre humillao, el pirata fanta'ma decidió prepará un intrincado plan para dominá todo el Caribe y quedarse finalmente con Elayne. Para ello, empezó por sacá de en medio a Guybru'. Me secue'tró y me robó un libro vudú. Lo utilizó para hechizar a Guybru' y lo encerró en un pergamino mágico. Nadie sabe donde está, pero algo me dice que má cerca de lo que pensamo'.

La mujer tosió de nuevo y se aclaró la garganta antes de proseguir con el relato.

- Lechá de'cubrió que la fuente de la fuerza, la crueldá y la agresividá de lo' pirata' residía en el gró que bebían, así que decidió sustituí el grog de todo el Caribe por otra su'tancia elaborada a base de leche de'natada, soja, zumo de papaya, agua y miel. Secue'tró al proveedor principá de gró y lo su'tituyó. Hechizó la i'la de Monkey i'lan y la reemplazó por otra. Lo' pirata' empezaron a perder energía, crueldá y agresividá, y LeChá acumuló todo el gró para sí en e'ta i'la y planeó someté a todo' lo' pirata.

»Pero algo ocurrió, que LeChá no había previ'to. Lo' titanes se de'pertaron.

Un escalofrío recorrió a todos al oir aquellas palabras ¿Los titanes?

- Lo' titane' son gigantesca criatura' milenaria'. Su' cuerpos eran demasiado grande' para sobreviví de modo que un día decidieron retirarse al mar. Se sumergieron en el agua y con el paso de lo' años, su' cuerpo' se petrificaron, dando lugar a las i'las del Caribe. Sí, señore', Meleé Island, Monkey Island y toda' la' demá son criatura' gigante' petrificada'.

»E'tas criatura se mantenían dormida' gracia' al gró que se consumía en todo el Caribe, pero desde que el gró dejó de consumirse, lo' titanes empezaron a de'pertar. De ahí lo' temblores que habéi' notado.

La hechicera tosió preocupantemente y a continuación guardó silencio entonces, esperando que le hicieran alguna pregunta.

Wash, Bookan, Caralimón y Pircam avanzaron bordeando un denso bosque hasta llegar a un enorme lago. Contemplaron el gigantesco lago y percibieron un extraño pero lejanamente familiar olor. Se acercaron a la orilla y comprobaron que el agua, en lugar de ser transparente, era de un color ligeramente verdoso.

A cada momento que pasaba el olor les resultaba más familiar, pero no lograban ubicarlo. Parecía que el olor procedía del agua del lago ¿Era aquello agua? No supieron responder a aquella pregunta pero nadie parecía dispuesto a comprobarlo.

Greg tenía una lista de preguntas para hacer...

- ¿Has dicho grog?
- ¿De verdad eres una hechicera vudú?
- ¿Dónde está el grog que tiene le'Chuck escondido?
- Guybrush Threepwood está vivo? ¿No eran los padres?
- ¿Cómo sabias que veníamos?
- ¿Cómo podemos encontrar el pergamino mágico?
- ¿Pero de verdad una hechicera? ¿Cómo de poderosa eres?
- ¿Podemos parar el despertar de los titanes?
- ¿Cómo podemos derrotar a le'Chuck?
- ¿Puedes hacer trucos vudú?
- ¿Qué estas cocinando?
- ¿Tienes asma? ¿No te sentarán mal los aires del pantano, no? ¿Has pensado en mudarte a Florida?
- ¿Es verdad eso que dicen de Nerea?
- ¿Por qué hablas raro?
- ¿Cuántos robles roería un roedor si los roedores royesen robles?
- ¿Dónde puedo encontrar el insulto definitivo?
- Si un árbol cae en medio de un bosque, y no hay nadie cerca para oírlo... ¿de qué color es el árbol?
- Cómo podemos saber que eres una hechicera Vudú (aparte de porqué lo pone en tu nombre)?
- Este sitio no parece muy acogedor... ¿has pensado en ponerle unos visillos?

La mujer pareció confusa ante la tormenta de preguntas de Greg, pero con paciencia se dispuso a responder algunas de ellas.

- ¿Que dónde e'tá el gró? Digamo' que ese inmenso lago de ahí al lado no e' precisamente de agua...

- Se dice que Guybru' está vivo, pero nadie sabe dónde e'tá ese mi'terioso pergamino donde se dice que e'tá encerrado. No puedo ayudaro' a encotnrarlo, pue' no sé donde puede e'tar. Solo intuyo que está má cerca de lo que pensamo'.

- Para detene' el despertá' de lo' titanes hay que reestablecer el suministro de gró, pero me temo que puede que sea demasiado tarde...

- ¿Derrotar a LeChá? LeChá no se encuentra en e'ta isla. Ha partido hacia Meleé con parte de su ejército de piratas fantasma para someter a los piratas del Caribe. Si lo' piratas recuperarn su e'piritu con el gró podrían plantarle cara.

- Lo' roedore' no roen roble' y si royesen roble' no roerían aquí ningún roble porque no hay roble' en el Caribe.

Errr... - Greg se rasca unos segundos, como pensando...

Yimbo disfrutó del paseo entre los jirones de niebla, el lúgubre ambiente, la impresión de estar rodeado por fuerzas extrañas, espíritus de los antepasados, el manto estrellado sobre sus cabezas, la sensación de infinitud...

Pero un hormigueo nervioso le tenía el estómago encogido. Aquel ambiente le hacía recordar las viejas historias que su padre le contaba cuando era pequeño y sintió el impulso de sujetar fuertemente la pata de pollo (de goma) que llevaba colgada del cuello. Caminó estrujando su amuleto hasta que llegaron a aquella cabaña y, de repente, una voz les llamó.

A partir de ahí, Yimbo ya no pudo entender nada de nada de lo que se dijo a continuación. Ni lo que la mujer explicaba, ni las preguntas que hizo Greg, ni  las contestaciones de la hechicera. Sólo escuchaba aquella melodiosa voz que sonaba como música en sus oídos y que le arrullaba como un canto de cuna, mientras otra lagrimita volvió a rodar por su rostro, sin que ahora la necesitasen para ningún hechizo.

Una chispa de lucidez le sustrajo de su limbo particular y, con un rápido movimiento, desató su hatillo, rebuscó entre sus cosas y sacó...

... un deshilachado muñeco vudú, con una dedicatoria escrita en él que rezaba: 'pa' mi amó'.

- ¿Re... reconoce' tú e'te muñeco? -se atrevió a decir, sin importarle si estaba interrumpiendo algo importante. Miró a los ojos de la hechicera... - ¿ma... má??

Extendido en el suelo había quedado el hatillo, con el resto de su inventario: un cuchillo, el libro de recetas Vudú robado en la biblioteca de Phatt, un viejo pergamino entre sus páginas, una estropeada manta de lana...

La mujer calló de pronto al ver el muñeco que Yimbo extrajo. Lo miró asombrada. Su respiración se volvió entrecortada. Cada inspiración era perfectamente audible como si de una bomba de aire se tratase. Al cabo de unos segundos respirando profundamente, la mujer habló con voz ronca y rasgada.

- Yimbo... yo soy tu madre.

Ambos se fundieron en un profundo abrazo en el que Yimbo no pudo contener las lágrimas. La mujer cerró los ojos disfrutando de aquel momento. De pronto, los entreabrió y echó un vistazo a las pertenencias de Yimbo que se habían esparcido por el suelo. Separó a su hijo del abrazo y lo miró fijamente.

- Ese pergamino... acércamelo, hijo.

Después de litros y litros de lágrimas de emoción vertidas sobre la vieja cabaña, Yimbo también abrió los ojos para contemplar de cerca el rostro de su madre.

 - Mamáááá... -repetía extasiado una y otra vez- ¿Qué... qué pergamino? - Yimbo miró donde señalaba su madre.

- ¡Ah! El pergamino que me dió papá... -Se acercó al viejo papel que sobresalía de entre las páginas del libro de recetas, lo recogió y se lo tendió a la hechicera- ¿Sabe' tú que e'te pergamino é mu raro? Hay vece' que tú creería que tiene vía propia... -le dijo antes de sonarse los mocos con la manga de la camisa.

La hechicera examinó el pergamino desde varios ángulos, a contraluz y de perfil. Al cabo de un par de minutos de análisis lo sostuvo frente a su rostro.

- ¡Jarfff.... tshuuup! -escupió en el centro del pergamino.

Nadie dijo nada, pero todos observaron aquel objeto mientras la hechicera contemplaba la saliva deslizarse.

- ¡Ajá! -exclamó complacida.

Sobre el pergamino habían surgido las palabras:

¡Puaj! ¡Qué asco!

La mujer enrolló el pergamino, lo sumergió en la olla que tenía delante y lo extrajo de nuevo. El pergamino chorreante empezó entonces a moverse como si gozara de vida propia. Salió despedido desde la mano de la mujer y cayó al suelo en el centro de la cabaña. Todos vieron como el pergamino parecía convulsionar y se retorcía sin motivo aparente. Diversas frases comenzaron a surgir en su interior.

¿Qué ocurre?

¡Ey! ¿Por qué se mueve tanto esto?

¿Es esto lo que se siente cuando te reciclan?

Empiezo a sentirme muy apretado aquí... arg... arggg....

Una potente explosión tuvo lugar dodne se encontraba el pergamino llenándolo todo de un humo verdoso que los hizo toser a todos. No había rastro de pergaminos, en su lugar había aparecido un hombre joven, rubio, de piel pálida, aspecto inofensivo y un rostro dulce e inocente.

La hechicera pronunció su nombre con dificultad dejándolos a todos boquiabiertos.

- ¿Guybru'?

El hombre que había aparecido en medio de la cabaña no era el Guybrush Threepwood que todos conocían de las leyendas, las historias, los comics, y los documentales del canal historia que conocían. No parecía un sanguinario pirata. No parecía sanguinario. Y no parecía un pirata. En cambio sí parecía un joven entusiasta con aspiraciones de bombero.

- Exclamación, Vaya, cierra exclamación -dijo tambaleándose visiblemente mareado -Estoy tan mareado como cuando preparé aquel mejunje para llegar a Monkey Island puntos suspensivos.

En vista de la incomprensión de los presentes, Guybrush habló de nuevo.

- Perdonad que hable así coma sigo acostumbrado al habla escrita de ese pergamino jejeje dos puntos pe mayúscula.