Partida Rol por web

Nadie supo de si la causa fue el ruido, o si aquello era insignificante y era algo que debía suceder... Sucedió sin más.

Las puerta siguió siendo amartillada, una y otra vez en medio de las protestas del grupo hasta que primero se advirtió una fisura. No se escuchó cómo se formó, silenciada por las protestas del joven de la limpieza. Ésta no tardó en hacerse más grande hasta que parte de la madera saltó. El irregular y desdibujado hueco mostraba una irregular ensalada humana apiñada al otro lado.

Primero apareció una mano en su lugar, el espacio era apenas insuficiente para su paso... La mano fue intentando coger algo del aire interior mientras iba extendiéndose en el interior de la estancia. Una de las astillas que quedaban en el hueco empezaron a rasgar el brazo dejando asomar parte del hueso.

No era nada humano, no sentían dolor...

El laboratorio es de planta rectangular, no os quedan muy claro las dimensiones pues no es vuestro fuerte. Los techos son altos, comparando con la puerta calculáis unos tres metros. Dicha puerta se encuentra en uno de sus extremos y es de madera ciega (vamos que no tiene un ventanal de cristal), actualmente parcialmente rota... A lo largo de la misma pared unos metros más allá hay una ventana situada a unos dos metros de altura de unos tres metros de largo por 70 centímetros de alto (aclaro que está dividida en dos módulos de 1,5 metros de ancho)

En el laboratorio propiamente dicho hay una sucesión de mesas típicas de laboratorio alargadas y fijadas al suelo. En medio de dichas mesas hay un fregadero para lavar el instrumental y si es necesario llenar los matraces de agua para las mezclas. Habrá unas 10 mesas una tras otra aunque sólo se usan la mitad en una clase de laboratorio. Tras dichas mesas hay tres taburetes a cada lado del fregadero (en total 60 taburetes). 

Frente a las mesas del alumnado se encuentra la pared donde se encuentra al otro lado de la puerta el pupitre del profesor y entre éste y la puerta una pizarra y sobre esta un rollo plegado para las ocasiones en las que se quiera usar el proyector.

La estancia está rematada por varios estantes dispuestos en las paredes ciegas en los cuales hay objetos variados desde libros hasta animales en formol pasando productos químicos como el que tomó el decano.

Aaaaahhh - Miguel ahogó rapidamente el grito que le surgía de dentro al ver la puerta comenzar a astillarse. 

Mierda.... debimos hacer caso a Luisrra. 

En el tono más bajo que puede emitir, Miguel se dirige al grupo señalando a la ventana. 

Creo que no nos queda otra que escapar por ahí... Si conseguimos que pasen todos al final de la clase...

¡Monstruos! Un par de lágrimas recorrieron su rostro mientras se volvía rojo por la ira. Monstruos. Repitió mientras se dirigía al lugar donde estaban las estanterías y cogió un frasco con uno de los animales en formol, lo abrió y se guardó el ratoncito en el bolsillo del uniforme de limpieza. Yo te cuidaré.

Miró por primera vez a los presentes buscando en sus ojos al responsable de que aquellos pobres animalitos estuvieran en botes. Si había sido uno de ellos lo pagaría. Pero eran sus amigos y sus amigos nunca harían algo así. Estaba furioso y quería golpear algo. Agarró el extremo de una de las mesas e intentó arrancarla.

Miré hacia la puerta cuando escuché romperse la madera. Joder! exclamé sin poder evitarlo. Tenía mi cabeza justamente ahí pegada hace unos minutos. Miré el frasquito que nos había dado el decano. Mi primera intención fue rociar el brazo aquel con su contenido, pero al ver como la madera desgarraba la carne y no aparecían síntomas de dolor, desheché la opción.

Luego miré a todos los que estaban conmigo. Se supone que son todos ciéntificos, su inteligencia es superior a la media. Pero ninguno parecía tener idea alguna para salir de allí. Sólo uno propuso algo.

¿Dejarles entrar? En serio? Esto no es un encierro, o una plaza de toros donde puedes escapar por casi cualquier sitio antes de ser alcanzado.... agaché la cabeza y miré al suelo con resignación. Al final va a ser cierto que los únicos seres inteligente del planeta somos las mujeres....

Al mira al suelo, me di cuenta de que los asientos no estaban clavados al suelo, a la par que Marcos se enfadaba por algo. De refilón le vi con los animales metidos en formol y preferí seguir con mi idea, antes de averiguar que tramaba el chico. Llevé un par de asientos a la pared bajo la ventana, en la zona más alejada de la puerta. Luego busqué material metálico... una grapadora o dos estarían bien.

Bien, en cuanto abra esa ventana, quiero silencio absoluto en la clase. Si esto funciona, podremos salir de aquí en silencio. Miré a todos y cada uno de ellos y me encaramé en lo alto de las sillas. Abrí la ventana y me aupe a pulso para ver el pasillo y cuantos eran en total. Luego me volví a quedar sobre las sillas y lancé con fuerza una de las grapadoras hacia el final del pasillo. Esta, al golpear con las paredes y el suelo, debería hacer bastante ruido.

Esperé a la reacción de aquellas... cosas... Si no se movían, lanzaría otro objeto nuevamente.

Qué coño?

Alberto Martín Cristo iba a reprender al pobre Marcos por enredar con los bichos en formol, pero luego recordó que estaban rodeados de zombies y de repente este fue el menor de sus problemas. 

Yo por ahí no puedo salir, dijo quejándose, pero a la espera de que alguien dijera lo que estaban pensando todos menos él. Y tal vez Santana, que está a lo suyo. 

Luisrra estaba un poco ocupado mirando con ojos como platos aquello y tratando de no hiperventilar con jadeos largos y acompasados como para trazar un plan maestro.

Cogió un taburete para usar como último recurso. No era la gran idea, como no lo había sido HABLAR EN VOZ ALTA COMO IMBÉCILES, pero era mejor que nada.

-Coged uno... -dijo en voz baja a los estudiantes- Puede servir para mantenerlos a raya, o...

¿Había mencionado ya en su cabeza la rabia brutal que sentía porque fuera a morir porque LOS SEÑORITOS ERAN DEMASIADO IMPORTANTES COMO PARA QUE NO SE LES OYERA? Porque era muy, muy pura. En aquellos momentos estaba intentando impulsarse a seguir moviéndose y no estallar por el pánico o la desesperación, que por alguna estúpida razón era horriblemente tentador; una cosa es saber teóricamente que puede pasar, y otra vivirlo.

-Nosotros le ayudamos a salir, Decano -dijo- Aquí no dejamos tirado a nadie. ¡Salimos todos!

Guardar silencio. Coger taburete. Se miró las manos y vio que en la derecha aún tenía su escoba. Por nada del mundo iba a dejar allí su escoba seguro que alguien se la lleva y no tengo con que barrer mañana. De todas maneras cogió un taburete con la mano izquierda intentando ponerlo como había visto en las películas de caballeros. Pero yo no quiero salvar a ninguna princesa que luego hay que besarla. 

Se río en silencio para no desobedecer. 

El plan estaba empezando a fraguarse. Sara se encargó de ello colocando un par de taburetes, cojeaban un poco como todo en aquella universidad, tras suspirar un poco logró mantenerse en equilibro apoyando una de sus manos en la ventana. Y con todas sus fuerzas golpeó al cristal. Hizo un ruido sonoro sin embargo no pareció distraer a aquellas criaturas obcecadas como estaban en dar cuenta de la puerta.

El resto del equipo empezó a dar cuenta de los taburetes, bajo la dirección de Luisra, todo el mundo le siguió con la orden, incluso un Santana con su uniforme ensuciado por largos chorretones de formol.

-¡Oye! -Dijo Marcos mientras se acercaba a la puerta con uno de los taburetes. -Aquí tenemos muchos de esos, podríamos ralentizar el acceso como dijo Miguel... Y una vez crean estar dentro salimos fuera.

-Joder definitivamente rindes bajo presión. No es mala idea.- Apoyó aquella idea Blanca con otro taburete, al colocarse a una distancia prudente de la puerta se detuvo. -Oye, pero cómo nos aseguramos de que se rompa esto, entren todos para estar enredados con esto, nos de tiempo a saltar fuera... A todos -Añadió con una nota de desprecio al decano-. Y no salgan en tromba detrás.

BANG

Sonó un disparo proveniente del exterior, de repente, sin aviso alguno. El origen era desconocido y dejó en silencio la respuesta a la pregunta de Blanca. Todos se agacharon por instinto -todos menos Sara- buscando el origen de aquel sonido extraño.

Entonces se escuchó un aullido en el exterior.

-¡Joder, ha llegado ayuda! ¡Mira Blanca estamos salvados! -Exclamó exultante mientras empezaba a pegar brincos-¿Blanca? -Preguntó absolutamente extrañado mientras la buscaba con la mirada, no estaba, entonces temiéndose lo peor bajó su mirada, allí la vio, donde había un rostro puro y risueño, ahora no quedaba nada.

-Joderrr Jodeeeer ¡La han dado! 

-Hostia tío-. Fue todo lo que alcanzó a decir, no había palabras que pudieran describir aquello. Por su parte, el enfermero se acercó corriendo sin embargo no había nada que pudiera hacerse.

De fondo alguien sollozaba. Una muerte a manos de una persona en aquella situación era... Tan normal... Y aún más terrible.

Miguel se tiró rapidamente contra la pared intentando cubrirse. 

-Que.... - miró hacia Blanca intentando entender qué habia pasado. 

Me quedé en lo alto de la ventana. No salía de mi asombro... ver todo aquello. Joder... si son putos zombis... Descendí lentamente con cara de pasmada y miré a todos. Incluso a la muerta. Ella era la que más suerte había tenido. Ya no se enteraría de nada, no sufriría una muerte agónica y no se convertiría en una de esas cosas.

La policía está fuera... Han abierto fuego contra esas cosas. Murmuré apagada, cerca de la gente. Uno de los agentes patinó y su arma está en el suelo... el otro disparó a los.... zombis.. reconocí. Que otra cosa podían ser. Se movieron sobre el agente que está en el suelo y... espero que con él sacien su apetito...

Joder, si esto le pasa a la policía, que está preparados, que ocurrirá conmigo que no he disparado un arma en mi vida...

Se tiró al suelo con aquello, como los demás. Pero estaba loco de contento. ¡Habían venido a rescatarles, estaban salvados! Fuera lo que fuera aquella pesadilla, se había acabado; esto no era una película, no había forma de que se extendiera más allá de la poli.

-¡Estamos salvados!

Luisrra se levantó para...

...

...

-...

...

LA.

HOSTIA.

-No... nonononono-¡no! ¡¡¡ME CAGO EN EL COPÓN BENDITO!!!

Se le empezaron a escapar las lagrimas cuando vio que Blanca había pasado a... a... al menos había muerto rápido, se dijo mientras notaba que los hombros le tembraban y trataba de reprimir los sollozos. Estaba luchando por reprimirse, en aquella situación, aunque lo que más quería era desplomarse y echarse a llorar.

Escuchó el disparo y ahogó un grito. Unas gotas de orina mancharon su pantalón mientras dejaba caer el taburete y la escoba. Al mirar a la chica que había hablado antes se asustó más y corrió a esconderse tras una de las mesas. Metió la mano en el bolsillo donde estaba Indi, su roedor, y empezó a acariciarlo.

No pasa nada, no pasa nada, no te preocupes Indi, no pasa nada, nuestros amigos lo solucionaran.

El decano cabroncete se cagó en la sagrada hostia veintisiete pares de veces antes de simplemente mirar lo que quedaba de Blanca. Su primera intuición fue echarle la culpa a la nueva (claro, darle una pistola a la nueva "por si acaso" es más lógico que dispararla!), pero rápidamente miró que la bala venía de los zombies y sacó sus propias conclusiones:

Una de dos, o la policía nos los está distrayendo, en cuyo caso podemos salir de aquí con un par de taburetes, o esos hongos del demonio han aprendido a disparar.

Qué tal si abrimos la puerta en cuanto se echen sobre la policía para salir? Un taburete por cabeza y ni nos rozan.