Partida Rol por web

Era obvió que las palabras de la diosa no eran falsas y la oscutridad se cerñia sobre ellos, a pesar de su juventud y el juramento antes prestado no habría otra opción - Sea pues lo que pides Atenea- dijo secamente la muerte, meditando los sucesos que pronto se desencadenarían,, despeus de todo el padre de los dioses no sería un enemigo facil de vencer.

-¿Qué piensas hacer hermano?- indagó el dios observando a su mellizo - se muy bien que no es tu estilo arriesgarte en esto y preferirias dormir - la muerte era comprensiva con su gemelo, ya demasiado riesgo corría él como para arriesgarle.

Hypnos quien habia estado durmiendo y por tanto ignorando todo lo que habia pasado se desperto ante la pregunta de su hermano y restrengadose los ojos con las manos respondio.

-Hmm, ehmm, esto, yo lo que tu vayas a hacer, realmente puedo dormir este donde este asi que no es problema para mi acompañarte como siempre, despues de todo riesgo poco si vamos los dos.- Al acabar la frase estiro el cuerpo y se puso al lado de su hermano.

Decidís partir y Atenea se queda mirando desde la entrada de su templo vuestra marcha. A los pocos segundos, un buhó sobrevuela vuestras cabezas, dirigiéndose a lo alto

Bajáis por el mismo camino de subida. Ahora veis que hay más gente por la zona, observando el cielo. Escucháis la conversación de un hombre mayor y una chica joven.

- Fíjate en el cielo, Cassandra... Mal augurio, será mejor reunir las cosas por si tenemos que partir de inmediato...

- ¡Qué va a ser un augurio, padre! ¡Deje de decir tonterías, por favor! Lloverá, sólo eso continuaba la muchacha con voz atemorizada.

En el cielo, un grupo de pájaros vuela en sentido contrario a vosotros. Su trinar es muy agudo, parece hasta escandalizado. Los perros de la zona comienzan a aullar, mientras las vacas y ovejas empiezan a moverse sin que su pastor les de la orden, huyendo del pueblo.

Al alcanzar el pueblo, veis que es muy pequeño. La mayor parte de las casas están desperdigadas, y lo más importante parece un pequeño puerto, del que parten los navíos para el continente

Hecate se acerco a la joven antes que esta continuara su camino y con voz dulce como si de su abuela se tratase le dijo: Hija se mas atenta a las señales del cielo y guarda siempre temor de los dioses, esperemos que solo sea una lluvia pero siempre se precavida con las maneras en que el cielo te habla.
La diosa siguió su camino, bajo hasta el pueblo, esperaba ver a sus compañeros en formas humanas como las de ella.

con un susurro se comunico con ellos: Ahora ¿a donde quieren ir?

La muerte ocultó sus alas y diezmo sus poderes, tal y como Atenea lo pedía, mas sin embargo aún snetía esa extraña sensación de acercarse a lso mortales, de alguna u otra forma su naturaleza estaría presente y no sabría que resultados traería para lso hijos de los hombres, con paso pausado pero firme se dirigió al puerto y escucho con atención las palabras de la diosa.

-A donde Moros nos guié, estoy seguro que el señor del destino sabrá algo- respondió la muerte mirando al cielo.

Helios siguió a sus compañeros en las órdenes de Atenea y adoptó su forma humana...

Luego bajó la colina como el resto, pero no hizo más que escuchar las palabras que Hécate le había dedicado aquella joven mortal sin ningun tipo de intervención, su mente estaba ocupada dándole vueltas sin cesar, pensando en el arduo camino que les aguardaba.

Para llegar al continente, lo único que se os ocurre es ir en busca de un barco que os pueda llevar

Bajáis por un camino que desciende al puerto. Al llegar allí, encontráis cuatro barcos, pero sólo uno de ellos parece preparado para partir. 

Pero los hombres no están haciendo sus tareas. No dejan de mirar el cielo, señalarlo y hacer comentarios

No podemos zarpar con esas nubes, ¡fijáos! El cielo y el mar golpearán juntos. ¡Mirad el nivel del mar! Hacia el este va descendiendo. ¿Qué ocurre? ¿Y dónde está el capitán Acasto?

Uno de los hombres que está haciendo unos preparativos en el puerto os ve y se acerca a vosotros.

Bienvenidos, forasteros. No recuerdo haberles visto antes. ¿A qué se debe su presencia en el puerto?

Helios miró a los marineros y sin expresividad en el rostro les dijo:

-"Muy buenas, la verdad es que nuestro motivo es el siguiente, mis compañeros y yo necesitamos los servicios de un barco para zarpar de inmediato"-, Helios sabia que el mar estaba enfurecido, posiblemente no sea el mejor día, pero no contaban con mucho tiempo pues al parecer Zeus ya está lleno de ira, posiblemente sepa que ya lo estaban traicionando, la ira de Zeus se podía reflejar en el cielo y en el mar, síntoma de que Poseidón estaba de su parte...

El dios de la muerte no acostumbraba larga charlas con los mortales y agredecía a Nyx que Helios estuviera tan acostumbrado a ellos, así con cierta torpeza saludó a los hombres, -Saludos señores- dijo aunque al mancebo se le daba con torpeza dominar el fino arte de la etiqueta -como ha dicho mi compañero, necesitamos un buen navío,- agregó el muchacho.

"Dudo mucho que los reino de Poseidón sean amigables con nosotros, despues de todo es hermano de Zeus y lo mas seguro es que lo apoye, quizas si ofrecieramos un sacrificio, aplacariamos su furia"

Pensó el jovén mientras observaba las nubes y lo embrabecido de las aguas.

Perséfone permanecia de pie al lado de Helios y asentía con su cabez a las palabras que decía.

Necesitamos un barco y con apremio, espero que sepa usar las palabras correctas y no nos retrasemos mas.

Mi nombre es Acasto, y antes de responderles... Acompáñenme a la cubierta de mi barco dice mientras se gira y sube a la cubierta a través de una pequeña plataforma.

Una vez allí, os señala el este.

¿Veis eso? El nivel del mar se está reduciendo. Es como si fuera engullido. Y es la primera vez que vemos eso. Además, sólo está pasando en esa zona, lo más lógico es que ocurriera en todos los lados de la isla.

Ustedes no son de aquí, ¿saben algo de este fenómeno? No nos podemos lanzar a la mar sin conocer los efectos de este hecho tan ra...

El hombre no termina sus palabras. Del mismo este aparecen a lo lejos unas gaviotas surcando el cielo a gran velocidad, graznando fuertemente.

El capitán y los tripulantes se quedan asombrados ante el comportamiento de aquellos animales. Pero no dicen nada, hay algo muy raro en el ambiente

De fondo, como si se tratase sólo de un murmullo, podéis escuchar cómo las olas comienzan a formarse. Al mirar, veis cómo una ola se acerca a vosotros desde el horizonte.

Perséfone se percata de la proximidad de la ola y grita:

¡Cuidado con esa ola!

Helios abres sus ojos ante su asombro, -Que diabl... es eso-, miro al resto e sus compañeros y casi boquiabierto dijo:

-"Creo que es el mismisimo Poseidón..."-

-Creo que nos dan su desaprobación- masculló la muerte - quizas deberíamos buscar un lugar diferente, no quiero ver morir más personas- La muerte se preparó para recibir la embestida del mar, aunque probablemente todo terminaría en tragedia.

Hécate grita con todas sus fuerzas para alertar a los hombres que no hubieran visto el fenómeno y corran a salvaguardarse

Maremoto¡¡¡¡¡¡¡ todos suban la colina que nadie se quede sin subir¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Ella por su parte se preparaba para moverse solo en el momento en que viera que la gente corriera a la parte mas alta del lugar, si alguno faltaba ella trataría de socorrerlo.

La ola cada vez está más cerca y podéis ver su gran tamaño.

¿Maremoto? ¡Por el amor de Poseidón, hay que avisar a la gente! ¡Todos fuera! ¡Hay que prevenir a la gente! ¡Rápido!

Mientras toda la tripulación se lanza a correr y se van perdiendo por la cuesta, Acasto os mira

Jamás habíamos visto ola semejante. Pero está claro que viene a destruir la isla. Debemos rezar a Poseidón para que la detenga, pero mientras tanto debo salvar a mi pueblo dice con pánico en la voz, a la vez que su mirada está llena de terror.

Lo siento mucho, ahora mismo no podemos atravesar el mar. Debo... debo... y, sin terminar las palabras, sale corriendo tras sus hombres

Tu sueño te hace ir a la Isla de Naxos, que está bajo la protección de la diosa Atenea. En ella, se había construido un templo, semejante al Partenon, con su misma estructura.

Llegas al Templo. El interior del recinto posee, en el centro, una estatua de la diosa.

Hypnos se maravilla ante la habilidad de los humanos, sin duda, a pesar de ser seres inferiores a los Dioses mantienen, toda su esencia.

Son hábiles constructures y así se demuestra en esta construcción y en la estatua que ocupa la estancia central.

Hypnos siempre se ha preguntado porqué Atenea adoptó esa forma que los humanos se empeñan en utilizar para sus esculturas. Desde luego, la belleza de Atena es infinitamente superior a cómo la retratan los humanos y desde luego, Atenea tiene la habilidad y experiencia suficientes como para mostrarse mucho más bella de como los simples humanos la retratan.

Pero esos sólo eran divagaciones de Hypnos, sin duda a él más que a nadie le gustaría que los humanos le ofreciesen semejantes muestras de afecto...

Miro a su alrededor y describió un gran círculo para ver toda la extensión del templo pero... no había nadie allí...

¿Atenea? ¿Donde estás dulce Atenea? He venido tal y como me solicitaste...

El ulular de un búho hace que te gires hacia la puerta. Por ella entra volando ese animal, con la grandeza de un dios

Se posa sobre la estatua de Atenea. Su cuerpo empieza a emitir destellos dorados. Mientras desciende lentamente, empieza a cambiar, para que, al llegar al suelo, se haya convertido en una mujer hermosa. La diosa Atenea

La diosa Atenea te y te sonríe. A pesar de la calidez de su sonrisa, notas la tristeza de su corazón.

Gracias por acudir aquí tal cómo te pedí. Lo que vistes en aquél sueño era una representación del futuro.

Zeus está furioso con la humanidad. El robo del fuego le ha vuelto loco y quiere castigar a todos los humanos por ello. Pretende aniquilarlos.

Y eso no lo puedo consentir. Somos los dioses de la humanidad. Al igual que ellos nos rezan, nosotros debemos velar por sus vidas.

Necesito saber si qieress salvar a los humanos tal cómo te pido. Eso significa enfrentarse a nuestro señor Zeus... Pero es justo y necesario