Partida Rol por web

La quema de Barrientos

Una historia en mitad de la Península - Escena de juego

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15/01/2023, 10:38
Director

Lograste entonces advertir dos cosas*: el Obispo Lope de Barrientos andábase con las cejas arqueadas más de lo normal; su rostro estaba compungido, comprimido, y mostraba un enfado evidente. Tu no lo conocías en exceso, pero las horas que pasaste con él la tarde anterior fueron suficientes como para saber que algo le molestaba, y lo expresaba inconscientemente en su rostro. Por otro lado, cruzaste mirada con un hombre anciano, de ojos claro y barba y cabellos canosos. Estaba entre los nobles del lugar, detrás de ellos. Éste se dio cuenta y caminó hacia atrás unos pasos, y se perdió en una de las tantas puertas que daba al claustro.

Odón y Xelasio seguían mirando horrorizados la quema.

Notas de juego

*Ésto es por las tiradas.

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16/01/2023, 08:22
Estrela Medeiros

Aprieto los puños y frunzo los labios. Es un espectáculo bárbaro. Fanático. Lamentable. Ruin. Aunque al menos mi hermano no me ha traicionado, pues parece tan dolido como yo. Y el obispo, que no logra disimular su enojo en su rostro. ¿Por qué esta quema? ¿Qué Mal portan los libros? ¿Y el Saber? ¡Ninguno! ¡Todos nos acercan más a la Verdad de la Creación y el Hombre, y por tanto a Dios!

Los ojos se me llenan de lágrimas, por la rabia y el hollín. No aguanto más. Disimuladamente, me escabullo fuera del claustro, por la puerta que ha salido el anciano de ojos y cabellos claros. Algo en él me ha llamado la atención. También parece descontento con la purga de la biblioteca.

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17/01/2023, 09:43
Director

Quedaron Odón y Xelasio allí, viendo aquel espectáculo de fuego. Pareciera que quemar unos libros era un proceso harto simple, con los cuáles cualquier hoguera se alimentaba bien. Sin embargo, la ingente cantidad de volúmenes de la colección, que era arrojada en paquetes de cuatro o cinco cada pocos segundos, hacía un proceso tedioso (pero seguro que bueno a los ojos de Su Majestad, quien lo había mandado al obispo).

Tus pasos te encaminaban ahora medio encubierta entre el murete y la arconada del claustro hasta una de las puertas de salida del mismo: la misma por la que aquel hombre de aspecto anciano se había escabullido. No tardaste más que pocos segundos en alcanzarla y empujarla, y la madera se venció y la puerta se abrió. Llegaste pues a una alacena, que a su vez, más al fondo, daba auna cocina. No había nadie allí, pues la plantilla al completo de jerónimas estaba en el patio, siendo también testigo de los hechos.

Ollas, cuchillos, una mesa para cortar una chimenea y más ollas, amén de vajilla típica de madera, algún que otro saco y barril y varios estantes con tenazas, cuchillos y alimentos. Y en la alacena, realmente una pequeña sala de paso entre el claustro y la cocina, tampoco había nadie, tan sólo más material de cocina y sacos con legumbres y otras provisiones. ¿Dónde se habría metido aquel tipo? Por mucho que miraste no advertiste ningún atisbo de él.

Notas de juego

Si quieres hacer/decir/interactuar con algo/alguien es el momento, pues luego cambiaremos de escena en la narración.

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17/01/2023, 22:53
Estrela Medeiros

Tengo los ojos abiertos como los platos de esa cocina. ¿Donde se ha metido el anciano? ¿Se ha esfumado? ¿Alucino? Allí no hay nadie, ni nada de interés. ¿Oiga? Me gustaría hablar con vuesa merced...  Silencio. ... estaré en el claustro.

Tomando aire para darme entereza, deshago mis pasos. Pero en vez de ir hacia Xelasio y Odón, voy junto al obispo. Si puedo. Excelencia... si me permite... Intento hablar con Lope de Barrientos.

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18/01/2023, 22:55
Director

Estando aún confusa por no encontrar a nadie allí dentro, salístes de nuevo al claustro y te acercaste al obispo. Había con él varios criados, pero fueron los de la noche anterior quien, tras dirigirte a su Ilustrísima, se colocaron delante de tí, evitando que te acercaras más.

Ahora no... -te dijo Romero, uno de ellos-, no entorpezcáis la quema de Su Ilustrísima, el camarero del Rey está aquí. ¡Alejáos! -te ordenó-. Y así ocurrió.

* * *

Tras casi una hora allí, oliendo aquella sensación de pérdida que subía en forma de humo al cielo, los nobles comenzaron a marcharse, y las monjas jerónimas comenzaron a dispersarse, tal vez para irse a sus celdas. El Obispo Lope y el Camarero del Rey hablaban ente la casi extinga hoguera. Tras cinco minutos de charla, éste y sus satélites se marcharon de allí, y el obispo Lope procedía a hacer lo mismo. Tú estabas con Xelasio y Odón, y entonces Romero te hizo una señal para que te aceras.

Su Ilustrísima, la señora Estrela quiere hablaros antes de marchar... -dijo el siervo, y entonces te acercaste deprisa, sin perder tiempo-.

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18/01/2023, 22:56
Lope de Barrientos

Claro, claro... -decía, resoplando y algo renegado por dentro; y comenzó entonces don Lope a caminar, procediendo a marcharse del Claustro-. Tú caminabas a traspiés, a su lado y paralelamente, pues parecía tener prisa en salir de allí don Lope cuanto antes-. Su rostro no estaba contento, y todavía lo notabas-. Decidme ahora, doctora Estrela, pues prisa tengo... -cerraba los ojos con pesadez y lentitud mientras se dirigía a tí con aires de grandeza, menos educado que el día anterior, como aquel que evidencia que no tiene ganas de hablar o atender a la gente pero que, en realidad, ha de hacerlo por cortesía.

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22/01/2023, 21:36
Estrela Medeiros

Agradecida, intento robarle el menos tiempo posible al obispo. Le hablo en voz baja. Excelencia... ruego disculpe las palabras que voy a pronunciar, y las recoja como secreto de confesión...

... No se me escapa que la purga de libros no ha sido de su agrado... tampoco ha sido del mío... por ende... si necesita ayuda con algún manuscrito que no haya ardido hoy... ya sabe cómo encontrarme... en Portugal la situación es otra... más benigna.

No digo más. A buen entendedor... no le costaría descifrar que estoy dispuesta a salvar tantos libros como pueda, sacándolos de aquella ciudad pobre de cuerpo y espíritu.

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24/01/2023, 22:01
Lope de Barrientos

Querida... es voluntad de su Majestad reducir a cenizas esta biblioteca... -se quedó pensativo unos instantes, sin dejar de andar-, y así ha sido. Le agradezco su actuación, me pondré en contacto con usted para recompensarla. Ahora debo irme...

No supiste si había captado la indirecta, pero aquel obispo no parecía "dar puntadas sin hilo", como suele decirse, y a buen entendedor seguro que pocos le ganaban. Detrás de él marcharon sus dos súbditos, y afuera esperaraba una carreta que los devolvería al centro de la ciudad.

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24/01/2023, 22:02
Director

Tras dejar al obispo marchar, Xelasio y Odón se preocuparon por marcharse también. Enseguida las clérigas del monasterio se pusieron a barrer y retirar toda aquella ceniza y parafernalia, tablones quemados y el estadrillo de piedra y madera. La abadesa se despidió de Xelasio brevemente, y también aguardaba ya, delante de la entrada del convento un carruaje para vosotros.

Una hora después ya estábais en la ciudad, y tú de vuelta a tu caserón, junto con tu joven siervo, en la Plaza de la Paja. Sin duda que aquel infame espectáculo había calado un poco hondo en tí.

* * *

Días después.

Las idas y venidas por la ciudad se materializaban en visitas a tu hermano, por un lado, y en otro tipo de visitas a un galeno Juan de la Mocha. Con respecto al primero, Xelasio consiguió averiguar porqué el obispo Lope estaba algo compungido durante la quema en el claustro: por lo visto el libro que habías encontrado no era sino una falsificación del difunto Marqués de Villena, una burda copia falsa, para despistar, del Tratado de Astrología que tanto ansiaba. Tal vez, durante la hoguera, sabía que entre todos aquellos libros debía estar aquel que buscaba y que iba a ser, en tales pocos momentos, quemado delante de su narices, sin darse cuenta. Por otro lado, en cuanto al galeno Juan de la Mocha, a quien el obispo Lope de Barrientos le había hablado bien de tí, no era sino un hombre entrado en años servidor de varios nobles de Mayrit. Hubo de recibirte en su hogar, palacio situado en la plaza de San Salvador, un par de veces para tratar de encauzarte como doctora en aquella buena ciudad. Trataba aquel galeno de saber de tus conocimientos y saber a quien gran personalidad presentarte para hacer que tu oficio se asentara en la ciudad. La intercesión de Su Ilustrísima por tus servicios no quedó ahí, sino que pagó el alquiler que ya habías invertido y tres meses más añadidos, por lo cual ello te pareció bien, como poco.

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24/01/2023, 22:02
Odón

Una mañana llegó Odón de los típicos recados. Conocía mejor que tú la ciudad, pues cada vez recorría más calles, sabía más de sus gentes y costumbres. Y llegó con alguien tras de sí.

Señora, permítame presentarle a alguien: don Ramiro... -dijo cuando abriste la puerta y los encontraste a los dos allí-. Detrás del joven había un hombre anciano, con pelo cano, barba blanca y arrugas en frente y cuello. Tenía la mirada baja, como estando algo retraído. No parecían sus prendas de ser alguien noble, sino más bien gente corriente, villano de a pie, pues eran pardas y sin ningún resalte. Lo vi cerca de la vivienda, y se acercó a mí. Insistió en hablar con vos -informó el joven-.

Desde luego tú no lo conocías. Entonces el anciano habló.

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24/01/2023, 22:04
Ramiro de Alfambra

Tenga buen día, señora. Mi nombre como ahora sabe es Ramiro, natural de Alfambra -se presentó-. Lo que dice el joven es cierto, quería hablar con vos por un asunto. Le seré franco y directo: estuve hace unos días, al igual que vos, en la quema de la biblioteca del marqués, en el convento de las jerónimas. Allí os ví, junto con vuestro siervo. Quería... -se detuvo un poco-, quería pediros un gran favor... -añadió-.

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25/01/2023, 22:42
Estrela Medeiros

Mi corazón estuvo intranquilo los días posteriores a la quema de Barrientos. Y mi mente no alcanzaba a entender los motivos, por mucho que mi padre ya me hubiese precavido en Portugal de los fanatismos de los castellanos viejos. 

Por suerte, he podido distraerme con Odón, Xelasio y Don Juan de la Mocha. El galeno es sabio, pero cómodo. Practicar la medicina con él es... entretenido... aunque a veces exasperante. No me termino de hacer a la villa de Madrid. Por las noches, me pregunto: ¿Qué me retiene? ¿Debería de volver a Portugal? ¿O seguir recorriendo Hispania? Xelasio no... ¿acaso el agravio a la biblioteca?

Para mi sorpresa, una mañana Odón me trae un recado inesperado.Un tal Ramiro de Alfambra quiere verme.

¡Es él! ¡El anciano fugitivo! Mi rostro no logra evitar la sorpresa. Bu-buen día tenga usted también... Me cuesta asimilar la situación. ¿Me pide un favor? ¿Me pide un favor? ¡Uy! ¡He pensado en voz alta!

Aclarándome la garganta, prosigo. Le reconozco, sí. ¿Y de qué se trataría? Estoy intrigada, la verdad. Hago un gesto a Odón para que cierre puertas y la conversación no llegue a oídos indeseados.

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30/01/2023, 21:36
Ramiro de Alfambra

El hombre se alegró al darse cuenta de que eras una mujer comprensible.

Sí, le pido un favor -repitió él, ante tu pregunta. Odón también estaba intrigado por aquel asunto-. Vi el vuestro rostro compungido delante de aquella hoguera, y me di cuenta que sois gente honrada, o al menos así me pareció. No me preguntéis porqué: ni yo mismo lo sé.

Hizo entonces una breve pausa, y carraspeó un poco. Odón tenía las cejas levantadas.

Busco a alguien que me acompañe a Villaseñor, lugar donde resido, que se halla situado en la orilla sur del Tajo, a medio camino entre Toledo y Yepes... -al sur de la villa de Mayrit, quería decir-. Y es que los caminos no andan demasiado seguros en esos tiempos -concretó, con lo cual tenía toda la razón-, y yo soy viejo para andar solo. Tampoco conozco a nadie en este lugar. Espero que no crea que es mucho atrevimiento -añadió finalmente-.

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06/02/2023, 23:03
Estrela Medeiros

Yo, como Odón, levanté tan ien una ceja, sorprendida.

Disculpe pero, ¿quiere que le acompañe de vuelta a casa? ¿Simplemente? Miré nerviosa a ambos lados, aquello obviamente era una artimaña. ¿Habría alguien más con él? Sepa que ni yo ni mi criado somos de Majerit, y no conocemos los caminos mejor que usted. Tampoco somos guardias o escoltas. Añadí, poniendo una sonrisa educada. Tomé aire, me tocaba preguntar sin hablar de nada en concreto. ¿O es que hay algo en su villa que deba ser de mi interés, a la vista del evento que cruzó nuestros caminos?

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07/02/2023, 22:25
Ramiro de Alfambra

No señora, el único interés para mí es volver a mi hogar -decía-. Ninguno de aquellos que había en la quema de los libros merecería mis palabras, ni querría yo su compañía para llegar a donde quiero regresar... -parecía apenado-. Mi amigo el marqués, don Enrique -a esas alturas tu ya sabías que la destruida biblioteca pertenecía a Enrique de Villena, último descendiente legitimo de la Casa de Barcelona fallecido ya-, no querría verme en compañía de esos clérigos, nobles y gentes del rey. Ni yo mismo verme con ellos. Ha sido un tropiezo venir a verla. No quería importunarla...

Entonces se dio la vuelta y se dispuso a marcharse, avergonzado.

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07/02/2023, 22:33
Odón

Esperad, señor... tiene vos... -y Odón hizo un gesto con el dedo pulgar y el índice. El gesto del dinero-. Quizá alguna cuantía... -Ramiro se le quedó mirando-.

Notas de juego

Haz una tirada de Elocuencia (o COM), con el d100.

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10/02/2023, 00:34
Estrela Medeiros

¡Odón! Reprobé a mi criado en cuanto hizo ese gesto. Este buen hombre sólo busca volver a su casa sano y salvo. Sé un buen cristiano.

Discúlpele... lleva muchos días por las calles de Magerit... Hice un ademán restando importancia al asunto. Ni me importuna, ni pierde el tiempo. Pero no soy una mujer dada a misterios... persigo la verdad. Y en este caso, prefería que me tratase con sinceridad: ¿Qué quiere de mi, aparte de compañía en su vuelta a casa? Sí, fui directa. Pero no me gustaba perder tiempo, ni que me tratasen como a una tonta.

- Tiradas (1)
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10/02/2023, 09:55
Ramiro de Alfambra

Odón se estiró, levantó las cejas, y luego bajó su cabeza, todo ello ante tu reprobación, y no dijo más.

Nada más quiero de vos -te respondió, y sus palabras te sonaron sinceras*-. Volver a mi hogar, como le digo. Por supuesto, yo costearé el viaje, y no dudéis en concederos el favor de una pequeña recompensa. El marqués me legó algo más que su amistad, y son unos cuantos maravedíes para que me sostuviera al dejar el suyo legado; pero, como sabes, ahora esas hojas son cenizas...

El hombre, cabizbajo también, quedó esperando tu respuesta.

Notas de juego

*Gracias a la tirada, notas la sinceridad en su elección por tí. Es decir, no quiere nada más que le acompañes. Puedes elegir.

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12/02/2023, 21:47
Estrela Medeiros

La sinceridad del hombre me conmovió. Realmente era un anciano necesitado.

Esta bien, le acompañaremos. Nos conviene salir de esta villa, y tomar aire fresco. Miré a Odón, conciliadora, y con un gesto le mandé a preparar todo. ¿Cuando desea partir, don Ramiro? Al tiempo, pensé: tengo que avisar a mi hermano y al galeno, que nadie se asuste de mi ausencia.

Notas de juego

Acepto. A ver adónde me lleva 

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13/02/2023, 17:14
Director

El hombre se alegró de que aceptaras a acompañarle. Te agradeció varias veces tu decisión, y te respondió que habríais de partir en cuanto tú y tu siervo pudiérais hacerlo. Por ello, quedaste con Ramiro que podríais partir al día siguiente, ya que asi, en el día presente, podrías informar a tu hermano y al galeno que te patrocinaba sobre tu ausencia unos días, tal vez una semana. Lo cierto es que el viaje no os llevaría más que ese tiempo, a no ser que hubiera algún evento en mitad del mismo. Sin embargo, Ramiro te recordó que su hogar se hallaba en Villaseñor, y que conocía bien el camino, y era lugar donde residía, situado en la orilla sur del Tajo, a medio camino entre Toledo y Yepes. Pese a conocer todo el trayecto, los caminos inseguros eran caminos inseguros.

Y tal que así, al día siguiente, Ramiro regresó con las mismas ropas con las que se había presentado en tu casa, con un gran zurrón en el costado y un cayado en su mano, dispuesto a recorrer cualquier distancia. Fue así como dejaste la villa de Mayrit, atendiendo a un viaje imprevisto y de aparente poco recorrido. Xelasio te había dado su bendición el día anterior, recordándote lo peligroso de los caminos, y Odón, por su parte, llevaba una gran carga, que no era sino otro zurrón con provisiones y pellejos de agua y vino para varios días.

* * *
El primer día caminásteis por las estepas castellanas, sin apenas encontrar lugares de alturnas ni sierras circundantes. Ramiro de Alfambra era hombre apariencia canosa, pero aún poseía cierta agilidad que ya la quisieran unos cuantos para sí. En dicha jornada atravesásteis las aldeas departe de Bragadillo y Majorillas, una junto a la otra, sin entrar dentro de sus viviendas. Ramiro entonces anunció que una posada os aguardaba esa noche, a media legua tras dejar la segunda aldea.

Aquella posada no era sino un pequeño cortijo de un caserón, una torre adosada y un establo para guarecer las monturas. También había una vivienda anexa, propiedad de los dueños de la posada. Toda ella estaba rodeada de un muro de dos varas y una única entrada. Aquello hacía el recinto un lugar seguro y acogedor. En la noche de aquel segundo día, estando ya de noche en el comedor principal, os pusísiteis a cenar. Algunas carnes y algunas hortalizas, con sopa de nabos y algo de fiambres. En el salón había otros viajeros y gentes que tal vez iban de acá para allá. No hacía demasiado frío como para levantar una lumbre, por lo que la chimenea estaba apagada.

Mientras cenábais, Ramiro te habló.